Irak: Los puntos de sutura

miércoles, 11 de junio de 2003 · 01:00
México, D F (apro)- Mal cosida, pero cosida al fin, quedó la herida internacional abierta por la invasión unilateral de Estados Unidos y Gran Bretaña a Irak La ocupación de facto fue legitimada, pero la sintomatología de fondo quedó intacta: el ataque fue y seguirá siendo arbitrario e ilegal; las causas que lo motivaron no han sido fundamentadas; Saddam Hussein y sus hijos continúan prófugos y el pueblo “liberado” de Irak vive sumido en el caos, sin que se visualice a corto plazo la formación de un gobierno local autónomo Peor aún, el terrorismo, lejos de disminuir ha repuntado Pero aún así, los más férreos opositores a la aventura bélica del gobierno de George W Bush decidieron dar vuelta a la página y seguir adelante con el libreto Porque aunque se curaron en salud, al advertir que la aprobación de la resolución 1483 del Consejo de Seguridad de la ONU, que prevé los términos de la reconstrucción de Irak, no constituía una legitimación de la guerra, inevitablemente lo es, porque no se puede reconstruir lo que no se reconoce como previamente destruido De hecho, el mandato que emitió el máximo órgano decisorio de las Naciones Unidas en mayo no sólo le dio legitimidad, sino inclusive existencia a la invasión de Irak, ya que en términos de la legislación de guerra internacional ésta no sólo fue violatoria, sino jurídicamente inexistente o, por lo menos “indefinida”, debido al vacío que se gestó entre las dos resoluciones sobre el tema Oficialmente, la comunidad internacional se quedó en la resolución 1441, aquella que preveía el envío de inspectores de desarme a territorio iraquí, tras cuyo informe sobre la existencia o inexistencia de armas de destrucción masiva el Consejo de Seguridad se volvería a reunir para evaluar la situación y, en su caso, emitir una nueva resolución que avalara o no una acción de fuerza contra el régimen de Saddam Hussein Como se sabe, los inspectores pidieron tiempo para hacer bien su trabajo y el eje Washington-Londres-Madrid no estuvo dispuesto a dárselos, por lo que trató de sacar adelante una resolución rápida que diera luz verde a la guerra; pero al ver que ésta no tendría el apoyo necesario en el Consejo de Seguridad, simplemente la retiró y se procedió al inicio de las acciones armadas en una categoría que –si bien se trató de una clara invasión– nunca fue tipificada Es aquí donde se creó un limbo jurídico Porque si bien todo mundo se indignó y protestó por las flagrantes violaciones a los ordenamientos legales, formalmente no se hizo nada Y es que lo primero que los países miembros del Consejo de Seguridad que no estaban de acuerdo con esta conducta tendrían que haber hecho, es presentar una nueva resolución que declarara ilegítimo el uso de la fuerza de la “coalición” –que tampoco lo era– contra Irak Previsiblemente Estados Unidos y Gran Bretaña la hubieran vetado, pero se hubiera cubierto el requisito para dar el siguiente paso Éste, naturalmente, tampoco se dio Porque lo que hubiera procedido, según la resolución 377 (V) –conocida también como “Unión pro Paz”, era convocar a la Asamblea General que, ante la parálisis del Consejo de Seguridad, estaba facultada para examinar la situación y emitir otra resolución con el fin de “mantener o restaurar la paz o seguridad internacionales” Como todas las resoluciones de la Asamblea, no hubiera sido vinculatoria, pero hubiera dejado asentada de manera legal la inconformidad de la comunidad internacional Nada de esto sucedió Y, así, durante todo el tiempo en que transcurrieron las acciones armadas, las leyes de guerra fueron manejadas a conveniencia Mientras la ONU y la Cruz Roja, por ejemplo, trataban de invocar la Convención de Ginebra para el trato de los prisioneros, Washington se limitaba a hacerlo para sus soldados, en tanto que calificaba a los combatientes iraquíes como “irregulares” o, directamente, como terroristas La misma iniquidad amparó los derechos de la población civil Igual ocurrió cuando cesaron los combates Hábilmente, el gobierno de Bush declaró el fin de “las operaciones armadas”, no así el de la guerra, que lo hubiera obligado a liberar a los prisioneros y detener la persecución de los prófugos (léase Saddam Hussein y su plana mayor) Pero eso sí, Estados Unidos, junto con Gran Bretaña, no tuvieron empacho en declararse como “potencias ocupantes”, lo que según las leyes bélicas los “obliga” a encargarse de la reconstrucción de Irak Es entonces, a partir de esta estratagema jurídica, cuando se solicita el levantamiento de las sanciones económicas de la ONU sobre Irak y se brinca de la resolución 1441 a la 1483, sin cubrir los pasos intermedios: los inspectores de desarme no concluyeron su labor; estalló una guerra que no fue declarada ni finiquitada; nadie la avaló ni la condenó; los prisioneros permanecen en una situación indefinida y la población civil, hasta la fecha, no cuenta con la asistencia humanitaria que le corresponde Lo que sí se cumplió a cabalidad fue el guión de la Casa Blanca; porque aunque el Consejo de Seguridad de la ONU se ufanó de hasta 90 modificaciones a su solicitud original, la resolución final para la reconstrucción de Irak delegó fundamentalmente en manos de Estados Unidos y Gran Bretaña el control del país y el manejo de sus recursos naturales y humanos, mientras que asignó a Naciones Unidas un papel humanitario, de mediación y supervisión Mero simbolismo que tranquilizó conciencias Paralelamente a la construcción de este entramado legal, el secretario de Estado, Colin Powell, realizó una gira por Europa, Medio Oriente y Asia Central para retejer los lazos diplomáticos No le fue en