Afganistán: Operación rescate
LONDRES, 25 de septiembre (apro) - En la madrugada del miércoles 9 de septiembre el silencio era absoluto en la oscuridad de la habitación cerrada en la granja de Kunduz, en el norte de Afganistán, donde se encontraban secuestrados el reportero anglo-irlandés del The New York Times Stephen Farrell, y su traductor afgano, el periodista Sultan Munadi
Pero poco a poco comenzó a oírse el ruido de helicópteros acercándose al lugar
La habitación con los dos cautivos comenzó a temblar Los talibanes que los vigilaban se dieron cuenta del ataque inminente, se levantaron de inmediato de sus improvisados colchones, tomaron sus armas y salieron a enfrentar al enemigo
A pocos metros de allí, de varios helicópteros estadunidenses descendía un equipo de soldados de elite de las fuerzas especiales británicas SAS, paracaidistas y varias tropas afganas En minutos, la noche explotó con ruido de municiones y disparos de rifles
El blanco de la redada era la granja cercana a Kunduz
Cuatro días antes, el sábado 5 de septiembre, Farrell y Munadi habían sido capturados por un grupo de talibanes mientras investigaban el ataque aéreo de la OTAN a tanques de combustible en ese poblado, que terminó con la muerte de al menos 125 civiles inocentes
Cuando el operativo de rescate comenzó, todo fue caos y pánico
"Esperábamos que nuestros captores nos masacraran mientras huían", declaró Farrell horas después del rescate al propio New York Times
"Éramos blancos fáciles de ataque en una habitación angosta y larga, que sólo tenía paredes y un par de colchonetas Ya no teníamos ningún uso para ellos", agregó
El periodista anglo-irlandés describió además cómo los talibanes tomaron sus armas y salieron despavoridos de la habitación El último talibán en salir se detuvo en la puerta y pensó unos instantes qué hacer con los secuestrados
Farrell y Munadi trataron de protegerse detrás de una caja de metal que antes guardaba una cámara, con la esperanza de conseguir alguna protección ante los eventuales disparos del rifle AK-47 del guardia Esperaron pacientes escuchar los disparos que acabaran con sus vidas, pero nunca llegaron
Momentos después, Farrell y Munadi escapaban a toda carrera para salvar sus vidas
En el intento, el periodista perdió el equilibrio y Munadi trató de ayudarlo A duras penas llegaron a un muro bajo que rodeaba la granja y Munadi trató de saltarlo
"Él levantó sus manos y gritó: '¡Periodista, periodista!' No pude ver a quién le estaba gritando, si eran tropas o talibanes Hubo un ruido de disparos y él cayó de repente", contó Farrell poco después
El periodista del New York Times y que había trabajado en el pasado para el The Times de Londres logró arrojarse a una pequeña zanja aledaña Cuando escuchó voces británicas, salió rápidamente y se identificó como reportero
En cuestión de minutos estaba subido a un helicóptero Chinook que lo devolvería nuevamente al mundo que tanto había añorado
Supo que Munadi había muerto, pero fue sólo en el viaje de regreso a casa que se dio cuenta que un miembro del cuerpo de elite de las SAS, el paracaidista británico John Harrison, de 29 años, había muerto también en el operativo de rescate
"Su casco manchado de sangre estuvo frente a mí durante todo el viaje Agradecí a todos aquellos que estaban vivos y a quienes había que agradecer Nunca será suficiente", comentó entre lágrimas el reportero
Sin embargo y en medio del anuncio internacional por su rescate y de los elogios para las tropas por el exitoso operativo, comenzó a surgir la recriminación
¿Había sido necesaria la operación de rescate cuando las negociaciones estaban en camino para liberarse a Farrell y Munadi? ¿Era Farrell responsable directo de su secuestro tras haber hecho oídos sordos a una advertencia por los peligros a los que se enfrentaba en la zona de Kunduz?
