Israel-Palestina: La silenciosa diplomacia
WASHINGTON, 3 de septiembre (apro).- Al terminar la ronda de conversaciones entre Israel y Palestina –celebradas el jueves 2 en la sede del Departamento de Estado, en esta ciudad--, el embajador especial de Estados Unidos para Medio Oriente, el exembajador George Mitchell, anunció que el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, se volverán a reunir a mediados de este mes, posiblemente en Egipto, para continuar las conversaciones de paz, y dejó una clave para entender el proceso: “para que estas negociaciones lleguen a buen puerto, deben ser mantenidas en un nivel muy privado”.
En efecto, ese fue el tono, muy “privado”, que prevaleció en el encuentro que Netanyahu y Abbas mantuvieron en Washington, forzados por la mano del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Fuentes diplomáticas en Washington confirmaron a Apro que los dos líderes se reunieron durante una hora y media, estrictamente a solas, y que hablaron entre ellos en inglés.
“¿Quién pudiera ser una mosca en la pared”, para escuchar lo que ellos conversaron, bromeó el diplomático, dando a entender que el contenido de la charla fue mantenido alejado de la mayoría de los colaboradores de Netanyahu y Abbas y de las delegaciones que participaron en las conversaciones.
“Nadie sabe de lo que hablaron” durante esa hora y media, indicó la fuente.
Abbas, el antiguo miembro de al Fatah que durante años jugó la contraparte “moderada” del histórico líder palestino Yasser Arafat, y que ahora mantiene esa posición que parece estar dándole algunos resultados en Cisjordania; y Netanyahu, el duro pragmático a quien los israelíes ven, en este momento, como el único político capaz de alcanzar logros concretos en cualquier terreno, “se conocen desde hace años, no necesitan ‘romper el hielo’ durante una reunión” de este nivel, explicó el diplomático.
“Sonrientes y relajados”
De la entrevista del jueves 2, señalaron fuentes complementarias, Abbas y Netanyahu salieron “sonrientes y relajados”, pero está claro que –admitieron esas fuentes-- “no es fácil recuperar la confianza” entre israelíes y palestinos después de años de marchas y contramarchas en el espinoso camino hacia un acuerdo definitivo de paz que permita la existencia pacífica de dos Estados.
En ese sentido, la reunión de Washington, que se abrió marcada por un desmesurado optimismo estadunidense y una fuerte cautela que llegó desde Medio Oriente, pareció confirmar, en cierta manera, el escepticismo de muchos comentaristas. Es que israelíes y estadunidenses estarían buscando que sean los palestinos los encargados de pagar la mayor parte del precio de la posibilidad de que las conversaciones avancen.
Una fuente senior de la delegación de Abbas, consultada por el diario israelí Haaretz, admitió que –durante el encuentro en Washington-- el gobierno de Estados Unidos “renovó su presión” sobre la ANP para que mantenga esta ronda de conversaciones con los israelíes “incluso si se renueva” parte de la construcción de nuevas viviendas en los asentamientos judíos en los territorios ocupados.
Israel impuso un congelamiento unilateral de la expansión de las colonias hasta el 26 de septiembre, pero altos funcionarios del gobierno y militantes radicales de los asentamientos, advirtieron que la construcción seguirá adelante cuando se cumpla ese plazo. La fuente citada por Haaretz alertó, por su lado, que Abbas no está en condiciones de aceptar semejante concesión, y que –si la presión continúa-- “se verá forzado a retirarse de las conversaciones”.
“Es políticamente imposible” que Abbas acepte la renovación de la construcción de viviendas en los asentamientos, por un lado, y siga adelante con las conversaciones “directas” con los israelíes, por el otro, señaló la fuente palestina.
Precisamente, la condición de “directas” que se le adosó a estas conversaciones en Washington, despertó fuertes críticas de parte de expertos palestinos. “Incluso si participantes involuntarios como Egipto, Arabia Saudita y Jordania proveyeron la cobertura árabe requerida para que la reunión tuviera cierta seriedad y peso –dijo Larbi Sadiki, de la Universidad de Exeter y columnista de Al Jazeera--, ellos no brindan la legitimidad que las conversaciones necesitan de manera desesperada”.
Por lo pronto, de las conversaciones del jueves 2 no participó obviamente Hamas, el grupo radical islámico en el poder en la Franja de Gaza. Y, el viernes 3, el gobierno iraní calificó a Arabia Saudita, Jordania y Egipto de “traidores” a la causa palestina justamente por hacer acudido a la capital estadunidense.
“El valor real de las conversaciones de Washington queda por ser visto, y no será mucho”, dijo a Apro el diplomático estadunidense Edward Peck, quien fue director del equipo antiterrorismo de la Casa Blanca durante la presidencia de Reagan. “Israel puede hacer lo que quiera, pero no se puede decir lo mismo de los palestinos”, añadió Peck, quien recientemente participó de una flotilla de ayuda humanitaria para Gaza que partió desde Grecia.
