Argentina: el poder de las cacerolas
Buenos Aires, (apro) - La ciudad ha quedado partida en tantas porciones como avenidas confluyen en la zona céntrica Los automovilistas que tenían mejores planes para esta noche refunfuñan su impaciencia: no van a avanzar con la luz verde del semáforo, sino sólo cuando quienes caminan frente a ellos terminen de pasar
Algunos vecinos --señores sin camisa, señoras en bata-- se asoman desde los balcones y responden con una especie de sonrisa a los que desde abajo les gritan que se sumen a la caravana Ya está por hacerse de madrugada en Buenos Aires, pero hay miles de porteños que creen que aún es temprano para irse a dormir
Marchan rápido, como con cierta ansiedad Hace un rato se reunieron en sus barrios y ahora bajan por distintas vías hasta la Casa Rosada, sede del gobierno nacional Pocos dejan las manos quietas: agitan banderas celestes y blancas, enarbolan pancartas, hacen sonar lo que tienen a mano El ruido que acompaña sus pasos se va transformando en una desarmonía monótona y persistente Es viernes en la capital argentina, día de cacerolazo
Recién pasada la una de la mañana, o un poco más también, comenzarán a regresar a casa Hasta esa hora, concentradas todas las columnas en la histórica Plaza de Mayo, los manifestantes --los caceroleros-- repetirán su novedosa rutina de repudio a la dirigencia política nacional Las consignas se resumen en una estrofa, lapidaria, que se corea con música extraída de los estadios de fútbol: "Oh, que se vayan todos/Que no quede ni uno solo"
Los cacerolazos tienen como antecedente un llamado formulado el miércoles 12 de diciembre pasado por una federación de comerciantes locales: la población fue invitada a descolgar los teléfonos, a apagar las luces de sus casas y, de paso, a batir utensilios de cocina en rechazo a las medidas económicas que estaba tomando el todavía Presidente de la Nación Una semana después, tratando de calmar esos ánimos, Fernando De la Rúa daría un discurso en el que se mostraría aturdido y desorientado La primera reacción de la gente, entonces, fue salir otra vez a la calle, cacerola en mano, a exigirle que renunciara de inmediato
Como sucede ahora cada viernes, esa noche los porteños comenzaron reuniéndose en las principales esquinas de sus barrios Fue un fenómeno absolutamente espontáneo; no hubo más convocatoria que la exasperación despertada por ese irritante discurso presidencial Ahí mismo los vecinos decidieron marchar rumbo a la Casa de Gobierno y tomar la Plaza de Mayo hasta que el Presidente dimitiera El final es conocido: hubo saqueos, represión policial y seis muertes Y De la Rúa --por fin-- firmó la crónica de su renuncia anunciada
Algo similar ocurrió el viernes 28 de enero, cuando el país recién comenzaba a forjar su récord mundial de cinco mandatarios en veinte días El segundo, Adolfo Rodríguez Sa, conocido por gobernar su provincia --San Luis-- como un feudo, asumió el cargo y designó como asesores personales a dos ex funcionarios de la administración de Carlos Menem señalados como símbolos de la corrupción La ira estalló de nuevo, con las mismas cacerolas y un nuevo hit: "Salta, salta, salta, pequeña langosta/Adolfo y De la Rúa son la misma bosta" La Argentina volvió a quedarse esa noche sin timón
Un hombre de unos 50 años, disfrazado de payaso, camina por la avenida Santa Fe --de las más coquetas del norte de la ciudad-- con una nariz de plástico roja, traje multicolor y un cartel grande que lo explica todo: "Soy un político argentino" Más allá, varios jóvenes arrastran un globo con forma de pene gigante que pretende resistir, con un cartel pegado a la altura de los testículos, a la conversión compulsiva en pesos de los depósitos en dólares: "Pesificación las pelotas" Ya llegando a la Plaza, una mujer canosa lleva sobre la cabeza una pequeña jaula que en vez de pájaros tiene dentro una foto de Menem
Este ex Presidente es, por lejos, el personaje más insultado en los cacerolazos Segundo, de cerca, figura quien fue ministro de Economía suyo y de De la Rúa, Domingo Cavallo Terceros, los ministros de una Corte Suprema, tildados de traidores Y cuarta, la Policía Federal, cuyos efectivos --con fama de ser fácilmente sobornables-- también tienen una canción propia: "Olé olé, olé olé olá/Por una pizza reprimís a tu mamá"
