Chile: Bebés en peligro

jueves, 3 de febrero de 2011 · 01:00

VALPARAÍSO, 3 de febrero (apro).- Recién nacidos en Chile padecen la desprotección de las autoridades de salud y sufren intoxicaciones por el consumo de alimentos y fármacos producidos por empresas trasnacionales.

Nestlé vende alimentos para bebés que contienen restos de pesticidas en dosis que resultan perjudiciales para su salud, sin que el Estado de Chile supervise estos productos ni establezca límites a su uso.

Por otra parte, el Ministerio de Salud está aplicando masivamente vacunas, adquiridas a grandes empresas farmacéuticas, que contienen altas concentraciones de mercurio.

Y para agravar más la situación de los menores, el presidente Sebastián Piñera ha dado muestras en los últimos días de que no cumplirá con la que fue una de sus principales promesas de campaña: entregar una licencia laboral postnatal de seis meses para las madres de los recién nacidos.

 

Nestlé, cuestionada

 

El escándalo estalló el 27 de diciembre pasado. Ese día la Liga Ciudadana de Consumidores (LCC) dio a conocer que el prestigiado Laboratorio Andes Control detectó Iprodione --fungicida tóxico de uso agrícola-- en tres de cinco envases de colados Nestlé. Estos fueron adquiridos en un supermercado Jumbo de Las Condes (Santiago), el 5 de diciembre pasado.

Los análisis se hicieron en el contexto de una investigación financiada por la LCC a productos masivos usados por niños y ancianos.

Según informó la LCC, mediante un comunicado emitido ese 27 de diciembre, los valores encontrados en los colados de ciruela-pasa y durazno son 0.04 mg/kg y 0.08 mg/kg, respectivamente. Estos valores sobrepasan en 400 y 800% los límites máximos establecidos como aceptables para residuos de pesticidas en alimentos infantiles, según la norma de la Unión Europea, que es 0.01 mg/kg.

Por cierto, el colado de tutti fruti sometido a pruebas se encontraba justo en ese límite.

El Iprodione es cancerígeno y altamente tóxico por los daños que provoca al hígado, testículos, ovarios, próstata, riñón y conductos seminales.

Ese mismo día, la LCC exhortó a Nestlé a retirar voluntariamente del mercado los alimentos contaminados con sustancias dañinas para la salud. En caso de no hacerlo, pidió al Ministerio de Salud que suspenda la distribución de estos alimentos a los beneficiarios del sistema de salud pública y que prohíba su comercialización.

Sin embargo, nada de eso se ha hecho.

La viceministra de Salud, Liliana Jadue, minimizó el impacto de la noticia. En entrevista publicada el 29 de diciembre en el diario La Tercera, expresó que “la población debe estar tranquila”, pues los productos “cumplen con la norma sanitaria chilena”.

Lo que no dijo Jadue es que Chile no tiene norma en esta materia. El Reglamento Sanitario de Alimentos (Decreto 977/96) no fija límites de residuos de plaguicidas que pueden contener los alimentos consumidos por niños.

El único artículo que aborda esta materia (492) sólo establece “que los productos deberán prepararse con especial cuidado mediante buenas prácticas de fabricación a fin de reducir al mínimo los residuos de plaguicidas que puedan exigir la producción, almacenamiento o elaboración de las materias primas o del producto terminado”.

En conferencia de prensa realizada el miércoles 5 de enero, junto con representantes de la LCC y de la Alianza por una Mejor Calidad de Vida, la nutrióloga Cecilia Castillo --quien durante diez años dirigió el Programa de Nutrición del Ministerio de Salud-- solicitó el “retiro inmediato” de los colados Nestlé.

Además, expresó que solicitará a los legisladores que en el proyecto de ley de prohibición de plaguicidas más peligrosos, actualmente en trámite en el Congreso Nacional, se impida el uso de éstos en alimentos primarios y procesados.

Asimismo, las organizaciones ciudadanas intentarán que se incluya, en una eventual futura ley sobre el ramo, la obligación del Ministerio de Salud de realizar monitoreos periódicos a los productos frescos y procesados.

El Instituto de Salud Pública (ISP), por instrucciones del ministro de Salud Jaime Mañalich, realizó otro análisis a los productos para bebés de Nestlé, con el fin de verificar la veracidad de las denuncias hechas por la LCC.

Este estudio, que fue dado a conocer el martes 4 de enero, arrojó resultados similares al de la LCC. Los colados de pulpa de durazno y ciruela-pasas contenían residuos de Iprodione, en niveles de 0.41 y 0.17 mg/kg, respectivamente.

Ese mismo día, Nestlé Chile decidió retirar de circulación, “en forma voluntaria”, sus colados de durazno, hasta que “concluyan los estudios”, indicó un comunicado de la empresa.

Fruto de las desavenencias provocadas por este tema entre el ministro Mañalich y la subsecretaria Jadue, ésta presentó su renuncia el lunes 24. Según versión del diario electrónico La Tercera, a Mañalich le habría molestado el respaldo incondicional que dio la subsecretaria a Nestlé.

