Italia: La precariedad del espectáculo

jueves, 3 de junio de 2010 · 01:00

MÉXICO, DF, 3 de junio (apro).- Los más de cien trabajadores “profesionales pero precarios” que este año, como desde hace siete, llevan a cabo la producción del programa televisivo más visto en la primavera italiana, La isla de los famosos, denuncian los riesgos en su labor y el magro salario que por ello reciben.

“El agua es escasa, se raciona la comida, se duerme a menudo en tiendas de campaña y las bolsas no alcanzan para todos”, acusan.

Pero eso no es todo, pues “los baños son unas letrinas y sólo hay cuatro para 54 personas. La zona en donde trabajamos es insalubre y no hay mosquiteros. Además, los traslados en barco son peligrosos y en muchas ocasiones pisamos el hospital por las consecuencias de los golpes. Todo lo anterior, por 120 euros al día durante cuatro meses sin pago de horas extra”.

El programa de televisión, que reúne a un grupo de “famosos” del mundo del espectáculo en una isla tropical y los pone a realizar pruebas de “supervivencia”, fue visto este año por un promedio de 5 millones de televidentes, ocupando 20% del rating.

         Explican los trabajadores: “Cada año firmamos contratos temporales. Conocemos las condiciones de nuestra labor, sabemos que son difíciles, pero este año se pasaron”.

 

“La isla de los trabajos forzados”

 

El espectáculo televisivo italiano llegó este año a su séptima edición. Realizado en la isla de Corn Island, en territorio nicaragüense, a unos 70 kilómetros de las costas atlánticas del país centroamericano, el programa es realizado por la Radio y Televisión Italiana (RAI), la televisión de Estado italiana que cada año subcontrata la producción del reality.

         Este año, los directivos de la RAI encargaron la tarea a la empresa italiana Magnolia, que a su vez subcontrató a cerca de 120 “técnicos, electricistas, camarógrafos” italianos y a “otra decena de trabajadores locales y dominicanos”.

         Sin embargo, este año los trabajadores italianos, quienes se presentan como “trabajadores free lance, autónomos, pero más bien precarios”, se rebelaron.

Reunidos en la recién nacida Coordinadora de Trabajadores del Broadcast (CLB, por sus siglas en italiano), el 30 de marzo pasado realizaron una denuncia pública a través de las páginas del semanario Espresso que tituló su nota “La isla de los trabajos forzados”.

         En su denuncia, los trabajadores demuestran, con fotos y testimonios rigurosamente anónimos --“por miedo a ser vetados para los siguientes años”--, las precarias condiciones de trabajo a las que son obligados:

“La comida es racionada y se come sólo cuando la producción lo decide; raramente se sirve la carne y si las porciones son demasiado abundantes, el cocinero viene y te quita la comida del plato; los sandwichies son dos rebanadas de pan con un huevo frito en el medio; hay sólo dos bebidas por día y el agua se paga, en un lugar en donde la temperatura rebasa los 30 grados y trabajamos 12, 14 y hasta 16 horas al día”.

         Los transportes son también objeto de denuncia. “Los desplazamientos de una playa a otra de Corn Island duran cerca de cuatro horas y se realizan en lanchas mal equipadas: no hay colchonetas ni salvavidas de protección. Cada semana alguien termina en el hospital por problemas en la cervical”.

         Las dos lanchas de la producción, acusan, fueron “prestadas” por parte de la Armada de Nicaragua. “A veces los militares se rehúsan a salir al mar cuando hay tempestad. En ese caso, la producción alquila un barco pesquero privado, que no tiene permiso para llevar personas. Subimos 30, 40 y hasta 50 personas a la vez, pues quien se niega arriesga el despido inmediato”.

         En otras ocasiones, añaden, los marinos nicaragüenses “mientras nos llevan de un lado a otro” se dedican a su labor de interceptar navíos sospechosos de pertenecer a los cárteles del narcotrafico, poniendo en riesgo la vida misma de los trabajadores.

         Por último, tras indicar que en las denuncias “sólo se señalan los problemas más evidentes”, los trabajadores italianos evidenciaron la falta de respeto de cualquier norma de seguridad, tanto para la labor realizada como para los “famosos” que participan en el programa.

 

Más “accidentes”

 

Stefano Bacci, presidente de la CLB, dijo a la prensa que “fue necesario revelar todo, desafiando inclusive el miedo de perder puestos de trabajo para el futuro. Se trata de (trabajadores) profesionales calificados que operan para programas con presupuestos millonarios”.

         Añadió: “Este caso es un extremo, pero es el fruto de la desregulación que llevó a rebajar los costos de las producciones internas. Los subcontratistas son asfixiados y a su vez explotan de más a los trabajadores”.

         Si bien CLB admite que “la producción antes de que empezara el programa envió un correo electrónico en que explicaba que este año se iba a trabajar en un nuevo lugar y que entonces iba a haber algunas dificultades”, los trabajadores afirman que no pensaban en la situación en la que se encontraron.

