Argentina: el adiós a Alfonsin
Buenos Aires -- Miguel Ayala estuvo en Plaza de Mayo al mediodía del 10 de diciembre de 1983, hermanado a una multitud que presenciaba el primer discurso que pronunciaba Raúl Alfonsín como presidente constitucional de la República Argentina, tras siete años de tormento desatado por la última dictadura militar en ese país
En una charla con Proceso, Ayala recuerda ese momento: "Cuando apareció (Alfonsín) en el balcón del Cabildo, vestido de azul, con la banda presidencial en el pecho, me largué a llorar todo lo que no pude desde que chuparon (desaparecieron) a mi hermano Sólo hasta verlo supimos que era real que todo ese horror y ese miedo habían terminado Por eso lo sentimos a Alfonsín como a un padre para el pueblo argentino que es como si hubiera quedado huérfano"
Más de veinticinco años transcurrieron desde entonces hasta las 8:30 de la noche del último día de marzo, en 2009, cuando el doctor Alberto Sadler anunció el desenlace de la vida de quien fuera bautizado como el "padre de la democracia", a causa de un cáncer pulmonar que le derivó en una fatídica neumonía "Murió mientras dormía, acompañado por su familiares", se escuchó la voz del médico, a la puerta del domicilio de la familia Alfonsín donde Ayala, entre tantos, veló dos días y dos noches
Historias como la de Ayala se fueron aglomerando por millares a las afueras del 1600 de la Avenida Santa Fe, entre el eco de la noticia que se convertía en llanto Desde la muerte de Juan Domingo Perón, en 1974, Argentina no manifestaba "tanto dolor" por la muerte de un gobernante, publicó el diario Crítica "El pueblo se quedó sin alma", fue la nota de El Liberal Tres días de duelo se decretaron
Al amanecer del primero de abril el féretro del mandatario, estandarte de la Unión Cívica Radical, confrontada con el peronismo, muerto a los 82 años, fue trasladado al Congreso Nacional, donde fue recibido por una comitiva encabezada por el vicepresidente Julio Cobos, ante la ausencia de la presidenta Cristina Fernández, participante de la cumbre del G-20
"Su figura está indisolublemente vinculada a la recuperación democrática de la Argentina luego de la dictadura más trágica que tuvimos los argentinos", fue el mensaje que acompañó el pésame presidencial desde Londres, según informó la agencia noticiosa oficial Télam
A las diez horas se permitió la entrada al Congreso donde, en el Salón Azul del Senado, se veló, de cuerpo presente, enfundado nuevamente en traje de gala azul y banda, a Raúl Alfonsín Inédita situación, se reunieron los cuatro expresidentes que sucedieron a Alfonsín en el gobierno democrático: Carlos Menem (1989-1999), Fernando de la Rúa (1999-2001), Eduardo Duhalde (2002-2003) y Néstor Kirchner (2003-2007) Entre las personalidades del exterior se percibían al presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, su antecesor Julio María Sanguinetti, y los expresidentes de Brasil José Sarney y Fernando Cardoso
A las afueras del recinto, se acercaron miles de personas que en total sumarían más de 100 mil a lo largo de 25 horas, según cifras de las autoridades de la ciudad de Buenos Aires, que acudieron a los funerales de Alfonsín
Por momentos la fila superó las 10 cuadras para ingresar al salón que albergaba los restos de Alfonsín, que no cerró sus puertas a pesar de la madrugada, y que no dejó de colmarse, a pesar de una tormenta que acompañó el sentir de los concurrentes "! Llueve y llueve y tu pueblo no se mueve", era el cántico que buscaba templar la temperatura
En una procesión histórica, pasado el mediodía del jueves 2 de abril, los restos del "hincha honorario" del club de futbol Independiente, y padre de 6 hijos, fue escotado por "su pueblo" entre improvisadas alfombras de claveles blancos y rojos, hasta llegar al cementerio de la Recoleta, donde fueron destinados a descansar, en la Bóveda de los caídos en la Revolución de 1890
Fueron incontables los discursos Entre los oficiales, el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti, dijo: "Los uruguayos celebramos su triunfo en 1983 como propio, nosotros aún sometidos bajo la terrible dictadura"
"Fue honesto como pocos Se jugó por los derechos humanos aún antes de ser presidente, arriesgando el pellejo, sin tener él a un desaparecido en su familia", mencionó Graciela Fernández, defensora de los derechos humanos desde 1975, cuando desaparecieron a su hijo Pablo por simpatizar con el movimiento guerrillero
En entrevista con Proceso, el sociólogo de la Universidad de Buenos Aires, Franco Luchetti, explicó lo que a su entender desencadenó la muerte del presidente: "Alfonsín representa el recuerdo que cada argentino tiene de sí mismo durante esa durísima época en que asumió el poder Recuerdan dónde estaban, cómo estaban y qué pensaban entonces que, con la recién adquirida liberación de la dictadura, podrían ser"
Por otra parte, Luchetti destaca el que la honestidad sea uno de los valores más exaltados de la personalidad de Alfonsín "Se resalta una cualidad que en los políticos debería darse por sentada porque hay una idea generalizada de que el gobierno es siempre corrupto"