Esta había sido la segunda vez que Farrell era secuestrado La primera ocurrió en Irak, en abril de 2004, cuando trabajaba para el Times reportando sobre la guerra iraquí y las matanzas de civiles inocentes El británico fue capturado por militantes iraquíes durante ocho horas, antes de ser liberado sin recibir heridas
Él atribuyó su primer rescate a la forma en que desafió abiertamente a sus captores iraquíes: "Mátanos, llévanos y asesínanos Si me matan seré un mártir en una causa honorable", habría dicho el periodista
Entre sus colegas se había ganado la reputación de ser un reportero con mucha tenacidad y obsesionado por conseguir el mejor reportaje, que le ganó el apodo de "Robohack" (una mezcla de Robocop y periodista obsesionado por la primicia)
En su narración para el New York Times sobre su secuestro y el rescate, Farrell reportó que había al menos otros dos periodistas occidentales en el área, como también miembros de la Cruz Roja Internacional (CRI)
Contó que en su segundo día de reporteo cerca de Kunduz, logró completar sus entrevistas en el sitio donde habían ocurrido los ataques aéreos de la OTAN el viernes 4 de septiembre, utilizando a Munadi como intérprete En ese momento, los vecinos de la zona les advirtieron que dejaran el lugar porque los talibanes estaban cerca
Pero ya era demasiado tarde El conductor que los había llevado hasta el lugar en un vehículo alquilado los abandonó rápidamente, dejándolos a merced de los talibanes Minutos después eran tomados prisioneros
Farrell y Munadi fueron trasladados en motocicletas de casa en casa, y según contó más tarde el propio periodista, él fue tratado sin agresiones al prometer convertirse al Islam, a diferencia de su intérprete afgano, quien era amenazado constantemente por los talibanes acerca de que el destino de los "colaboradores" de occidentales era siempre la decapitación
Mientras tanto, las fuerzas especiales británicas ya habían comenzado los preparativos para el rescate
En Londres, funcionarios de la Oficina del Gabinete, del Ministerio de Defensa, del Foreign Office y de los servicios secretos MI6 eran convocados a una reunión de emergencia en Whitehall, para discutir el plan
Los expertos informaron en un búnker de Westminster a los funcionarios que la misión de rescate era viable
El premier británico Gordon Brown fue informado el mismo martes 8 de septiembre en una de sus oficinas de Downing Street, y dio su autorización para que se llevara adelante la misión
Mucho se ha dicho y escrito en Gran Bretaña acerca de si Brown fue el que tomó la decisión de rescatar a Farrell y a su intérprete Lo cierto es que las decisiones sobre operaciones son siempre responsabilidad de los comandantes militares en la zona de combate, que suelen recibir el visto bueno de los ministros
La prioridad era determinar dónde tenían cautivos los talibanes a Farrell y Munadi
Un pequeño equipo de reconocimiento compuesto por seis soldados del Cuerpo de Inteligencia y Señaleros Reales fue desplegado de la ciudad afgana de Lashkar Gah para viajar al norte, a la base de la OTAN en Mazar-e-Sharif
Los soldados utilizaron dispositivos especiales para escuchar conversaciones telefónicas satelitales de talibanes y, a través de terminales de video, pudieron tomar imágenes de las zonas de donde salían dichas señales
A medida que las negociaciones para liberar al periodista y su intérprete continuaban, y los talibanes utilizaban sus teléfonos celulares con frecuencia, no fue difícil para las tropas británicas localizar a los secuestradores Por ello hubo muchas críticas a la decisión de los soldados de lanzar un operativo de rescate cuando el proceso de negociación iba por buen curso
El propósito de la redada, según confirmó a Apro un portavoz oficial del Ministerio de Defensa en Londres, fue salvar la vida de los dos secuestrados, aunque una segunda razón fue evitar tener que pagar a los talibanes grandes sumas de dinero por el rescate de ambos
Las conversaciones telefónicas interceptadas por los soldados revelaron más tarde que los talibanes pedían miles de dólares por la liberación de Farrell, dinero que según el gobierno británico iba a ser utilizado para comprar más armas y financiar más campañas de secuestro a occidentales
El caso de David Rohde, otro corresponsal del New York Times que fue secuestrado en Afganistán el año pasado, fue un ejemplo de ello Aunque el periódico estadunidense niega categóricamente haber pagado por el rescate, fuentes consultadas por el Times de Londres indicaron que los talibanes recibieron unos 9 millones de dólares por el reportero
Rhode pasó siete meses en cautiverio, parcialmente en la provincia de la frontera noroeste en Pakistán La historia oficial indica que el periodista escapó utilizando una cuerda para escalar un muro de seis metros de altura Pero la realidad habría sido otra
