La soledad del Papa

jueves, 1 de abril de 2010 · 01:00

CIUDAD DEL VATICANO, 1 de abril (apro).- La Via della Conciliazione, Via di Porta Angelica y la Via dei Corridori que desembocan en la Plaza San Pedro están llenas de gente a las 10 de la mañana. Como todos los días, decenas de turistas, seminaristas y religiosas de todo el mundo van y vienen del Vaticano. Es miércoles, el día de la semana que el Papa tiene designado para la audiencia general.

Pero este miércoles no es un miércoles como cualquier otro. Es la antesala de la Semana Santa y se espera una gran afluencia.

La seguridad en las inmediaciones no falta. Para poder entrar a la plaza hay que atravesar uno de los 20 arcos detectores de metales que rodean San Pedro, pero afortunadamente no es algo que lleve mucho tiempo, las filas no son muy largas y basta poner las bolsas y mochilas por las bandas de rayos X para pasar. El ingreso se hace en un promedio de 20 segundos por persona. Dicen que cuando estaba Juan Pablo II se podía tardar uno en entrar hasta cinco minutos.

Son casi las 11 de la mañana y la guardia suiza, los carabineros y los policías están religiosamente en sus lugares asignados. Unos cuidando al Papa, otros el lugar y otros a los visitantes que no terminan de llegar. A esa hora ni siquiera se ha llenado a la mitad y la audiencia está por comenzar.

--Disculpe, ¿siempre hay tanta gente?--, pregunta la reportera a uno de los policías que vigila en la Via Porta Angelica.

--¿Tanta?--, responde como si estuviera admirado de la pregunta. Da un vistazo a la calle, trata de ver la plaza y dice: “La verdad que hoy es un día tranquilísimo, es más, ¡hoy no hay gente!”.

Lo mismo dicen las vendedoras de los negocios que hay en la Plaza Pio XII, en frente de la Basílica y la Plaza de San Pedro. “Efectivamente hoy hay poca gente, pero tampoco es nuevo, la afluencia de gente ha estado bajando paulatinamente en los últimos años (…) Quizá sea la crisis”, dice.

La respuesta parece darla sin querer una mujer que entra a la tienda de souvenirs “Ferrante” y pide una medalla con la imagen del Papa. Cuando se la dan, dice: “No, perdón, quiero la del Papa Juan Pablo II”, rechazando la que le acaban de dar con la imagen de Benedicto XVI. La empleada levanta los hombros y sigue atendiendo a los clientes.

“Sembradores de desconfianza”

Pero este día también es especial. Los periódicos publicaron dos noticias que tiene que ver con la crisis que se vive en el Vaticano: La primera, una declaración de los obispos italianos en la que dicen que colaborarán con los magistrados de justicia para desenmascarar a los padres pedófilos; la segunda, que llevarán al Papa Benedicto XVI a los tribunales.

Quien afirma esto último es el abogado Jeff Anderson, de 62 años, desde Nueva York y quien desde 25 años combate los abusos de los sacerdotes en Estados Unidos.

El mismo que descubrió los documentos que demostrarían como Joseph Ratzinger defendió al hostigador de 200 niños sordos.

En entrevista con el corresponsal del diario italiano La Republica afirma: “Mi caso lleva directamente al Vaticano,  y yo espero... no, estoy seguro de que lograré que el Papa se vaya; un tribunal en Oregon ya me ha dado razón. La Santa Sede ha apelado ya a la Corte Suprema”.

“¿Sabía que en Estados Unidos, uno de cada seis niños es molestado por sacertotes?” señala a este diario otro abogado que trabaja con Anderson. Se llama Patrick Noaker y es un hombre que sabe de lo que habla pues lo ha vivido en carne propia, o mejor dicho, sobre la de su hija.

Al corresponsal de La Republica se lo dice: “Ella encontró la fuerza para confesármelo 10 años después. El monstruo era el psicoterapeuta, un exsacerdote, que debió de haber asistido a la muchachita quien había entrado en crisis por el divorcio.

“Por eso debemos hacer todo lo que podamos para parar este horror, llegando hasta Roma porque el mecanismo que hemos descubierto nos lleva hasta allá”, señala Noaker.

