Las erupciones sociales de América del Sur

sábado, 8 de noviembre de 2003 · 01:00
México, D F (apro)- Introducido en la subregión en realidad durante el decenio de los setenta –para mayor precisión en Chile, durante el régimen de Pinochet–, pero exacerbado por las tendencias globales de los noventa, el modelo económico monetarista o neoliberal ha empezado a hacer agua en varios países de América Latina, particularmente en su zona sur, con grandes explosiones sociales que han acarreado violencia y crisis gubernamentales Que debido a las desigualdades y la pauperización inherentes a este modelo tarde o temprano habría de estallar la inconformidad social, era previsible Pero lo interesante es que las protestas han sido lo suficientemente grandes y airadas como para derribar gobiernos, aunque también –y esto hay que tenerlo muy claro– insuficientes para modificar el sistema de explotación capitalista que sigue tercamente ahí, con su misma lógica de explotación de siempre El último y más sonado de estos estallidos sociales se dio hace apenas unas semanas en Bolivia, donde después de la llamada “guerra del gas” el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada tuvo que dimitir ante la furia popular Pero de seis años para acá, otros cuatro presidentes sudamericanos –dos ecuatorianos, un peruano y un argentino– tuvieron que abandonar sus cargos por conflictos derivados, de una u otra manera, de la aplicación del modelo económico neoliberal El primero de la serie fue en 1997 el presidente ecuatoriano Abdalá Bucaram, apodado “El Loco”, y a quien precisamente el Congreso de su país declaró mentalmente incapacitado para gobernar, después de que decretó un “paquetazo” impositivo y de aumento a los servicios públicos, que desató la ira de la población, mientras él, como si nada, se dedicaba a dar conciertos de rock y a dirigir un club de futbol Después de una crisis institucional que llevó a Ecuador a tener tres presidentes en un día y de un breve interinato, Jamil Mahuad ganó electoralmente la presidencia Pero a dos años de su gestión, tuvo que dar marcha atrás a otro programa de ajuste económico similar al de su antecesor, ante la virtual paralización del país Y, a principios de 2000, debió abandonar definitivamente el poder ante un levantamiento cívico-militar que tuvo las mismas causales económicas Precisamente el actual mandatario, Lucio Gutiérrez, y su “Movimiento 21 de enero” son emanados de aquella sublevación que hizo converger a elementos progresistas de las fuerzas armadas con partidos de izquierda, sindicatos, organizaciones civiles y, muy particularmente, sectores indígenas, que son mayoritarios y que tradicionalmente han encabezado la resistencia del país Esta gran coalición, sin embargo, ya ha empezado a resquebrajarse ante el pragmatismo político de Gutiérrez, que fue a ofrecer el petróleo ecuatoriano a Washington, ante la inminente guerra en Irak y el paro general en Venezuela contra Hugo Chávez Ante las presiones externas, por lo demás, sus malabarismos económicos no han sido muy diferentes a los de sus predecesores, por lo que los mismos que ayudaron a encumbrarlo ya le advirtieron que igualmente lo pueden derribar Vendría después en el 2000 la habilidosa, aunque no por ello menos cobarde, huída de Alberto Fujimori hacia Japón Cierto es que a él en el Perú se le señaló, sobre todo, por abuso de poder, corrupción y violación a los derechos humanos, después que estalló el escándalo de los videos de su asesor en Seguridad Nacional, Vladimiro Montesinos Pero debajo de este régimen policial se desarrolló también una política económica depredadora que llevó a los peruanos a extremos de pobreza, disparó la delincuencia y convirtió al país en el paraíso del comercio informal Su sucesor, Alejandro Toledo, un indígena educado en Estados Unidos y quien encabezó el movimiento electoral-popular que finalmente obligó a Fujimori a abandonar el barco, tampoco ha tenido el desempeño que se esperaba de él En lo que va de su gestión ya ha tenido que enfrentar varias revueltas populares con muertos, heridos y detenidos –Arequipa, por ejemplo– por sus afanes de privatizar empresas energéticas peruanas tan señaladas como la electricidad y el petróleo Su popularidad es mínima y cualquier paso en falso podría desatar un repudio generalizado en su contra Vino luego, en diciembre de 2001, el estallamiento argentino Aunque fue ciertamente Carlos Menem el que dejó al país agarrado con alfileres, después de diez años de una de las más brutales y corruptas políticas privatizadoras de la región, el empecinamiento de continuar con el mismo modelo económico y la falta de oficio político de su sucesor, Fernando de la Rúa, llevaron a la Argentina a niveles de pobreza y hambre nunca antes vistos El llamado movimiento de “piqueteros” (desempleados), desmedidamente reprimido y al que acabaron sumándose amplios sectores de la población, obligó finalmente a de la Rúa a fugarse ignominiosamente en un helicóptero de la azotea de la Casa Rosada Después de cinco presidentes interinos, acusaciones políticas de todo tipo y varios fracasados intentos de reactivación económica, el actual mandatario, Néstor Kirchner, parece estarle dando un interesante giro a la economía, que busca un equilibrio entre las necesidades internas y las obligaciones externas Y, finalmente, este año vino la sublevación boliviana, la más cruenta y emblemática de todas Bolivia es, ciertamente, uno de los casos más extremos en la región De Sudamérica, es el país más pobre, más explotado y con mayor porcentaje de población indígena Quizás por eso tiene una