Lo cierto es que en el grupo que había secuestrado a Farrell y Munadi había varios insurgentes extranjeros, entre ellos uzbecos y chechenios, que denota un aspecto internacional en las bandas de talibanes que secuestran a occidentales en busca de jugosas pagas de rescate
El martes 8 por la noche, el comando de las SAS británicas decidió atacar Pero los intentos coordinados fueron en vano, ya que se incursionó en una zona equivocada
Farrell comentó más tarde haber escuchado fuertes explosiones en un campo cercano a la granja, que los talibanes que lo mantenían en cautiverio consideraron rápidamente como una amenaza, y que los obligó a sacar a los cautivos y trasladarlos a otro sitio
"Esa operación infructuosa alertó a los talibanes acerca de nuestra presencia No tuvimos otra opción que lanzar un segundo intento", declaró a la BBC de Londres uno de los comandantes que lanzó la redada
Durante el cautiverio, los talibanes le permitieron a Munadi llamar a su padre en Kabul para decirle que estaba bien Ambos hablaron por 20 minutos Durante la charla, el intérprete le dijo a su padre que estaba seguro que sería liberado sano y salvo
"Las palabras de mi hijo me dieron tanta alegría Sentí que tal vez podía dormir por primera vez en muchas noches", contó Karban Mohammed, padre de Munadi, en una entrevista al New York Times publicada poco después del rescate
La familia de Munadi ahora cree que dicha conversación telefónica fue interceptada y dejó el rastro para que se pudiera llevar a cabo la misión de rescate que liberó a Farrell, pero que dejó a su hijo muerto con un disparo en la cabeza
La familia del intérprete acusa ahora a las tropas británicas por no haber traído el cuerpo de su hijo --éste fue recuperado más tarde por un grupo de vecinos-- También hubo resentimiento dentro de las filas militares, que consideran que un soldado británico debió morir para salvar a un periodista, que según ellos actuó irresponsablemente
"Todo esto que ocurrió es muy doloroso Tuvimos que utilizar durante una semana a algunos de nuestros mejores soldados expertos en tareas de inteligencia para hallar a estos hombres, cuando hubieran servido mejor luchando la guerra (contra los talibanes)", declaró un oficial de inteligencia de la OTAN al periódico The Times, en una entrevista publicada el pasado 13 de septiembre
Para Geoff Morrell, portavoz oficial del Pentágono, los periodistas en Afganistán "deberían actuar de forma más responsable y considerar los efectos que sus acciones podrían provocar en otros"
Las recriminaciones por la semi-exitosa misión de rescate abrieron muchas heridas abiertas acerca de la controvertida intervención militar en Afganistán, que ha comenzado en octubre de 2001 y que aún sigue en curso en medio de fuertes bajas de soldados
Los afganos sienten que las vidas de los occidentales valen más que las propias, mientras que las tropas británicas creen que la muerte del paracaidista inglés refuerza más que nunca serias dudas sobre el futuro de la polémica campaña en Afganistán
Pero poco a poco comenzó a oírse el ruido de helicópteros acercándose al lugar
La habitación con los dos cautivos comenzó a temblar Los talibanes que los vigilaban se dieron cuenta del ataque inminente, se levantaron de inmediato de sus improvisados colchones, tomaron sus armas y salieron a enfrentar al enemigo
A pocos metros de allí, de varios helicópteros estadunidenses descendía un equipo de soldados de elite de las fuerzas especiales británicas SAS, paracaidistas y varias tropas afganas En minutos, la noche explotó con ruido de municiones y disparos de rifles
El blanco de la redada era la granja cercana a Kunduz
Cuatro días antes, el sábado 5 de septiembre, Farrell y Munadi habían sido capturados por un grupo de talibanes mientras investigaban el ataque aéreo de la OTAN a tanques de combustible en ese poblado, que terminó con la muerte de al menos 125 civiles inocentes
Cuando el operativo de rescate comenzó, todo fue caos y pánico
"Esperábamos que nuestros captores nos masacraran mientras huían", declaró Farrell horas después del rescate al propio New York Times
"Éramos blancos fáciles de ataque en una habitación angosta y larga, que sólo tenía paredes y un par de colchonetas Ya no teníamos ningún uso para ellos", agregó
El periodista anglo-irlandés describió además cómo los talibanes tomaron sus armas y salieron despavoridos de la habitación El último talibán en salir se detuvo en la puerta y pensó unos instantes qué hacer con los secuestrados
Farrell y Munadi trataron de protegerse detrás de una caja de metal que antes guardaba una cámara, con la esperanza de conseguir alguna protección ante los eventuales disparos del rifle AK-47 del guardia Esperaron pacientes escuchar los disparos que acabaran con sus vidas, pero nunca llegaron
