El tema México, un tramposo recurso electoral de la ultraderecha boliviana
BOGOTÁ (apro).- El diferendo diplomático entre México y Bolivia tiende a bajar de tono porque el gobierno de la autoproclamada presidenta interina Jeanine Áñez sabe que una ruptura de las relaciones diplomáticas bilaterales tendría un efecto negativo para las aspiraciones electorales de la ultraderecha boliviana, que ya montó una operación para volver al poder en los comicios de mayo de este año.
Áñez y su canciller, Karen Longaric, saben que se les fue la mano en su decisión de declarar personas non gratas a la embajadora de México en Bolivia, María Teresa Mercado, y a los diplomáticos españoles Cristina Borreguero y Álvaro Fernández.
La Unión Europea (UE), que ha jugado un papel clave en la pacificación de Bolivia tras la crisis que culminó en noviembre pasado con la renuncia de Evo Morales como presidente, calificó la decisión de “extrema e inamistosa” y en círculos diplomáticos de La Paz se comenta la forma tan incompetente en que Áñez y su canciller están manejando sus relaciones internacionales.
La autoproclamada presidenta interina esperaba que la virtual expulsión de la embajadora mexicana y los diplomáticos españoles fuera respaldada a nivel popular, pero ello no ocurrió.
“Aquí lo que hay es preocupación de que estas medidas acaben por aislar internacionalmente a Bolivia. La reacción de la Unión Europea fue muy enérgica y México es un país con mucha historia de solidaridad con América Latina como para tratarlo así. Eso es lo que perciben los bolivianos”, dice a Apro el profesor de la Universidad Mayor de San Marcos Fernando Salazar.Si en el ámbito de las relaciones internacionales la jugada les salió mal a Áñez y su canciller, en términos de política interna les salió peor. Y como todo lo que hagan o dejen de hacer los funcionarios del actual gobierno estará condicionado por la campaña para los comicios presidenciales del próximo 3 de mayo, en lo sucesivo se cuidarán de ser menos burdos en la explotación del tema México, país al que la ultraderecha boliviana ubica como “refugio de dictadores” y de dirigentes izquierdistas. Desde luego, cabe esperar que ese sector político –dominante en el gobierno de Áñez— mantenga el asedio policial y paramilitar en torno a la Embajada de México en La Paz, donde se encuentran nueve asilados políticos, pero sin duda la canciller Longaric será mucho más cauta en sus posiciones frente al gobierno mexicano y se dejará presionar menos por los duros del gabinete ministerial.