En entrevista con Apro, el presidente de la LCC, Rubén Andino, expresó que “en Chile prácticamente no existe control” sobre la producción y el comercio de estos bienes. Aseveró que “lo normal es que se cometan irregularidades sin que la población lo conozca”.

Sostuvo que la comentada investigación de la LCC estaba orientada a saber especialmente el estado en que se encuentran los alimentos para niños, “que son las personas más expuestas desde el punto de vista de la salud”.

Andino destaca que luego de darse a conocer su estudio, y tras el revuelo mediático que éste tuvo, se reunió con Mañalich. En la cita, sostenida en el despacho del ministro el jueves 6 de enero, éste se comprometió a que, a través de los servicios de salud, se iba a hacer un monitoreo permanente de los alimentos.

El presidente de la LCC dijo que el tema del mal uso de pesticidas va más allá de ser un tema de salud. “Este es un problema que afecta a la economía porque Chile está en la lista de los países que no respetan la normativa que se ha establecido internacionalmente para regular el uso de tóxicos en agricultura”.

Afirmó que por esta razón “los productos chilenos están comenzando a ser cuestionados por los mercados internacionales”.

Andino sostuvo que el ministro Mañalich se comprometió a que su gobierno iba a legislar respecto a este tema.

El 1 de junio, un reportaje del programa Contacto de Canal 13 –la segunda emisión más vista de la televisión chilena-- mostró que la casi totalidad de hortalizas consumidas en Chile están contaminadas con altas dosis de plaguicidas.

Contacto, al igual que la LCC, contrató los servicios de Andes Control. Se analizaron 36 muestras de espinacas, lechugas, tomates y pimentones. Los resultados son escalofriantes: 67% de las lechugas analizadas presentaron concentraciones de plaguicidas que sobrepasan la norma chilena. Y si se considerara como parámetro la norma de la Unión Europea, la rebasaría en 100%.

Un 11% de las espinacas (uno de los productos más consumidos por bebés en Chile) sobrepasaba el límite de residuos establecido por la legislación chilena. Estas espinacas contenían trazas de permetrina y carbendazim, dos pesticidas que alteran los sistemas endocrino y reproductivo, con efecto crónico que puede afectar la salud y el desarrollo de los lactantes, provocándoles secuelas graves de por vida.

Es relevante señalar que, en 2006, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), dependiente del Ministerio de Agricultura, realizó el estudio Programa de monitoreo de residuos de plaguicidas en vegetales. En él se analizaron 374 muestras: 233 de hortalizas y 141 de fruta, provenientes de todas las macrozonas del país.

Los resultados fueron espeluznantes: 63% de las frutas y verduras que se expenden en este país contienen restos de algún tipo de insecticidas y fungicidas de gran toxicidad aguda y crónica.

Los resultados se mantuvieron ocultos hasta que la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (RAP-AL) hizo la denuncia.

Según estadísticas del Ministerio de Salud, el año pasado 710 trabajadores agrícolas –en su mayoría mujeres-- fueron contaminados con plaguicidas: adquirieron enfermedades en muchos casos graves e incluso invalidantes.

De acuerdo con cifras de RAP-AL, en Chile se intoxican cada año cerca de 3 mil personas por efecto del uso de plaguicidas en agricultura.

En el hospital de Rancagua (unos cien kilómetros al sur de Santiago) se hizo una estadística que buscaba cuantificar el drama de las malformaciones congénitas que en forma creciente se venían observando.

De 10 mil 984 nacidos entre noviembre de 1996 y octubre de 1998, 442 tenían malformaciones congénitas. En gran parte éstas fueron consideradas atribuibles al uso indiscriminado de peligrosos pesticidas por parte de empresas agrícolas que operan en los alrededores de esta ciudad, capital de la región de O’Higgins.

J.H. Nazer, T. Aravena y L. Cifuentes sostienen en su artículo Malformaciones congénitas en Chile. Un problema emergente, publicado por la Revista Médica de Chile (2001), que “las malformaciones congénitas han adquirido gran importancia como factores que afectan la morbilidad y mortalidad neonatal en Chile”.

Según los investigadores, la importancia relativa de las malformaciones congénitas como causa de mortalidad infantil aumentó desde 4.1% en 1970 a 35% en 1998.

En este estudio se plantea que la exposición a pesticidas sería la principal causa de estas y otras negativas estadísticas.

 

Autismo

 

Los recién nacidos en Chile no sólo están siendo envenenados con pesticidas, sino que también con timerosal. Este es un derivado del mercurio que desde la década de 1930 se usa en las vacunas como preservante.

El mercurio es neurotóxico aun en muy bajas concentraciones. Provoca dificultades cognitivas, déficit de atención, ataxia, temblores, depresión, ansiedad y disturbios gastrointestinales, entre otras enfermedades.

