Sudán: El nacimiento de una nación

viernes, 7 de enero de 2011 · 01:00

JARTUM, 5 de enero (apro).- El 9 de enero el país más grande del continente africano llevará a cabo un referendo en el que los habitantes de la región semiautónoma del sur decidirán si obtienen su independencia del norte o si preservan, como lo han hecho desde que Sudán se independizara del Reino Unido en 1956, un estatuto, con mayores libertades, dentro de un estado federal gobernado desde Jartum.

A escasos días de celebrarse el anticipado ejercicio electoral, la vida tanto en esta ciudad como en Juba, la capital de facto de Sudán del Sur, apenas puede escapar a las expectativas generadas por el virtual nacimiento del país más nuevo del orbe. 

“Sin que nos demos cuenta, la historia habrá cambiado para siempre y lo más triste de todo es que no podemos hacer nada al respecto”, afirma con un tono de voz melancólico Saa’id Ibrahimi, un octogenario y desdentado taxista en las inmediaciones del zoco libio, uno de los mercados más grandes de la capital sudanesa.

Ibrahimi alude a lo inevitable del futuro de su país. Un futuro que si bien la mayoría coincide será favorable a la independencia --a uno y otro lado de la aún disputada frontera entre sur y norte, salpicada de yacimientos energéticos--, genera gran ansiedad.

De acuerdo con las previsiones para el 2011 del despacho de consultoría política estratégica The Economist Intelligence Unit, el resultado del referendo en Sudán será “inevitablemente” favorable a la independencia del sur.

Dicho esto, el reconocido think tank británico advierte que el verdadero reto a vencer vendrá una vez anunciado el resultado cuando la implementación del mismo ponga a prueba la viabilidad de un país dividido étnica y políticamente, sumido en la pobreza, carente de infraestructura y sumamente dependiente de su relación con el norte.

“Lo único que pido a Dios es que después de votar a favor de la merecida independencia en Sudán del Sur podamos encontrar finalmente la paz”, confiesa prudente James Nyadak al salir de la misa de gallo convocada por el arzobispo de Jartum en la catedral católica de San Marcos.

Nyadak, un sureño que al igual que muchos de sus compatriotas vive afincado desde hace años en el norte como parte de la migración económica consecuencia de décadas de conflicto armado, volvió a Juba días antes de terminar el 2010 con el propósito de ejercer su derecho a votar en el referendo y “por cualquier eventualidad”, ante la incertidumbre que genera el Sudán posterior al domingo 9 de enero.

Es poco probable que el gobierno comandado por el general Omar Al Bashir, quien se hizo con el poder a través de un golpe de Estado hace una veintena de años, se oponga a los resultados del referendo.  “Así lo indican los problemas acarreados por el irresuelto conflicto en Darfur y las acusaciones en  contra de Al Bashir por genocidio y crímenes contra la humanidad giradas por la Corte Internacional de Justicia”, afirman fuentes diplomáticas occidentales afincadas en Jartum.

El dilema estriba en los retos que el incipiente régimen del sur habría de enfrentar.  

La región de Abyei, situada entre el norte y el sur y que cuenta con recursos energéticos abundantes, es un claro ejemplo de ello. Después de la firma de los acuerdos de paz de 2005, que dieron origen al gobierno de coalición que ha dirigido al país desde entonces y sentaron las bases del referendo independentista, la pertenencia de Abyei quedó pendiente. No sólo porque la explotación de sus recursos, reclamados por el sur, depende de la infraestructura y del dinero del norte, sino porque sus habitantes, divididos entre las etnias Dinka (cristiana, negra y mayoritaria en el sur) y Misseriya (musulmana, árabe y con raíces nómadas en el norte) tienen opiniones diametralmente opuestas sobre su eventual pertenencia nacional.

Por ello el futuro del Sudán es incierto y no necesariamente carente de conflictos incluso más allá del referendo programado para este domingo 9.

 

Wikileaks a la africana

 

En octubre de 2008 un carguero con 33 tanques de guerra dirigido a las costas de Kenia fue capturado por piratas somalíes en aguas internacionales del Océano Índico. El incidente provocó una sonada movilización por parte del gobierno keniata el que argumentaba que la carga, proveniente de Ucrania, estaba destinada para engrosar el arsenal militar de su Ministerio de Defensa.

Sin embargo, de acuerdo con cables diplomáticos firmados por el embajador de Estados Unidos en Nairobi y hechos públicos por WikiLeaks a fines de 2010, el verdadero destinatario del cargamento era el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLM por sus siglas en inglés), a cargo del gobierno de Sudán del Sur, y a cuyo nombre el gobierno de Kenia habría gestionado el envío.

Las revelaciones hechas por la organización de Julian Assange han causado una fuerte polémica en el país sobre todo por la inminente celebración del referendo independentista en el sur, cuya autonomía, se presume y ahora evidencia, es fuertemente apoyada por Kenia, la principal economía del este de África, así como varios de sus vecinos, entre ellos Uganda y Etiopía. 

 

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