Cambio climático: Durban, pocas expectativas
MÉXICO, D.F. (apro).- La cumbre mundial climática que inicia este lunes 28 en la ciudad sudafricana de Durban muestra un panorama de resultados discretos, en el cual no aparecen compromisos obligatorios de reducción de gases contaminantes ni un nuevo acuerdo global para salvar el ambiente.
Luego de la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16) llevada a cabo en Cancún del 28 de noviembre al 9 de diciembre de 2010, han persistido las divergencias entre los bloques de países desarrollados y en desarrollo en torno a las metas de reducción de gases de efecto invernadero (GEI) y a los fondos para financiar las medidas para enfrentar el fenómeno climático.
“Persisten las tensiones observadas desde la COP en Dinamarca (2009). Lo que se busca ahora es llegar a un acuerdo intermedio paralelo. Es parte de lo que se discutirá en Durban. Un debate que vamos a observar es la discusión de acuerdos intermedios, que se mantenga Kyoto y se establezcan obligaciones a economías emergentes, aunque la figura no está definida”, explica Apro Jorge Villarreal, coordinador de Proyectos de la oficina para México y Centroamérica de la Fundación Henrich Böll.
Los Acuerdos de Cancún estipularon que no habría una brecha entre el primer y el segundo periodo de cumplimiento del Protocolo de Kyoto, vigente desde 2005 y que expirará el 31 de diciembre de 2012.
En las rondas de negociación realizadas este año en Bonn, Bangkok y Panamá no se destrabó el tema. Las naciones opositoras a la reformulación del tratado --Japón, Canadá y Rusia--, no cambiaron de óptica ni Estados Unidos mostró interés en adherirse al convenio (ese país estadunidense no forma parte del Protocolo).
El tratado de Kyoto estipula la disminución de GEI y obliga a los 37 países más desarrollados que lo ratificaron, incluidos en su Anexo I, a bajar sus emisiones en al menos 5.2 por ciento para 2012, respecto de los niveles de 1990.
“Lo que se está buscando es que haya un avance en el plan de acción de la COP 13 de Bali (2007) y que también haya un avance en el Acuerdo de Cancún. Los grandes temas que ambos cubren son mitigación, adaptación, transferencia de tecnología, desarrollo de capacidades y financiamiento. Están prefiriendo llevar la discusión hacia una instrumentación de lo que se acordó en Cancún. Se ve cada más difícil que haya una segunda etapa de Kyoto”, dice a Apro Hilda Martínez, gerente de Cambio Climático y Calidad del Aire del Centro de Transporte Sustentable (CTS), que enviará a un representante a la cumbre.
Si el objetivo de Cancún era salvar las negociaciones internacionales luego del desastre de la COP 15 en la capital danesa de Copenhague, el propósito de Durban es decidir la forma del contenido de su predecesora mexicana.
En Cancún, Estados Unidos y Canadá asumieron una meta voluntaria de contraer sus emanaciones en 3% entre 2012 y 2020 partiendo de los niveles de 1990; la Unión Europea entre 20 y 30%, Japón 25% y Rusia, entre 15 y 25%, tasas que sumadas alcanzan entre 13 y 17% hasta 2020.
Sin embargo, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas estima que es necesaria una retracción de entre 25 y 40% para mantener el elevamiento de la temperatura en 2 grados centígrados, como lo reconocieron los Acuerdos de Cancún.
Durante las negociaciones los países “intentaron rechazar los acuerdos asumidos. Si en Durban se logra que agenda de Cancún siga adelante, eso puede ser un avance”, indica Martínez.
El Protocolo de Kyoto puede perdurar más allá de 2012, pero sin metas de reducciones obligatorias “es un cascarón vacío”, dice Villarreal.
La Agencia Internacional de Energía calculó las emisiones de dióxido de carbono en unas 30.6 gigatoneladas en 2010, una cifra récord.
Fondos lentos y atorados
A pesar de su bajo número en Durban, los activistas mexicanos que están presentes en la 17 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17) quieren centrar su atención en la entrega de fondos para la adaptación y la mitigación de los efectos del fenómeno climático, el respeto a los derechos humanos y la inclusión de la perspectiva de género.
Un tema que subirá la temperatura de Durban gira en torno al diseño del Fondo Verde para el Clima, pautado en Cancún y que establece una dotación anual de 35 mil millones de dólares en 2012 y de 100 mil millones para 2020.
A lo largo del año un Comité de Transición (CT), compuesto por siete representantes de naciones latinoamericanas, igual número de África y de Asia, dos de los estados insulares, dos de los países menos adelantados y 15 del bloque industrial, trabajó en un borrador que será analizado y votado durante la COP 17.
Pero el CT, que debatió temas como la gobernanza, colocación de recursos, balance entre adaptación y mitigación, fuentes de financiamiento y nuevas fuentes, entregó a la Convención un documento sin consenso, especialmente debido a la negativa de Estados Unidos y Arabia Saudita a endosarlo.
