Cuba-Estados Unidos: la "ciberguerra"

viernes, 25 de marzo de 2011 · 01:00

LA HABANA, 18 de marzo (apro).- .-- El estadunidense Alan Phillip Gross, condenado por un Tribunal Provincial a 15 años de prisión, se ha convertido en el personaje central de la llamada “ciberguerra” que, según el gobierno cubano, alienta la administración que preside Barack Obama contra la isla.

El Tribunal de La Habana halló responsable a Gross, de 61 años y arrestado en la isla hace 15 meses, de delitos “contra la independencia o integridad territorial” y de realizar trabajo de espionaje para los Estados Unidos, en un proyecto de redes informáticas clandestinas en el territorio cubano.

Según el veredicto dado a conocer el pasado sábado 12, las pruebas “demostraron la participación directa” de Gross en un “proyecto subversivo” del gobierno estadounidense para tratar de destruir la revolución mediante el empleo de sistemas de infocomunicaciones fuera del control de las autoridades.

Durante el juicio, según publicó el periódico Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba (PCC), el estadunidense reconoció que fue “utilizado y manipulado" por Developments Alternatives INC, una empresa que lo contrató para ejecutar en Cuba un programa de la Agencia para el Desarrollo de Estados Unidos (USAID, por su sigla en inglés), que destina millones de dólares al año para promover cambios en la isla.

“Para tomar esa decisión, el Tribunal tuvo en cuenta las numerosas muestras testifícales, periciales y documentales practicadas en el juicio oral en especial la presentadas por la fiscalía que demostraron la participación del contratista norteamericano en un proyecto subversivo del gobierno de Estados Unidos”, para atacar al gobierno cubano, señala el texto oficial publicado el sábado 12 y el domingo 13 últimos en todos los medios de comunicación de la isla.

Gross tuvo su presentación en la Corte el viernes (4) y sábado (5) frente a los jueces que escucharon las declaraciones de unos 12 testigos, entre ellos miembros de la comunidad judía, y nueve peritos, así como la presentación de pruebas documentales.

El abogado de Gross, Peter Kahn, aseguró que la familia estaba devastada por el veredicto y la fuerte sentencia anunciada en contra del ciudadano de Estados Unidos.

“Alan y su familia han pagado un enorme precio personal en la larga data de la contienda política entre Cuba y Estados Unidos", dijo puntual el abogado en un comunicado.

La familia del estadounidense acusado de trabajar como espía para Washington vive una permanente pesadilla.

Alan Gross perdió 41 kilos en los 15 meses de prisión, padece artritis y, ahora, tiene una condena por 15 años; su hija de 26 años fue sometida a una doble mastectomía por cáncer de mama y su madre de Gross, de 88 años, acaban de diagnosticarle cáncer de pulmón.

La Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana confirmó que Gross podrá interponer un recurso de apelación ante la Sala de los Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Supremo Popular.

Funcionarios y diplomáticos estadounidenses, en Washington y La Habana, reaccionaron una hora después de conocerse la sentencia de 15 años de cárcel en contra de Gross.

La sentencia es otra injusticia en el suplicio de Gross, reconoció el portavoz de su Consejo de Seguridad Nacional, Tommy Vietor, quien pidió la liberación inmediata y sin condiciones del contratista.

La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, exigió a las autoridades cubanas la liberación del norteamericano. “Está preso desde hace mucho tiempo. Llamamos al gobierno cubano a liberarlo sin condiciones y a permitirle salir de Cuba y encontrarse con su familia”, insistió la secretaria de Estado.

Clinton fue clara al señalar la “preocupación” de su país respecto al encarcelamiento y condena de Gross, cuyo juicio, según Clinton, empeorará las relaciones ya tensas entre Estados Unidos y la isla.

Las autoridades estadounidenses han dicho con insistencia que el encarcelamiento de Alan Gross es el “principal obstáculo” para mejorar las relaciones bilaterales.

La vocera de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Gloria Berberna, expresó también su molestia por la sentencia.