larga tradición de resistencia popular, que se ha manifestado a lo largo de decenios en defensa de toda clase de recursos naturales como el estaño, el salitre, la hoja de coca, el agua, el petróleo y ahora el gas Aunque también cuenta con importantes yacimientos de crudo, con 543 trillones de pies cúbicos de gas, Bolivia disputa el primer lugar de reservas de la región a Venezuela y no era cosa de dejar este recurso en manos de otros Así, la demanda concreta al gobierno de Sánchez de Lozada fue que rechazara la exportación de gas hacia Estados Unidos y México o que, mínimamente, mejorara las condiciones de su venta, ya que según la Ley de Hidrocarburos, Bolivia sólo recibiría 18% de beneficios y el resto se lo llevarían las explotadoras transnacionales La cosa vino a tensarse más, porque las dos empresas exportadoras –Pacific LNG y Sempras– decidieron por cuestiones de costo sacar el gas por puertos de Chile, país que se quedaría con el 50 por ciento de los 5,000 millones de dólares presupuestados para su industrialización Y, como se recordará, Bolivia mantiene un largo y acre litigio con su vecino, desde que le arrebatara su única salida al mar en 1879 Así, a la sensación de despojo vino a sumarse el orgullo nacional En estas condiciones –aunque otra vez la población indígena jugó un papel determinante– tirios y troyanos se unieron en una sola Coordinadora de Defensa del Gas, que mediante acciones coordinadas en todo el país y después de una virulenta represión que cobró alrededor de 70 muertos, forzaron a Sánchez de Lozada a huir y refugiarse en Miami En descargo de Goñi –como le llamaba todo mundo– hay que decir que no fue él quien inició las privatizaciones en Bolivia, sino paradójicamente los gobiernos de “izquierda” que lo precedieron Pero no hay duda que durante su primer periodo (1993-97), mediante la Ley de Capitalizaciones, se llevó a cabo el mayor número de ventas de las industrias públicas, presuntamente con el objetivo de transferir a los ciudadanos la mitad de las acciones, como fondos de pensión Fondos de los que la población todavía no ha visto un solo centavo La toma del poder por el vicepresidente Carlos Mesa vino a dar una salida institucional a la crisis y descomprimió la tensión, pero no solucionó el problema Mesa se comprometió a realizar unealizar una consulta popular para buscar la mejor forma de capitalizar el gas, pero parece difícil que se desdiga de ése y otros compromisos adquiridos con empresas foráneas por el país Su gobierno, al parecer, sólo será de transición, por lo que puede esperarse una precautoria parálisis, hasta que asuma otro presidente con plenos poderes Como se podrá observar en este recuento, varios presidentes sudamericanos han tenido que salir huyendo ante la furia que sus políticas económicas han desatado entre la población, pero poco ha cambiado de fondo Al contrario, no pocos de sus sucesores se encuentran ya casi en la misma situación Y tanto las precarias economías como la paciencia popular podrían agotarse en cualquier momento, llevando a un ciclo continuado de sublevación-represión-dimisión, que sólo serviría para ahondar la crisis Por eso resulta importante observar la alternativa que parecen estar construyendo, tanto a nivel nacional como regional, Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inacio Lula da Silva, en Brasil Una alternativa que sin romper violentamente compromisos foráneos o locales, busca explorar gradualmente otras fórmulas que propicien el crecimiento propio, dentro de un mundo interdependiente y global Kirchner, un peronista de izquierda, llegó, como ya se dijo antes, después de un profundo sacudimiento de la sociedad argentina y, en pocos meses, ha tomado decisiones políticas y económicas que han reflotado al país Sin necesidad de una revuelta, el voto masivo y jubiloso que en Brasil llevó a un obrero metalúrgico a la presidencia, fue empero también expresión del hartazgo de la población latinoamericana ante el modelo empresarial dominante Aunque Lula ya empezó a tener enfrentamientos con algunos de los sectores más radicales de la izquierda que lo llevó al poder, hasta ahora ha demostrado tener una asombrosa habilidad para conciliar las posiciones más diversas Tiene buena prensa e inclusive en foros internacionales de signo diverso se ha convertido en una especie de modelo a seguir Sin duda fue la estrella en la última reunión empresarial de Davos y levantó ovaciones en la Asamblea General de la ONU con su programa contra el hambre Su gobierno también jugó un papel fundamental en la formación del ahora llamado G-22, en la reunión ministerial de la OMC en Cancún, y se espera que desempeñe un rol relevante en las paralizadas negociaciones de mercado entre los países ricos y pobres Pero más directa, todavía, es su pretensión de fortalecer el Mercosur, ante el avance de un Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, bajo la inocultable égida de Washington En este sentido hablan los acuerdos en materia política, comercial y de infraestructura firmados recientemente por Argentina y Brasil bajo el retador nombre de Consenso de Buenos Aires Nada está escrito todavía en cuanto a los resultados de esta estrategia Pero en esta época de reformas estructurales, privatizaciones y glorificación del mercado que tiende a la radicalización social, valdría la pena detenerse a pensar si se debe seguir adelante hasta la convulsión estéril o buscar alternativas inteligentes, que no necesariamente deriven en confrontación Aunque claro, para eso se necesita imaginación y tambié

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