Son poco más de las 11 y media del día y la Plaza de San Pedro sigue a la mitad. Hasta adelante están los grupos de pidieron audiencia con el Papa. Han llegado dirigentes de futbolistas, participantes en un torneo de futbol juvenil, jóvenes Scout, personas de un grupo de ancianos, exempleados de la ciudad  de Boloña, estudiantes de España, Francia, Alemania, Austria, Brasil, Estados Unidos, Canadá y Japón, peregrinos de Argentina, Polonia, Lituania, Croacia y Bielorusia y participantes en el encuentro universitario internacional UNIV 2010.

Es el Presidente del Congreso UNIV 2010, Robert Weber, quien deja un comunicado en la sala de prensa del Vaticano donde expresa, a nombre de los participantes del 43° Congreso  Universitario Internacional, su agradecimiento al Pontífice.

“Gracias Santo Padre por estos cinco años de Pontificado, por su ejemplo de servicio y por su ejemplo en la búsqueda de la verdad. Gracias por sus encuentros con los jóvenes; lo decimos en nombre de las millones de personas que han podido escuchar la palabra del Papa en Colonia, Cracovia, Sao Paolo, Loreto, Nueva York, Sydney, París, Yaoundé, Luanda,  Praga... Gracias por su servicio infatigable y por el ejemplo de apertura al diálogo que nos ofrece constantemente para buscar la verdad de las cosas”, señala el comunicado de Robert Weber.

CABEZA

Este miércoles 30 día también es especial porque se recuerdan los cinco años que han pasado desde que Joseph Ratzinger fue electo como el 265° Papa de la Iglesia católica.

“Vemos como muchos toman ocasión de hechos dolorosos para la Iglesia y para el Papa y siembran dudas y sospechas. A estos sembradores de desconfianza queremos decir con claridad que no aceptamos su ideología. Les repetamos, pero exigimos de ellos también el respeto por nuestra fe y el reconocimiento del derecho que tenemos de vivir como cristianos en una sociedad plural.

“También en nombre de todos nuestros amigos y conocidos queremos decirle que estamos con usted, Santo Padre, mediante nuestra oración, nuestro afecto y nuestro trabajo cotidiano... Gracias y muchísimas felicidades por estos primeros cinco años como Vicario de Cristo”, subraya Weber al final de su carta.

Cinco años y una crisis que amenaza con llegar a los tribunales. “Ahora los obispos están dando la sorpresa e intentan no dejar solo al Papa y por eso han anunciado colaborar con las investigaciones”, explica el vaticanista Marco Ansaldo a Proceso.

“Ahora sí reafirman su apoyo a las víctimas de abuso e invitan a las comunidades eclesiásticas a aceptar la verdad de los hechos, asumiendo las consecuencias. Ahora hasta han dicho que se seleccionará de manera muy minuciosa a los candidatos a sacerdotes vigilando su madurez humana y afectiva, además de la espiritual. Es un cambio importante que empiecen a hablar sobre estas cosas”, dice Ansaldo.

Afuera, en las calles del Vaticano los sacerdotes y religiosas que caminan evitan hacer comentarios sobre la más reciente crisis. Escuchan la palabra “abuso” y apresuran el paso. Dicen no estar suficientemente enterados y aseguran que Dios ayudará al Papa a sobrellevar la crisis.

Por lo pronto, en el Vaticano alistan la defensa del Papa y no precisamente con Dios. Según la agencia de noticias AP ya se prepara la estrategia legal con la que la Iglesia católica defenderá al pontífice de la demanda en Kentucky que busca su destitución.

El caso de Kentucky se refiere a tres hombres que dicen haber sido abusados por sacerdotes. La demanda la interpusieron en 2004 contra la Santa Sede por el delito de negligencia por no haber alertado a la policía o al público sobre los sacerdotes que vejaron a menores en este poblado precisamente.

De acuerdo con AP  quien tuvo acceso a la documentación, los abogados se proponen argumentar que el pontífice tiene inmunidad como jefe de Estado, que los obispos estadounidenses que supervisaban a los religiosos abusivos no eran empleados del Vaticano, y que un documento de 1962 no es la prueba decisiva de un encubrimiento.

Jeff Anderson asegura que luchará para que no haya excepciones en la ley y que no haya inmunidad por mucho que sea el Vaticano y por mucho que se trate del Papa.

“Quién sabe si nos toque ver un juicio a un Papa, lo que es cierto es que la Iglesia ha reaccionado muy tarde en los casos de pedofilia y ahora debe enfrentar las consecuencias”, opina Ansaldo.

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