Haití: Miseria y violencia cotidianas

lunes, 3 de julio de 2006 · 01:00
Puerto Príncipe, 3 de julio (apro) - En estos días de fervor mundialista, la capital haitiana disimula sus profundas heridas con decenas de banderas y casacas de Brasil y Argentina --las dos selecciones más seguidas por los habitantes de la ciudad-- montadas en automóviles y en los puestos de venta callejera Pero a pesar de esta alegría deportiva pasajera, e incluso de las esperanzas que despertó la asunción del presidente René Préval, la violencia no cesa En el cuartel general de Médicos sin Fronteras --en el tercer piso de un viejo edificio-- Alí Besnaci, jefe en Haití de esta organización humanitaria, se declara "cautamente optimista" Los médicos se sienten cercanos a la expectativa general, pero no dejan de remarcar que en los tres hospitales de la organización "se siguen recibiendo víctimas" de la violencia armada, en especial a manos de las pandillas que se financian con los robos y los secuestros, y que en general tienen su base en la paupérrima Cité-Soleil Los reportes de la prensa extranjera advierten que la ola de secuestros podría provocar de nueva cuenta la avalancha de violencia que vivió este país después de la caída del presidente Jean-Bertrand Aristide, en febrero del 2004 "La inseguridad, que había disminuido desde la proclamación de Préval como presidente, está reapareciendo en Puerto Príncipe", afirmó en un artículo reciente Wooldy Edson Louidor, uno de los voceros de la organización no gubernamental Solidarite Fwontalye Según el experto, la violencia marcó el ritmo durante "todo el curso de la historia de Haití, pero actualmente tomó un nuevo matiz al crear una especie de psicosis de miedo y de terror en el seno de la población civil" Estadísticas no oficiales señalan que decenas de heridos de bala llegan cada mes a los hospitales públicos y a los sanatorios montados por Médicos sin Fronteras Algo, sin embargo, parecen estar cambiando en las últimas semanas, según diversas fuentes Actualmente, los heridos son generalmente víctimas de la violencia entre pandillas, mientras que hace no mucho tiempo casi la mitad de las personas que ingresaban a los hospitales eran mujeres Una práctica común, que persiste en Puerto Príncipe, era secuestrar y violar a las mujeres de las familias cercanas a las pandillas rivales, como una forma de ejercer el terror entre los grupos delincuentes enemigos Caos organizado A pesar de los hechos de violencia, Puerto Príncipe vive en un caos increíblemente organizado En la ciudad casi no hay semáforos, pero los automóviles --que corren a velocidades estremecedoras-- se las arreglan para superar los cruces de calles sin chocar ni atropellar peatones a su paso Cientos de personas sobreviven vendiendo baratijas y comidas en las calles, unos junto a otros, en la convivencia forzada de la miseria Si bien es notoria la presencia de la Minustah --la fuerza de paz enviada por las Naciones Unidas, compuesta por unos 9 mil cascos azules y 2 mil agentes civiles--, estos militares no ejercen poder de policía, que está en manos de unos 3 mil agentes haitianos Las razones de este inquietante orden en las calles de la capital son difíciles de explicar, aunque algunos haitianos tienen sus teorías "Más allá de los bandidos, que en general están movidos por las drogas o por asuntos políticos absurdos, la gente es muy buena" en este país, afirma el cineasta Arnold Antonin "En un país donde hay nada más que 3 mil agentes policiales y donde la fuerza de paz de la ONU no se ocupa de asuntos de policía, no suceden dramas como los que se ven en barrios de Brasil, y ni hablar de Estados Unidos, donde un apagón de dos minutos puede resultar en una ciudad arrasada", señala Entre innumerables carencias materiales, Antonin tiene lista una nueva película para estrenar el mes que viene en los dos principales cines de Puerto Príncipe Se llama Le president a-t-il le sida? y cuenta la historia de un cantante famoso amenazado por la enfermedad que aqueja a una de sus groupies El