China y el SARS: paisajes después de la batalla (Segunda y última parte)

sábado, 14 de junio de 2003 · 01:00
Confucio, el SARS y la confusión Pekín -- “Los más sabios y los más ignorantes son los únicos que no se espantan ni se alteran” escribió Confucio hace dos mil quinientos años en el libro XVII de las Analectas La sabiduría milenaria del gran maestro chino de todos los tiempos una vez más se verificó puntual y elocuente durante los peores días del temor a quedar contagiado por el SARS, ese extraño mal sobrecargado de adjetivos que irrumpió en el imaginario aprehensivo y paranoico de la humanidad en los albores del siglo XXI En efecto, valga decir que sólo desde una pretendida sabiduría, o desde la más supina ignorancia, era posible mantenerse inmune a la otra epidemia que vino aparejada en estos días aciagos: la propagación del miedo y el ya recurrente Síndrome de la Indefensión Colectiva (llamémosle a esto: SIC) a través de una extensa e ingobernable red de contagio que se nutrió lo mismo de la desinformación y el silencio de las autoridades chinas en un principio, que de la sobre-información y el catastrofismo de una prensa occidental acostumbrada a barruntar Apocalipsis a la vuelta de la esquina Pasada la peor parte, la segunda vuelta de este fenómeno no es menos reveladora: Mientras que las autoridades chinas corrigieron el silencio inicial con un ramillete de medidas severas al extremo --pero a fin de cuentas exitosas-- los medios informativos mundiales pasaron del catastrofismo al silencio, y el SARS desapareció de las ocho columnas y de los noticiarios de la radio y la televisión cuando se hizo visible que el mal no habría de ser una peste de proporciones bíblicas, ni mucho menos, como se intentó presentar al inicio de la crisis Se puede decir entonces que sólo aquellos cobijados en el manto de la ilustración --médica o matemática--, o bien aquellos cientos de millones de campesinos chinos que no terminaron de enterarse de la magnitud del problema, han resultado ilesos a la doble enfermedad que azotó China y al mundo: una biológica y viral: el SARS; la otra social, psicológica y mediática: el miedo al SARS Llamémosle a esto, siguiendo a Confucio: los ilustrados y los ignorantes En favor de los primeros, es decir, de los “sabios impasibles”, han jugado los números y las estadísticas Baste pensar que poco más de 5 mil contagiados y 370 muertos en una nación de mil 300 millones de almas no es para desquiciar a nadie y no obstante desquició dentro y fuera de China Si a ello sumamos que del total de contagios es muy probable la recuperación total en más del 80 por ciento de los casos, la probabilidad de vivir en China y morir de SARS ha sido verdaderamente baja, algo así como una en 35 millones, lo que no ayuda a explicar el éxodo histérico de extranjeros e inversionistas, los cierres de escuelas, universidades y sitios de entretenimiento, la cancelación de Ferias y Congresos durante la primavera y al menos el resto del verano, y la amenaza --ya superada-- de que un intruso viral paralizaría a la nación con la economía más pujante del planeta y bujía del crecimiento mundial Siguiendo el parangón establecido entre los Estados Unidos y México, es justo decir que si China sufre un resfriado el resto del mundo se arriesga a una pulmonía, de ahí la importancia estratégica de que la epidemia no llegase a repercutir sustantivamente en la marcha global de la economía, un efecto prácticamente descartado Y si bien los expertos pronostican una caída ligera de los principales indicadores económicos en China para el 2003, descartan que el crecimiento acelerado del país se detenga por lo menos en el próximo lustro “China seguirá siendo el país líder mundial en captación de inversión extranjera directa”, declaró hace unos días la cada vez más influyente viceprimer ministra, Wu Yi, por ahora también al frente de la cartera ministerial de la sanidad Médicos y biólogos que se resistieron a la histeria colectiva alegaban, por ejemplo, la inutilidad del cubre bocas en los sitios abiertos pues en la inmensa mayoría de los casos el virus se transmitió por intensa y continua exposición a un enfermo y no en un encuentro casual Alegaban también la falta de evidencia médica de que el SARS se pudiera contagiar durante el periodo de incubación del virus en el que no se presentan síntomas, lo que hubiera ahorrado maltratos y segregaciones masivas de miles de “sospechosos” que pagaron con su encierro el miedo desproporcionado que se respiraba en las calles; la inutilidad de las radiografías de pulmón que se les exigió a trabajadores, viajeros y “sospechosos” en toda China, pues todo aquel que no presente síntomas mostrará unos pulmones sin tacha; en suma, razonamientos que podían contribuir a paliar el miedo desquiciante y la amenaza de que el pánico se desbordase, como cuando se ofrecieron recompensas para aquellos vecinos que denunciaran a “posibles contagiados” en sus barrios Un dato más revela los alcances infructuosos del temor: Se estima que en las últimas cuatro semanas se le tomó la temperatura a por lo menos 12 millones de personas en los aeropuertos, puentes carreteros y cruces fronterizos del país Esta operación colosal dejó como saldo tan sólo cuatro personas a las que se les detectó portadoras del virus del SARS Hay que considerar, por otra parte, la vastedad territorial y demográfica de China, pero sobre todo el hecho de que los 800 millones de habitantes en las zonas rurales se han mantenido más bien ajenos a un fenómeno que es en esencia urbano y mediático Esa enorme masa que ignora los avatares que se viven en las ciudades y que continua su vida con entera normalidad, es el otro reverso de la moneda al que se refería Confucio y que no hay que olvidar, por más que la información global nos ofrezca un cuadro diferente De manera que una inmensa parte de la población en China se mantuvo virtualmente ajena al tema de la epidemia, felizmente ignorante y alejada del temor como lo sugiere la sentencia confuciana Una última lección: el centralismo y la verticalidad con la que se ejerce y administran las decisiones en China resultaron ser elementos centrales para combatir al SARS No cualquier país cuenta con el entarimado institucional y la solidez burocrática para movilizar o paralizar a una nación superpoblada en el afán de mantener a raya a un virus elusivo, y China lo está logrando en un plazo relativamente corto Como lo habían pronosticado los expertos de la Organización Mundial de la Salud, tal parece que la enfermedad comienza a dar signos de agotamiento y que el virus se encuentra cerca de ser controlado, lo que nos obliga a pensar que, pese a todo, la actuación decidida e incluso radical de las autoridades sanitarias chinas ha dado resultado “En la primavera siembra un grano de arroz y en el otoño recogerás miles de granos”, reza un antiguo proverbio chino del siglo VII de nuestra era Si China logra encadenar 10 días consecutivos sin registrar nuevos casos de neumonía atípica como lo establece la OMS, el otoño chino se vislumbra mejor Con todo, en los días venideros no se descarta la presentación de nuevos casos aislados de SARS, como ya ocurrió en Toronto y que mantendrán el nerviosismo y la inquietud por un tiempo más Pero en general expertos y autoridades coinciden en el hecho de que nos acercamos al final del túnel y que en cuestión de semanas, o en el peor de los casos meses La confianza internacional de viajar a China y hacer negocios con el gran gigante asiático se reestablecerá

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