Tras el optimismo, la incertidumbre en materia económica a un año del triunfo de AMLO

martes, 2 de julio de 2019 · 13:54
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Tras ser declarado virtual ganador de la elección presidencial del año pasado, Andrés Manuel López Obrador logró lo que nunca pudo realizar Enrique Peña Nieto: disparar la confianza y expectativa de los mexicanos en materia económica. El Indicador de Confianza del Consumidor (ICC), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), registró su mejor nivel en julio del 2018 al alcanzar 43.3 unidades. Dicha cifra no se había visto en ningún momento en la administración peñista y la última vez que el ICC tocó un nivel similar fue en agosto del 2007 con 44 puntos, con el panista Felipe Calderón Hinojosa, justo antes de la recesión económica del 2008. El ahora subgobernador de la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) Jonathan Heath presagió en agosto del 2018, cuando el Inegi dio a conocer el desbordado optimismo de los mexicanos ante el resultado de la elección, lo que ahora es una realidad: “El optimismo alcanzado en la confianza del consumidor es resultado, sin duda, de la victoria de AMLO en las elecciones pasadas. Este nivel de optimismo puede ser hasta peligroso, ya que implica un verdadero reto para el gobierno entrante en términos de expectativas”, señaló en su cuenta de Twitter. Un año después de que la mayoría de los consumidores mexicanos vio con optimismo la victoria electoral de López Obrador, el ánimo empieza a decaer, no sólo en los consumidores, también en los inversionistas, analistas y agencias calificadoras. De entrada, en términos de percepción, el Indicador de Confianza del Consumidor ya acumula tres meses a la baja, después de que en febrero pasado tocara su máximo nivel histórico con 47.8 unidades. El último dato que es a mayo, el ICC ya se ubica los 44.3 puntos. Aún más, uno de los cinco componentes del ICC y que mide la precepción de los mexicanos sobre la “Situación económica del país esperada dentro de 12 meses, respecto a la actual” se desplomó ocho puntos de febrero a mayo, mes en que registró 50.7 unidades. Mientras que el que da cuenta sobre la “Situación económicas del país, respecto a la de hace un año”, retrocedió cuatro unidades en el periodo referido. Otro componente que incide directamente en el consumo de los mexicanos es el que mide las “Posibilidades en el momento actual de los integrantes del hogar comparadas con las de hace un año, para realizar compras de muebles, televisor, lavadora, otros aparatos electrodomésticos, etc”. De los 29.5 unidades en febrero pasó a 26.5 en mayo, lo que significa una disminución de tres puntos. El ICC tiene otros subindicadores complementarios que ayudan a mostrar de mejor manera el optimismo o pesimismo de los consumidores. Por ejemplo, contrario al discurso alegre sobre empleo que el presidente López Obrador muestra cada vez que se le cuestiona sobre el tema y argumenta que él “tiene otras cifras” o “es cuestión de percepción”, el subindicador que mide la percepción de los consumidores sobre  “la situación del empleo en el país en los próximos doce meses” se desplomó 5.8 unidades de febrero, cuando tocó su máximo nivel con 53.4 puntos, a mayo cuando dicho componente alcanzó 47.6 puntos. Es decir, hay mayor pesimismo en materia laboral. Es que, en efecto, la creación de plazas laborales ha quedado a deber, ya que según datos oficiales, en mayo el número de nuevas plazas laborales dadas de alta en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se desplomó 88.2% con solo 3 mil 983 puestos de trabajo. Aún más de acuerdo con Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), entre diciembre del 2018 y hasta mayo del 2019 se ha debilitado el ritmo de generación de empleo formal: solamente nueve estados registran un incremento. En contraste, el resto de las entidades federativas exhibe una contracción. Los casos más preocupantes son Ciudad de México, Estado de México, Sinaloa, Coahuila, Morelos, Chiapas, Puebla y Nuevo León, que concentran cerca del 73% de la pérdida de empleo formal registrado por el IMSS. “Si bien es cierto que diciembre normalmente presenta una reducción en el número de empleos, particularmente porque se termina el periodo de producción y venta con motivo de fin de año, la información del IMSS permite observar que el empleo formal creado entre los meses de enero y mayo no logró superar la contracción observada en diciembre del 2018”, explicó el IDIC en su reporte más reciente titulado 2019: Los efectos laborales de la desaceleración económica. Entre enero y mayo del 2019 la cifra total de empleo formal registrado en el IMSS se elevó en 303.5 mil, cifra que no compensa la pérdida de 378 mil acontecida en diciembre del 2018. El director general del IDIC, José Luis de la Cruz Gallegos, resume a este semanario el estado actual de la economía mexicana a un año del triunfo de Andrés Manuel López Obrador: “México llega a este momento enmarcado a una desaceleración económica profunda, sobre todo en el sector industrial, donde prácticamente hay una recesión después de seis meses de caídas consecutivas. Llega México con una política de austeridad que de alguna forma ha limitado el gasto público con los impactos que ello tiene sobre la inversión y el gasto corriente. Además, hay una precarización fuerte del mercado interno. México llega