Maduro, persona non grata en la Cumbre de las Américas… ¿Y Trump?

lunes, 19 de febrero de 2018 · 08:54
BOGOTÁ (apro).- La decisión del presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, de retirar la invitación a su colega venezolano Nicolás Maduro para que asista a la VIII Cumbre de las Américas que se realizará en Lima en abril próximo, es una evidencia contundente del aislamiento internacional en el que está quedando el régimen de Caracas. La mayoría de los países latinoamericanos ya le dieron la espalda a Maduro. Las notables excepciones son Bolivia, Cuba, Nicaragua y El Salvador. Hasta el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, en una postura que contrasta con la que mantuvo durante una década su antecesor Rafael Correa, ha dicho que en Venezuela “hay demasiados presos políticos y muchos muertos”. Aunque Maduro aseguró el jueves que irá a la Cumbre de las Américas en Lima, 13 y 14 de abril, "llueve, truene o relampaguee", la realidad es que no lo podrá hacer a menos que Kuczynski, el anfitrión de la cita hemisférica, lo vuelva a invitar. Incluso, la presidenta del Consejo de Ministros de Perú, Mercedes Aráoz, dijo que Maduro “no puede entrar ni al suelo ni al cielo peruano” porque no es bienvenido en ese país. Este implícito “mejor ni vengas”, es más radical que el explícito “comes y te vas” que Vicente Fox le soltó a Fidel Castro por teléfono en 2002, cuando el entonces presidente mexicano, a quien Hugo Chávez llamó “cachorro del imperio”, quería evitarle a George W. Bush que se encontrara con el líder cubano en la Cumbre Extraordinaria de las Américas que se llevó a cabo ese año en Monterrey. Pero ni Kuczynski es tan frívolo y rupestre como Fox, ni Maduro es --ni de lejos-- Fidel Castro. El presidente peruano, al menos, tuvo el cuidado de tramitar la “desinvitación” de su colega venezolano por los cauces diplomáticos y ha tenido el acierto político de presentar esa decisión como un acuerdo del bloque de 14 países latinoamericanos y caribeños que, junto con Canadá, conforman el llamado Grupo de Lima, que busca una solución a la crisis de Venezuela. Y Maduro ha sido un presidente tan ineficiente y autoritario que tiene el repudio hasta de los militares y funcionarios que estuvieron más cerca del desaparecido presidente Hugo Chávez, como Héctor Navarro, Jorge Giordani, Luisa Ortega y Clíver Alcalá. Ellos le reprochan a Maduro haber hundido el proyecto socialista del comandante de la Revolución Bolivariana en un lodazal de corrupción, mala gestión de gobierno y represión. Desde que Maduro llegó al poder, en 2013, el PIB venezolano ha perdido el 40 por ciento de su valor, y este año perderá otro 15 por ciento. La pobreza afecta a ocho de cada 10 hogares en ese país y la escasez de alimentos y medicinas es profunda. La inflación será este año de 13,000 por ciento, lo que quiere decir que si un kilo de azúcar valía en enero 15 bolívares (la moneda nacional), en diciembre valdrá 1,950 bolívares. Un taxi del aeropuerto de Maiquetía a Caracas cobra 1,500,000 bolívares, cifra que equivale a seis salarios mínimos. En estas condiciones, Maduro, que es uno de los presidentes más impopulares de América Latina, aspira a reelegirse en el cargo en los comicios del 22 abril próximo, los cuales se realizarán sin ninguna garantía de transparencia e imparcialidad. Esto fue lo que llevó a Perú a “desinvitar” al presidente venezolano de la Cumbre de las Américas. El retiro de la invitación ocurrió precisamente durante una reunión del Grupo de Lima, el martes 13, en la que ese mecanismo de consultas rechazó la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela de convocar unilateralmente a elecciones presidenciales sin haber alcanzado un acuerdo con la oposición. El CNE, un organismo manejado por Maduro, al igual que el Poder Judicial y la inconstitucional Asamblea Nacional Constituyente, puso además varias restricciones para que los partidos opositores participen en la contienda y a varios de ellos los excluyó del proceso, junto con sus candidatos. ¿Por qué no Trump? El Observatorio Electoral Venezolano (OEV), una ONG independiente que ha avalado varios comicios en ese país, ha documentado una larga lista de irregularidades relacionadas con la organización de las elecciones presidenciales de abril. Además de que el CNE las convocó por orden de la inconstitucional Asamblea Nacional Constituyente --donde solo el oficialismo madurista tiene representación--, las elecciones se realizarán nueve meses antes de lo previsto, lo que es a todas luces irregular. De