En el correo mencionado, la empresa Magnolia advertía a los trabajadores que “no iban a aceptar alguna queja ‘inútil’ y que la cifra ofertada en el contrato iba a comprender cualquier malestar posible”.

         Sin embargo, según CLB, esto significó simplemente que “trataron de adelantarse a las cosas para poder luego actuar en el libre albedrío de la ausencia de reglas, con métodos ilegales y humillantes”.

         Frente a las denuncias, Giorgio Gori, administrador delegado de Magnolia SPA,, salió a responder el 2 de abril:

La isla de los famosos “ciertamente no es un resort, pero otra cosa es hablar de trabajos forzados”. Y añadió el jefe de la empresa subcontratista que “trabajar en el lugar es un poco como ir al frente de guerra y sólo unos verdaderos profesionales, dispuestos a operar en condiciones de objetiva precariedad, pueden enfrentar cuatro meses en la primera línea”.

         Y destacó las condiciones meteorológicas adversas para justificar la falta de comida o de agua para los trabajadores, y aseguró que éstos “son bien pagados y nunca se descuida su dignidad personal”.

         Sin embargo, el 3 de abril un accidente ocurrió durante el programa televisivo.

Mientras millones de italianos miraban a la transmisión, los participantes tuvieron que enfrentar la enésima prueba: lanzarse desde un helicóptero, a una altura de diez metros, al mar de la bahía de la isla.

Al realizar la prueba, los concursantes sufrieron lesiones de diverso tipo, pues el agua medía poco más de un metro de profundidad. El herido más grave fue el actor Luca Ward, quien reportó fractura de dos vértebras y del cóccis. Para él, el riesgo de la parálisis total fue más que suficiente para demandar a la empresa subcontratista y a la misma RAI.

         La avalancha en contra del programa parecía ya no parar. El 7 de abril, Rossano Rubicondi, concursante del reality, reprochó a la conductora la falta de medidas de seguridad. Durante una transmisión en vivo, el también actor demandó seguridad y, con gritos y tonos polémicos, confrontó a la conductora, quien no tuvo más remedio que cortar la intervención televisiva desde Nicaragua.

 

Las reacciones

 

Luego de ver desmentidas sus declaraciones por parte de los hechos, el productor italiano Giorgio Gori organizó lo que la CLB definió “golpe mediatico”.

En un comunicado de prensa, la asociación de trabajadores explica que “antes de cualquier transmisión en vivo, todos, autores, producción, logística, director, director artístico, operadores de audio y video, leemos el guión del programa. El 7 de abril pasado así lo hicimos, pero a mitad de la transmisión hubo una sorpresa”.

         Afirman los trabajadores que de repente observaron a Giorgio Gori reunirse con dos trabajadores, llevarlos a un cuarto separado “y bien resguardado”, y desde ahí trasmitir durante diez minutos una declaración en la que los dos trabajadores, “con la pretensión de representarnos a todos”, anunciaban “que todo va bien en La isla de los famosos”.

         Sorprendidos por dicha acción dictada por “desesperación por un lado y glacial cinismo por el otro”, CLB sacó un comunicado de prensa en el que resume la situación y denuncia que los “trabajadores podemos laborar 30 días sobre 30 días o, en alternativa, 0 sobre 360 cuando el teléfono calla, pues somos trabajadores ‘sobre llamado’ y sobre ‘evento’, cuya duración varía entre medio día y un mes de los grandes eventos”.

         Además, “una tercera parte de nosotros es un fantasma, trabaja en el sector informal, sin nada de prestaciones, ni seguros o contrato”.

         En un promedio del sector que paga 60 euros netos al día, CLB denuncia que existen muchos casos de sueldos de hasta 30 euros.

“Trabajamos sobre todo los días feriados para garantizar a nuestro compatriotas la cobertura de los eventos deportivos sin que esto signifique pago ( de sueldo) extraordinario”, abundan.

         Señalan que “el porcentaje de divorciados/separados entre nosotros es uno de los más altos entre todas las categorías laborales debido, entre otras cosas, a la imposibilidad para nosotros de planificar algo en nuestra vida más allá del ‘hoy’”.

         Después de enumerar las precarias condiciones de su labor, los trabajadores reunidos en la CLB contestan directamente al dirigente de la empresa Magnolia:

“Señor Gori, en lugar de dar ordenes para ese teatrito que fueron las declaraciones en vivo (del pasado 7 de abril), hubiera admitido que había que resolver algunos problemas; habríamos podido encontrarnos, dialogar y establecer reglas y procedimientos certeros, seguros, válidos, compartidos”.

         Y advierten: “¿Prefieren la confrontación? Qué así sea, pero no nos quieran etiquetar con siglas políticas, pues no tenemos partido, sino sólo nuestra dignidad por defender”.

         Finalmente, la CLB declara que luchar hoy por los derechos de sus asociados “significa combatir para que el país haga de la calidad de sus trabajadores y de sus empresas la fuerza que sirve para salir del pantano en la que acabó gracias a la gente que ama los atajos en lugar de las reglas y que no sabe asumir la responsabilidad de sus propios comportamientos”.

 

mav

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