Irlanda: el voto de castigo
DUBLÍN, 10 de marzo (apro).-- La población de Irlanda, golpeada recientemente por una de las peores crisis económicas en la historia del país, ejerció el “voto de castigo” contra el oficialista Fianna Fail en las elecciones generales del pasado 25 de febrero, que dieron como ganador al opositor Fine Gael y provocaron el mayor cambio político en la república desde la turbulenta guerra civil de los años 20.
La humillante derrota para el gobierno de Brian Cowen fue, sin embargo, un momento histórico para Irlanda, que busca ahora renegociar el paquete de rescate de 85 mil millones de euros acordado en noviembre pasado por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Estos recursos están condicionados a la aplicación de severos ajustes al gasto público y a férreas políticas fiscales.
De acuerdo con los resultados oficiales de los comicios irlandeses, el Fine Gael ganó 76 escaños en el Parlamento (Dáil), seguido por el Laborismo, con 37; Fianna Fail, con 20; los independientes con 15; el nacionalista Sinn Féin, con 14 bancas, y otros partidos 4.
El Fianna Fail sufrió la peor derrota electoral de la historia, pues tradicionalmente obtenía suficientes votos para formar parte del gobierno.
El Fine Gael y el Fianna Fail surgieron de sectores opuestos de la Guerra Civil de Irlanda, que dividió al ahora desarmado Ejército Republicano Irlandés (ERI) por el Tratado de 1921 con los británicos. No obstante, fue Fianna Fail la agrupación que eventualmente logró convertirse en la fuerza política dominante del país, sobre todo por su posición centrista y nacionalista.
Las divisiones políticas y el conflicto sangriento entre las distintas facciones propiciaron la creación de Irlanda del Norte y una profunda división entre católicos y protestantes, que hasta la fecha continúa.
Sin embargo, ahora el jefe del Fine Gael, Enda Kenny, y su colega laborista, Eamon Gilmore, buscan formar una posible coalición de gobierno en Dublín que saque de la crisis económica al país y regrese al otrora “Tigre Celta” por el camino del crecimiento económico, escenario que según los analistas políticos llevaría meses conseguir.
Negociaciones en Dublín
Desde que el pueblo dijo “no” en las urnas a la actual administración, las negociaciones se intensificaron --con idas y venidas por los pasillos para lograr un acuerdo lo antes posible-- en el Salón Sycamore del Palacio de Gobierno, en la capital irlandesa.
Minutos después de las elecciones del pasado 25 de febrero, Kenny salió a garantizar públicamente a los votantes su principal promesa: renegociar los estrictos términos del paquete de rescate de la UE y el FMI, en especial el de conseguir una baja en las tasas de interés --actualmente del 5,8% anual-- para la devolución del préstamo.
Las negociaciones entre el Fine Gail y los Laboristas se vieron dominadas por la situación económica en Irlanda, la reducción del déficit nacional (que trepa al 32% anual), la creación de fuentes de trabajo y una solución sustentable a la crisis bancaria y crediticia.
Las conversaciones entre ambos partidos, que controlan 113 de las 166 bancadas del Dáil, buscan un objetivo común: la formación de un gobierno de coalición antes de que la incertidumbre política se traslade a los mercados y amenace aún más a la economía.
Pero no todo está sellado aún, pues quedan varios puntos de diferencia entre ambas agrupaciones, como la escala y el cronograma de implementación de los ajustes al presupuesto del sector público.
El Fine Gael, el menos nacionalista de los partidos irlandeses, quiere aplicar ajustes por un monto de 9 mil millones de euros de aquí a 2014, además de reducir el déficit nacional al 3% para esa fecha; mientras, el Laborismo argumenta que los recortes deben hacerse de forma más gradual para que la población no sufra más despidos, con una reducción de no más de 7 mil millones de euros al presupuesto nacional, a fin de disminuir el déficit en 2016.
Otra diferencia entre ambos partidos está relacionada con los 815 millones de dólares que inicialmente se destinarían para construir rutas de la República de Irlanda a Irlanda del Norte y que unirían Dublín con Donegal (noroeste). En tanto Fine Gael apoyó dicho plan, el Laborismo se mostró más escéptico a la hora de aprobarlo, en particular por el gran costo del proyecto.
De lograr un acuerdo, ambos partidos tendrían un gobierno con una importante mayoría que podrá ejercer el poder por el periodo completo de su gestión, sobrellevando las presiones de la oposición y poniendo en práctica las leyes que considere necesarias.
De cualquier modo, el principal desafío que tendrá la nueva administración será renegociar en Europa las tasas de interés del paquete de ayuda y lograr un acuerdo para forzar a los accionistas tenedores de bonos públicos que prestaron dinero a Irlanda que acepten algunas pérdidas.
Nuevo mapa político
La negociación para una coalición dejó a Gilmore, el hijo de un granjero del poblado de Galway con gran apoyo del sindicalismo del país, en el centro de las miradas, ya que el político parece encaminarse a compartir el poder con uno de sus enemigos ideológicos: el Fine Gael. De concretarse la alianza, se trataría de un acuerdo similar al que existe actualmente en el gobierno británico entre los Liberales Democráticos (con el viceprimer ministro Nick Clegg) y los Conservadores (con el mandatario David Cameron); o el que impera en la Asamblea de Stormont, en Irlanda del Norte, entre el Partido Democrático Unionista (DUP) y el Sinn Fein.
Además, las recientes elecciones dieron un importante avance para el Sinn Fein, que triplicó el número de escaños en el Dáil, incluida una victoria para el presidente de la agrupación, Gerry Adams.
El jefe del partido, que renunciara a su banca en el Parlamento de Londres por Belfast Oeste tras ocupar ese puesto desde 1983, obtuvo un escaño por la circunscripción de Louth.
El Sinn Fein aboga por una Irlanda unida y por el fin del control británico de Irlanda del Norte. La agrupación tuvo un fuerte apoyo en los condados del sur irlandés y en aquellos lindantes con Irlanda del Norte, entre éstos Donegal, donde consiguió dos bancas.
Adams logró la victoria en Louth con más de 15 mil votos, siendo éste su primer éxito electoral en Irlanda.
“Los votos en todo el país demuestran que hay un número importante de personas que apoyan nuestra causa”, declaró el presidente del Sinn Fein.
Lo cierto es que el “voto de castigo” al oficialista Fianna Fail y el ascenso del Fine Gael y el Sinn Fein modificaron el mapa político irlandés por primera vez en décadas, trayendo una esperanza a un país que a toda costa busca salir de las sombras para volver a crecer y competir en Europa y el mundo.