Estados Unidos basó su oposición al borrador del Fondo Verde en la relación de éste con la Convención, su figura legal y el papel del sector empresarial en el esquema financiero.
Por su parte, Arabia Saudita se ha opuesto por la ausencia de las prioridades de los países en desarrollado, como la alimentación del Fondo, y de las medidas de respuesta (el costo de la diversificación de las economías de las naciones productoras de petróleo).
“Está pendiente el financiamiento a largo plazo, aún no hay mecanismos que definan la provisión de fondos. Y tampoco la línea y escala de éstos que serían sobre los 30 mil millones ofrecidos para 2012”, describe Villarreal, quien le dio seguimiento a las sesiones del Comité Técnico.
Ese grupo transferirá el control del fondo a un Comité Permanente, formado por 24 representantes de naciones en desarrollo y desarrolladas, y que será responsable de la ejecución del esquema y supervisará el destino del dinero. El Banco Mundial administrará los recursos durante los primeros tres años, bajo los lineamientos de la Convención.
“El primer punto que queremos ver son garantías en el Fondo verde y la cooperación a largo plazo es que se respeten los derechos humanos en el diseño de la arquitectura financiera, que los proyectos no vayan en contra de cualquier derecho humano. Por ejemplo, que se financie agrocombustibles o aquellos proyectos que tengan un impacto negativo en alguna población en particular, por ejemplo la generación de metano de granjas porcícolas que contaminan cuerpos de agua”, plantea Villarreal.
El delegado de la Fundación Böll también citó que el Fondo Verde debe tener “criterios equitativos en la selección de los proyectos, que consideren la capacidad y la vulnerabilidad de los países al momento de asignar fondos”.
De los 30 mil millones de dólares comprometidos desde 2010 por los países industrializados para acciones de adaptación y mitigación sólo se han entregado 8 mil 585 millones, de los cuales casi 85% ha sido destinado a la mitigación, según estadísticas del británico Instituto para el Desarrollo Extranjero (ODI, por sus siglas en inglés).
Las ONG temen que la crisis económica mundial, que inició en 2008 y amenaza con agravarse en 2012, limite las aportaciones de los países desarrollados.
Las mujeres al frente
Las organizaciones quieren también que el financiamiento tome en cuenta a las mujeres. “Queremos meter criterios de paridad en la estructura institucional, que las mujeres estén en la toma de decisiones, que la perspectiva de género esté integrada de forma transversal y que las mujeres sean un grupo objetivo muy específico tomando en cuenta el impacto diferenciado del cambio climático”, refiere a Apro Emilia Reyes, de la organización Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y Familia.
Esa ONG forma parte de la coalición Organización para el Ambiente y Desarrollo de las Mujeres (WEDO por sus siglas inglesas), presente en Durban.
En el mundo las mujeres padecen más y de forma diferente los embates del cambio climático. Sin embargo, tienen acceso limitado al financiamiento de adaptación y mitigación.
“En temas como bosques, energía, agua, espacios rurales, la constante es que el impacto está mucho más visible cuando hay desigualdad de género, de pertenencia étnica y de clase social, y las mujeres están teniendo impactos claros y graves. Cuando las medidas no tienen perspectiva de género, estos grupos tienen menor acceso a las medidas que se estén instrumentando”, resalta Reyes.
Las organizaciones de mujeres quieren que el Comité Permanente del Fondo Verde y el Comité Ejecutivo, de 20 miembros, responsable del Centro de Tecnología del Clima, una instancia clave para el diseño y transferencia de tecnología contra el cambio climático.
Reyes reconoce que “la falta de acuerdos puede perjudicar la agenda de género. Nos preocupa mucho, porque los países o se comprometen o no se definirá el futuro inmediato y a largo plazo”.
Debido a que el transporte genera 23% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2), el CTS espera que esa actividad tenga relevancia en la COP 17.
“El tema de transporte es un poco complejo. En las negociaciones se incluyó en el tema de energía. Ha sido difícil” por la medición, verificación y registro de emisiones, que se facilita más en otros rubros, como la agricultura, los bosques o la actividad industrial.
El Acuerdo de Cancún permite a los países registrar las políticas nacionales de mitigación y adaptación al cambio climático (NAMA, por sus siglas en inglés) ante la Convención y así optar para financiamiento y apoyo técnico. De las 43 políticas presentadas ante la Convención, 28 se relacionan con proyectos de transporte.
Cinco organizaciones difunden la iniciativa “Cerrando la brecha” para conectar el transporte y el fenómeno climático, así como construir estrategias que sumen el transporte terrestre sustentable en las negociaciones climáticas.
“Creemos que las NAMA puedan ayudar a que el transporte tenga más visibilidad y que haya proyectos más enfocados a transporte. Lo que tenemos que hacer es evitar viajes innecesarios, cambiar a viajes no motorizados, usar transporte mixto y moverse en modos más eficientes. Además, introducir tecnologías más eficientes y más limpias, para reducir las emisiones”, recomienda Martínez.