El cumpleaños del líder de la Revolución

sábado, 14 de agosto de 2010 · 01:00

LA HABANA, 14 de agosto (apro).- Fidel Castro Ruz cumplió, este viernes 13 de agosto, 84 años de edad con una lucidez y un activismo político impensables el años pasado, que incluye 290 artículos publicados en el presente año –los últimos dos dedicados a Andrés Manuel López Obrador-- y doce reuniones en un mes con intelectuales, científicos, militares, niños, parlamentarios y políticos de América Latina.

Su reaparición física con camisa o con chaqueta militar; su alocución limpia, lo mismo con científicos del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) de La Habana que con 115 embajadores cubanos; su caminar lento, siempre apoyado de la mano de uno de sus allegados, fue celebrado en las 14 provincias como si fuera el primero o el último de sus cumpleaños.

Mil niños le cantaron el “feliz cumpleaños” y lo vitorearon, mientras partieron un pastel gigante en su honor en el Palacio de Pioneros del Parque Lenin.

En tanto, una centena de conciertos, presentaciones de libros, realización de murales pictóricos, foros con literatos y coros infantiles se realizaba en La Habana o en Santiago de Cuba.

Auque el gobierno de la isla no incluye en su calendario oficial la celebración del cumpleaños del líder de la Revolución, este año el festejo fue en grande, tanto que los medios de comunicación desplegaron una serie de reportajes sobre Fidel Castro. Uno incluyó su estancia en su casa natal en Birán, provincia de Holguín, a unos 750 kilómetros de La Habana.

Desde que reapareció públicamente el 7 de julio, el tema central de Castro fue alertar sobre el peligro de un conflicto nuclear que él prevé como inevitable si Estados Unidos e Israel atacan a Irán.

Se trata, según explicó ante el Parlamento y periodistas de las cadenas Telesur y Venezolana de Televisión, de persuadir al presidente estadunidense Barack Obama de no iniciar el conflicto bélico.

El arranque de la cronología de su retorno se da el 7 de julio en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas en La Habana, justo el mismo día que el cardenal Jaime Ortega informaba públicamente que el presidente Raúl Castro había aprobado la liberación de 52 presos políticos.

Cinco días después (12 de julio), Castro aparece en el programa de televisión “La mesa redonda” para hablar sobre política exterior, pues desde su regreso ha evitado comentar sobre política interna.

El 13 de julio se reúne con investigadores del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, y el 15 hace una visita de familia, acompañado de su esposa, al Acuario Nacional de Cuba.

Un día después interviene ante 115 embajadores cubanos para exponer sus advertencias sobre el peligro de una próxima guerra nuclear.

El 25 y 26 de julio sorprende vistiendo, después de cuatro año, su camisa verde oliva en un homenaje a combatientes del asalto al cuartel de Moncada y al héroe cubano José Martí y, posteriormente, en una reunión con artistas (entre ellos los fundadores de la trova cubana, Silvio Rodríguez y Vicente Feliu), intelectuales y grupos religiosos solidarios con Cuba.

Inicia agosto con el mismo ajetreo como empezó julio. El primer día recibe al canciller chino, Yang Jiechi, mientras su asiento en la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento cubano) queda nuevamente vacío durante la primera sesión ordinaria de 2010.

Un día después decide presentar su libro La victoria estratégica, de 896 páginas, con la cúpula de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del Interior (Minin), algunos de ellos sus compañeros en la Sierra Maestra.

El 7 de agosto, Fidel Castro vuelve a ocupar su asiento de diputado durante la sesión extraordinaria del Parlamento que él mismo solicitó para hablar del peligro de una guerra nuclear.

El 9 de agosto la televisión estatal retransmite una entrevista de Fidel Castro en La Habana con periodistas venezolanos, y el 12 se reúne con la senadora colombiana Piedad Córdoba.

 

Burocracia e inmovilismo, los enemigos

 

“La vez primera que Fidel me habló de tomar el poder fue en 1947. Entonces, Fidel no era marxista, sino un hombre que estaba por la justicia a toda costa y tenía conciencia antiimperialista. Yo me involucré en esas aventuras porque era un muchacho. Éramos una partida de locos, que hacíamos cualquier cosa”.

Así se expresa Alfredo Guevara, uno de los amigos de Fidel Castro desde la época de la Universidad y hoy presidente de la Fundación del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, al hablar sobre el cumpleaños 84 del primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Asegura sin tapujos que los peores enemigos de la Revolución son la ignorancia, la burocracia y el inmovilismo, para luego decir que es preciso tener otra concepción de la dirección económica y de la distribución del poder, “porque poder no es ordeno y mando, sino participación”.

“La Revolución está revolucionada en un sentido, pero debe revolucionarse internamente de un modo más claro, urgente, intenso, calculado, prudente y audaz. Esta extraña combinación es posible”, subrayó Guevara, también de 84 años, en una entrevista publicada en Cubadebate.cu:

--De usted se dice que es una personalidad sagrada de la Revolución --le preguntan.

“Nada de eso, yo lo que soy es fidelista. Cuando no estoy de acuerdo, no me callo y expreso lo que siento. Ahora no puedo discutir con Fidel porque no lo veo, pero lo respeto y sigo desde lejos. Siempre que tuve la oportunidad le he dicho lo que pensaba, y, al mismo tiempo, siempre respeté y respeto su decisión.

“Si se analiza lo que hablo y digo, apreciaréis que todo está dentro de la ortodoxia más herética. Muchas personas que invocan a Marx y a Lenin, tal vez nunca lo han leído. Soy hereje a fuerza de ortodoxo. Cuando la ortodoxia se petrifica deja de serlo y la que lo es parece hereje”.

--¿Cree usted que sus recientes declaraciones preocupen a algunas personas de la alta política cubana? --insiste el reportero.

“Probablemente a algunos, pero seguro que ni a Fidel ni a Raúl. Soy fidelista y raulista en mi pensamiento, y no tengo miedo a hablar porque tengo mucha confianza en mis principios y convicciones y sé que no me equivoco y que, si lo hiciera, bastaría con rectificar.

“Citaré al Che sin exactitud, pero respetando lo esencial de su frase. Él decía: tomemos este camino si nos parece el justo, si lo descubrimos erróneo, habrá que rectificarlo de inmediato. Es un principio ético. No puede haber vacilación cuando se trata de rectificar. O de actuar…”, concluye Alfredo Guevara sin inmutarse.

 

mav

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