Genocidio, un crimen de la indiferencia mundial

lunes, 4 de agosto de 2008 · 01:00
Primera de dos partes MÉXICO, D F, 4 de agosto (apro)- Ahora que el expresidente de la autoproclamada República Serbia de Bosnia, Radovan Karadzic, ha sido arrestado y llevado ante la Corte Penal Internacional de La Haya para ser juzgado por genocidio y crímenes de guerra, se replantea el tema de cómo todo un pueblo puede ser sometido a sufrimientos inimaginables, con fines de exterminio, ante la mirada pasiva de la comunidad mundial y, las más de las veces, quedar impune Porque el mundo sabía lo que se gestaba en la desintegrada Yugoslavia desde que el presidente nacionalista, Slobodan Milosevic, atacó a Croacia y Eslovenia, con el pretexto de proteger a las minorías serbias, y ahí se dieron las primeras ejecuciones masivas No obstante, la respuesta internacional fue limitada: Estados Unidos, por ejemplo, reconoció la independencia de las nuevas repúblicas, pero George Bush padre se negó a involucrarse militarmente La ONU impuso a todos un embargo de armas, pero para entonces los serbios de Milosevic ya constituían la fuerza mejor armada y conservaron su preeminencia militar No obstante, se logró un cese el fuego entre las partes Sin embargo, en 1992, cuando Estados Unidos y la Comunidad Europea reconocieron la indepedencia de Bosnia, un país mayoritariamente musulmán, con una minoría serbia de 32%, Milosevic reaccionó muy mal De inmediato atacó la capital, Sarajevo, que muy pronto se volvió famosa por los francotirados serbios que mataban indiscriminadamente civiles Conforme fueron ganando terreno, los serbios empezaron a cercar a los musulmanes llevando a cabo ejecuciones masivas, desplazamientos forzosos de poblaciones enteras, confinamientos de hombres y niños en campos de concentración y, muy distintivamente, utilizando la violación sexual contra mujeres y niñas como un arma de destrucción del tejido social En los medios de información, que daban puntualmente cuenta de los hechos, muy pronto se acuñó el término de "limpieza étnica" Pero la comunidad internacional se mantuvo de nuevo mayoritariamente indiferente La ONU impuso esta vez sanciones económicas a Serbia y desplegó tropas para distribuir alimentos y medicinas entre los desplazados, pero les prohibió estrictamente intervenir en forma militar, sin importar cuán grave se tornara la situación Confiados en que nadie detendría su marcha, los serbo-bosnios, comandados por Karadzic, continuaron libremente su genocidio contra los musulmanes No fue sino hasta principios de 1994, cuando un mortero serbio provocó una masacre en un mercado de Sarajevo, que se desató un clamor mundial para frenar la carnicería El nuevo presidente estadunidense, Bill Clinton, dio entonces un ultimátum a los serbios a través de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) y éstos se retiraron de la capital Las poblaciones musulmanas quedaron bajo protección de la ONU y se emprendieron esfuerzos diplomáticos para encontrar una solución Pero esto no frenó los ataques de los serbios y, paradójicamente, en estas circunstancias se cometieron algunos de los peores actos de genocidio contra los musulmanes, entre ellos el asesinato de 8 mil hombres y niños en Srebrenica, al que asistieron, impasibles, las fuerzas de paz de Naciones Unidas También continuaron inalteradas las campañas de violación Sólo hasta que la OTAN emprendió bombardeos masivos contra posiciones serbias, Milosevic se retiró y empezó a negociar Pero, para entonces, 200 mil civiles musulmanes habían sido sistemáticamente asesinados, 20 mil estaban desaparecidos y 2 millones de desplazados se encontraban en calidad de refugiados "El mayor fracaso de Occidente desde los años cuarenta", dijo el entonces subsecretario de Estado, Richard Holbrooke, ahora señalado de haber pactado la impunidad de Karadzic, a cambio de que desapareciera de la escena política Y algo debe haber de eso, porque sin protección éste no hubiera podido eludir la justicia internacional tan descaradamente como lo hizo durante 13 años Su detención, por lo demás, parece producto de un nuevo acuerdo, ahora con la Unión Europea Los serbios quieren ingresar y tenían a la mano una excelente ficha de cambio Milosevic, ya se sabe, murió en prisión antes de ser condenado El exterminio de pueblos enteros sin duda ha sido una constante en la historia, pero no fue sino hasta 1944, en pleno holocausto, que el jurista judío-polaco, Raphael Lemkin, acuñó el término genocidio con la conjunción del vocablo griego "genos" (raza) y el latino "cide" (matanza) En 1948, la ONU lo tipificó como cualquiera de los actos cometidos con el intento de destruir, parcial o totalmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, y le dio rango de delito internacional Dentro de esta definición, el siglo XX fue pródigo en genocidios y no se hizo nada para impedirlos o se hizo demasiado tarde Siete son los principales episodios que destacan los especialistas y, aunque en este espacio no es posible detallarlos, vale la pena mencionar las circunstancias de inacción internacional que los rodearon y que les permitieron repetirse impunemente Calificado a posteriori como el primer genocidio del siglo XX, el de los armenios a manos de los turcos cobró la vida de millón y medio de personas y desplazó de su patria histórica a casi otro tanto Ya a fines del siglo XIX, con el declive del Imperio Otomano, empezaron los pogromos, pero fue hasta el primer decenio de 1900, con el advenimiento de tres jóvenes nacionalistas al gobierno de Turquía, que la