Bombas de racimo: una cuenta pendiente

miércoles, 11 de agosto de 2010 · 01:00

LONDRES, 12 de agosto (apro).- Las peligrosas bombas racimo, utilizadas por, entre otros países, Rusia contra Chechenia, Reino Unido en Kosovo e Irak, Israel en el Líbano y la Franja de Gaza, y Estados Unidos en Afganistán, Kosovo, Laos e Irak, siguen disponibles para su uso en más de 100 naciones, pese a que el pasado domingo 1 entró en vigor una prohibición mundial al respecto, considerada como el tratado humanitario y de desarme más avanzado en más de una década.

Estas bombas –también llamadas cluster-- pueden ser de caída libre o dirigidas, lanzadas desde el aire o desde una superficie, que al alcanzar una cierta altura se abren dejando caer cientos de bombas más pequeñas de alto poder explosivo, incluidas anti-pistas, anti-personas, perforantes e incendiarias.

Estas bombas más pequeñas tienen un rango de error de entre 5 y 30%. En muchos casos quedan enterradas sin explotar, por lo que se convierten en una amenaza mortal, especialmente para los niños, debido a sus formas llamativas como pelotitas de tenis o latas de refresco.

Se estima que en Irak, tanto Estados Unidos como el Reino Unido han lanzado cerca de un millón de bombas racimo.

En Vietnam, la población civil resulta herida o muere a diario como resultado de esas bombas y otros arsenales dejados en el país por Estados Unidos y las fuerzas militares vietnamitas. Según el organismo humanitaria Clear Path International, se estima que hasta 300 personas mueren anualmente por bombas que no habían explotado.

En las décadas de los sesenta y setenta, al menos 270 millones de bombas cluster fueron lanzadas en Laos. Por lo menos un tercio de éstas no explotaron en su momento y se mantienen como una amenaza.

Durante la guerra de la OTAN contra Yugoslavia en 1999, Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaron mil 400 bombas racimo en Kosovo. Un año después de que finalizó el conflicto, más de 100 civiles murieron por la detonación de dichos armamentos. Las bombas racimo no explotadas causaron más muertes de civiles que las minas terrestres.

Israel utilizó estas bombas en el Líbano en 1978 y durante los años ochenta, pero después de dos décadas continúan afectando a Líbano. Durante la guerra de 2006 contra ese país, Israel lanzó un gran número de bombas racimo que contenían hasta 4 millones de municiones. Se estima que un promedio de entre tres y cuatro personas murieron diariamente como consecuencia de las bombas cluster no explotadas.

Desde el pasado domingo 1, 37 países, entre ellos México, Bélgica, Burundi, Francia, Alemania, el Reino Unido y Japón, firmaron y ratificaron la Convención sobre Municiones en Racimo, que prohíbe este tipo de bombas y obliga a los Estados a prestar asistencia a las víctimas, al tiempo que despeja el terreno de este tipo de explosivos.

En entrevista con Apro, Sauro Scarpelli, adjunto de investigación y acción sobre armamento de Amnistía Internacional (AI), afirmó que la organización a la que pertenece  “está muy contenta y apoya el hecho que se haya ratificado esa Convención”.

El 1 de agosto fue “un día histórico, fue un paso único el hecho de que se haya ratificado un tratado que fuerza a los países a poner fin a la producción, uso y almacenamiento de bombas de racimo”, declaró el experto.

Y continuó: “Esto se ha venido trabajando desde comienzos de la década de 1990, y es importante que hayamos llegado a este momento, pero, como usted sabe, no todos los países han firmado, y son sólo 37. Es un largo camino hasta que el resto se sume, pero es un momento muy importante, porque a partir de ahora esperemos que se sumen más países".

Según Scarpelli, como sucedió en 1997 con el Tratado que prohibía las minas terrestres antipersonales, “esta Convención representa una victoria histórica para los activistas de la sociedad civil en todo el mundo, y demuestra que los gobiernos están dispuestos a poner fin al sufrimiento que causan las bombas de racimo a la población civil".

En un documento publicado por Amnistía Internacional el pasado domingo 1, dicho organismo indicó que junto con cientos de ONG, así como víctimas de explosiones indiscriminadas de bombas de racimo, lanzó una campaña para conseguir la prohibición total de este tipo de municiones.