realidad muy bien; en parte, porque en lugar de mostrar una disposición al acercamiento, más bien llegó a reclamar la falta de apoyo a la campaña militar contra Irak y a dar indicaciones de cómo debía comportarse cada actor en la posguerra En Europa, particularmente, el recibimiento fue cortés, pero frío, y dejó en claro que por conveniencia política se había perdonado, pero no olvidado Tampoco tuvo mucho éxito su primer intento por poner en marcha la “hoja de ruta”, el nuevo plan de paz para Medio Oriente, copatrocinado por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y la ONU Eliminado Hussein del poder, uno de los principales apoyos de la causa palestina, Washington pensó que iba a ser más fácil convencer a las partes; pero no lo fue tanto Si bien se logró que la Autoridad Nacional Palestina aceptara una depuración en sus filas y nombrara un primer ministro que sustituyera en las negociaciones a Arafat, las reivindicaciones básicas siguieron siendo las mismas El premier israelí Ariel Sharon, por su parte, dijo de entrada no a casi todo: no detendría la creación de nuevos asentamientos judíos en zonas ocupadas; no permitiría el retorno de 35 millones de refugiados palestinos; no suspendería sus acciones punitivas; no le devolvería su libertad de movimiento a Arafat ni sostendría pláticas con él No, en síntesis a todo lo que reclaman los palestinos Punto muerto de cualquier avance Pero no sólo los protagonistas, sino también otros actores externos mostraron sus desacuerdos Egipto y la Unión Europea, por ejemplo, dijeron que seguirían reconociendo a Arafat como la máxima autoridad palestina Y Siria, Líbano e Irán –todos señalados como patrocinadores de grupos terroristas– se negaron a reconocer como tal a la guerrilla del Hizbolá, a la que visualizan como una fuerza de resistencia para alcanzar sus propias reivindicaciones frente a Israel Pero sin duda, las expresiones más explícitas de lo poco bienvenido que era Powell en la región, fueron los estruendosos atentados que lo acompañaron en Arabia Saudita, Chechenia y Marruecos; tres lugares donde el fundamentalismo islámico ha criticado la occidentalización de sus gobiernos y donde no sin dolo los ataques fueron contra blancos de este signo También, para escarmiento de Washington, dejaron en claro que con el derrocamiento de Hussein no se había minado de ninguna manera la voluntad ni la capacidad operativa del terrorismo de filiación islámica No obstante este poco venturoso viaje de avanzada, Bush habría de continuar con mejor éxito la sutura con sus aliados, en compromisos preestablecidos Las celebraciones por los 300 años de la fundación de San Petesburgo, una ocasión más festiva que política, suavizaron el primer encuentro con tres de sus principales detractores: Jacques Chirac, Gerhard Schröder y Vladimir Putin Putin era el anfitrión y, por lo demás, se ha mostrado como el más interesado en cerrar la herida debido a las deudas petroleras de Irak, sus arreglos nucleares con Washington y su interés por incluir la lucha chechena en el rubro del terrorismo Tras esta introducción protocolar, vinieron los trabajos formales de la Cumbre de los Ocho No era cuestión de mostrar mayores desacuerdos, por lo que los dirigentes posaron en actitudes cordiales para la foto y acordaron puntos como la lucha común contra el terrorismo y las condenas a los programas nucleares de Corea del Norte e Irán En materia económica, todos mostraron su confianza en una recuperación pronta superada la etapa bélica y, sin comprometerse, se dijeron dispuestos a flexibilizar sus economías en favor de los países más débiles, algunos de ellos invitados al cónclave Pero no todas las diferencias lograron mantenerse ocultas Chirac no pudo resistir la tentación de reiterar que el ataque contra Irak había sido ilegítimo e ilegal; finalmente esta posición le ha dado un lugar de liderzago frente a la comunidad internacional Y en un gesto que denota las prioridades de su propia agenda, George Bush abandonó la cumbre de Evian un día antes de su clausura, para dirigirse a Egipto y a Jordania, donde formalizó al más alto nivel la iniciativa norteamericana de paz para el Medio Oriente Sin duda le fue mejor que a Powell Arrancó a Sharon la promesa de desmantelar (algunos) asentamientos ilegales y reconocer un Estado palestino; y a Mahmud Abbas, primer ministro palestino, el compromiso de renunciar a la lucha armada y frenar el terrorismo Se trata del esfuerzo de conciliación más importante desde las fallidas pláticas de paz en Campo David promovidas por Clinton, pero de entrada muestra ya carencias que difícilmente le permitirán avanzar sin tropiezos De entrada parece poco diplomático que Washington se adelante solo en una iniciativa que pretende tener como partícipes a europeos, rusos y la ONU No cuenta tampoco con el aval de varias naciones vecinas directa o indirectamente involucradas en el conflicto Los primeros puntos de acuerdo distan mucho de incluir las reivindicaciones que israelíes y palestinos esperan finalmente alcanzar y, aun así, los sectores más radicales de ambas partes –como siempre– ya les han manifestado su total rechazo En conjunto, pues, puede afirmarse que el lucimiento ha sido grande, pero los resultados magros Aparentemente todo ha vuelto a su cauce, pero ninguna de las divergencias de fondo ha sido zanjada Saltarán tan pronto surja la siguiente crisis, que ya se avizora con el escándalo de las mentiras y manipulaciones que estadunidenses y británicos urdieron en torno de la existencia de armas de destrucción masiva, para justificar la invasión de Irak y derrocar a Hussein 10/06/03

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