cineasta no puede ocultar su alegría por la inminencia del estreno de su nuevo filme, pero las narraciones sobre su vida cotidiana refuerzan la idea de que hacer cine en Haití es casi un milagro Dice que no cuenta con apoyo estatal para sus proyectos y que debe llevarlos a cabo con su propio esfuerzo Sus problemas asoman en cualquier momento y no sólo en el frente fílmico Cuenta: "En mi casa no tengo servicio de agua, tengo que utilizar el agua de la lluvia y mandarla por una bomba hacia arriba para que caiga por la ducha Cuando tenemos los cortes de electricidad, que pueden durar hasta dos semanas, paso ese tiempo bañándome con un vaso y un poco de agua" Para enfrentar la escasez eléctrica, Antonin, como tantos otros haitianos, utiliza paneles solares y un generador de corriente Pero "los paneles solares me los acaban de romper", confiesa "Unos ladrones se subieron a los techos a las diez de la noche, hicieron muchísimo ruido porque pensaron que íbamos a tener miedo y no íbamos a salir, pero salimos y el barrio salió, dispararon al aire los vecinos y huyeron corriendo" Al día siguiente "tuve que llamar a unos tipos para fijar los paneles con tornillos al techo, para que no puedan robarlos Me sentí como en una película de Charlie Chaplin", completa "Economía de guerra" Las imágenes que ofrece Puerto Príncipe son tragicómicas, o sólo trágicas y apenas cómicas Los vendedores ambulantes ofrecen sus mercancías con las mejores sonrisas; decenas de jovencitas caminan con sus uniformes escolares con la esperanza dibujada en la mirada, pero junto a ellos se puede ver, por ejemplo, una persona con una pierna amputada esperando ingresar al edificio de Médicos sin Fronteras; mujeres de gesto solitario sentadas en el suelo esperando poder vender algunas frutas a los compatriotas más ricos que pasan en sus camionetas 4x4; y hasta una muchacha que deambula con sus senos descubiertos y a cuya desnudez nadie parece prestar atención Incluso, en medio del caos organizado y del espíritu de lucha de personas como Antonin, se percibe en Puerto Príncipe que Haití es un país "que vive una economía de guerra", según explica a Apro Carolina Hernández Ramírez, una mexicana experta en derechos humanos que trabaja con la misión especial de la Organización de los Estados Americanos (OEA) "Los parámetros de analfabetismo y salud, las clasificaciones que hacen el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional indican que, aunque no sufrió una guerra civil propiamente dicha o un conflicto con el exterior, Haití es un país que tiene que ser visto a través de modelos específicos o tal vez nuevos, que no se corresponden con lo que ocurre en el resto de América Latina y el Caribe ni tampoco se parece a los modelos africanos", dice Hernández Ramírez, quien pide "ver a Haití como un país que tuvo un conflicto armado cuando en realidad no lo tuvo" Los números más recientes del Banco Mundial confirman que Haití es el país más pobre del hemisferio occidental: un ingreso per cápita de 361 dólares, 65 por ciento de su población vive por debajo de la línea de pobreza, tiene el índice más alto de impacto del sida fuera de África subsahariana; registra una tasa de 123 muertos por cada mil nacidos entre los niños menores de cinco años, y la expectativa de vida en este país es de apenas 53 años de edad En el 2004, tras la caída de Aristide y la instalación del controvertido "gobierno de transición", los organismos internacionales y el grupo de países donantes estimaron que esta nación necesitaba por lo menos mil 370 millones de dólares para iniciar la recuperación de su economía, devastada por décadas de dictaduras, violencia y corrupción En la capital haitiana es un lujo contar con servicios básicos como agua, electricidad y drenaje Montañas de basura se acumulan en las esquinas de la ciudad Los pobladores de la capital parecen habituados a convivir con las malolientes pilas de desechos que se levantan al lado de los puestos de comida callejera Estas montañas forman parte del paisaje habitual de la