acuerdo con el Observatorio Electoral Venezolano, la forma en que arrancó el proceso “dificulta la posibilidad de tener una elección en igualdad de condiciones, rompiendo desde el arranque con el equilibro que debe caracterizar una competencia electoral en escenarios democráticos”. Esto “favorece claramente la opción del presidente Maduro, en detrimento de cualquier opción contraria al oficialismo” y en estas condiciones “resulta difícil pensar (...) que los venezolanos asistiremos a un proceso electoral confiable”. Es decir, parece estar suficientemente documentado que Maduro menosprecia las reglas de la democracia y que parece decidido a mantenerse en el poder a cualquier costo. Y por eso no podrá asistir a la Cumbre de las Américas, como sí lo harán los presidentes de todas las naciones que integran el Grupo de Lima, al igual que los de las del resto del hemisferio, incluido el estadunidense Donald Trump. Pero en el plano del análisis de los merecimientos o no que tiene cada presidente de la región para asistir al cónclave hemisférico que se realizará en Lima, habría que ver si sólo Maduro debe ser excluido de esa cita. Cabe preguntarse, por ejemplo, si en esa cumbre debería estar presente un personaje nocivo para el hemisferio como Donald Trump, un déspota y racista que llamó “países de mierda” a El Salvador y Haití, que considera a los mexicanos “asesinos y violadores”, que busca expulsar de Estados Unidos a millones de inmigrantes latinoamericanos, que quiere construir un muro en la frontera con México y que culpa a Colombia del consumo de cocaína en su país. Más que Maduro, quien ha sido el único mandatario latinoamericano que se ha solidarizado públicamente con México frente a la pretensión de Trump de construir un muro al pie del Río Bravo, ¿no debería ser el presidente de Estados Unidos declarado persona non grata no sólo en Perú, sino en América Latina entera, por el desprecio que muestra por la región? Respecto al tema de la VIII Cumbre de las Américas, que será “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”, hay que preguntarse si todos los presidentes que crearon el Grupo de Lima tienen legitimidad para dar lecciones de democracia y lucha contra la corrupción. Empezando por el mexicano Enrique Peña Nieto, cuyo gobierno, según denuncias de la oposición, inclinó la balanza a favor de los candidatos priistas al intervenir con el uso indiscriminado de recursos y funcionarios federales en las elecciones para gobernadores en el Estado de México y en Coahuila en junio pasado. ¿Y cómo olvidar que el presidente brasileño Michel Temer llegó a ese cargo en 2016 tras la destitución de su antecesora, Dilma Rousseff, en un proceso legislativo cuya legalidad y apego a las reglas democráticas puso en duda el mismo secretario general de la OEA, Luis Almagro? Frente al tema de la corrupción, que será abordado en la cumbre hemisférica, ¿cómo pasar por alto que casi ningún gobierno de la región escapa a la multimillonaria trama de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht? Según las evidencias judiciales, esa firma sobornó a funcionarios de Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Perú y República Dominicana. En México, Emilio Lozoya, exdirector general de Pemex y excoordinador internacional de la campaña presidencial de Peña Nieto en 2012, habría recibido 10 millones de dólares entre ese año y 2016 para ayudar a Odebrecht a obtener contratos, según declaración jurada de tres ex ejecutivos de esa empresa. En Perú, el presidente Kuczynski, anfitrión de la VIII Cumbre de las Américas, se salvó por pocos votos de ser destituido por el Congreso en diciembre pasado tras ser acusado de recibir 4.8 millones de dólares de Odebrecht por unas consultorías. En Brasil, Michel Temer fue otro que se salvó hace seis meses por una votación de la Cámara baja de ser procesado por corrupción, aun cuando la Fiscalía General lo acusó de haber recibido un soborno de 150,000 dólares por parte de una multinacional que buscaba su intervención para obtener beneficios. También Nicolás Maduro fue acusado por el presidente de Odebrecht en Venezuela, Euzenando Azevedo, de haber recibido 35 millones de dólares de esa constructora durante la campaña que lo llevó al poder en 2013, tras el fallecimiento de Hugo Chávez. Maduro no asistirá a la VIII Cumbre de las Américas, pero en ese cónclave hemisférico que tratará el tema de la corrupción y la gobernabilidad democrática no deberían estar unos cuantos presidentes más.

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