Turquía: La peligrosa misión de un periodista

lunes, 29 de enero de 2007 · 01:00
México, D F (apro)- La última vez que me reuní con Hrant Dink, el periodista turco-armenio asesinado el pasado 19 de enero en Estambul, sentí una súbita necesidad de hacer más que intercambiar ocurrencias Esto fue hace meses, y estábamos degustando una de las grandes delicias turcas durante una cena a bordo de un buque que navegaba por el Bósforo La vida para Dink, empero, se había vuelto menos que deliciosa La prensa ultranacionalista lo denunciaba con fiereza, y él se veía deprimido y preocupado Lo atraje aparte y le comenté lo importante que era su trabajo, cuánto respaldo tenía en Turquía y en el extranjero, y cómo se había convertido en héroe del periodismo "Lo entiendo --respondió sencillamente-- No me detengo" Dink se hallaba a la vanguardia de un número creciente de turcos que desean que su gobierno admita que dirigentes del quebrantado Imperio Otomano ordenaron una masacre de armenios en 1915 Son los mismos turcos que quieren que su país rompa con su pasado autoritario y complete su marcha hacia la democracia plena Nacionalistas turcos, sin embargo, se sintieron profundamente amenazados por el progreso de su nación hacia la modernidad Durante la década de los 80, asesinaron a los principales periodistas del país En la década de los 90 concentraron el fuego en los nacionalistas kurdos, cientos de los cuales perdieron la vida a manos de "escuadrones de la muerte" que actuaban con impunidad absoluta En años recientes, turcos confiaron que esos malos días habían terminado Pero ante la campaña electoral que se acerca, la retórica nacionalista vuelve a la superficie en discursos políticos y periódicos militantes Gran parte de ella contiene odiosas insinuaciones de que los armenios, kurdos y miembros de otras minorías amenazan la unidad nacional de Turquía y su misma supervivencia Es raro el funcionario gubernamental o militar que condena esta retórica Algunos no sólo la fomentan, sino que protegen a los asesinos para que no sean enjuiciados Esto ha enardecido a los radicales llevándolos a creer que gozan del apoyo tácito del Estado Con su silencio, y al dejar de condenar ataques como un bombardeo evidentemente montado por funcionarios militares en el pueblo kurdo de Semdinli hace 14 meses, los dirigentes políticos y mandos militares turcos contribuyeron a preparar el escenario para el asesinato de Dink En su semanario Agos, publicado en turco y en armenio, Dink escribía lo que le placía, negándose a observar los tabúes no escritos que aherrojan a la prensa turca Se le acusó varias veces de un crimen orwelliano: "Insultar la esencia turca" En una ocasión resultó convicto, si bien su sentencia de seis meses quedó suspendida Cada vez que aparecía ante el tribunal, una muchedumbre de ultranacionalistas escenificaba alguna situación violenta, colmándolo de insultos y maltratos y tratando de asaltarlo físicamente Esta fue la misma banda que insultó a gritos al novelista ganador del Premio Nobel, Orhan Pamuk cuando se le sometió a juicio el año pasado Dink asistió al juicio de Pamuk en una muestra de solidaridad, lo que llevó a los militantes a nuevas alturas de cólera Crisis de identidad Los nacionalistas turcos creyeron haber ganado una gran victoria cuando, a fines del año pasado, la Unión Europea suspendió las pláticas dirigidas a convertir a Turquía en Estado miembro Aún confían en revertir la marea democrática que está rodeando a su nación Algunos parecen creer que si no pueden lograrlo enjuiciando a los libres de pensamiento, sí podrán lograrlo mediante el asesinato Este ataque ha generado el repudio en toda Turquía Es indudable que galvanizará a los grandes y cada vez más audaces cuerpos defensores de derechos humanos Su primer paso puede ser intensificar su campaña para abrogar el notorio artículo 301 del código penal turco, que somete a la prensa libre a una serie de restricciones Lograrlo, y terminar de transformar al sistema político turco, no será tarea fácil Turquía está siendo desgarrada por una crisis trascendental de identidad La vieja y opresiva tradición política está muriendo, pero sus estertores están resultando inquietantemente violentos Los dirigentes políticos y sus colegas de uniforme creen, al parecer, que pueden tolerar y hasta utilizar a los ideólogos ultranacionalistas El asesinato de ayer demuestra cuán peligroso es este curso de acción Los informes de Estambul indican que el hombre que cometió directamente el asesinato era muy joven, quizá un adolescente Su arresto no calmará a los turcos enfurecidos Su ira no se dirige simplemente contra quien apretó el gatillo, sino también contra aquellos que crearon el ambiente venenoso que hizo posible este crimen El extremismo ultranacionalista y violento de Turquía, sostenido hace ya tiempo por elementos de la policía y militares, se propone no sólo matar periodistas, sino también detener el progreso de la historia turca Ningún gobierno ha intentado seriamente aplastarlo El asesinato del pasado 19 de enero y la ola de ira que ha desatado, otorga al primer ministro Recep Tayyip Erdogan una oportunidad para hacerlo (Traducción de María Soledad Cervantes Ramírez) (29 de enero de 2007) * Stephen Kinzer fue editor en jefe del periódico New York Times en Estambul y es autor del libro Crescent and Star: turkey between two Worlds

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