Argentina: Confesiones del horror
Buenos Aires -- Argentina ya tiene su primer militar que, estando en activo”, se “arrepiente” de sus crímenes durante la última dictadura (1976-1983)
Se trata del teniente coronel Enrique Bruno Laborda, de 50 años, detenido en la prisión del cuartel militar de Campo de Mayo, en las afueras de Buenos Aires, después de confesar con lujo de detalles su participación en el asesinato masivo de opositores en los años más oscuros de la represión
Laborda, en un escrito que presentó el pasado 10 de mayo, realizó una descarnada confesión de los crímenes cometidos en la Guarnición Militar de Córdoba (centro del país), donde prestó servicios entre 1976 y 1978, incluido el de una mujer que había dado a luz un día antes de su asesinato
“Es importante que en algún momento hablen Pero pasaron tantos años y tuvieron tantas oportunidades de contar el horror y darse por arrepentidos”, dice en entrevista con Apro Nora Cortiñas, referente histórica de las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora
Pero Laborda no fue llevado por sentimientos de culpa para su descarnada confesión, sino por “despecho” frente al freno de sus superiores a sus ambiciones de escalar en el seno de las Fuerzas Armadas El teniente coronel decidió quitarse la pesada mochila de su pasado después de que la Junta de Calificación de Oficiales lo declarara “no apto” para ascender al grado de coronel
“Nos sorprendió porque es la primera vez que un militar confiesa estando en actividad, pero lo hizo tras acumular toda la bronca por sentirse discriminado (en las Fuerzas Armadas) Lo hizo por despecho”, dice Cortiñas
“Esto igual trae aparejado que se abran las investigaciones Es una prueba contundente de la responsabilidad de todos los que actuaron en la dictadura Es un incentivo de los jueces para no cerrar los ojos ante crímenes de estas características Aquí hay un alto oficial declarando públicamente el horror” vivido durante la dictadura, indicó
En realidad, Laborda no es el primer militar que confiesa sus crímenes, aunque sí el primero que aun está en actividad En 1995, el capitán de la Armada Adolfo Schilingo --detenido en España desde que fue a declarar ante el juez Baltasar Garzón en la causa por los desaparecidos en Argentina-- confesó su participación en los llamados “vuelos de la muerte” en los que grupos de detenidos, drogados y semi-inconscientes, eran arrojados al mar o a las aguas del Rio de la Plata Cientos de cadáveres aparecieron en las playas argentinas durante los años de plomo
Laborda hizo su confesión en su informe escrito ante el jefe de personal del Ejército en un intento por echar atrás la decisión de negarle su ambicionado ascenso Incluso, en medio castrenses se asegura que la confesión interna del teniente coronel fue una especie de chantaje hacia sus superiores para lograr su ascenso Pero la jefatura del Ejército remitió el escrito ante la justicia
Lo más curioso es que Laborda está detenido desde entonces, pero no por su confesión de los crímenes sino por haber guardado silencio desde 1995, cuando el entonces jefe del ejército, Martín Balzá, ordenó a sus subordinados contar, con garantía de absoluta reserva, todo lo que supieran sobre la suerte de los desaparecidos durante la dictadura tras un histórico “mea culpa” de la institución
Incluso, Laborda acusó al entonces comandante del cuerpo de Ejército III, general Máximo Groba, por impedirle denunciar sus crímenes en 1995
El informe escrito de Laborda, divulgado por el diario Página/12, pone al descubierto los horrores vividos por los detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar
Laborda narra con detalles varios de los crímenes en los que participó, entre ellos el de una mujer que había dado a luz un día antes de su ejecución En el escrito, el militar dijo que la mujer había sido “condenada a muerte (sin proceso judicial alguno) debido a su probado accionar en actos de sabotaje en el desarrollo del campeonato mundial de fútbol” en 1978
El traslado de la mujer desde el hospital en que dio a luz hasta el “campo de fusilamiento de la Guarnición – dijo Laborda en el escrito publicado por el diario porteño—fue lo más traumático que me tocó sentir en mi vida”
“La desesperación, el llanto continuo, el hedor propio de la adrenalina que emana de aquellos que presienten su final, sus gritos desesperados implorando que si realmente éramos cristianos le juráramos que no la íbamos a matar, fue lo más patético, angustiante y triste que sentí en la vida y que jamás pude olvidar”, añadió
La mujer, arrodillada y vendada, recibió más de 20 disparos de fusil “Su sangre, a pesar de la distancia, nos salpicó a todos Luego siguió el rito de la quema del cadáver, el olor insoportable de la carne quemada y la sepultura disimulada propia de un animal infectado Nunca supe el destino del niño o la niña”, escribió Laborda
En su extenso informe, el militar mencionó el asesinato de un supuesto guerrillero y el crimen de cuatro jóvenes “condenados” por subversión “Hasta el día de hoy me parece escuchar los gritos desgarradores de dolor de uno de ellos (que agonizaba) que pedía desesperadamente ¡mátenme, por favor, mátenme!”, dijo Laborda, quien aseguró haberle dado al “condenado” el tiro de gracia
Laborda afirmó que sus crímenes se enmarcaron “en verdaderas acciones de combate” que “incrementaban el prestigio como soldado” y que “ahora son reconocidas como aberrantes violaciones a los derechos humanos”
El militar dijo incluso que “existe la posibilidad de que todos y cada uno de los cuadros de oficiales y suboficiales del ejército hayan participado en acciones similares”
Además, narró que buscó la ayuda de un sacerdote “Un ministro de la fe cristiana calmó mi desasosiego al afirmar que actos como los confesados no sólo era loable el abatir un enemigo de Cristo, sino que ese desempeño como soldado de la Iglesia sería recompensado en el futuro”
Sobre el destino de los cadáveres de los desaparecidos, Laborda dio una muestra más del horror vivido por los argentinos en los 70: en cumplimiento de órdenes superiores, dijo que participó en la “remoción de los cadáveres enterrados en el campo de la Guarnición Militar Córdoba” hacia el final de la dictadura “Recogíamos durante días enteros los desechos de hombres y mujeres” y “con participación de personal especializado y maquinarias del Batallón de Ingenieros de Construcciones 141 se procedía a compactarlos en recipientes para luego esparcirlos en minúsculos pedazos en una salina” de la provincia vecina de La Rioja
Ahora, a Laborda lo espera la jueza Cristina Garzón, quien llamará a declarar también a la plana mayor del Batallón de Comunicaciones 141 de Córdoba entre 1977 y 1979 involucrado en la confesión del militar Entre ellos están los exjefes del cuerpo, tenientes coroneles retirados Orlando Dopazo y Enrique Solari Garzón lleva adelante la causa sobre violaciones a los derechos humanos en el Tercer Cuerpo del Ejército con asiento en Córdoba
Para Nora Cortiñas, “aquí no hay nada de arrepentimiento Es un militar desplazado dentro de su propia arma que decide compartir las penas destapando lo que vivieron juntos Nada más que eso
“La justicia tiene que actuar y marcar el camino de la verdad y la justicia Nos fuimos enterando de los horrores que presenció y de los que participó”, dijo Cortiñas
--¿Se abre una nueva etapa en la revisión del pasado en la Argentina?
--En realidad, la etapa se va abriendo cuando se anulan las leyes de obediencia debida y punto final (en julio del 2003 en el Congreso Las leyes habían sido aprobadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín para poner fin a los juicios) Ahora, está caminando todo muy lentamente, se abren otra vez las causas, los militares apelan y van retrasando todo”, dice Cortiñas
Y agrega: “Pero seguimos adelante”