Argentina: País "gay friendly"

lunes, 26 de julio de 2010 · 01:00

La buena infraestructura turística y la falta de prejuicios de gran parte de la población han hecho de Argentina el principal polo de atracción homosexual de América Latina. Ello explica por qué este país fue el primero en el continente en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Existió además un factor político: la presidenta Cristina Fernández y su esposo Néstor Kirchner –aspirante, otra vez, a la presidencia en 2011– impulsaron la Ley de Matrimonio gay para ganar el apoyo, sin costo político, del electorado progresista.

 

BUENOS AIRES. 26 de julio (Proceso).- “Hay putos”. Con esta frase el sacerdote e historiador Francisco López de Gómara sintetizó a mediados del siglo XVI uno de los mayores “hallazgos” que, desde su punto de vista, se habían hecho en el Nuevo Mundo. En su Historia general de las Indias, López de Gómara consignó relatos de los viajeros que habían atravesado el océano Atlántico y registró con preocupación y asco la presencia de la “sodomía” en las tribus indígenas. 

López de Gómara no era el único en horrorizarse de tal modo. En la Europa de los siglos XV y XVI la moral media aborrecía el llamado “pecado nefando contra natura”. Tanto, que en 1497 los Reyes Católicos dispusieron la muerte en la hoguera para los homosexuales.

“Hay putos”, escribió Gómara en 1552... pero se equivocó. “A esa altura de la Conquista ya debió haber dicho ‘había’”, puntualiza el escritor y periodista Osvaldo Bazán, autor de Historia de la homosexualidad en la Argentina. De la Conquista de América al siglo XI, libro que resume siglos de injusticias y que a principios de julio fue utilizado por los senadores del Congreso de la Nación para argumentar por qué, luego de meses de intenso debate, era necesario aprobar una Ley de Matrimonio Igualitario. 

La ley se aprobó. Y por primera vez en cinco siglos Argentina terminó de desterrar, no sólo del discurso social sino también de sus instituciones, la mirada discriminatoria sobre la comunidad homosexual. De ser uno de los tantos territorios de “sodomitas”, Argentina pasó a encabezar el movimiento de igualdad por los derechos humanos más importante del siglo XXI en América Latina. 

El avance ya tiene consecuencias: la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FALGBT) está atendiendo llamados de todo el mundo de parejas que quieren ir a casarse a ese país (para hacerlo deben contraer matrimonio con un ciudadano argentino), los registros civiles ya están recibiendo pedidos de fecha y para el 13 de agosto está planeada la primera boda gay –entre el representante de artistas Alejandro Vanelli y el actor Ernesto Larrese.

“Creo que la ley se dio en Argentina, y no en otra parte, porque se reunieron varias condiciones”, explica a Proceso María Rachid, presidenta de la FALGBT. Enumera: se logró una organización fuerte a escala nacional, había muchos referentes políticos a favor de un consenso (entre ellos, el mismo partido del gobierno nacional, lo que incentivó a las asociaciones gay-lésbicas a continuar la lucha), hubo un gran apoyo de los medios de comunicación (que mantuvieron el tema en la agenda pública) y hubo abogados que presentaron recursos de amparo y jueces que tuvieron la valentía de sostener la idea de igualdad. Finalmente estuvo la idiosincrasia de un país que está abriendo sus mentes desde hace ya varios años. 

“Millones de personas querrán visitar Argentina impulsadas por la sanción de esta ley”, asegura Rachid. “Este verano será muy concurrido, sin duda. El país se está posicionando como un lugar más seguro, donde los homosexuales no se verán expuestos a situaciones de violencia y discriminación”.

 

Cruceros, hoteles y milongas

 

El primer hito argentino en la lucha por los derechos de las minorías sexuales sucedió en 2002. Entonces se aprobó en la ciudad de Buenos Aires la Ley de Unión Civil, normativa que –si bien tenía limitaciones legales– ayudó a que buena parte de la comunidad homosexual internacional eligiera esa capital como destino turístico. 

Desde 2002 se estima que 17.8% de los ingresos por turismo viene del segmento gay. Según datos de la Cámara de Comercio Gay-Lésbica, sólo en la ciudad de Buenos Aires este segmento aportaría cerca de mil 200 millones de dólares anuales. Para llegar a esta cifra hay que tener en cuenta que a Buenos Aires llegan unos 480 mil 600 homosexuales al año, que suelen gastar unos 200 dólares diarios y que se quedan entre 10 y 12 días.

Este dinero va a diferentes áreas del consumo: en la ciudad hay milongas gay (lugares para aprender y bailar tango), futbol gay (aquí tuvo lugar la última edición del Mundial de Futbol Gay) e incluso hay un Ente de Turismo que tiene en su página web una sección denominada “Bue amigable” con información dirigida específicamente a la comunidad homosexual. 

Además, desde Buenos Aires partió el crucero gay Insignia (con 700 personas que, en su mayoría, recorrieron la ciudad antes de abordar) y la capital argentina fue elegida por la cadena de cinco estrellas Axel para invertir 5 millones de dólares en su segundo hotel gay (el primero está en Barcelona). 

“No hay duda de que el país en los próximos meses adquirirá mucha más notoriedad a partir de la ley. En el hotel esperamos que el contingente crezca en la primavera y estalle en el verano”, asegura a Proceso Juan Ignacio Riafrecha, conserje del Axel Hotel, un edificio de 50 habitaciones que recibe entre mil 500 y 2 mil personas por mes. “El 80% de quienes se alojan aquí es extranjero”, continúa Riafrecha. “El resto suele ser gente del interior del país, que viene con la ilusión de poder vivir más libremente en Buenos Aires”.