Más de 400 estudios publicados en revistas científicas de Estados Unidos y Europa coinciden en que el uso del timerosal puede provocar autismo. También hay investigaciones que niegan esto o minimizan su impacto. Sin embargo, debido al principio precautorio en materia de salud, numerosos países como Dinamarca, Gran Bretaña, Rusia, todos los países escandinavos, además de Estados Unidos, entre otros, han eliminado o restringido severamente su uso desde la década de los noventa.

En este último país, y tomando en cuenta las evidencias existentes, la Food and Drugs Administration (FDA), el National Institutes of Health (NIH), el Center for Disease Control and Prevention (CDC) y la Academia Americana de Pediatría, pidieron en 1999 a las compañías farmacéuticas fabricantes de vacunas eliminar o disminuir al mínimo el uso de timerosal.

En Chile, según información oficial entregada por el ISP, las vacunas pentavalentes (que se inoculan a menores de 2, 4 y 6 meses) contienen 25 microgramos de timerosal. Esto es más de 20 veces lo permitido por la estadunidense Agencia para la Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés).

Según cifras proporcionadas por el Ministerio de Salud, en 2008, uno de cada 250 niños tenía esta enfermedad. Bastante si se considera que hace sólo 25 años esta relación era de uno en 5 mil.

En entrevista con Apro, Carmen Gloria Chaigneau, narró la experiencia vivida por su hijo Domingo, tras recibir a los 19 meses la vacuna DTP de célula completa, que protege contra la difteria, tétano y tos convulsiva, y que fue prohibida en Estados Unidos en 1986 por los enormes daños que había provocado.

“La noche del 2 de enero del 2006, el mismo día en que le pusimos la vacuna, mi hijo Domingo presentó una fiebre de casi 40 grados y vómito. Desde entonces él cambió mucho: se fue hacia dentro, dejó de decir mamá, dejó de decir papá, perdió casi todo su lenguaje. Entró en depresión. Empezó a presentar problemas gastrointestinales severos, asma, alergia, exceso de salivación”.

En su vacunación este menor recibió un total de 26 microgramos (mcg) de timerosal, pesando 11.5 kilogramos, lo que sobrepasaba en más de 400% el límite máximo seguro de mercurio establecido por la Organización Mundial de la Salud. Según la OMS, un niño no debe recibir más de 0.47 microgramos por kilogramo al día. De acuerdo con este parámetro, Domingo debió recibir como máximo 5.5 mcg de timerosal.

La EPA incluso es más restrictiva y sólo acepta la presencia de 0.1 mcg por kilogramo por día.

A Domingo los médicos chilenos que le atendieron le diagnosticaron disfasia severa mixta. “Fue recién cuando lo llevé a Estados Unidos –casi a los 4 años-- que me dijeron que él pertenecía al espectro autista”, contó Chaigneau.

Desde entonces, Domingo recibe un tratamiento de desintoxicación de mercurio y otros metales pesados que, según su madre, ha dado “muy buenos resultados”.

Lo sucedido con su hijo llevó a Carmen Chaigneau a dar una verdadera guerra contra las instituciones que promueven el uso del mercurio y otros elementos tóxicos en las vacunas.

El 10 de agosto de ese año, Chaigneau presentó en el 24 Juzgado Civil de Santiago, la primera demanda (rol C-022277) en contra del Estado de Chile por la responsabilidad que le habría cabido en el padecimiento de su hijo. La acción judicial fue dirigida contra el Instituto de Salud Pública (ISP) y el Ministerio de Salud y se funda en el daño que ocasiona la vacuna DTP de célula completa.

El 12 de junio de aquel año, fruto del constante cabildeo de los padres de niños autistas, y en consideración de la enorme evidencia acumulada respecto al daño provocado por el timerosal en los menores, los diputados Cristina Girardi y Enrique Accorsi (expresidente del Colegio Médico de Chile) presentaron un proyecto de acuerdo por el que se solicitaba al Ministerio de Salud prohibir el uso de timerosal en las vacunas. La unanimidad de la Cámara de Diputados votó favorablemente esta propuesta.

Al concluir la votación, la diputada Girardi declaró: “Ante el riesgo, los países del primer mundo han optado por utilizar la premisa de la precaución, por ello ya no se utilizan vacunas con presencia de timerosal, y esto es lo que tenemos que hacer en nuestro país, ya que las vacunas sin timerosal existen en el mercado”.

El 6 de julio del 2010, Accorsi y Girardi presentaron el proyecto de ley que elimina las vacunas multidosis con timerosal o compuestos organomercúricos. Este proyecto se encuentra en primer trámite legislativo.

A pesar de las grandes dudas existentes respecto de este componente, a los padres no se les advierte sobre sus riesgos. Y que en los centros de salud de los barrios más elegante de Santiago, como Clínica Las Condes y Clínica Alemana, se expenden vacunas libres de timerosal a un precio de 70 dólares.

Los laboratorios que venden las vacunas usadas por el Ministerio de Salud se han resistido a dejar de usar el timerosal como preservante. Entre estas empresas destacan: Glaxo Smith Kline, MSD Chile, Sanofi Pasteur, Pfizer y Novartis.

 

mav

-fin de texto-

 

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