En el cacerolazo del viernes pasado, los vecinos del barrio de Palermo Viejo trataron de imponer una canción dedicada al actual Presidente y a su esposa, quienes velozmente van sumando puntos en el ranking de impopularidad La música pertenece a la banda argentina La Mosca: "Eduardo Duhalde/Vos sos como Carlitos (Menem), vos sos como Chupete (De la Rúa), ajuste y represión/Pero en el fondo, vos sos un pollerudo/a vos te manda Chiche (Hilda Duhalde, la primera dama), la puta que te parió/Por eso yo te quiero dar/algo de corazón/Un gobierno de vecinos/para toda la Nación" De fondo persevera siempre el repiqueteo insistente de las cacerolas, las botellas de plástico descartables o las puras palmas
Los caceroleros pertenecen en su mayoría a la clase media porteña, un sector con un nivel alto de instrucción y que se percibe especialmente castigado por los últimos planes económicos Muchos de ellos son profesionales, comerciantes o empleados calificados que temen perder sus empleos, si aún no los perdieron Una encuesta publicada recientemente por la revista local Trespuntos revela que descreen de las fuerzas armadas, de los partidos políticos, del sistema judicial y de la Iglesia; que se definen como "muy nacionalistas" y "solidarios"; como Presidente, votarían a dos diputados de izquierda o a Clemente, un popular personaje de historietas que no tiene manos y que por eso --dicen-- no podría robar
A pesar de los incidentes, las renuncias de fines del año pasado le imprimieron a esta suerte de movimiento cierto aire victorioso "Ya pasó la Nochebuena/Ya pasó la Navidad/Ya lo echamos a De la Rúa/Les toca a los demás", se enfervorizaba la gente El primer viernes de 2002, ya con Duhalde como Presidente, no podía dejar de producirse el tercer cacerolazo Pero desde entonces, hasta hoy, las cacerolas se fogonean de una manera también inédita
Por Internet
De la noche a la mañana florecieron en la Internet sitios que ilustran sobre las protestas (wwwelcacerolazocom, wwwnochesdecacerolacomar, wwwcaceroleandocom) e incluso ofrecen archivos con música alusiva: cacerolas, por supuesto, aunque virtuales En listas de e-mail se comentan las repercusiones de los cacerolazos y los proyectos en el mismo sentido de, por ejemplo, los venezolanos y los españoles También se hacen encuestas del tipo: "¿creés que de los cacerolazos puede surgir un nuevo partido político?"
Sin embargo, el modo de convocatoria más original es el de las asambleas barriales Una vez por semana, los vecinos --un promedio de entre treinta y cuarenta-- se reúnen simultáneamente en algún lugar público y discuten las formas de participar En la asamblea de la Plaza Rodríguez Peña, en el norte de la ciudad, frente al Ministerio de Educación, antes de que comenzara la discusión de la semana pasada un hombre comentó a Proceso: "Nunca he sido militante político, ni lo quiero ser Soy un ciudadano que cree que todo lo que le pasa a este país es porque no nos hemos involucrado lo suficiente"
Efectivamente, nadie parece tener mucha experiencia como asambleísta Los debates son desordenados, entre la catarsis de la bronca de algunos y la pretensión, de otros, de ordenarlos "Lo que seguro se acabó es eso de que el pueblo gobierna sólo por medio de sus representantes", reflexionó una ama de casa en la misma asamblea, teléfono móvil en mano
Hasta ahora, los vecinos resolvieron que las cacerolas sigan tronando hasta quién sabe cuándo La decisión la ratificaron en una asamblea más general que también se repite cada domingo en un parque de Caballito, típico barrio de la clase media Las consignas siguen siendo algo igual de difusas e igual de firmes: "Que se vayan todos"
Siempre en viernes a la noche Frente a la Casa Rosada, un grupo de jubilados se va acomodando en unas sillas plásticas y aplaude la gracia de una asociación de abogados independientes: alquilaron un carro fúnebre y sobre él colocaron un ataúd que dice "Justicia" Más allá, sobre la Avenida de Mayo, unos adolescentes recorren el frente de la sede central del Banco de la Nación para dejar su mensaje sellados en aerosol Los taxistas ya saben que hasta dentro de unos cuantos minutos no es recomendable acercarse a la zona
En Buenos Aires ya es de madrugada Lo único que se escucha de fondo es el ruido furioso y empecinado de las cacerolas