Tres días se destacaron los aciertos de Raúl Alfonsín en su pasar por la historia: el vínculo con la recuperación de la democracia, siendo el primer país (de entre Chile, Paraguay, Brasil y Uruguay) en hacerlo; desplazar en las urnas al peronismo con el 54% de los sufragios; el enjuiciamiento en 1985 a quienes guiaron las juntas militares que laceraron al país entre 1976 y 1983, encabezados por Jorge Videla y Emilio Massera, en lo que se llamó "el juicio del siglo" tras la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), dirigida por Ernesto Sábato; la política exterior conciliadora que evitó conflictos bélicos con Chile por el canal de Beagle, entre otros logros
Sin embargo, pasados los días de duelo, el peso de la historia cayó por su propio peso: ninguna otra acción de Raúl Alfonsín será y es recordada tanto y con tanto dolor como la erogación de las leyes de Punto Final (23492) y de Obediencia debida (23521) (derogadas en 2005), que brindaron la impunidad a la gran mayoría de los genocidas en aras de "preservar la democracia", según dejó saber en numerosas ocasiones el propio Alfonsín
"Lo hizo por miedo, bajo presión de los asesinos", publicó en 1990 Miguel Bonasso, perseguido por la dictadura argentina, exiliado en México, en su libro "La memoria en donde ardía (EL Juglar) En la Semana Santa de 1987, relata, un comando militar se amotinó en un cuartel en protesta por los juicios contra sus dirigentes por crímenes de lesa humanidad Pusieron la democracia "contra la pared" En total control de las armas, los militares exigieron audiencia con el presidente Alfonsín
"La sociedad civil reaccionó de manera inmediata y digna Medio millón de argentinos marcharon a la histórica Plaza de Mayo para respaldar a la democracia y pedir el castigo de los sublevados", narra Bonasso
Alfonsín negoció, según documentan los textos de Bonasso y Ageitos, entre tantos, regresó a la Casa Rosada y pronunció sus dos frases más repudiadamente célebres: "La casa está en orden" y "felices Pascuas"
"El jefe de Estado había negociado", según Bonasso, entregando las llamadas leyes de la vergüenza "para exculpar a la mayoría de los cuadros de las Fuerzas Armadas de los crímenes de lesa humanidad que habían perpetrado en la represión clandestina"
La hiperinflación y una credibilidad en declive culminó con la entrega del poder anticipada de Alfonsín a Carlos Ménem, el 9 de julio de 1989, mismo a quien firmó el llamado Pacto Olivos en 1994, permitiéndole la posibilidad de reelegirse a cambio de poder político para la Unión Cívica Radical, según La historia de la impunidad
En una charla con Proceso, Ayala recuerda ese momento: "Cuando apareció (Alfonsín) en el balcón del Cabildo, vestido de azul, con la banda presidencial en el pecho, me largué a llorar todo lo que no pude desde que chuparon (desaparecieron) a mi hermano Sólo hasta verlo supimos que era real que todo ese horror y ese miedo habían terminado Por eso lo sentimos a Alfonsín como a un padre para el pueblo argentino que es como si hubiera quedado huérfano"
Más de veinticinco años transcurrieron desde entonces hasta las 8:30 de la noche del último día de marzo, en 2009, cuando el doctor Alberto Sadler anunció el desenlace de la vida de quien fuera bautizado como el "padre de la democracia", a causa de un cáncer pulmonar que le derivó en una fatídica neumonía "Murió mientras dormía, acompañado por su familiares", se escuchó la voz del médico, a la puerta del domicilio de la familia Alfonsín donde Ayala, entre tantos, veló dos días y dos noches
Historias como la de Ayala se fueron aglomerando por millares a las afueras del 1600 de la Avenida Santa Fe, entre el eco de la noticia que se convertía en llanto Desde la muerte de Juan Domingo Perón, en 1974, Argentina no manifestaba "tanto dolor" por la muerte de un gobernante, publicó el diario Crítica "El pueblo se quedó sin alma", fue la nota de El Liberal Tres días de duelo se decretaron
Al amanecer del primero de abril el féretro del mandatario, estandarte de la Unión Cívica Radical, confrontada con el peronismo, muerto a los 82 años, fue trasladado al Congreso Nacional, donde fue recibido por una comitiva encabezada por el vicepresidente Julio Cobos, ante la ausencia de la presidenta Cristina Fernández, participante de la cumbre del G-20
"Su figura está indisolublemente vinculada a la recuperación democrática de la Argentina luego de la dictadura más trágica que tuvimos los argentinos", fue el mensaje que acompañó el pésame presidencial desde Londres, según informó la agencia noticiosa oficial Télam
A las diez horas se permitió la entrada al Congreso donde, en el Salón Azul del Senado, se veló, de cuerpo presente, enfundado nuevamente en traje de gala azul y banda, a Raúl Alfonsín Inédita situación, se reunieron los cuatro expresidentes que sucedieron a Alfonsín en el gobierno democrático: Carlos Menem (1989-1999), Fernando de la Rúa (1999-2001), Eduardo Duhalde (2002-2003) y Néstor Kirchner (2003-2007) Entre las personalidades del exterior se percibían al presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, su antecesor Julio María Sanguinetti, y los expresidentes de Brasil José Sarney y Fernando Cardoso
