Viaje a la entraña del teatro de ópera (I)

lunes, 15 de julio de 2019 · 11:13
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Para regocijo de melómanos, historiadores del arte, arquitectos, restauradores e interesados en la cultura del espectáculo, acaba de firmarse en Venecia el convenio internacional para llevar a cabo la reconstrucción del mítico Teatro San Cassian, edificación secular que se construyó en 1565 y que se destruyó en 3 ocasiones, la última en 1812. Pero, ¿por qué tendría que suscitar interés esta noticia y por qué aludimos al mito para referirnos a él?... Pues, por la sencilla razón de que hablamos del primer teatro público del planeta. En su palco escénico arrancó, en 1637, el concepto empresarial que daría origen a la comercialización de los espectáculos para todas las clases sociales. Para saber más de este relevante asunto ?que glosa naturalmente sobre la evolución del recinto teatral?, esta columna conversó con uno de los miembros del comité que preside esta formidable iniciativa. La insospechada valía de la charla sería motivo suficiente para recrear, dialógicamente, un recorrido que atraviesa los siglos…[1] —“A Venezia tutti sono attori,” sostiene Francesco Fanna[2] “Todos encarnamos un rol y ese rol varía según las circunstancias. La clave para entender a los venecianos es el ritmo; el ritmo de la laguna, el ritmo del agua, de las mareas, de las olas… Y ese ritmo es como la respiración. Con L´Aqua alta la ciudad inhala; con L´Aqua bassa exhala y todos nos distendemos. No nos adecuamos a los ritmos de las ruedas. Eso es para otros sitios, sitios con vehículos. El nuestro es el ritmo del mar Adriático. En Venecia el ritmo fluye con sus mareas y esa marea cambia cada seis horas…”[3] Con la holgura de sus creencias Fanna nos interpela: “¿Cómo conciben un puente…? ¿Los consideran como obstáculos, o como un conjunto de escalones que los traslada de un lugar a otro?... Para los venecianos no son obstáculos. Para nosotros son transiciones. Los cruzamos con gravedad. Son bisagras que unen dos entidades teatrales, como los cambios de escenografía. A través de ellos pasamos de una realidad a otra…” Ante la atención de nuestra escucha se explaya. “¿Qué es un cuadro trompe l´oeil? ¿No es una técnica en la que lo pintado no ha de parecer pintura? Pero, ¿qué pasa si observamos un cuadro trompe l´oeil reflejado en un espejo? ¿Se convierte en una realidad que se desdobla?” Sin oír la réplica continúa exaltado: “Pongamos que los rayos solares se reflejan sobre un canal para luego refractarse hasta los prismas de un candil a través de un ventanal con vidrios emplomados y de ahí a una jarra de plata. ¿Dónde quedó la verdadera luz solar? ¿Cuál de esas refracciones lumínicas es la que percibimos? ¿La que ya no vemos, o la que nos deslumbra con sus sobre posiciones? ¿Qué es cierto? ¿Qué es falso? La respuesta no es simple, ya que la verdad siempre muda de ropajes. Yo cambio, ustedes también lo hacen. Ese es el efecto que ejerce Venecia sobre quienes la interrogan.” Entonces, con aire conclusivo asevera: “Los venecianos casi nunca decimos la verdad. Con pocas excepciones, damos a entender lo opuesto de lo que decimos…” — ¿Quieres decir que si afirmas amar la ópera es porque en el fondo la detestas? “¡No!, el melodrama para nosotros es algo sobre lo que nunca mentiríamos…” Aventurando una confrontación reponemos: — Pero, en el caso de la ópera y de la ópera veneciana en particular. ¿No era una serie infinita de falsedades aderezada con disfraces canoros que, además de incurrir en desmanes se le puso precio y se le vendió al por mayor para cooptar la sensibilidad de melómanos ignorantes? O, ¿es necesario recurrir al consejo de Oscar Wilde poniéndote una máscara para que nos digas la verdad? Fanna sonríe y esquiva la provocación. “Miren, estamos llegando a la parada que nos llevará al predio donde se asentó el San Cassian… viene después de cruzar el puente del Rialto”  Con azoro descendemos del vaporetto para reinventar los avatares del teatro en donde tuvo lugar la puesta en escena de L´Andromeda, ópera que marcó el inicio, ni más ni menos, de la comercialización de los espectáculos teatrales del orbe. Nuestro azoro se multiplica al vislumbrar el terreno cercado que se ubica sobre el lugar que ocupó hasta 1812 el teatro antedicho en cuyos muros y cinco órdenes de palcos, a lo largo de 247 años de existencia, reverberaron toda suerte de virtuosismos  musicales, de acrobacias vocales y de parlamentos actorales. Para rematar nuestro desazón, a través