Venezuela: un paso más hacia el desastre

lunes, 16 de octubre de 2017 · 15:16
BOGOTÁ (apro).- Los resultados oficiales de los comicios para gobernadores realizados el domingo en Venezuela son la constatación de que el camino electoral es inviable, al menos por ahora, para resolver la profunda crisis política, económica y social en la que está sumido ese país desde hace meses. Según los resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE), el partido del presidente Nicolás Maduro, el Socialista Unido de Venezuela (PSUV), obtuvo 17 de las 23 gubernaturas en disputa, que equivalen al 73% del total. La opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ganó, por su parte, cinco gobernaciones, el 22% de las que estaban en juego, y en una más, la del estado Bolívar, los resultados están pendientes, de acuerdo con el CNE. Este es un organismo cuyo accionar es muy parecido al de la extinta Comisión Federal Electoral de México durante los años del PRI como partido de Estado, cuando el presidente priista en turno daba la línea en materia electoral. El hecho es que el resultado oficial de los comicios regionales del domingo en Venezuela ya fue desconocido por la MUD, que tiene en sus manos un arsenal de copias de actas electorales para demostrar lo que, dicen sus líderes, fue “un gigantesco fraude y un golpe a la voluntad popular”. El problema para la MUD es que todas las instancias institucionales para impugnar esa elección están bajo el control de Maduro: desde el CNE hasta el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Ignacio Ávalos, director de la asociación civil independiente Observatorio Electoral Venezolano (OEV), afirma a Apro que la denuncia de la MUD de que los comicios regionales fueron fraudulentos “no es infundada”. Y dice que esto es así no solamente porque todo el proceso “estuvo plagado de irregularidades, sino porque es impensable que en este país el partido del presidente Maduro pueda ganar una elección”. Según todos los sondeos, Maduro tiene un rechazo de entre el 80% y el 90% de la población. El país vive la peor crisis económica de su historia --el producto nacional se contrajo en un tercio en los últimos cuatro años--, tiene la más alta inflación del mundo (será de 652% en 2017), la gente pasa hambre por la aguda escasez de alimentos y los enfermos mueren en los hospitales por falta de medicinas. Un diplomático latinoamericano que reside en Caracas comenta por la vía telefónica que lo ocurrido el domingo en Venezuela es como si el presidente de México, Enrique Peña Nieto --quien al igual que Maduro enfrenta amplios índices de desaprobación--, se presentara a una hipotética reelección y ganara. “Sería increíble, ¿no es cierto?”, plantea. No fue casualidad que Maduro se haya mantenido en un segundo plano durante la campaña electoral de los candidatos oficialistas a las gubernaturas. La voz cantante la llevó el diputado constituyente y número dos del régimen, Diosdado Cabello. Para Ignacio Ávalos, Diosdado Cabello --quien representa la línea más dura del madurismo-- es “el gran ganador” de las elecciones regionales, mientras que por parte de la oposición se fortaleció el ala más derechista y radical, en especial la corriente que representa la exdiputada María Corina Machado, quien había llamado a la MUD a no participar en estos comicios por considerarlos “una trampa”. Todos los sondeos anticipaban que la MUD obtendría entre 12 y 22 gubernaturas y acabó con cinco. Las encuestas, desde luego, suelen equivocarse, pero nunca tanto. El presidente de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, afirma que la posibilidad de que los resultados oficiales sean reconocidos por el venezolano común y la comunidad internacional es muy baja. Pero para el CNE, ya está consumado el triunfo de los candidatos de Maduro, mientras que para la MUD lo que ocurrió fue un fraude. Escenarios Lo que espera ahora a Venezuela es un nuevo periodo de turbulencia política y agitación social que acercará más al país al desastre de gobernabilidad que muchas voces han anticipado. La oposición ya anunció que reanudará las movilizaciones de calle, mientras que el gobierno ya dejó en claro que seguirá aplicando la misma mano dura que mostró en la ola de protestas contra Maduro que se desarrolló entre abril y julio pasados y durante la cual la Guardia Nacional causó la muerte al menos a 121 manifestantes. Este lunes 16, un día después de las elecciones regionales, la Guardia Nacional reprimió con gases lacrimógenos y perdigones una concentración en la suroriental Ciudad Bolívar convocada por el candidato opositor a la gobernación de Bolívar, Andrés Velásquez, quien pide al CNE que reconozca su triunfo. El diálogo entre la oposición y el gobierno que promueve el presidente de República Dominicana, Danilo Medina, ya no es opción para la MUD en este momento. Está claro que la cantidad de irregularidades cometidas por el gobierno durante el proceso electoral --desde uso indiscriminado de dineros públicos en las campañas del oficialismo hasta inhabilitaciones por consigna de candidatos opositores y resultados incompatibles con la crisis que vive el país-- alejó la posibilidad de que Venezuela encuentre una salida en el escenario electoral. Maduro y la cúpula gobernante tienen demasiado que perder si el gobierno cae en manos de la oposición. No sólo por la cantidad de denuncias por narcotráfico y lavado de dinero que existen en su contra, sino por el monumental desfalco a las arcas públicas que han documentado connotados chavistas como la exfiscal Luis Ortega y el exministro de Finanzas, Jorge Giordani. Por ello el madurismo no está dispuesto, por ahora, a salir del poder. Y esa actitud no se modificará mientras no se desborden las protestas callejeras y mientras los militares, en el interior, y China y Rusia, en el exterior, sigan respaldando al régimen.

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