Según el diplomático retirado, Obama “no puede sacarle ninguna concesión a Netanyahu, quién ciertamente reconoce eso, y lo más problemático es que justamente el primer ministro israelí es el único participante de esta tanda de negociaciones que está en condiciones de dar algo significativo”.
Pero, “ni el Congreso ni el partido demócrata permitirán el uso de amenazas, del tipo de un recorte de la provisión de armas” para torcer la voluntad de Netanyahu. “E, incluso si eso ocurriese –que no va a ocurrir-, el premier israelí seguirá haciendo lo que quiera porque nadie puede detenerlo”, añadió.
En cambio, las fuentes diplomáticas consultadas por Apro aseguraron que tanto Abbas como Netanyahu llegaron a Washington concientes de que están frente a “una oportunidad” para hacer avanzar las negociaciones de paz. El primer ministro israelí, añadieron, “es muy serio” en sus intenciones esta vez y ya empezó a discutir con Abbas, “a grandes rasgos”, los principales elementos de las conversaciones para que se llegue a la creación de un Estado palestino y se garantice la seguridad de Israel.
“Están afrontando los asuntos uno por uno”, precisaron las fuentes, que pidieron mantener el anonimato. Los dos líderes se comprometieron a seguir adelante “a pesar de cualquier provocación que pueda surgir en los próximos días, semanas o meses”, mientras se espera la segunda reunión de esta tanda de negociaciones para entre el 14 y el 15 de septiembre.
Reclamos y concesiones
Según se pudo saber en la sede del Departamento de Estado --que estuvo custodiada por un cordón de seguridad de bajo perfil y en cuyo frente se manifestaron algunos grupos palestinos contrarios a las conversaciones y de judíos religiosos extremistas que rechazan desde un punto de vista bíblico la existencia Palestina--, los palestinos dieron a entender que mantienen en su agenda una serie de reclamos básicos y algunas concesiones para que el proceso siga adelante.
Por ejemplo, confirmaron que están dispuestos a moderar el reclamo de derecho al retorno de los refugiados palestinos que en 1948 escaparon del territorio israelí durante la guerra de independencia. Abbas habría dicho en Washington que acepta que los refugiados permanezcan en sus países de adopción o se muden a un Estado palestino y, a cambio, algunos miles obtendrán la ciudadanía israelí como “gesto de buena voluntad”.
También aceptaría que algunos barrios de Jerusalén oriental queden bajo soberanía israelí, pero no podrá afrontar a la opinión pública palestina si cede todo el territorio de la Ciudad Santa y no pide para su país una parte de ella –en especial aquella que aloja lugares islámicos sagrados como la explanada de las mezquitas-- para erigir allí la capital.
Otro proceso de toma y daca se reactivó en la capital de Estados Unidos, y se refiere a los asentamientos judíos. Abbas habría confirmado que está disponible para un intercambio, en muchos casos obligados. De todas maneras, un escollo muy importante aparece en el horizonte: la ciudad judía de Ariel, un enclave urbano enorme, de casi 17 mil habitantes, instalado en el medio de Cisjordania.
Otra concesión de Abbas sería aceptar el reclamo israelí de que un eventual Estado palestino nazca “desarmado”, sin fuerzas militares y custodiado por tropas de la OTAN. Eso sí: no aceptará la presencia en su territorio, una vez declarada la independencia, de soldados israelíes.
Las delicadas características de estas negociaciones, en las que los palestinos llevan las de perder, pero aparecen dispuestos a sacrificar muchos reclamos con tal de poder declarar la independencia, confirman la pertinencia de las palabras de Mitchell. Sería imposible llevar a cabo estas negociaciones en voz alta sin enfurecer a la opinión pública árabe, que no quiere saber nada con este tipo de concesiones asimétricas en favor de Israel.
Además, el silencio debería servir –especulan los diplomáticos estadunidenses- para no “dar excusas” a los grupos radicales para intentar sabotear el proceso. Los líderes de los asentamientos judíos ya dijeron que están listos para reanudar las construcciones del 26 de septiembre, y del lado palestino, Hamas y otras organizaciones advirtieron que nuevos ataques están en plena etapa de preparación.
“El proceso, si bien es difícil, plagado de obstáculos y complicado –explicó Peck--, tendrá muchas menos chances de alcanzar el éxito si el público se entera de lo que se está discutiendo”.
Peck reconoció que una falta de discreción “brindará a aquellos que están en contra de las propuestas que se discuten, o que podrían ponerse en contra, la libertad de movimiento necesaria para montar un ataque o reforzar sus críticas”.
“La diplomacia se conduce mejor a puertas cerradas”, concluyó.
Mr
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