A las afueras del recinto, se acercaron miles de personas que en total sumarían más de 100 mil a lo largo de 25 horas, según cifras de las autoridades de la ciudad de Buenos Aires, que acudieron a los funerales de Alfonsín
Por momentos la fila superó las 10 cuadras para ingresar al salón que albergaba los restos de Alfonsín, que no cerró sus puertas a pesar de la madrugada, y que no dejó de colmarse, a pesar de una tormenta que acompañó el sentir de los concurrentes "! Llueve y llueve y tu pueblo no se mueve", era el cántico que buscaba templar la temperatura
En una procesión histórica, pasado el mediodía del jueves 2 de abril, los restos del "hincha honorario" del club de futbol Independiente, y padre de 6 hijos, fue escotado por "su pueblo" entre improvisadas alfombras de claveles blancos y rojos, hasta llegar al cementerio de la Recoleta, donde fueron destinados a descansar, en la Bóveda de los caídos en la Revolución de 1890
Fueron incontables los discursos Entre los oficiales, el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti, dijo: "Los uruguayos celebramos su triunfo en 1983 como propio, nosotros aún sometidos bajo la terrible dictadura"
"Fue honesto como pocos Se jugó por los derechos humanos aún antes de ser presidente, arriesgando el pellejo, sin tener él a un desaparecido en su familia", mencionó Graciela Fernández, defensora de los derechos humanos desde 1975, cuando desaparecieron a su hijo Pablo por simpatizar con el movimiento guerrillero
En entrevista con Proceso, el sociólogo de la Universidad de Buenos Aires, Franco Luchetti, explicó lo que a su entender desencadenó la muerte del presidente: "Alfonsín representa el recuerdo que cada argentino tiene de sí mismo durante esa durísima época en que asumió el poder Recuerdan dónde estaban, cómo estaban y qué pensaban entonces que, con la recién adquirida liberación de la dictadura, podrían ser"
Por otra parte, Luchetti destaca el que la honestidad sea uno de los valores más exaltados de la personalidad de Alfonsín "Se resalta una cualidad que en los políticos debería darse por sentada porque hay una idea generalizada de que el gobierno es siempre corrupto"
Tres días se destacaron los aciertos de Raúl Alfonsín en su pasar por la historia: el vínculo con la recuperación de la democracia, siendo el primer país (de entre Chile, Paraguay, Brasil y Uruguay) en hacerlo; desplazar en las urnas al peronismo con el 54% de los sufragios; el enjuiciamiento en 1985 a quienes guiaron las juntas militares que laceraron al país entre 1976 y 1983, encabezados por Jorge Videla y Emilio Massera, en lo que se llamó "el juicio del siglo" tras la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), dirigida por Ernesto Sábato; la política exterior conciliadora que evitó conflictos bélicos con Chile por el canal de Beagle, entre otros logros
Sin embargo, pasados los días de duelo, el peso de la historia cayó por su propio peso: ninguna otra acción de Raúl Alfonsín será y es recordada tanto y con tanto dolor como la erogación de las leyes de Punto Final (23492) y de Obediencia debida (23521) (derogadas en 2005), que brindaron la impunidad a la gran mayoría de los genocidas en aras de "preservar la democracia", según dejó saber en numerosas ocasiones el propio Alfonsín
"Lo hizo por miedo, bajo presión de los asesinos", publicó en 1990 Miguel Bonasso, perseguido por la dictadura argentina, exiliado en México, en su libro "La memoria en donde ardía (EL Juglar) En la Semana Santa de 1987, relata, un comando militar se amotinó en un cuartel en protesta por los juicios contra sus dirigentes por crímenes de lesa humanidad Pusieron la democracia "contra la pared" En total control de las armas, los militares exigieron audiencia con el presidente Alfonsín
"La sociedad civil reaccionó de manera inmediata y digna Medio millón de argentinos marcharon a la histórica Plaza de Mayo para respaldar a la democracia y pedir el castigo de los sublevados", narra Bonasso
Alfonsín negoció, según documentan los textos de Bonasso y Ageitos, entre tantos, regresó a la Casa Rosada y pronunció sus dos frases más repudiadamente célebres: "La casa está en orden" y "felices Pascuas"
"El jefe de Estado había negociado", según Bonasso, entregando las llamadas leyes de la vergüenza "para exculpar a la mayoría de los cuadros de las Fuerzas Armadas de los crímenes de lesa humanidad que habían perpetrado en la represión clandestina"
La hiperinflación y una credibilidad en declive culminó con la entrega del poder anticipada de Alfonsín a Carlos Ménem, el 9 de julio de 1989, mismo a quien firmó el llamado Pacto Olivos en 1994, permitiéndole la posibilidad de reelegirse a cambio de poder político para la Unión Cívica Radical, según La historia de la impunidad