Gran Bretaña: la retirada de Afganistán

lunes, 28 de diciembre de 2009 · 01:00

LONDRES., 25 de diciembre (apro).- Londres se convertirá en enero próximo en la sede de una cumbre de emergencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para establecer un cronograma de salida de las tropas en Afganistán, en medio de fuertes críticas en Gran Bretaña por el alto número de bajas británicas durante la campaña militar en ese país asiático.

El primer ministro británico, Gordon Brown, quiere que los aliados de la OTAN se unan para establecer "prioridades y estrategias" que den más poderes a las fuerzas locales afganas, en una lucha "sin ayudas externas" contra los talibanes.

La cumbre buscará crear un plan de salida por la cual se entregue el control militar de cada distrito a los comandantes y jefes policiales afganos.

La cita en Londres, que fue convocada para principios de enero de 2010, contará entre sus invitados con el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, con altos comandantes militares, diplomáticos, cancilleres y primeros ministros de las fuerzas aliadas.

Brown buscará también más apoyo de los "socios europeos" para aumentar el número de tropas a Afganistán, con el fin de acelerar el proceso de entrenamiento de las fuerzas locales afganas, e impulsar una retirada masiva del país.

El anuncio fue hecho por el primer ministro británico el pasado 16 de noviembre en su ponencia anual sobre Políticas de Exterior en el medieval Guildhall del centro de Londres.

Brown espera que el plan permita la retirada completa de las tropas británicas en Afganistán para 2011.

"Quiero que la conferencia establezca un marco político comprensivo dentro del cual podamos lograr con éxito una estrategia militar", dijo el mandatario.

La decisión del primer ministro se conoció un día después que un sondeo publicado en Gran Bretaña concluyó que para el 71% de los británicos las tropas deberían abandonar suelo afgano en los próximos 12 meses.

De acuerdo con la encuesta encargada a la consultora ComRes el domingo 15 de noviembre, un número cada vez mayor de británicos apoya una retirada en fases de las fuerzas británicas, con un fin de operaciones de combate para noviembre de 2010.

Un 47% de los mil 007 entrevistados dijo que el continuo despliegue de las tropas británicas a Afganistán, provoca que Gran Bretaña "quede más expuesta a ataques terroristas".

La oposición a la campaña afgana creció dramáticamente en el Reino Unido tras la muerte, a comienzos de noviembre, de seis soldados británicos en un ataque de la insurgencia talibán en la provincia sureña de Helmand.

Un total de 233 soldados británicos perdieron la vida en Afganistán desde el comienzo de las operaciones militares en ese país asiático, en octubre de 2001.

Brown prometió enviar a otros 500 soldados más a Afganistán en los próximos días, que elevará el número de tropas británicas en ese país asiático a unas 10 mil.

Durante su ponencia en el Guildhall, el primer ministro británico indicó que la campaña militar en suelo afgano, principalmente gracias a la ayuda de las fuerzas estadounidenses y pakistaníes, "está infligiendo un daño duradero" al liderazgo de Al-Qaeda.

Brown trató de justificar las críticas del electorado a la guerra en Afganistán, al indicar "que los esfuerzos están dando su fruto".

"Desde enero de 2008 siete de las diez principales figuras de Al-Qaeda han sido asesinadas, reduciendo su reserva de líderes experimentados y recortando la moral", subrayó.

"Y nuestras fuerzas de seguridad me han reportado que existe ahora una oportunidad para infligir un daño significativo y duradero a Al-Qaeda", continuó el premier.

Sin embargo, aclaró que la red liderada por el saudita Osama Bin Laden sigue siendo la mayor amenaza a la seguridad nacional de Gran Bretaña, y toma fuerzas "a partir de una red extensiva de reclutamiento a través de África, Oriente Medio y Europa Occidental, como también en el Reino Unido".

"La vigilancia en defensa de la seguridad nacional nunca será sacrificada por la conveniencia. El bien internacional nunca será subordinado al sentimiento del momento", agregó.

Por tal motivo, Brown defendió las acciones de las tropas británicas en Afganistán y Pakistán "porque Al-Qaeda es la mayor amenaza a nuestra seguridad nacional, y a la seguridad de las personas en Gran Bretaña".

"Nosotros estamos en Afganistán porque juzgamos que si los talibanes recobran el poder, Al-Qaeda y otros grupos terroristas una vez más contarán con un caldo de cultivo en el que podrían operar", destacó el primer ministro.

