La paz del amigo Abu Mazen

sábado, 3 de mayo de 2003 · 01:00
A mediados de los noventa, se filtró al diario Haaretz de Israel un proyecto “final” de paz palestino-israelí, que con desconcertante simpleza solucionaba problemas que habían atormentado a los diplomáticos del mundo por décadas Ahí se retrataba a un Israel y a una Palestina viviendo como vecinos felices y en paz, con sus fronteras bien definidas y cada uno teniendo como capital a la inmortal Jerusalén Bueno, casi Sus autores habían dado con el equivalente a la cuadratura del círculo, al resolver lo que es el punto más irreconciliable en la agenda palestino-israelí: la reivindicación de ambos bandos de Jerusalén como su “indivisible” capital Digamos que los autores se sentaron, mapa de la ciudad sagrada en mano y descubrieron, para su gran beneplácito, a Abu-Dis, una pequeña villa que se localiza convenientemente pegada a Jerusalén En seguida, y considerando que Israel ya controla Jerusalén, propusieron que los palestinos se quedaran con Abu-Dis como capital Y todos contentos El truco estaba en renombrar la villa de Abu-Dis como Al-Quds, el nombre árabe para Jerusalén El extravagante plan no habría causado mayor ruido, si no hubiera sido porque sus autores eran Yossi Beilin, viceministro de Exteriores y principal negociador con los palestinos del gobierno del primer ministro israelí Isaac Rabin, y Mahmoud Abbas (alias, Abu Mazen), número dos entonces de la dirigencia palestina, y hoy flamante primer ministro El proyecto se negoció en 1995, pero no llegó a nada porque Rabin fue asesinado por un extremista judío Beilin siempre ha reconocido el proyecto como suyo, pero Abu Mazen de inmediato se desligó de él y acepta solamente que sostuvo “algunas pláticas” con los israelíes El “Acuerdo Beilin-Abu Mazen” intentaba darle solución definitiva a los temas cruciales que el Acuerdo de paz de Oslo, firmado en 1993, había dejado pendientes Oslo, cuya paternidad intelectual también se le atribuye a Beilin y a Mazen, fue negociado bajo el auspicio del estadounidense Bill Clinton, y hoy es el punto de partida de cualquier diálogo de paz entre israelíes y palestinos El más reciente es el que comenzó la primera semana de mayo, con la difusión de la “Hoja de ruta”, un listado de metas para lograr casi todo lo que se acordó en Oslo, y en donde se asegura que para el año 2005 los palestinos tendrán su Estado La historia de Abu-Dis ayuda a entender porqué la designación, también ratificada por el Parlamento palestino en la primera semana de mayo, de Mazen como primer ministro, no tiene brincando de gusto a los residentes de los territorios de Gaza y Cisjordania, a quienes se supone que gobierna En donde los occidentales e Israel ven a “un hombre razonable” —como lo definió en una entrevista con el New York Times el 17 de abril el premier israelí, Ariel Sharon—, los palestinos ven a un político que podría estar demasiado dispuesto a pactar en asuntos hasta hace poco no negociables, como tener a Jerusalén de capital de su escurridizo Estado A esto hay que agregar que a nadie le gusta que otros, aunque se trate del caudillo Yaser Arafat, seleccionen a su gobernante, sin darle la oportunidad de votar “Los palestinos habrían preferido elegir a sus líderes de manera democrática y no que éstos sean designados Mazen es visto por muchos como un candidato “impuesto desde fuera”, aseguró en un artículo Ali Abnimah, cofundador del sitio electrónico electronicIntifadanet El activista, parte de una nueva generación muy crítica de la vieja Organización para la Liberación de Palestina, recuerda que otro asunto que tiene cansados a los habitantes de los territorios ocupados es la corrupción de la Autoridad Palestina, de la que Mazen es fundador, junto con Arafat “Muchos ven a Abbas como parte del problema”, dice, y recuerda que para sus vecinos de Gaza, es un insulto la mansión valuada en 15 millones de dólares en donde vive el nuevo líder Por todo lo anterior, habría que decir que el cambio de liderazgo palestino, del testarudo Arafat a su pragmático lugarteniente, Abu Mazen, fue más que una rotación de rostros Quizá el primer ministro sea la segunda figura histórica palestina —es uno de los “tunecinos”, los guerrilleros liderados por Arafat que en los lejanos días de gloria peregrinaron en el exilio de Jordania a Líbano y Túnez—, pero también es el líder que en Washington, Tel Aviv y Bruselas ven como más dispuesto a negociar una paz que le resulte aceptable a Israel Al menos eso dicen de él su ingenioso y negado trato con Beilin, y Oslo, que dejó en el aire otros asuntos vitales para los palestinos, como el derecho a volver de los refugiados y el desmantelamiento de todos los asentamientos ilegales judíos en Gaza y Cisjordania Esto también indica que la política de “cambio de régimen” que inició la administración Bush en Irak, se extendió al liderazgo palestino El presidente Bush y el primer ministro Sharon dejaron claro hace tiempo que no dialogarían con Arafat, al que acusan de ser demasiado blando con los radicales palestinos, y el impasse en que cayó el diálogo israelí-palestino podría haber seguido indefinidamente, pero la invasión de Irak obligó a Estados Unidos a tranquilizar a sus nerviosos aliados árabes — Egipto, Arabia Saudita y Jordania—, reviviendo las pláticas de paz, aunque con un interlocutor a la medida Después de Bagdad y Ramala, el sitio donde se sentirán —o ya se sienten— las sacudidas de la nueva política estadounidense hacia el Medio Oriente es Siria Ahí no hay que esperar que su líder, Bashar al Assad, sea echado del poder pronto, como Saddam Hussein Lo que puede ocurrir, dependiendo en buena medida de lo que éste y el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, dialoguen, en la visita que el segundo realiza a Damasco en estos días, es un profunda revisión de la política exterior siria Esto no sería poca cosa, considerando que este país es el último gran enemigo de Israel en la región, y el principal respaldo de los grupos de resistencia islámica que le han dado un sinnúmero de dolores de cabeza al poderoso ejército israelí: Hezbolá, que hace unos años consiguió expulsarlo del sur del Líbano, y Hamás, la organización palestina detrás de decenas de atentados suicidas que han matado a otros tantos israelíes ¿Qué podría ofrecer Powell para que Siria odiara menos a Israel? Las alturas del Golán, que Israel le quitó en la Guerra de los Seis Días, de 1967, y que ya Ehud Barak había insinuado que podía negociar El famoso intelectual palestino Edward Said es un implacable crítico de la Autoridad Palestina, pero también de las políticas estadounidenses e israelíes hacia su pueblo y hacia los árabes en general Por eso llama la atención que coincida con los “neoconservadores” que acaparan la política exterior estadounidense en estos días, en que el Medio Oriente es gobernado por líderes anquilosados, antidemocráticos y represivos “La estructura del poder en el mundo árabe ha permanecido en su sitio, con las mismas oligarquías, clases militares y élites tradicionales, manteniendo exactamente los mismos privilegios y tomando en general las mismas decisiones que en 1967 (cuando todos los ejércitos árabes fueron derrotados por Israel)”, dice Said en su libro Crónicas Palestinas La invasión de Irak primero, y ahora el reinicio del diálogo palestino-israelí, se enmarcan en un experimento para sacudir lo que no se ha movido en más de 30 años Y los resultados pueden ser visibles pronto, considerando que la administración de Bush, jugador central en esta historia, a partir del otoño se involucrará en una nueva guerra, ahora por la reelección, en 2004

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