La embajada selfie

miércoles, 29 de marzo de 2017 · 14:17

Para Miroslava Breach

MADRID (apro).- La embajadora mexicana en España, Roberta Lajous, se reservó para sí el máximo protagonismo en uno de los actos centrales de los festejos del 40 aniversario de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre México y España, donde participaron algunos de los principales actores españoles que abonaron a restablecer esos lazos entre ambas naciones. Partidaria de enaltecer las altas cotas de la buena relación entre los dos países, la diplomática vivió, recién llegada a esta legación, en enero de 2014, uno de los momentos de mayor tensión en la relación entre los dos países, motivado por el conflicto Pemex-Repsol, que tuvo como desenlace la salida de la entonces paraestatal mexicana de la petrolera española, en junio de ese año, previo a la visita de Estado a España de Enrique Peña Nieto. Lajous es una diplomática con suerte a prueba de turbulencias políticas: Poco querida en los círculos más cercanos del presidente Peña, salvó el cargo, primero porque la mala salud de Emilio Chuayffet le impidió ocupar esta legación tras su salida de la Secretaría de Educación, como querían en Los Pinos. Luego vino la incomodísima decisión de Peña al nombrar a Fidel Herrera como cónsul en Barcelona –cosa que no gustó nada a los españoles, pero aguantaron el chaparrón–, pero que detuvo otros movimientos. Y, ahora, porque Videgaray está más atento a Washington que a Madrid, y ella está blindada por rodearse de buenos amigos del hoy secretario de Relaciones Exteriores. Pero volviendo al ágape que organizó el lunes 27 en la residencia oficial de México en Madrid, la señora Lajous convocó a quienes desde el poder en España jugaron un papel fundamental en el restablecimiento de relaciones con México en marzo de 1976, luego de que el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, en 1939, decidiera separarse de España al implantarse aquí la dictadura de Francisco Franco. El invitado central fue el hoy rey emérito Juan Carlos de Borbón, quien sin duda tuvo un papel relevante en esta decisión, porque en aquel momento entendió que el vínculo con México le ayudaría a tener un aliado al otro lado del Atlántico en su joven monarquía restaurada tras la muerte del dictador. En las fotografías del encuentro aparece la señora Lajous entregando al monarca una edición especial de un libro que conmemora el restablecimiento de los lazos entre los dos países. También estuvo presente otro español de referencia en México, el expresidente del gobierno Felipe González, quien con su llegada al poder, en 1982, ayudó a la normalización en las relaciones, sobre todo por las reticencias que México tenía sobre España derivado de la fuerte presencia del influyente conglomerado republicano en tierras mexicanas. En la foto de familia de este encuentro también aparece Marcelino Oreja, influyente político y diplomático español que fungió como ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de Adolfo Suárez, y quien fue un gestor fundamental para que ambos países signaran sus nuevos lazos. Estuvo Alberto Aza, jefe de la Oficina de Información Diplomática en el gobierno de Suárez, luego embajador español en México de 1990 a 1992 y jefe de la Casa del Rey de 2002 a 2011. Este miembro del Servicio Exterior español es una pieza fundamental en la política exterior de su país, como cuando relató durante un simposium en el Instituto Cervantes, hace unos años, cómo España cabildeó su relación estratégica con México a partir de las Cumbres Iberoamericanas, que iniciaron en 1991 en Guadalajara, México, para rescatar el protagonismo español en América Latina y tener esa baza para su entonces entrada a la Unión Europea. Entre la lista de exclusivos convidados al encuentro estuvo el empresario mexicano Plácido Arango, cuya familia de origen asturiano aún vive en México (fundadores de los supermercados Aurrerá), y quien siempre ayudó a acercar posturas entre ambos países, en especial en los años del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. También estuvo Víctor García de la Concha, exdirector de la Real Academia Española (RAE), extitular del Instituto Cervantes, durante cuya gestión se puso en marcha, con la UNAM y la Universidad de Salamanca, el servicio internacional de certificación del idioma español (Siele). Como es habitual, la embajadora Lajous recurrió a su cuenta de Twitter para dar a conocer el evento, donde aparece en primera línea en la foto de familia con los invitados. Llamó la atención la ausencia en el ágape del expresidente José María Aznar (1996-2004), durante cuya gestión México modificó el relato sobre la presencia de miembros de la banda armada ETA en territorio mexicano, por años conocido como el “santuario mexicano de ETA”. Fue el presidente Aznar quien logró convencer a su entonces homólogo Ernesto Zedillo Ponce de León que aunque en México a los etarras se les veía como una organización independentista, en España eran perseguidos como una organización terrorista. Y fue Zedillo quien entendió que la colonia etarra en México era un factor de tensión entre ambas naciones y decidió modificar el tratado de extradición en 1995, lo que permitió la entrega de estos miembros de la banda armada que tenían cuentas pendientes con la justicia española. “Valentín, embajador” En el citado ágape del 27 de marzo –de hecho un día antes de la celebración oficial–, Lajous no convocó a ninguno de los mexicanos que tuvieron una participación real en la reanudación de relaciones entre México España, por cierto, en el sexenio de José López Portillo (1976-1982). Aunque quien no podía faltar en esta foto de familia fue Valentín Díez Morodo, el magnate mexicano artífice de la venta del Grupo Modelo a AB InBev por más de 20 mil millones de dólares, en 2013, y un fiel