Brown, que según las últimas encuestas de opinión se encamina a una derrota en las elecciones generales de junio próximo a manos de los conservadores, dijo además que Gran Bretaña no debe retroceder "para aislarse" en materia de políticas del exterior, y que, por el contrario, debe ser "patriótica e internacionalista".

"Como nación contamos con todas las razones para ser optimistas acerca de nuestro futuro: seguros en nuestras alianzas, leales a nuestros valores y determinados como pioneros progresivos para darle forma al mundo por venir", concluyó el mandatario.

Un día después del anuncio y durante la 55 Asamblea Parlamentaria de la OTAN, que se celebró en Edimburgo (Escocia), el ministro de Exterior británico, el laborista David Miliband, señaló que la campaña militar en Afganistán "no es una guerra sin fin".

Según el jefe del Foreign Office británico, deben aunarse decisiones acerca de la cantidad de tropas con planes "de refuerzo político".

"Este ha sido el año más sangriento para Gran Bretaña desde la Guerra de las Malvinas (1982)", con más de 93 soldados británicos muertos sólo en 2009.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Anders Rasmussen, instó en la misma asamblea a los miembros del organismo a enviar más tropas a suelo afgano para darle ímpetu a los esfuerzos militares.

"Para mí es obvio que si nos vamos y le damos la espalda a Afganistán, Al-Qaeda regresará de inmediato. Tendrá un santuario desde donde lanzar su estrategia de jihad global, una estrategia que está dirigida primero y principal contra nosotros", destacó Rasmussen ante los presentes.

El funcionario de la OTAN consideró además que Afganistán "es la prioridad número uno" y agregó que si las tropas aliadas abandonan ese país asiático "la presión a una Pakistán armada nuclearmente será tremenda".

También advirtió que la inestabilidad creada en Afganistán "se propagará al resto de Asia central" y "será sólo cuestión de tiempo" hasta que todas las naciones de la OTAN y sus ciudadanos "sientan las consecuencias".

La Guerra en Afganistán, que comenzó el 7 de octubre de 2001 con la "Operación Libertad Duradera" de las tropas estadounidenses y la "Operación Herrick" de las tropas británicas para invadir y ocupar el país asiático, fue emprendida en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

En la actualidad, las Fuerzas Internacionales de Seguridad y Asistencia (ISAF), cuentan con un total de 67.700 soldados, de los cuales 31.855 son estadounidenses y 9.500 británicos.

Según cifras de organismos de derechos humanos y civiles, entre 11.760 y 31.000 civiles habrían muerto desde el comienzo de las operaciones en Afganistán, en su mayoría como consecuencia de las acciones bélicas de las tropas aliadas y de las fuerzas afganas.

"Tenemos que crear una estrategia de contrainsurgencia, con un aumento sustancial de tropas. Que no se confundan, seguiremos en Afganistán hasta que terminemos el trabajo, pero por supuesto, esto no será para siempre", insistió Rasmussen en Londres.

Lo cierto es que el pasado 17 de noviembre, el periódico inglés The Times reveló detalles de una guía militar secreta elaborada por la Armada de Gran Bretaña, que exhorta a los soldados británicos a "comprar" con dinero a potenciales reclutas talibanes en Afganistán, y de esa forma acelerar el proceso de retirada.

De acuerdo con la guía, los comandantes de la Armada deberían también hablar con los jefes de la insurgencia talibán, "con sangre en sus manos", para lograr el fin de la campaña militar en suelo afgano.

El manual de contra-insurgencia será enseñado a los nuevos oficiales de la Armada británica.

El informe destacó que los comandantes deberían comprar con dinero a los talibanes para disuadir a los afganos a sumarse a la insurgencia, que, a su vez, pagaría hasta diez dólares al día para reclutar a combatientes locales.

"La mejor arma para la contrainsurgencia es no disparar. En otras palabras, utilicemos bolsas de oro para cambiar la dinámica de seguridad. Pero no hay que arrojarles oro a la cara, esto debe hacerse inteligentemente", declaró el general Paul Newton al Times.

El manual, el primero de su tipo escrito por la Armada británica en los últimos ocho años, subraya la importancia de "hablar con el enemigo".

"No tiene sentido hablar con gente que no tenga sangre en sus manos", explicó Newton.

Además, aseveró que el dinero "puede ser la respuesta" para poner fin al largo conflicto armado, "pero sólo si se distribuye prudentemente".

"Gastado correctamente dentro de un contexto de planeamiento a largo plazo, el dinero ofrece una solución efectiva financieramente para lograr retirar el apoyo de las comunidades de la insurgencia", concluyó.

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