...Y pese a indicadores, asegura que "México está de moda"

martes, 28 de mayo de 2013 · 22:43
MÉXICO, D.F. (apro).- México “es un país distinto”, que “está de moda entre los inversionistas nacionales e internacionales”. Es así por sus sólidos fundamentos macroeconómicos y financieros, las ventajas que le da su cercanía con Estados Unidos, una mayor competitividad en el mundo y por las expectativas que han generado las reformas estructurales planteadas por el gobierno. Sin embargo,  “siendo sinceros”, el país sigue registrando un crecimiento económico muy bajo, de apenas 2.2% en el primer trimestre del año, que se debió “fundamentalmente a un menor gasto público, consecuencia del cambio de sexenio, y también a la debilidad mostrada por la economía norteamericana en el último semestre”. Lo dijo así Vicente Rodero Rodero, vicepresidente y director general de BBVA Bancomer, durante la Reunión Anual de Consejeros Regionales de ese grupo financiero, celebrada hoy en la ciudad de México, con la presencia de accionistas y consejeros de Bancomer de todo el país, y de Francisco González Rodríguez, presidente del Consejo de Administración del español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria a nivel global. Rodero, español radicado en México, consideró inclusive que por el lado de las reformas estructurales –fiscal, energética, financiera, de competitividad, entre otras– no hay que esperar mucho en el corto plazo. Dijo: “Todas estas reformas son de un enorme calado, pero tenemos que ser claros: están en su fase inicial y se espera con gran expectativa cómo se van a desarrollar, especialmente la fiscal y la energética”. Más aún, agregó, “también es claro que los efectos de estas reformas sobre el crecimiento económico, si se aprueban e implementan adecuadamente, sólo se podrán percibir en el mediano plazo”. Pero lo que urge realmente en el país, dijo el banquero, es “abatir la informalidad”, pues es la “gran traba para el futuro del país, para el crecimiento del crédito y para la institucionalización del tejido empresarial”. Abatir la informalidad es el reto más importante que enfrenta México para poder consolidar las perspectivas de crecimiento económico, apuntó Rodero. El español habló en la sesión de apertura de la Reunión Nacional de Consejeros Regionales de BBVA Bancomer. Por la tarde, después de la comida, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, quien asistió con la representación del presidente Enrique Peña Nieto, cerró el encuentro de banqueros… dándole la razón al vicepresidente y director general de BBVA Bancomer. En efecto, respecto del crecimiento económico, Videgaray admitió que en los últimos diez años “ha sido decepcionante”. Sí, México está creciendo, dijo el secretario, “pero está creciendo a tasas inferiores de las que merece, de las que necesita y, sobre todo, de las que puede tener”. Agregó: “Si bien México está creciendo y creando empleos, lo estamos haciendo por debajo de lo que necesitamos crecer. Tener una expectativa de crecimiento de 3.1% (contra el originalmente estimado de 3.5%) para este año, es una cifra claramente insatisfactoria”. La razón del magro crecimiento económico, no sólo el actual sino el de las últimas décadas, es “el muy bajo o incluso negativo crecimiento de la productividad”, expuso Videgaray. Con una gráfica ilustró cómo entre 1950 y mediados de los años 70 hubo un crecimiento sostenido de la productividad, pero luego la productividad cayó y después se estancó, al grado de que “la tasa promedio de la productividad anual en los últimos 30 años es negativa, de -0.7% anual”, en tanto que “la tasa promedio real de crecimiento del Producto Interno Bruto fue de apenas 2.4% entre 1981 y 2011”. Comparó a México con tres países que en 1980 tenían su mismo nivel de desarrollo: Chile, Irlanda y Corea. Los tres crecieron en ese lapso en más del 4% en promedio. El que menos creció fue Irlanda, con un 4.2%; Chile con 4.9%, y Corea creció al 6.2%. Y México, 2.4%. Lo que hizo que esos países crecieran más fue que tuvieron una tasa positiva de crecimiento de la productividad: 1.1% en Chile; 1.9% en Irlanda y 2.4% en Corea. En México, en cambio, la tasa fue negativa: -0.7%. Y en el país, dijo el secretario, la productividad no sólo ha sido magra o negativa, sino que está muy diferenciada entre regiones, entre ciudades, entre industrias y aun entre empresas. Hay empresas con altísimos niveles de productividad, que les permiten crecer, ser competitivos y ganar mercados en México y en el exterior. “Hay ciudades enteras que están inmersas en una lógica de productividad. Pero hay sectores y regiones completas del país que están francamente ajenos a una lógica de crecimiento de la productividad”, dijo. El funcionario explicó que hay una enorme brecha entre los estados más productivos y los menos productivos. “El diferencial es de dos veces y media”. Y esa brecha de productividad, abundó, tiene impactos severos en términos económicos y sociales. Explicó: “En los estados donde la productividad es más baja, 73.8%, es decir, prácticamente tres de cada cuatro personas están en el sector informal. En cambio, en los estados más productivos, solamente la mitad; es decir, tenemos mucha mayor formalidad, donde tenemos mayor productividad; o viceversa, donde hay mayor formalidad, hay mayor productividad”. Pero no sólo eso. Lo más grave es que esto “tiene un impacto directo en la pobreza. Los estados más productivos, donde existe mayor productividad de la mano de obra, es donde tenemos la menor incidencia de pobreza, que sigue siendo muy alta: 33% de la población. “Sí –agregó–, pero en los estados que tienen los menores índices de productividad laboral, la pobreza alcanza prácticamente a dos terceras partes de la población”. Entonces, dijo, “no se trata solamente de elevar la productividad en promedio, sino de lograr que la productividad crezca en todas las regiones del país, que alcance a las grandes mayorías”. Es lo que el gobierno ha dado en llamar la “democratización de la productividad”, es decir, “que la pongamos al alcance de todos”, dijo. Y para lograr eso, agregó, es que están planteadas todas las reformas estructurales. Pero, sin duda, la reforma hacendaria es la que jugará uno de los papeles más importantes para impulsar la productividad. La reforma hacendaria tiene un objetivo principal –dijo Videgaray–, que es “generar incentivos claros para estar en la formalidad. La informalidad no es una decisión de vida, sino una decisión económica que las empresas y las personas toman porque eso es lo que les conviene”. Entonces, dijo, “tenemos que tomar decisiones que modifiquen el entorno de incentivos de quienes hoy prefieren estar en la informalidad. Y mucho tendrá que hacerse a través de la reforma hacendaria”, concluyó.  

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