Momentos después, Farrell y Munadi escapaban a toda carrera para salvar sus vidas
En el intento, el periodista perdió el equilibrio y Munadi trató de ayudarlo A duras penas llegaron a un muro bajo que rodeaba la granja y Munadi trató de saltarlo
"Él levantó sus manos y gritó: '¡Periodista, periodista!' No pude ver a quién le estaba gritando, si eran tropas o talibanes Hubo un ruido de disparos y él cayó de repente", contó Farrell poco después
El periodista del New York Times y que había trabajado en el pasado para el The Times de Londres logró arrojarse a una pequeña zanja aledaña Cuando escuchó voces británicas, salió rápidamente y se identificó como reportero
En cuestión de minutos estaba subido a un helicóptero Chinook que lo devolvería nuevamente al mundo que tanto había añorado
Supo que Munadi había muerto, pero fue sólo en el viaje de regreso a casa que se dio cuenta que un miembro del cuerpo de elite de las SAS, el paracaidista británico John Harrison, de 29 años, había muerto también en el operativo de rescate
"Su casco manchado de sangre estuvo frente a mí durante todo el viaje Agradecí a todos aquellos que estaban vivos y a quienes había que agradecer Nunca será suficiente", comentó entre lágrimas el reportero
Sin embargo y en medio del anuncio internacional por su rescate y de los elogios para las tropas por el exitoso operativo, comenzó a surgir la recriminación
¿Había sido necesaria la operación de rescate cuando las negociaciones estaban en camino para liberarse a Farrell y Munadi? ¿Era Farrell responsable directo de su secuestro tras haber hecho oídos sordos a una advertencia por los peligros a los que se enfrentaba en la zona de Kunduz?
Esta había sido la segunda vez que Farrell era secuestrado La primera ocurrió en Irak, en abril de 2004, cuando trabajaba para el Times reportando sobre la guerra iraquí y las matanzas de civiles inocentes El británico fue capturado por militantes iraquíes durante ocho horas, antes de ser liberado sin recibir heridas
Él atribuyó su primer rescate a la forma en que desafió abiertamente a sus captores iraquíes: "Mátanos, llévanos y asesínanos Si me matan seré un mártir en una causa honorable", habría dicho el periodista
Entre sus colegas se había ganado la reputación de ser un reportero con mucha tenacidad y obsesionado por conseguir el mejor reportaje, que le ganó el apodo de "Robohack" (una mezcla de Robocop y periodista obsesionado por la primicia)
En su narración para el New York Times sobre su secuestro y el rescate, Farrell reportó que había al menos otros dos periodistas occidentales en el área, como también miembros de la Cruz Roja Internacional (CRI)
Contó que en su segundo día de reporteo cerca de Kunduz, logró completar sus entrevistas en el sitio donde habían ocurrido los ataques aéreos de la OTAN el viernes 4 de septiembre, utilizando a Munadi como intérprete En ese momento, los vecinos de la zona les advirtieron que dejaran el lugar porque los talibanes estaban cerca
Pero ya era demasiado tarde El conductor que los había llevado hasta el lugar en un vehículo alquilado los abandonó rápidamente, dejándolos a merced de los talibanes Minutos después eran tomados prisioneros
Farrell y Munadi fueron trasladados en motocicletas de casa en casa, y según contó más tarde el propio periodista, él fue tratado sin agresiones al prometer convertirse al Islam, a diferencia de su intérprete afgano, quien era amenazado constantemente por los talibanes acerca de que el destino de los "colaboradores" de occidentales era siempre la decapitación
Mientras tanto, las fuerzas especiales británicas ya habían comenzado los preparativos para el rescate
En Londres, funcionarios de la Oficina del Gabinete, del Ministerio de Defensa, del Foreign Office y de los servicios secretos MI6 eran convocados a una reunión de emergencia en Whitehall, para discutir el plan
Los expertos informaron en un búnker de Westminster a los funcionarios que la misión de rescate era viable
El premier británico Gordon Brown fue informado el mismo martes 8 de septiembre en una de sus oficinas de Downing Street, y dio su autorización para que se llevara adelante la misión
Mucho se ha dicho y escrito en Gran Bretaña acerca de si Brown fue el que tomó la decisión de rescatar a Farrell y a su intérprete Lo cierto es que las decisiones sobre operaciones son siempre responsabilidad de los comandantes militares en la zona de combate, que suelen recibir el visto bueno de los ministros
La prioridad era determinar dónde tenían cautivos los talibanes a Farrell y Munadi
Un pequeño equipo de reconocimiento compuesto por seis soldados del Cuerpo de Inteligencia y Señaleros Reales fue desplegado de la ciudad afgana de Lashkar Gah para viajar al norte, a la base de la OTAN en Mazar-e-Sharif
