Por la guerra en Irak, Tony Blair al banquillo

viernes, 29 de enero de 2010 · 01:00

LONDRES, 29 de enero (apro).- El exprimer ministro británico, Tony Blair, compareció este viernes, durante seis horas, ante una comisión que se conformó en Londres para investigar, desde el pasado 24 de noviembre, las circunstancias por la guerra de Irak (2003).
Más de 300 manifestantes que lo esperaban afuera del Centro de Convenciones "Queen Elizabeth II", en el barrio gubernamental de Westminster, coreaban: "Blair asesino", "A la cárcel" y "Blair mentiroso".
Entre los allí presentes se encontraban familias y amigos de algunos de los 179 soldados británicos muertos durante la guerra de Irak.
En punto de las 7:30 de la mañana, dos horas antes de lo previsto y para evitar enfrentarse con la protesta callejera, Blair ingresó con semblante nervioso al edificio londinense, pero por la puerta trasera.
Vestía un traje azul oscuro y una corbata roja. No sonreía. Y en sus manos llevaba varios legajos que le había preparado su círculo íntimo, para hacer sus descargos ante el panel que preside el exfuncionario John Chilcot.
A las 9:30 de la mañana, Blair se sentó en el banquillo de los testigos y, sin mirar a los 70 miembros de la audiencia, entre los que había varios familiares de soldados caídos, inició su comparecencia.
Su discurso, que comenzó con tono nervioso, se mostró cada vez más firme y desafiante. Ante los cinco miembros del panel, defendió su polémica decisión de lanzar, en marzo de 2003, la invasión militar a Irak, y afirmó que los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos obligaron a que el entonces presidente iraquí Saddam Hussein "tuviera que ser desarmado o derrocado".
Justificó impertérrito su decisión de enviar a 45 mil tropas británicas a Irak, la legalidad de dicho conflicto y el controvertido supuesto programa de armas de destrucción masiva en poder de Saddam.
La decisión de lanzar la guerra en 2003 fue el episodio más controvertido durante el gobierno de diez años de Blair, un hecho que provocó multitudinarias manifestaciones, dividió al Partido Laborista y generó acalorados debates que aún hoy en día continúan en el país.
"Esto no se trata de mentiras o conspiraciones o engaños, esto fue una decisión", afirmó el exmandatario, quien terminó con voz ronca la audiencia.
"Y la decisión que tuve que tomar fue que teniendo en cuenta la historia de Saddam, teniendo en cuenta su uso de armas químicas, que más de un millón de personas fueron asesinadas como consecuencia de ello, que violó durante 10 años resoluciones de la ONU, ¿podríamos habernos arriesgado a que este hombre reconstituyera su programa de armas?", sostuvo Blair, que además calificó al expresidente iraquí de "loco" y "psicópata".
"Estoy convencido que estuvimos en lo correcto al tomar ese riesgo (de la guerra)", agregó.
Además, Blair insistió que a pesar de no haberse hallado evidencia por armas de destrucción masiva en poder de Irak, Saddam "poseía capacidades" para rearmarse.
La guerra de Irak significó una pérdida de apoyo popular para Blair y para su Partido Laborista, y siete años después de la invasión y a casi tres del traspaso de poder a Gordon Brown, el tema sigue provocando mucho enojo entre los británicos.
Según analistas políticos, la pesquisa que preside Chilcot podría dañar las chances del Laborismo antes de las elecciones generales previstas para junio.
Blair, de 56 años, acusado de haber amasado una fortuna personal superior a los 25 millones de dólares desde que abandonó el gobierno, en julio de 2007, se mostró desafiante e impenitente sobre su alianza con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
El expremier comenzó su ponencia explicando cómo su posición y la de Washington cambiaron drásticamente desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. "Hasta el 11 de septiembre creíamos que él (Saddam) era un riesgo, pero pensábamos que valía la pena contenerlo. Crucialmente, después del 11 de septiembre, el cálculo de riesgo cambió", subrayó el exjefe del gobierno británico.
"Si el 11 de septiembre no hubiera ocurrido, nuestra evaluación del riesgo para permitir que Saddam pudiera reconstruir sus programas no hubiera sido la misma. Después del 11 de septiembre, nuestra opinión y la opinión de Estados Unidos cambió, y cambió dramáticamente", destacó.
Durante su audiencia, Blair dijo estar preocupado por el riesgo de la proliferación de armas nucleares, y en repetidas ocasiones se refirió a Irán.
