Informales, con empleos sucios, peligrosos y degradantes: OCDE

lunes, 5 de mayo de 2014 · 21:50
MÉXICO, D.F. (apro).- Aunque la desigualdad en ingresos ha ido disminuyendo en los países en desarrollo y en economías de mercado emergentes, en México sigue siendo muy alta: por cada peso que recibe el 10% más pobre de la población, el 10% más rico acapara 27 pesos, afirmó hoy la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Sin embargo, otros países están peor. En Brasil, por ejemplo, la relación es de 50 a 1. Es decir, por cada real que gana el 10% más pobre, el 10% más rico se embolsa 50. Un caso extremo es el de Sudáfrica: 100 a 1. Igual: por cada rand (la moneda de ese país) que obtiene el decil más pobre, el decil más rico se lleva 100. Sería igual expresarlo en dólares, en cada caso. En su informe Todos a bordo: haciendo posible el crecimiento incluyente que dio a conocer hoy en su sede en París, el organismo afirma categórico que “los ricos han acaparado abrumadoramente los beneficios del crecimiento. “El ingreso promedio del 10% más rico de la población en los países de la OCDE fue de nueve veces y medio superior al del 10% más pobre en 2010, en comparación con un nivel siete veces mayor hace 25 años”. El estudio señala que, en Estados Unidos, el 1% más rico obtuvo 47% del crecimiento del ingreso total de la economía entre 1976 y 2007, en comparación con el 37% en Canadá y alrededor del 20% en Australia y Gran Bretaña. “La brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado aún más rápido desde la crisis financiera”, confirmó la OCDE.

Todos a bordo: haciendo posible el crecimiento incluyente, informe de la OCDE by Revista Proceso

En la presentación del informe, el secretario general de la OCDE, el mexicano José Ángel Gurría, afirmó que “la desigualdad debilita las sociedades y daña a las economías”. Por eso, expuso, “no es suficiente poner en práctica políticas que potencialicen el crecimiento; también debemos asegurarnos de que los beneficios del crecimiento sean compartidos por todos. Este es uno de los desafíos más urgentes que enfrentamos hoy”. El informe advierte que las políticas estructurales sólidas son una condición necesaria para el crecimiento sostenido, el empleo y la reducción de la pobreza, pero que hay ventajas y desventajas. Explica: “Por ejemplo, la reducción de barreras regulatorias para la competencia, tanto a nivel nacional como internacional, así como apoyar la búsqueda de empleo y la intensificación de los programas de activación del mercado laboral, pueden elevar los ingresos de la parte baja de la clase media más rápido que el aumento generalizado del PIB per cápita por un efecto positivo sobre el empleo”. “Sin embargo, una contracción de las prestaciones por desempleo para los desempleados de largo plazo reduce los ingresos disponibles en el extremo inferior de la distribución”. Este es, afirma, “un ejemplo de la importancia de combinar las reformas de apoyo de desempleo con un refuerzo de las políticas de activación en el mercado laboral”. La informalidad laboral es un tema en el que el estudio pone énfasis. Dice que el fenómeno “se ha generalizado en los países en desarrollo y en las economías de mercado emergentes. Este es particularmente el caso en el África subsahariana, donde en promedio 7 de cada 10 personas en el sector no agrícola son trabajadores informales”. En los países de la OCDE, “el empleo informal está más extendido en México y Turquía, donde entre 40% y 60% de la mano de obra trabaja sin cobertura de seguridad social”. Y aunque el sector informal actúa como una válvula de seguridad, advierte, también puede exacerbar las desigualdades. La razón: “Se excluye a los trabajadores de los esquemas de protección social formal y los pone en una situación de desventaja social, en particular a los que tienen empleos 3D (dirty, dangerous and demeaning, es decir, sucios, peligrosos y degradantes). Además, alerta el informe, “los trabajadores informales también están expuestos a la falta de acceso a los servicios financieros y a la capacitación para el trabajo, lo que perpetúa el círculo vicioso de empleos de baja productividad y pobreza”.

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