Los soldados utilizaron dispositivos especiales para escuchar conversaciones telefónicas satelitales de talibanes y, a través de terminales de video, pudieron tomar imágenes de las zonas de donde salían dichas señales
A medida que las negociaciones para liberar al periodista y su intérprete continuaban, y los talibanes utilizaban sus teléfonos celulares con frecuencia, no fue difícil para las tropas británicas localizar a los secuestradores Por ello hubo muchas críticas a la decisión de los soldados de lanzar un operativo de rescate cuando el proceso de negociación iba por buen curso
El propósito de la redada, según confirmó a Apro un portavoz oficial del Ministerio de Defensa en Londres, fue salvar la vida de los dos secuestrados, aunque una segunda razón fue evitar tener que pagar a los talibanes grandes sumas de dinero por el rescate de ambos
Las conversaciones telefónicas interceptadas por los soldados revelaron más tarde que los talibanes pedían miles de dólares por la liberación de Farrell, dinero que según el gobierno británico iba a ser utilizado para comprar más armas y financiar más campañas de secuestro a occidentales
El caso de David Rohde, otro corresponsal del New York Times que fue secuestrado en Afganistán el año pasado, fue un ejemplo de ello Aunque el periódico estadunidense niega categóricamente haber pagado por el rescate, fuentes consultadas por el Times de Londres indicaron que los talibanes recibieron unos 9 millones de dólares por el reportero
Rhode pasó siete meses en cautiverio, parcialmente en la provincia de la frontera noroeste en Pakistán La historia oficial indica que el periodista escapó utilizando una cuerda para escalar un muro de seis metros de altura Pero la realidad habría sido otra
Lo cierto es que en el grupo que había secuestrado a Farrell y Munadi había varios insurgentes extranjeros, entre ellos uzbecos y chechenios, que denota un aspecto internacional en las bandas de talibanes que secuestran a occidentales en busca de jugosas pagas de rescate
El martes 8 por la noche, el comando de las SAS británicas decidió atacar Pero los intentos coordinados fueron en vano, ya que se incursionó en una zona equivocada
Farrell comentó más tarde haber escuchado fuertes explosiones en un campo cercano a la granja, que los talibanes que lo mantenían en cautiverio consideraron rápidamente como una amenaza, y que los obligó a sacar a los cautivos y trasladarlos a otro sitio
"Esa operación infructuosa alertó a los talibanes acerca de nuestra presencia No tuvimos otra opción que lanzar un segundo intento", declaró a la BBC de Londres uno de los comandantes que lanzó la redada
Durante el cautiverio, los talibanes le permitieron a Munadi llamar a su padre en Kabul para decirle que estaba bien Ambos hablaron por 20 minutos Durante la charla, el intérprete le dijo a su padre que estaba seguro que sería liberado sano y salvo
"Las palabras de mi hijo me dieron tanta alegría Sentí que tal vez podía dormir por primera vez en muchas noches", contó Karban Mohammed, padre de Munadi, en una entrevista al New York Times publicada poco después del rescate
La familia de Munadi ahora cree que dicha conversación telefónica fue interceptada y dejó el rastro para que se pudiera llevar a cabo la misión de rescate que liberó a Farrell, pero que dejó a su hijo muerto con un disparo en la cabeza
La familia del intérprete acusa ahora a las tropas británicas por no haber traído el cuerpo de su hijo --éste fue recuperado más tarde por un grupo de vecinos-- También hubo resentimiento dentro de las filas militares, que consideran que un soldado británico debió morir para salvar a un periodista, que según ellos actuó irresponsablemente
"Todo esto que ocurrió es muy doloroso Tuvimos que utilizar durante una semana a algunos de nuestros mejores soldados expertos en tareas de inteligencia para hallar a estos hombres, cuando hubieran servido mejor luchando la guerra (contra los talibanes)", declaró un oficial de inteligencia de la OTAN al periódico The Times, en una entrevista publicada el pasado 13 de septiembre
Para Geoff Morrell, portavoz oficial del Pentágono, los periodistas en Afganistán "deberían actuar de forma más responsable y considerar los efectos que sus acciones podrían provocar en otros"
Las recriminaciones por la semi-exitosa misión de rescate abrieron muchas heridas abiertas acerca de la controvertida intervención militar en Afganistán, que ha comenzado en octubre de 2001 y que aún sigue en curso en medio de fuertes bajas de soldados
Los afganos sienten que las vidas de los occidentales valen más que las propias, mientras que las tropas británicas creen que la muerte del paracaidista inglés refuerza más que nunca serias dudas sobre el futuro de la polémica campaña en Afganistán