“Rechazamos y deploramos este veredicto. Como hemos dicho antes Alan Gross es un cooperante de desarrollo internacional que ha dedicado su vida a ayudar a la gente en más de 50 países”, reafirmó Berbena, al indicar que Gross traía tecnología cuyo uso es normal en todo el mundo.

Cuba ha descrito a Gross como un “mercenario” en la guerra ideológica, política, mediática y cibernética entre Washington a La Habana.

El gobierno del presidente Raúl Castro Ruz sostiene que Gross realizaba tareas de espionaje, pero Estados Unidos asegura que Gross no es un espía, sino una persona bienintencionada que intentaba proveer acceso a Internet a grupos judíos en la isla.

Gross fue detenido en La Habana el 3 de diciembre de 2009 cuando, según dijo el propio presidente Castro, distribuía como agente secreto de Washington sofisticados medios de comunicación a opositores.

Washington lo reconoce como un empleado de la compañía Development Alternatives (DAI), una empresa subcontratada por el Departamento de Estado, que ayudaba a judíos en Cuba a comunicarse con el exterior dándoles celulares y computadores, pero la comunidad judía lo niega.

Paralelamente al proceso judicial en el Tribunal de La Habana, apareció en Internet un video supuestamente filtrado, en el que un experto de la Seguridad cubana afirma que Gross creaba “una plataforma tecnológica” para “una red virtual de mercenarios" en Cuba.

Pero aún más. Justo en la semana del juicio al estadounidense, el Sistema Nacional de Televisión difundió un programa en el que destapa a un agente infiltrados en la oposición interna de la isla.

El programa tiene como personaje central a un joven ingeniero que asegura que fue contactado en 2007 por una organización estadounidense, vinculada a la CIA, para crear redes de telecomunicaciones ilegales dentro de la isla.

El programa divulgado ampliamente el lunes 7 de marzo reconstruye el trabajo realizado por el llamado agente “Raúl” y cómo recibió en 2008 cuatro antenas satelitales camufladas como tablas de surf.

Una semana anterior, la propia televisión estatal dio a conocer a otros dos infiltrados: Carlos Serpa y Moisés Rodríguez. Los dos espías se habían infiltrado a grupos opositores y acusaron al gobierno de Estados Unidos de entregarles computadoras portátiles.

El 26 de febrero, los dos agentes de la seguridad cubana hicieron público sus nombres y contaron como se infiltraron durante años con grupos opositores como la Comisión Nacional de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional y las Damas de Blanco.

Moisés Rodríguez y Carlos Manuel Serpa aparecieron en un documental transmitido por la televisión nacional para narrar sus peripecias, dar testimonio de los vínculos permanentes de la oposición con la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana y en cómo la oposición se reparten los fondos estadounidenses que son enviados a La Habana.

En el programa en el que destapa a los dos espías cubanos en la oposición aparece Josefina Vidal, directora para América del Norte del Ministerio de Relaciones Exteriores.

La funcionaria asegura que en los últimos tiempos son grandes empresas contratistas las que reciben, usan y controlan “buena parte” de la financiación de esos “fondos subversivos”.

Las denuncias de Cuba contra Estados Unidos en los programas de televisión se conocieron pocos días antes del juicio a Alan Gross.

Los medios impresos se hicieron eco de los reportajes televisivos y señalan que los servicios de inteligencia estadounidenses ya han probado con “buenos resultados” la creación de sistemas de comunicación paralelos y al margen de las instituciones en los países del Este europeo y en Irán, mientras se presentaban como “expresiones de descontento espontáneas”.

“Más recientemente ese modo de actuar se evidenció durante los levantamientos populares en algunos países de Oriente Medio y el Norte de África, reseña el programa televisivo refiriéndose a la llamada “ciberguerra”.

Los medios de comunicación de Cuba recuerdan algunos de los informes secretos de los diplomáticos estadounidenses, revelados por WikiLeaks, en donde sugieren apostar por los blogueros en lugar de seguir apoyando a la vieja disidencia “desconectada” de la realidad.

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