persecución de los armenios se convirtió en una política de Estado Muy al estilo de los serbios, los nuevos gobernantes soñaron con una "gran patria turca" que aglutinara a todos los pueblos de esa raíz étnica, pero en su camino se interponían los armenios, así que decidieron eliminarlos Lo que empezó como una instigación al enfrentamiento entre turcos y armenios, se tornó en cacería con el estallido de la I Guerra Mundial Con los ojos del mundo puestos en los campos de batalla europeos nadie se preocuparía de la suerte de los armenios y, a fin de cuentas, eran tiempos de guerra Empezaron entonces los desalojos y asesinatos masivos, y fueron particularmente terribles las llamadas "caravanas de la muerte", en las que 75% de los desplazados murió de hambre, frío, agotamiento o ejecutados Hubo testigos extranjeros de estas atrocidades; la prensa reportó los hechos y los diplomáticos informaron a sus respectivos gobiernos Los Poderes Aliados (Gran Bretaña, Francia y Rusia) lanzaron una advertencia al gobierno turco (aliado con Alemania), pero no intervinieron y el genocidio siguió su curso Un breve respiro se abrió cuando tropas rusas invadieron territorio turco y con ellas se replegaron unos 500 mil armenios; pero hasta Rusia, para entonces ya inmersa en su Revolución, los siguieron las milicias turcas en su afán de aniquilamiento Fueron finalmente los propios armenios, sin ninguna ayuda exterior, los que lograron rearmarse, repeler la agresión turca y salvar a los últimos sobrevivientes Al terminar la Primera Guerra con la derrota de Alemania y Turquía, los tres jóvenes nacionalistas que ordenaron el exterminio huyeron hacia territorio alemán, donde les dieron asilo De nada sirvieron los reclamos del nuevo gobierno de Ankara para juzgarlos por sus crímenes, por lo que los armenios tomaron otra vez la justicia en sus manos: localizaron a los "jóvenes turcos" y los asesinaron junto a otros de sus cómplices El Tratado de Sevres entre los Aliados y el gobierno moderado de Turquía reconoció a una República de Armenia independiente, pero el posterior gobierno nacionalista de Mustafá Kemal Atatürk volvió a desconocerla, e inclusive recuperó algunos de los territorios ganados y volvió a expulsar a los armenios Nadie acudió en auxilio de la joven república y ésta se colapsó, sobreviviendo sólo una parte bajo la égida de la Unión Soviética Ésta vivió su propio genocidio en Ucrania entre 1932 y 1933, con la hambruna forzada por Josef Stalin en su intento de frenar los afanes independentistas de los ucranianos: 7 millones de personas, entre ellas 3 millones de niños, murieron en esos dos años de inanición La intimidación se inició en 1929 con el arresto de 5 mil figuras destacadas de la política, la religión y la cultura ucranianas, que fueron acusadas falsamente de estar conjuradas en una revuelta armada y ejecutadas o deportadas a Siberia Luego se implantó un régimen de colectivización y se confiscó toda la propiedad privada Ante la sublevación de la gente, Stalin optó entonces por subir la cuotas de producción de alimentos que debían ser entregadas para alimentar al resto de la URSS, dejando prácticamente sin reservas a los ucranianos Las tropas de Moscú se aseguraron, además, de que nadie guardara nada en su casa Para la primavera de 1933, 25 mil personas morían diariamente de hambre en Ucrania Ante los reportes noticiosos de la hambruna, ciudadanos de ascendencia ucraniana de todo el mundo y algunas instituciones enviaron provisiones, pero éstas nunca llegaron a sus destinatarios, porque los soviéticos sellaron las fronteras de Ucrania Al mismo tiempo, crearon un montaje para engañar a la prensa extranjera y las personalidades internacionales que visitaban la zona, mostrándoles granjas modelo o situaciones ficticias que desmentían la hambruna Quienes seguían cuestionando eran expulsados, amenazados o se les fincaban falsos cargos de espionaje Los gobiernos occidentales, por su parte, adoptaron una actitud pasiva, a pesar de que la mayoría conocía la verdadera situación a través de los canales diplomáticos confidenciales En noviembre de 1933, el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt inclusive reconoció formalmente al gobierno comunista de Stalin y negoció con él un amplio acuerdo comercial Al año siguiente, la URSS fue admitida en la Liga de Naciones El plan de modernización stalinista dependía ampliamente de la adquisición de tecnología y bienes manufacturados de Occidente, y éste no quiso echar a perder tan lucrativo negocio abordando el tema de la hambruna Una vez que 25% de la población de Ucrania había perecido, los terratenientes como clase destruidos y el campesinado sometido, Stalin permitió la redistribución de alimentos, y la hambruna cesó No así las persecuciones políticas que, como en toda la Unión Soviética, continuaron hasta su muerte en 1953 y aún más allá Aunque no están tipificadas como genocidio, porque no fueron dirigidas contra un grupo nacional en particular, las políticas stalinistas aplicadas en la URSS durante casi 30 años cobraron una cuota humana masiva Los estudiosos no se ponen de acuerdo, pero se calcula que con énfasis en el periodo de colectivización y eliminación de clases, entre 14 millones y 20 millones de personas murieron entre deportaciones, campos de trabajos forzados, purgas políticas y campañas de exterminio Muchas decisiones no estuvieron del todo exentas de consideraciones étnicas, tomando en cuenta el gran número de minorías en el vasto espacio soviético

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