representante del 1% de los magnates de México que controlan casi el 50% de la riqueza mexicana. Díez Morodo es miembro de una treintena de consejos de administración de corporativos e instituciones en México y España: Sigue en el Consejo de Zara, el buque insignia del multimillonario Amancio Ortega; es miembro del consejo de Telefónica México, para cuya empresa ha sido un impulsor en el país, hoy la segunda operadora de telefonía en México; es fiel a la empresa del vino Vega Sicilia y lo fue de OHL México, hasta que la empresa de Juan Miguel Villar Mir se vio implicada en escándalos de presunta corrupción en México. En plan de sorna muchos conocedores de los temas hispano-mexicanos lo consideran una suerte de “embajador plenipotenciario sin cartera”, por sus vínculos con la clase política mexicana, como el grupo Atlacomulco, y con el presidente Enrique Peña Nieto en lo particular. En su visita de octubre de 2012, aún como presidente electo, Peña Nieto animó a Valentín a seguir “trabajando” a favor de la relación México-España. Y el señor se lo ha tomado muy al pie de la letra, porque casi no hay un negocio de los grandes consorcios en el que no juegue un papel de “armonizador” para la inversión española en México. “Don Valentín es quien te abre las puertas en México”, dice un gestor de empresas españolas, en Madrid. Forofo del fútbol, Díez Morodo es un habitual convocante en el palco del club Toluca –de su propiedad– de políticos y hombres del poder económico. Es el equivalente en España a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, en cuyo palco se cierran los grandes acuerdos económicos en el que participan las empresas españolas. Otro de los presentes en el encuentro fue José Carreño Carlón, director del Fondo de Cultura Económica (FCE) y quien fuera portavoz del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Su presencia está más que justificada porque participó en una serie de actos donde hizo amplia promoción del FCE. Por lo pronto, las fotografías y un comunicado de este selecto encuentro fue difundido, primero, por la Cancillería mexicana, pero también en la cuenta de Twitter de la embajadora Lajous, su medio de comunicación predilecto. Es así como se conoció, por ejemplo, la ceremonia privada en la que unos días antes el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, impuso la Cruz de Plata al Mérito Policial a Eugenio Imaz, director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), por su “estrecha colaboración” en la lucha contra ETA, ya que en las últimas dos décadas han sido detenidos y entregados a España un total de 40 etarras. En este marco es que en abril próximo se celebrará la XII Reunión de la Comisión Binacional que encabezarán el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y su homólogo español, Alfonso Dastis. En este mecanismo institucional que rige las relaciones en materia política, económica, de cooperación técnica y científica, educativa y cultural, de asuntos jurídicos y consulares, se espera revisen toda la relación entre ambas naciones. El encuentro reviste importancia a partir de la necesidad de México de ampliar horizontes ante los desencuentros con las políticas del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En esta visita a Madrid, Videgaray recibirá de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, las llaves del palacete que albergará la Casa México, que se abrirá a fines de este año o principios del próximo en la calle Alberto Aguilera, de la capital española. En el gobierno de Mariano Rajoy no les hace muy feliz que México tenga ese acercamiento con Carmena, por proceder de una coalición de Izquierda Unida y Podemos, contrapunteada al Partido Popular. Sin embargo, Carmena tuvo la sensibilidad de tener un gesto recíproco con México al que éste tuvo hace 15 años para otorgar el inmueble en el que se asienta el Centro Cultural Español en México, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Miros: No al uso político de su asesinato El gobernador de Chihuahua, Javier Corral, dijo en una entrevista con mi compañero Álvaro Delgado, en la edición de Proceso que circula esta semana, que detrás del asesinato de la periodista Miroslava Breach Velducea está la narco-política. No es descabellado el señalamiento del mandatario si se toman en cuenta los fuertes mecanismos de fusión que suelen producirse entre el poder formal y el crimen organizado en una entidad clave para el narcotráfico. A partir de su dicho permite entender la pax mafiosa que parece imperó en los años de gestión de César Duarte. Dice tener elementos para considerar que el asesinato de Miros es producto de su labor al documentar los vínculos del narco con el PRI. Y aunque Corral impulsa la idea de que su gobierno ha desmantelado esa presencia en importantes ayuntamientos, no puede desconocer que las cosas se le han salido de control y el crimen de Miroslava es más que una desgraciada evidencia. Coincido plenamente con el señalamiento que hace Álvaro Delgado en su artículo de esta semana donde destaca la “negligencia criminal” de Peña Nieto en el caso de Miroslava. Se conjuga la indolencia criminal del poder político y las complicidades. Es claro que Peña Nieto abandonó a Chihuahua. Y el operador de eso es el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, al retirar a las fuerzas de seguridad federales de la entidad para contener el alto índice de violencia y descomposición en la entidad. Es obvio que Peña Nieto tiene responsabilidad en este tema. Pero no es menor la responsabilidad del gobernador Corral. Esperemos que el tema de Miros no se politice, como parece que corre el riesgo su caso. Solo los resultados de ambos gobiernos para poner un dique a la impunidad, será el único discurso efectivo. Esperamos resultados.

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