Revolución en vivo vía internet

martes, 11 de octubre de 2011 · 11:57
NUEVA YORK (Proceso).- Usan la máscara del personaje anarquista de V de Vendetta, la novela gráfica de Alan Moore. Demandan equidad, saneamiento financiero y empleos bien remunerados. Exigen regulaciones que impidan la manipulación de la economía por parte de la plutocracia. Sus reclamos tienen voz pero no rostro. Algunos de sus lemas: “Detrás de nosotros, estamos ustedes” o “Somos el 99 por ciento”. En sus protestas ondean banderas estadunidenses que en vez de estrellas tienen los logos de Visa, Coca-cola, Wal-mart, Exxon, Chevron, Apple, Microsoft, Google, Lilly, CNN, Fox, American Express, Starbucks… El pasado 17 de septiembre, el colectivo Adbusters –una red global de activistas y artistas independientes– y Anonymous convocaron en las redes sociales a realizar un campamento en el distrito financiero, en el sur de Manhattan. El mensaje decía: “Nos comprometemos a poner fin a la adinerada corrupción de nuestra democracia. Únete”.   Parque Zuccotti   Comenzaron en silencio. Con velas encendidas se colocaron en las calles que rodean al edificio que aloja a la Bolsa de Valores. Un centenar de jóvenes encendían y apagaban las velas como si asistieran a un funeral. Atemorizados por la policía, marchaban por la banqueta. Los manifestantes acamparon esa noche en el parque Zuccotti, a un costado de la Zona Cero, donde han establecido su centro de operaciones. “Cuando el capitalismo se pone al servicio de un orden injusto tenemos derecho a pedir un cambio mediante la resistencia. Y este movimiento toma el ejemplo de los jóvenes de Chile, España y Medio Oriente”, dice a Proceso Nick Morris, de 20 años y quien se asume como miembro de Anonymous. Es optimista. Afirma que el movimiento permanecerá hasta diciembre. En el centro de la plaza, una decena de jóvenes monitorea en sus computadoras lo que pasa en el ciberespacio. Actualizan estatus, suben mensajes e imágenes. Transmiten en vivo las marchas y los discursos. Nick sostiene que la tecnología debe servir para expandir el conocimiento, no para controlar las mentes. El inventario en una de las mesas lo confirma: lectores de tarjetas de memoria, cámaras fotográficas, de video; a la izquierda, ensayos políticos “sediciosos”, letras de canciones disidentes. En el centro, pantallas de computadoras con líneas de mensajes en Twitter y Facebook; entre ellos chatean en IRC, un protocolo de comunicación que permite el anonimato. Aunque es un movimiento germinal, sin líderes y con contornos difusos, ellos son provisionalmente insurgentes virtuales llenos de hastío. Consideran superada la dialéctica republicanos-demócratas, derecha-izquierda. “Todos van a hacer lo mismo, todos están al servicio de los grandes bancos y corporaciones trasnacionales”, dice Nick, quien hace a un lado su máscara para revisar su timeline en Twitter. “Esta vez, la revolución es en vivo por internet”, asegura. Los organizadores tienen encuentros en el ciberespacio. Un lugar que goza de propiedades divinas: es impalpable, trascendente y omnipresente. Cualquiera puede formar parte de Anonymous, cualquiera puede entrar cuando quiera y sumarse a la conversación en sitios como whyweprotest.net o occupywallst.org. El suelo del parque Zuccotti ha sido tapizado con mensajes en pedazos de cartón: “Capitalismo es crimen organizado”, “El trabajo es un derecho, el capitalismo no funciona”, “Deuda es esclavitud”, “Sólo la oligarquía conoce la democracia”, “Quiten su dinero de nuestro gobierno, ¿no estás molesto ciudadano?”, “Revolución pacífica”, “Construyamos la utopía”, “Hoy es un buen día para la revolución”. En los días siguientes, muchos de ellos fueron arrestados por usar máscaras y pañoletas en la cara. La ley prohíbe ocultar la identidad en las manifestaciones. Esa legislación “antimáscara” fue creada en 1845 a fin de paliar los levantamientos de los campesinos contra sus arrendatarios. Eso no amainó las protestas. El 26 de septiembre, Noam Chomsky, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts y uno de los principales detractores de las políticas económicas de Estados Unidos, se solidarizó con el movimiento mediante una misiva: “El comportamiento gangsteril de Wall Street ha instaurado un círculo vicioso que ha concentrado inmensa riqueza (...) en un minúsculo sector de la población –una fracción de 1%– mientras el resto crecientemente se convierte en lo que a veces se llama ‘un precariato’ –intentando sobrevivir en una existencia precaria–. También realizan estas terribles actividades bajo casi completa impunidad. No sólo son demasiado grandes para dejarlos caer, también son demasiado grandes para encarcelar”. La carta, dada a conocer en el sitio occupywallst.org, califica de “valientes y honorables” las protestas. “Deberían servir para traer esta calamidad a la atención pública y llevar a esfuerzos dedicados a sobreponerse a ellos y colocar a la sociedad en un camino más saludable”, finaliza Chomsky. Ese mismo día, el cineasta Michael Moore visitó el campamento y demostró sus simpatías con el movimiento. “Estamos contra la avaricia y ese 1% que se queda con nueve pedazos de pizza mientras 99% tiene que pelear por la última. Es un crimen absoluto que 46 millones de personas vivan en la pobreza. ¿Dónde está la rabia? ¿Dónde está la sublevación? Está empezando, está ahí abajo, en Wall Street. Alguien tenía que empezar a hacer algo y eso es lo que estos jóvenes están haciendo. Y se va a extender por todo el país”, dijo Moore durante una entrevista en el programa Piers Morgan tonight, en CNN.   Cifras del desempleo   Desde que se agudizó la crisis durante los últimos meses en Estados Unidos, la tasa de desempleo no ha bajado de 9%. Cerca de 14 millones de personas no tienen trabajo desde hace seis meses, según cifras del Departamento de Estudios Económicos de la Brookings Institution. Por su parte, la revista The Economist asegura que más de 18% de los menores de 25 años están sin trabajo. El artículo “Los desempleados jóvenes”, publicado el 10 de septiembre, asegura: “Tener un título universitario aumenta las posibilidades de empleo, pero el desempleo entre los graduados universitarios en Estados Unidos es el más alto desde 1970”. Megan, una activista de 25 años que acampa en el parque dice a este semanario: “La mayoría de nosotros estamos sin trabajo y el gobierno prefiere rescatar a los bancos; ya no se puede respirar el aire y cada día los alimentos son más caros. Mi vida sólo vale para unos pocos, pero no para la democracia ni para la avaricia corporativa... ellos nos han arrebatado la vida”. Los indignados habían pasado inadvertidos para los medios estadunidenses hasta que el sábado 1 tomaron el puente de Brooklyn. La policía arrestó a 700 personas por bloquear el tránsito durante cuatro horas. Por la noche fueron liberados. Poco a poco, los indignados han adquirido la simpatía de sindicatos o grupos de corte socialista, entre ellos el gremio de transportistas TWU, que presentó una demanda contra la policía y la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey por obligar a sus conductores a transportar a unos 700 activistas detenidos en el puente de Brooklyn. El jueves 6, el campamento cumplió 20 días. La indignación ya había hecho eco en al menos mil 429 ciudades del mundo, según el sitio web occupytogether.org donde han convocado a hacer una gran protesta mundial el próximo sábado 15.
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