con debilidad”. Agrega: “Para el gobierno federal la información del empleo fue adversa porque uno de sus objetivos centrales es elevar el nivel de bienestar, el problema es que lo busca lograr con gasto social y no a través del mecanismo que ha sido exitoso a nivel mundial y a lo largo de la historia: crecimiento económico”. El IDIC aseguró que a un año de la victoria electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador existen tres elementos que deberán ser considerados por su administración para revertir algunas tendencias que generan elevados costos a una sociedad que ya ha vivido fuertes restricciones a lo largo de las últimas cuatro décadas: La desaceleración sistémica de la economía mexicana, la precarización estructural del mercado laboral y la presión que el presidente de Estados Unidos ejercerá de manera perenne sobre México buscando su reelección. “Se estimó que con el anuncio de que se mantendrían finanzas públicas contablemente sanas y una conducción ortodoxa de las mismas bastaría para dar certidumbre a los grupos financieros y a la inversión. Ello no ocurrió”, advirtió el IDIC en un reporte. Las cifras son contundentes. En su análisis el IDIC da cuenta que durante los primeros cinco meses de la gestión del presidente López Obrador el crecimiento económico promedia una tasa anual de únicamente 0.4%, la más baja para un inicio de sexenio desde 1995, bajo el gobierno de Ernesto Zedillo, cuando el colapso económico provocado por el famoso “error de diciembre” propició una contracción de 2.2% para el mismo periodo de tiempo. En los primeros cinco meses de gobierno de Vicente Fox la economía promedió un alza del 1.1%; con Felipe Calderón, 2.3%; mientras que con Peña Nieto el Producto Interno Bruto creció 1.9%. Si las expectativas de la llamada “Cuarta Transformación” no se han cumplido para los mexicanos de a pie, mucho menos para los inversionistas, quienes ven en el nuevo gobierno más incertidumbre que certezas. Entrevistado por Proceso, Jaime Reusche, analista soberano para México, de la calificadora Moody’s Investors Service de plano suelta: “Nosotros estábamos también con la expectativa de un mensaje un poco más claro en la visión macro-fiscal del gobierno y lo que hemos visto es una falta de predictibilidad en la articulación y diseño de las políticas públicas. Eso para nosotros nos ha dificultado mucho el análisis. Esa es la única expectativa de lo que hemos visto en el último año”. En lo que va del gobierno de López Obrador, las notas soberanas del país ya fueron revisadas de “Estable” a “Negativa”, por parte de Moody’s, derivado de un “debilitamiento de la confianza de los inversionistas y de las perspectivas económicas, así como riesgos en las finanzas públicas por la política energética y el papel de Pemex”. Al tiempo que Fitch Ratings degradó la calificación de Pemex de “BBB+” a “BB”, con lo que la compañía petrolera está al borde de perder el grado de inversión. Mientras que la calificación soberana de México fue recortada de “BBB+” a “BBB”. Reusche afirma que si es que hubo un periodo de “luna de miel”, entre los inversionistas con el nuevo gobierno, fue bastante corto y se rompió con el referéndum que echó atrás el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), celebrado en octubre pasado, en plena transición de la administración pública. “Desde entonces los inversionistas tanto extranjeros como domésticos, siempre han estado suspicaces del gobierno, de su política pública” señala. Reusche quien también responsable del análisis y calificaciones soberanas de América Latina, abunda: “El hecho de que continuamente se dan una serie de mensajes mixtos, ha aminorado la predictibilidad de las políticas públicas. Eso genera bastante inestabilidad, porque los inversionistas no aprecian eso. Eso inhibe la incertidumbre, la inversión y la actividad económica del país. “El ejemplo más claro donde los inversionistas no ven un mensaje que les dé la bienvenida, es en el sector energético, donde la reforma estaba diseñada para darle entrada al capital privado para ayudar a la producción y tener nuevas alianzas para Pemex y también para la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Pero este gobierno ha manifestado su preferencia de que sea el estado el que controle la totalidad del sector energético… eso ahuyenta mucho a la inversión privada”, explica. En el mismo sentido, Citibanamex señaló en su reporte Examen de la Situación Económica de México: “La naturaleza discrecional de la toma de decisiones dentro de la administración de AMLO, confirmada a través de anuncios que van desde la cancelación del NAICM hasta la construcción de una nueva refinería por parte de la Secretaría de Energía y Pemex, se está reflejando en una preocupante carencia de inversión”. --Hay condiciones para crecer 4% al final del sexenio de López Obrador-- se le pregunte a Reusche. --Nosotros lo vemos difícil. Las proyecciones macroeconómicas que tenemos por lo menos en el corto plazo, nos hablan de un crecimiento por debajo del 2%. Todavía faltan cinco años y medio, entonces es difícil poder hacer una proyección a ese nivel, tan a futuro. Lo cierto es que, hay una referencia importante que es el crecimiento potencial de la economía, el cual sigue por debajo del 3%. Llegar a ese 4% resultaría un poco difícil si no se implementan políticas que llegaran a aumentar ese crecimiento potencial.

Comentarios