de la verja se cuela una música “americana”; esa que, según nuestro guía, fue “descompuesta” para extraviar la conciencia estética de los que la consumen. Frente a nuestro malestar auditivo, Fanna refiere que la yuxtaposición de épocas con su consecuente contrahechura de valores ha sido connatural al devenir de su ciudad. ¿Qué podríamos decirle de todo lo que se ha destruido en México?... El San Cassian se reconstruyó tres veces y cuando el terreno se vendió a particulares, fue totalmente abatido, para dar espacio al jardín de la villa que aún subsiste. Por sus implicaciones, Fanna nos menciona que el teatro se levantó en las inmediaciones del primer burdel público de Venecia. ¿Podría haber conexión, preguntamos, entre una casa para los placeres del cuerpo y otra para los del espíritu?... En Venecia, ciertamente sí. De hecho, la zona del Rialto fue, a partir del siglo XIII, la zona de teatros donde se confinó a las “féminas del pecado” para que ejercieran su oficio en proficua colaboración con “rufianes” y Signori di Notte; éstos eran los encargados de vigilar la seguridad urbana durante las horas nocturnas (robos, estupros, homicidios, violencia dentro de los teatros y demás). A la luz de las evidencias, el famoso San Cassian congregaba también a la inminente clientela de las prostitutas. Concluida la visita a esa inmediación del Canal Grande, la charla se enriquece con el vasto conocimiento del maestro sobre la vida musical veneciana –con especial énfasis en el teatro? para darnos una perspectiva más amplia. Habría de mencionarse que como añadido a la digresión sobre la tendencia del veneciano por disfrazar sus “verdades”, nos ilustra sobre el fenómeno de las máscaras: “Desde siempre, la cultura veneciana evitó revelarse abiertamente y ese amor exacerbado por la secrecía engendró la costumbre de enmascararse. Paradójicamente, las máscaras fueron la faz pública que la ciudad adoptó para sí misma. Una marcada preferencia por las verdades a medias generalizó su uso, ya que uno de sus atractivos consistía en disimular la desigualdad. Atrás del antifaz, el plebeyo podía codearse con la aristocracia y el aristócrata lograba deshacerse de las responsabilidades de su rango. Como ventaja supletoria, el Estado podía recurrir al anonimato de sus espías para ejercer una férrea vigilancia sobre sus ciudadanos. Para entrar en materia, habría de comenzarse con las particularidades que los edificios fueron sumando hasta alcanzar los ideales acústicos y arquitectónicos que hoy conocemos. En el decir de Fanna, la génesis del teatro all´italiana reside en las propuestas de los arquitectos del siglo XVI, quienes fusionaron las formas del teatro griego y latino con las del teatro cortesano. La síntesis arquitectónica renacentista medió entre las condicionantes de la urbanística y las necesidades de la dramaturgia. Un originario ejemplo se hizo en Roma en 1513 con motivo de unos festejos abiertos al público convocados por los Medici. El arquitecto fue Pietro Rosselli, quien diseñó el Teatro sul Campidoglio empleando aún una forma rectangular pero disponiendo de siete ordenes de gradas a manera de hemiciclo para darle cabida a 3 mil espectadores. Medio siglo después, es decir en 1563, se construyó el primer teatro veneciano del que hablamos, por obra de Andrea Palladio, quien dispuso del atrio de un monasterio. Este primigenio teatro San Cassian tuvo tanto éxito que dos años después fue erigido en sus alrededores el Nuovo Teatro San Cassian que se incendiaría en 1629. De sus cenizas resurgió un segundo San Cassian, el mismo que hospedaría en 1637, como venimos repitiendo, la primera función comercial de la historia. Hacia 1580 inició la construcción del Teatro Olímpico de Vicenza, sobre otro proyecto que Palladio ya no pudo supervisar. En él, la platea adoptó el modelo semicircular de los teatros griegos, aunque para el proscenio reconstruyó aquel del teatro romano. El Olímpico es el primer edificio teatral techado de la era moderna.[4] (Continuará) https://youtu.be/7w-jsi6IikU [1] Se recomienda una visita virtual de la ciudad. Pulse: www.youtube.com/watch?v=JphHw6iU4m8 [2] Es el Director del Istituto Italiano Antonio Vivaldi con sede en la Fondazione Cini de Venecia. [3] Traducción y reelaboración ad libitum de otra charla imaginaria aparecida en el libro The City of Falling Angels de John Berendt. [4] Véase una presentación in situ. www.youtube.com/watch?v=7w-jsi6IikU&list=PL186b8WOzWnTyBSIhW0ckrSabU1Ho--bj&index=4

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