Riafrecha marca una diferencia necesaria para entender la idiosincrasia argentina. Buenos Aires es una urbe gay friendly, pero el interior es más conservador. 

Una encuesta realizada por la consultora Analogías ayuda a entenderlo mejor: mientras que en la capital 85.8% se definió a favor de la actual Ley de Matrimonio Igualitario, en provincia la aprobación osciló entre 50 y 70%.

Por este motivo sólo 30% de los turistas extranjeros gays visita destinos en el resto de Argentina, aunque se cree que esta tendencia se revertirá con ayuda de la nueva ley. “Todavía existe mucha discriminación en las calles argentinas y hay que seguir trabajando mucho para que ciertas cosas no ocurran”, subraya Rachid. “La discriminación se hace especialmente fuerte con las mujeres, que en general estamos muy invisibilizadas en una sociedad sexista. Pero creo que ahora vamos a ser consideradas de igual modo que los homosexuales varones y que será más sencillo vivir en el interior”.

A pesar de las limitaciones, los más célebres destinos turísticos de Argentina tienen sus circuitos gay friendly. Por ejemplo, en las Cataratas del Iguazú y el Glaciar Perito Moreno existe infraestructura para parejas del mismo sexo. Y en Mendoza hay hasta una tienda de vinos –la Arballo Dubois– que lanzó una línea con la etiqueta “gay wine”.

“La oferta paisajística, turística y cultural argentina es muy rica en comparación con la de otros países de América Latina. Con la sanción de esta ley, sin duda, la mirada se va a polarizar: muchos nos van a ver más abiertos y receptivos y habrá otros que nos verán como degenerados”, asegura a Proceso Armado Kon, dueño de Buenos Aires Gay Travel (BAGT), una de las cuatro empresas que trabajan con el segmento de turismo homosexual. Desde la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario la BAGT percibió un aumento en las consultas desde el exterior.

¿Qué encuentran los turistas gays que llegan a Buenos Aires? Una ciudad que define sus consumos culturales mirando a Europa, que tiene una infraestructura importante, que tiene movimiento cultural los siete días de la semana y que cuenta con un tipo de cambio favorable.

Mariano Garcés, profesor de tango de Baires Folk y organizador del Queer Tango Marathon –evento anual internacional– le da a Proceso una síntesis mejor de todo este fenómeno: “Doy clases de tango en Europa y la visión que tienen de nosotros es que somos un país del Tercer Mundo con cierta seguridad y sin tanta homofobia”.

 

Entre Kirchner y Boy George

 

Hace no mucho tiempo la situación no era tan laxa. Sólo por dar un ejemplo, el Informe Anual Digital presentado en 2006 por la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) destacaba que los “crímenes de odio” dirigidos a miembros de la LGBT se habían duplicado entre gays y se mantenían entre travestis. 

“Cinco años atrás, la Argentina no era nada friendly”, asegura Riafrecha. “Me encuentro sinceramente sorprendido porque finalmente se haya abierto el camino. Ahora bien: aunque estoy plenamente de acuerdo con esta ley, también considero que su aprobación se debió a un capricho de este gobierno por ir contra las instituciones. Y eso no hay que olvidarlo.”

Riafrecha se refiere a los ardides en los que incurrió el kirchnerismo para aprobar la Ley de Matrimonio Igualitario. El principal de ellos consistió en que la presidenta Cristina Fernández se hiciera acompañar en su viaje a China por dos senadoras que iban a votar en contra. Además, se pidió la abstención a los legisladores del Frente para la Victoria (el que llevó al triunfo a Kirchner) que iban a dar el voto negativo. Gracias a esto el sufragio se definió por 33 votos a favor y 27 en contra. 

¿Por qué interesaba al gobierno agenciarse esta conquista social (aun cuando ni siquiera tuvo origen en el oficialismo, sino en el Partido Socialista)? Néstor Kirchner es candidato seguro a las elecciones presidenciales del año próximo. Aunque él y su mujer sostienen posturas alineadas con el catolicismo –por ejemplo, la antiabortista– en este caso los Kirchner sí estaban a favor de la Ley de Matrimonio gay porque con este gesto se metían en el bolsillo a una porción del electorado progresista y lo hacían sin costos políticos (el costo consistió en pelearse con la Iglesia, pero “los K” ya estaban peleados con ella).

Consultado por los ardides dentro de la Cámara de Senadores, el jefe de gabinete de ministros, Aníbal Fernández, argumentó de esta manera: “Ausentarse de una votación es una atribución tan ética como sufragar y abstenerse; son formas de expresión que tienen los legisladores –dijo–. Lo que importa es que el pasado 14 de julio se reconoció a un segmento importante de la sociedad que hasta ahora había sido negado”.

No todos piensan lo mismo. Hace 15 años, interrogado por el avance de los movimientos de orgullo homosexual, el cantante escocés Boy George dio una respuesta que hizo historia: “Yo quiero volver a la vergüenza, a los días de la acción gay subrepticia en callejones oscuros”. Lo que Boy George decía, de un modo políticamente incorrecto, era que las propuestas de integración terminaban con parte de la mística del universo gay. 

Más de una década después, la sociedad argentina le da la espalda a este particular modelo de pensamiento y se perfila de un modo definitivo afuera de callejones y clósets. Para algunos –pocos– eso tendrá sus contras. Para otros –muchos– este es, en América Latina, el comienzo de una sociedad menos injusta.

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