Abu Ghraib y la debacle del soft power

lunes, 17 de mayo de 2004 · 01:00
México, D F(apro)- Donald Rumsfeld y sus carceleros en la siniestra prisión iraquí de Abu Ghraib han resucitado el debate en torno a un término que parecía tan enterrado como los felices noventa, la década en que surgió y se puso de moda: el soft power, o ‘poder suave’, inventado por el internacionalista Joseph Nye, y que se refiere a la capacidad de un país de persuadir a otros a adoptar sus valores y agenda El soft power en contraste con el hard power, no depende de misiles y tanques para dominar, sino que utiliza medios sutiles y amables, como las películas, el arte y los objetos de consumo Con los dos tipos de poder se logra que los demás hagan lo que uno quiere, pero el primero tiene la ventaja de que al aplicar la persuasión, gana más fácilmente la legitimidad El soft power emblemático es de las muy estadunidenses Coca-Cola y Nike, marcas que son consumidas y hasta atesoradas en todos los rincones del planeta como símbolo de un estilo de vida moderno y cool que todos quieren tener Poco antes de que estallara el escándalo mundial por la difusión de fotografías de soldados estadunidenses torturando a presos iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib, Nye estrenó el libro The Decline of America’s Soft Power —del que aparece un adelanto en la edición de verano de la revista Foreing Affairs—, donde advierte que el gobierno del presidente George W Bush debe aplicarse en cultivar este tipo de poder, ante la gran polarización mundial que ha provocado su política exterior unilateral y militarista Este gobierno, dice el experto, tendría que utilizar masivamente estrategias típicas de la guerra fría, como el financiamiento de programas de intercambio educativo y cultural, así como la operación de medios de comunicación —como la Voz de América—, para recordarle al mundo entero, pero en especial a los países árabes y musulmanes, que además de ser la nación gobernada por los halcones arrogantes que invadieron Irak, Estados Unidos es el país de George Washington, Louis Armstrong, Martin Luther King y Franklin D Roosevelt Curiosamente, Nye dice que el secretario de Defensa Rumsfeld personifica esa falta de sensibilidad que le ha ganado tantos enemigos a Estados Unidos en los últimos tres años Cuenta el autor que en el otoño de 2003, ya avanzada la invasión de Irak, se celebró en Washington un foro sobre temas militares, en el que se discutió el asunto del soft power Cuando se le pidió su opinión, el jefe del Pentágono soltó un desdeñoso “no sé qué significa eso” Habría que agregar que los horrores de Abu Ghraib no le han servido de mucho para entender La semana pasada realizó un viaje relámpago a Irak para visitar la prisión, y cuando le preguntaron los reporteros que cómo hacía para sostenerse en el remolino del escándalo, contestó que ya no leía los periódicos “Soy un sobreviviente”, remató La superpotencia ilegítima Rumsfeld y otros integrantes distinguidos de la administración Bush, como el segundo en el Pentágono, Paul Wolfowitz, y el vicepresidente, Dick Cheney, han hecho del desdén a los buenos modales (al fin y al cabo de eso se trata el poder suave), todo un código de vida Para ellos, la única superpotencia no necesita ser querida; le basta con ser temida El desastre en que se ha convertido la ocupación de Irak ha echado abajo la peculiar teoría Estados Unidos ha demostrado que es incapaz de pacificar Irak, ya no digamos de sacar adelante el plan imperial Wolfowitz-Rumsfeld de rehacer el Medio Oriente para convertirlo en una región “democrática” y dócil Hoy Washington necesita la ayuda de otros países --aliados y no tanto--, y ésta no llegará hasta que éstos se convenzan de que sus objetivos son legítimos Pero si la misión era difícil antes de que las fotos de los prisioneros iraquíes humillados le dieran la vuelta al mundo, ahora parece imposible “Este es el peor golpe a la credibilidad de Estados Unidos en 25 años”, aseguró hace unos días un funcionario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en el diario The International Herald Tribune “La gente en Europa le está diciendo a los norteamericanos que han perdido su autoridad moral Es imposible minimizar el problema” Estados Unidos está viviendo su “momento Guernica”, resumió un diplomático europeo también entrevistado por el Herald, en referencia al devastador impacto en la opinión pública internacional que tuvo la destrucción de este poblado inmortalizado por Picasso que hicieron las fuerzas fascistas durante la guerra civil española ¿Qué debe hacer la única superpotencia para enfrentar el terrible golpe para su credibilidad y recuperar la legitimidad? Lo primero, por supuesto, es tratar de enderezar las cosas en Irak, y para eso hay dos vías: la primera es castigar de manera ejemplar a los torturadores, reconocer que la ocupación hasta ahora ha fracasado y abrir de una vez la puerta para que la ONU se haga cargo de la transición del país hacia la paz y la democracia; la segunda es seguir el curso actual y tratar de aplastar por la vía militar, sin importar el costo, a la resistencia La primera opción es obviamente la más adecuada, pero la segunda es la más tentadora para los estrategas de línea dura de la administración Bush ¡Viva la diversidad! Pero más allá de lo que Washington debe hacer en Irak, a Estados Unidos —y al mundo— le urge que abandone el tono monotemático que ha tomado su política exterior; ir más allá de la guerra contra el terrorismo y volver a abordar los asuntos que le preocupan a los demás, como el cambio climático, la lucha global contra la pobreza y la paz justa entre israelíes y palestinos Eso es lo que recomienda gente como Sandy Berger, asesor de Seguridad Nacional del presidente demócrata Bill Clinton, quien en un artículo publicado en el más reciente Foreign Affairs critica la política exterior de la administración Bush y elabora la que sería para un presidente demócrata, en el caso de que John Kerry gane las elecciones de noviembre “A partir del 11-S, hemos visto cómo se han reducido los propósitos y la visión de la política exterior de Estados Unidos”, dice Berger El Irak ocupado y humillado se ha convertido en el Guernica de la única superpotencia También puede ser la oportunidad que necesita para recuperar la confianza de la comunidad internacional

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