parte baja de Puerto Príncipe Pero en algunos barrios que rodean a la ciudad, como Petionville, la situación es otra: lujosas residencias amuralladas y con vigilancia albergan a los ricos de este país Cualquier iniciativa para cambiar esta realidad de extrema pobreza y de enorme brecha entre los ricos y los desposeídos de Haití se enfrentará con grandes obstáculos, coinciden los entrevistados, incluso los más optimistas, porque, en este país, "la debilidad de las instituciones es una realidad", según sintetiza Hernández Ramírez Y esa debilidad, agrega, no sólo tiene un efecto brutal sobre la situación económica, sino también, especialmente, en el frente de los derechos humanos "Las cosas tienen que cambiar", y en ese sentido muestra la señal alentadora que representan las más de 3 millones y medio de personas que se inscribieron para votar en las elecciones de febrero y en las cuales resultó ganador al prezidan Préval, como es nombrado en creole "Esta situación no puede perdurar, es una crisis dentro de una crisis", dice la mexicana, según la cual "en un país tan fragilizado hay que apoyar a la sociedad civil, pero desde una perspectiva de largo plazo" Veterano de las expectativas que crean las llegadas de gobiernos elegidos democráticamente, Antonin dice que, en Haití, "cada vez que hay una pequeña esperanza, todo el mundo se aferra a ella" Y luego exclama: "¡Basta de esperanza!", porque "hace 200 años que vivimos de las esperanzas, y ahora es el momento de hacer algo concreto" El cineasta critica la "mentalidad mágica" que prevalece entre los haitianos, "mientras la realidad nos está matando" Sin embargo reconoce que, con el nuevo gobierno "el estado de ánimo es diferente al de hace un año", cuando la pesadumbre dominaba el escenario y era común tener bandas armadas en las calles "disparando hasta que se cansaban" A mediados de junio, el Réseau National de Défense des Droits Humains (RNDDH), uno de los organismos defensores de los derechos humanos más reconocidos del país, difundió un informe que asegura que alrededor de 100 policías murieron baleados en Haití en los últimos dos años El director ejecutivo de RNDDH, Pierre Esperance, dijo a Apro que se puede desarmar a las pandillas, a las que se señala como principales responsables de la violencia actual, "pero para hacerlo hay que actuar ya", advierte "Primero tenemos que dialogar con ellos para convencerlos de la necesidad de desarmarse, pero tenemos que hacerlo con la colaboración del gobierno", señaló Esperance, según el cual las autoridades nacionales "tienen que estar presentes en los distritos populares, se tienen que poner en marcha para ayudar a la gente a mejorar su situación" Así, expresó, "se motivará a la población a tomar distancia de las pandillas, las cuales muchas veces son vistas por los habitantes de las barriadas más pobres como defensores de sus intereses" Esperance estima que los años de la "transición" que ?con el visto bueno de Washington-- vivió Haití después de la caída de Aristide "fue un fracaso, en especial en la lucha contra la impunidad" El dirigente afirmó que "el valor de la vida humana se banalizó" en Haití durante los últimos años Y si bien reconoce ciertos esfuerzos de la cúpula policial para limpiar sus filas de agentes corruptos, apunta duramente contra el sistema judicial, al que juzga ineficaz y fuente de un extendido sentimiento de impunidad "El nuevo gobierno debe empezar por ahí", por la reforma de la justicia, "no hay otro camino", dice Esperance "La vida humana no vale nada aquí", por lo que "debemos luchar contra la impunidad", insiste Cuando se le pregunta si es posible una pacificación entre los grupos violentos y sus víctimas en Haití, tampoco duda Asegura que "es bueno hablar de reconciliación, pero no hay reconciliación sin justicia" La sociedad civil "sufrió muchísimo por la violencia", completa, "y cuando se escuchan los testimonios de las mujeres que fueron secuestradas y violadas, no se puede olvidar"

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