También negó haber llegado a un "acuerdo secreto" con Bush en una reunión en abril de 2002, en el rancho de este último, en Crawford, Texas, para invadir Irak. "Le dije (a Bush) que teníamos que lidiar con el tema de las armas de destrucción masiva, y si ello significaba un cambio de régimen, pues así sería", dijo desafiante el antiguo mandatario británico.
Durante la investigación en Londres, otros testigos indicaron que el expremier le dijo a Bush, en abril de 2002, que Gran Bretaña apoyaría a Estados Unidos en la guerra de Irak.
El exmandatario sostuvo que no hubiera apoyado la invasión a suelo iraquí de haber sabido que Saddam no poseía armas de destrucción masiva. "Derrocar a Saddam fue siempre una opción, una de varias opciones abiertas para Gran Bretaña y Estados Unidos. La situación es que (Irak) estaba violando las resoluciones de la ONU sobre las armas. Ese era el caso", continuó.
Se refirió también a la posibilidad de no haber derrocado a Saddam: "A veces es importante no hacerse la pregunta de marzo de 2003, sino una de 2010. Suponiendo que hubiéramos dado marcha atrás con la acción militar, suponiendo que hubiéramos dejado a Saddam (Hussein) y a sus hijos a cargo de Irak, gente que utilizó armas químicas y que causó la muerte de más de un millón de personas, ellos hubieran intentado rearmarse nuclearmente cuando los inspectores estuvieran fuera y las sanciones cambiaran".
Con respecto a las supuestas armas de destrucción masiva en poder de Irak, que nunca fueron halladas y que sirvieron de principal justificación para la decisión de Londres de invadir el país árabe, Blair subrayó: "Él (Saddam) las utilizó, definitivamente las tenía, estaba en violación de 10 resoluciones de la ONU al respecto, así que en efecto hubiera requerido de mucha evidencia contraria para dudar del hecho que él poseía este programa".
Hacia el final de la acalorada audiencia, pasadas las 17:00 horas, el exprimer ministro británico dijo que volvería a lanzar una guerra contra Irak, al calificar a Saddam como un "monstruo".
Sugirió también que el mundo enfrentaría ahora una amenaza nuclear de Irak si él y Bush no hubieran tomado la decisión de derrocar a Saddam.
Cuando finalmente el presidente de la comisión, John Chilcot, le preguntó si tenía algún arrepentimiento al respecto, Blair fue desafiante: "Responsabilidad, pero ningún arrepentimiento por haber derrocado a Saddam Hussei (…) Él fue un monstruo que amenazó no sólo a la región sino al mundo. Y en las circunstancias que enfrentábamos entonces, era mejor lidiar con esa amenaza, derrocarlo del poder".
En ese momento, un miembro del público gritó: "¿Qué? ¿Ningún arrepentimiento? Vamos".
Luego, en el momento en que Blair se iba a levantar de su asiento para dar por finalizada su ponencia, otra persona le gritó: "Es un mentiroso", en tanto que un tercer miembro de la audiencia remató: "Y un asesino".
"Tuve que tomar esta decisión como primer ministro. Fue una enorme responsabilidad y no hay un solo día que pase que no reflexione y piense sobre la responsabilidad que tuve", sostuvo el expremier británico.
"Pero genuinamente creo que si hubiéramos dejado a Saddam en el poder, incluso con lo que sabemos ahora, tendríamos que lidiar con él, posiblemente en circunstancias en las que la amenaza fuera peor. Finalmente (fue un tema) divisorio y lo siento por ello", continuó con voz ronca.
"Hice lo mejor que pude para unir nuevamente a la gente, pero si me preguntan si creo que estamos más seguros, que Irak está mejor, que nuestra propia seguridad ha mejorado, con Saddam y sus dos hijos fuera del gobierno y del poder, en efecto, lo creo", concluyó.
La investigación de Chilcot, que inició sus sesiones el 24 de noviembre pasado y que fue encomendada por el actual primer ministro, Gordon Brown, anunciará sus conclusiones antes de las elecciones generales en Gran Bretaña, previstas para el 3 de junio próximo.
Fuera del centro de convenciones, al menos 300 manifestantes gritaban "Blair asesino" y "Blair criminal a prisión", al tiempo que enarbolaban pancartas con la inscripción "B-Liar" (Blair/mentiroso).
"La verdadera pregunta que Tony Blair deberá responder finalmente será en La Haya y ante un tribunal de crímenes de guerra", declaró desafiante Andrew Murray, presidente del grupo pacifista Stop the War Coalition (Coalición Detener la Guerra), que convocó a la manifestación.

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