La denuncia del TIAR

sábado, 14 de septiembre de 2002 · 01:00
El viernes 6 de septiembre, la Secretaría de Relaciones Exteriores anunció la denuncia por parte de México del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), conocido también como el Pacto de Río de Janeiro, por considerarlo un instrumento obsoleto, ya que en opinión de la Cancillería, México no tiene enemigos ni internos ni externos Muchas voces han criticado ya la falta de oportunidad del anuncio, apenas unos días antes del primer aniversario del 11 de septiembre, cuando el TIAR se activó Si bien es cierto que hasta ese momento el TIAR resultaba más bien un cadáver, en particular desde el fracaso para aplicarlo en la Guerra de las Malvinas, también es igualmente importante reconocer que sigue siendo el único instrumento jurídico al que pueden recurrir las naciones del continente en caso de agresión Así pues, la denuncia constituyó un error pues creó un vacío jurídico en materia de seguridad colectiva regional, ya que no se cuenta con un esquema o instrumento sustitutivo y no es ni remotamente previsible que la Conferencia de Seguridad Hemisférica convocada para llevarse a cabo el próximo año en México, pueda aprobar un instrumento jurídico nuevo o tan siquiera acordar un mandato para negociar en el corto plazo algún otro esquema Sin embargo, la Cancillería buscó festinar la decisión como si fuera un sublime acto nacionalista, después de que durante la gestión de Castañeda Gutman se han registrado los mayores actos de sumisión y entreguismo recientes a los Estados Unidos Ante estas muestras de irresponsabilidad, acudir a las fuentes históricas, en especial a las memorias de los secretarios de Relaciones Exteriores es importante, pues nos hace recordar las circunstancias en que se negociaron los tratados y, sobre todo, nos advierte de las dificultades en la construcción de instituciones nacionales e internacionales ahora despreciadas por caprichos del veleidoso Castañeda El secretario de Relaciones Exteriores que negoció el TIAR fue ni más ni menos que Jaime Torres Bodet, a quien tampoco le gustó nunca el Tratado, pero que, reconociendo la realidad en la que operaba, logró introducir en el texto final algunos objetivos mexicanos y eliminar del Tratado varios temas incómodos para México En su libro de memorias La Victoria sin Alas, Torres Bodet señala que fue un error de los gobiernos latinoamericanos aceptar que se negociara primero el TIAR y luego la Carta de la OEA o Carta de Bogotá, que era realmente el instrumento para la paz Pero, al mismo tiempo, reconocía que México no podía cambiar esas condiciones, puesto que la iniciativa del Pacto mismo había surgido en la Conferencia de Chapultepec de 1945 sobre los Problemas de la Guerra y de la Paz El Acta Final recomendaba la concertación de "un tratado para fijar las medidas encaminadas a conjurar los actos de agresión contra cualquiera de las Repúblicas del Continente" Torres Bodet reconoce que los antecedentes de esa propuesta se remontaban hasta el Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetúa de Panamá y pese a ello se sentía incómodo con algunas propuestas como el establecimiento de un organismo militar que coordinara las disposiciones de tipo bélico Recuerda también Torres Bodet que una de las prioridades mexicanas desde Chapultepec fue definir claramente el concepto de agresión en el contexto del TIAR (tarea que también impulsó México en las Naciones Unidas por medio del gran jurista Antonio Gómez Robledo) El TIAR no le gustaba a Torres Bodet y escribe: "Me encontraba en una posición crítica El pasado inmediato de nuestra diplomacia me constreñía a participar en la reunión de Río Delegar en un embajador mexicano la responsabilidad que me incumbía personalmente, como secretario de Relaciones Exteriores, hubiera sido una prueba de falta de patriotismo o de exceso de timidez" (¡Cuán lejana esta actitud de los caprichos de nuestro actual Canciller¡) La delegación mexicana participante en Río estuvo integrada sólo por civiles, entre ellos dos congresistas y los diplomáticos José Gorostiza y Roberto Córdova, pues se quería dejar claro el mensaje que México no iba a firmar una alianza bélica A su llegada a Brasil Torres Bodet declaró: "Aquí nos reunimos para estructurar jurídicamente la seguridad y la paz de América Pero en Bogotá habremos de fundar nuestra convivencia sobre una Carta Constitutiva en cuyas cláusulas se equilibren todas las formas de cooperación de nuestro Hemisferio" En la Conferencia de Río de Janeiro, de Quitandinha, para ser más específico, los países latinoamericanos buscaron asociar la cooperación económica con la seguridad, a través de una especie de Plan Marshall, sin éxito En el discurso más importante que pronunció Torres Bodet en Río, recordó que no sólo con las armas se defiende la paz y dijo: "México estima como uno de los más hondos anhelos del Continente el de aumentar la cooperación económica de todos nuestros países, a fin de que no resulten muchos de ellos inválidos con coraza, artificialmente cubiertos de hierro en los períodos de emergencia, sino colectividades fuertes por su producción?y resueltas a defender, en lugar de la angustia y de la miseria que para tantas han sido condena injusta, el trabajo emancipador" Durante la conferencia, la delegación mexicana propuso y logró en el artículo 4, delimitar la zona de aplicación dentro de la cual el ataque armado contra un Estado hubiera de considerarse una agresión contra todos, algo no contemplado en el proyecto original, a fin de que los países latinoamericanos no se vieran arrastrados a desventuras en regiones donde sólo los Estados Unidos tienen intereses Concluye Torres Bodet señalando los logros de México en la Conferencia y dice: "Con el cinturón de castidad que logramos ceñirle, el tratado resultó menos peligroso de lo que pudimos temer en diciembre de 1946? Por otra parte, no hay que exagerar en manera alguna la eficacia que tienen los cinturones de castidad Ni en la Edad Media fueron perfectos" Tuvo razón, el TIAR se aplicó en el caso de Cuba y de la República Dominicana con reticencias de México Pese a todas sus fallas, y las tiene, el TIAR fue en buena medida obra de México, en este momento no existe instrumento que lo sustituya y la almibarada y poca sólida argumentación de la cancillería hablando de nuevas amenazas a la seguridad como la pobreza, corre el riesgo de vaciar de contenido la agenda del desarrollo, el antiguo reclamo por la cooperación económica y volver asunto de seguridad cualquier tema Pero no debe extrañarnos, el caos y la falta de ideas claras son la insignia del canciller Castañeda Gutman, quien tiene una sola obsesión: ser presidente de México en el 2006 ¡Qué bajo hemos caído, de Torres Bodet a Castañeda¡

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