Adoptada en Dublín el 30 de mayo de 2008 y abierta para la firma en Oslo en diciembre de 2008, la Convención prohíbe el uso, producción, almacenamiento y transferencia de municiones de racimo. Pide, asimismo, que en un plazo de ocho años se destruyan los arsenales existentes; que en un plazo de 10 años se despeje de municiones de racimo las zonas contaminadas, y que se preste asistencia a las víctimas de estas armas y a las comunidades afectadas.

Hasta la fecha han firmado la Convención 107 países y la han ratificado 37, entre los que se encuentran exusuarios y productores de municiones de racimo, así como países afectados por estas armas.

El último uso confirmado de municiones de racimo en un conflicto armado fue objeto de condena internacional, cuando tanto Rusia como Georgia las utilizaron en agosto de 2008 en el conflicto sobre Osetia del Sur.  

Recientemente, Moldavia y Noruega han destruido sus últimos arsenales de municiones de racimo, uniéndose a España, que destruyó su arsenal en 2009.

Casi una docena de otros Estados han comenzado la destrucción, incluido Reino Unido, uno de los principales exusuarios y productores de municiones de racimo.

Sin embargo, países de gran envergadura en el mapa internacional, como Estados Unidos o India, se mantienen como los principales productores de las bombas racimo, junto con otras naciones, como Pakistán, de acuerdo con Scarpelli.

"Esperemos que la ratificación de esta Convención sea el puntapié inicial para que se sumen los países grandes como Estados Unidos, India y Pakistán", destacó el investigador de AI.

Por su parte, el grupo Stopclustermunitions.org informó en un documento publicado en Londres que son 76 los países del mundo que aún guardan arsenales de bomba racimo, incluidas las naciones que siguen produciendo dichos armamentos. Entre ellos están Argelia, Angola, Azerbaiján, Bielorrusia, Bosnia, Brasil, Chile, China, Cuba, Eritrea, los Emiratos Árabes Unidos, Irán, Israel, Jordania y Estados Unidos.

El mismo organismo informó que los países que utilizaron las bombas cluster fueron Eritrea, Etiopía, Francia, Georgia, Israel, Marruecos, Holanda, Nigeria, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Sudán, Tayikistán, el Reino Unido y Estados Unidos.

De acuerdo con Stopclustermunitions.org, uno de los países que más ha sufrido por las bombas racimo es Vietnam y, sin embargo, su gobierno se niega a firmar la Convención sobre Municiones en Racimo.

Aunque Vietnam no utilizó, produjo, guardó o transfirió municiones de racimo, sigue muy contaminado por municiones y otros explosivos de guerra que no explotaron tras ser lanzados allí hace más de tres décadas.

Se estima que Estados Unidos lanzó 413 mil 130 toneladas de bombas racimo (4.1 millones de kilogramos) sobre Vietnam entre 1965 y 1973, bombardeando 55 de las 64 provincias y las principales ciudades del país.

Las municiones cluster que han explotado siguen contaminando la mayoría de las provincias vietnamitas y provocan decenas de muertos cada mes, como lo mostró el Ministerio de Seguridad Pública de ese país, que reportó 38 mil fallecidos y 100 mil heridos provocados por minas terrestres y bombas racimo lanzadas sobre Vietnam desde 1975.

Una testigo de ese flagelo, la trabajadora social de una de las regiones más afectadas del país, Huong Thi Nguyen, dio cuenta de las muertes frecuentes de civiles por las bombas racimo. Esos arsenales han tenido un profundo impacto en Nguyen, ya que una de las municiones explotó en 1991, provocando la muerte de su hija de cuatro años, además de que hirió gravemente a su esposo, Kien Le, dejándolo lisiado de por vida.

“Como país afectado, Vietnam debería unirse a la Convención sobre Municiones en Racimo sin excusas”, declaró Nguyen al grupo Stopclustermunitions.org.

“Espero que la comunidad internacional ayude a mi país a limpiar las tierras contaminadas y ponga fin a tanto sufrimiento creado por las bombas de racimo contra los civiles vietnamitas y sus comunidades”, agregó.

Laos, uno de los países más golpeados por las bombas racimo, ratificó la Convención y albergará la primera reunión de los Estados firmantes, del 8 al 12 de noviembre próximo, que buscará sumar más naciones para ratificar el Tratado y poner punto final a uno de los capítulos más negros en el uso de arsenales militares en el mundo.

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