Boda real: el debate antimonárquico

viernes, 29 de abril de 2011 · 01:00

LONDRES., 29 de abril (apro).- La boda real del príncipe Guillermo de Inglaterra con Kate Middleton despertó un profundo debate en Gran Bretaña acerca de si es necesario en el siglo XXI seguir con un sistema monárquico anticuado fundado en el privilegio de clase, la herencia y la posesión de palacios, joyas y bienes millonarios.

Cuando en el país la prensa ha dedicado innumerables páginas y portadas a la Realeza y el Reino Unido atraviesa la peor crisis económica en más de 60 años, muchos se preguntan qué sentido tiene mantener con dinero público a una familia disfuncional tan costosa.

Según un sondeo elaborado por la consultora Ipsos-MORI, a casi la mitad de la población británica, exactamente un 47% de los británicos, no le interesa la boda real de Guillermo y Kate, mientras que un 18% que cree que la Monarquía debería abolirse por sus altos costos y excentricidades, como también por sus constantes escándalos públicos.

La encuesta indicó que el 47% de la población tiene poco o ningún interés en el fastuoso casamiento del primogénito del príncipe Carlos y la fallecida Lady Di, en la medieval Abadía londinense de Westminster.

Aunque el 18% cree que Gran Bretaña debería convertirse en una república y poner fin a siglos de hegemonía real, el 75% sigue apoyando a la Monarquía, en su mayoría por considerar que es una institución con demasiada historia y tradiciones como para ser anulada.

Sin embargo, la mayoría de los consultados no cree que la Realeza británica siga en pie en los próximos 100 años.

El 84% de los entrevistados dijo que el país seguirá con una monarquía la próxima década, mientras que sólo el 37% espera que ésta sobreviva por otro siglo.

Según el sondeo, por el se entrevistó telefónicamente a mil adultos británicos entre el 15 y el 17 de abril, un 56% afirmó que le interesa la boda de Guillermo y Kate, comparado con un 24% que respondió de forma negativa.

Para el 47% de los británicos, la boda real "no tiene demasiado importancia", en tanto que un 53% opinó lo contrario.

La encuesta da cuenta de un cada vez mayor número de británicos que se opone a la Realeza, una institución que sin embargo cuenta con un fuerte apoyo en el mundo político y en el Parlamento del país.

El debate ocurre en medio de una polémica por parte de grupos antimonárquicos, que critican a la Familia Real por los elevados costos que deberá afrontar el erario británico para la boda de Guillermo y Kate.   

El organismo Republic, el principal grupo en Gran Bretaña que aboga por el fin de la Monarquía británica, afirmó en entrevista con la publicación Perfil que el casamiento de la pareja "debe ser un asunto privado" e instó a las autoridades que la fiesta no sea financiada por el contribuyente.

"Que lo paguen los Windsors", subrayó Smith, quien sostuvo que en momentos en que las autoridades le piden a la población que se ajuste el cinturón, anuncia despidos masivos y recortes a los servicios públicos "es enfermizo" que se gaste tanto dinero en la Realeza.

En julio pasado, el Gobierno confirmó que el costo anual para mantener a la Familia Real es de 62 peniques de libra por ciudadano (un dólar), aunque admitió que los gastos por la boda real, principalmente el enorme operativo de seguridad, serán pagados enteramente por el contribuyente. La suma total podría superar los 80 millones de dólares.

Gran Bretaña destinó 38,2 millones de dólares (unos 60 millones de dólares) al año durante el período 2009-2010 para financiar a la Corona, una caída del 7,9% del período previo.

Este año, la coalición que encabeza David Cameron debió anunciar un plan de ajuste sin precedentes en el país para reducir el enorme déficit fiscal, con despidos masivos, recortes al gasto público y congelamiento de salarios.

Todo ello ocurre cuando los ingresos privados de la reina Isabel II treparon a 13,3 millones de libras esterlinas (unos 22 millones de dólares) anuales, un incremento triple comparado al índice inflacionario en Gran Bretaña.

Las ganancias, que aumentaron un 5,4%, provienen del medieval Ducado de Lancaster, y son utilizadas por la monarca para financiar sus actividades privadas, y algunas públicas. El patrimonio de Isabel incluye 18.600 hectáreas en Inglaterra y Gales, obras de arte, joyas y palacios.

En entrevista con Apro, Graham Smith, presidente de Republic, la mayor organización en Gran Bretaña que aboga por una republica británica, sostiene que la Monarquía “debe desaparecer, porque ya no representa a nadie”.

“Todo está relacionado con el hecho de que la Monarquía es una institución muy poderosa, que representa a poderes e intereses específicos. Perpetuar esta noción de diferencia de clase y alcurnia, mantener tierras y palacios y que esas ganancias queden dentro de la Familia y los herederos”, dice Smith.

Y añade:

“Ellos (la Familia Real) hacen todo lo posible para promover y mantener viva a la Realeza, les conviene. Están convenciendo a la población acerca de que la Monarquía es una institución que no le hace daño a nadie y que lleva mucho tiempo. Hay una concepción generalizada en este país acerca de que tenemos que seguir con una Realeza, algo totalmente equivocado.

“La Realeza nos han hecho mucho mal como sociedad, no representan al común de la gente y sus intereses no son para nada los de la mayoría de los británicos. Son poderosos y quieren mantener ese poder a toda costa. Les conviene, pero necesitan de la aprobación de la gente para seguir”.

--¿Por qué cree que la Monarquía como institución pública no ha sufrido recortes importantes a su presupuesto, cuando el resto de la sociedad sí ha tenido que ajustarse? ¿Qué réditos o ganancias le representa al país mantener la Corona?

Responde el entrevistado:

“Lo que ocurre es que la Monarquía escapa totalmente a cualquier tipo de control. Están por sobre toda reducción o juicio. La Realeza sigue como si nada con sus gastos y excentricidades, por que cree que para eso está, sin importar que el resto del país tenga que someterse a los ajustes más duros en 60 años. Hacen lo que quieren.

“Esto es lo que pasa justamente con la boda de Guillermo y Kate, que costará al erario británico decenas de miles de libras esterlinas”.

Según el presidente de Republic, el Gobierno “quiere hacer creer” a la población que la Realeza atrae al turismo a los palacios reales y que vende. “Esto es pura ficción”, insistie.

Smith cuenta  además que las autoridades británicas le prohibieron a Republic y a otros grupos anti-monárquicos manifestar públicamente el día de la boda.

         “Nos han prohibido manifestar contra el casamiento. Las autoridades nos impidieron repudiar la boda en la calle, es un acto totalmente inaceptable. Ocurre debido a que hay intereses comerciales (de grupos pro-monárquicos), que se benefician de la boda, como también prejuicios contra los republicanos”, indicó.

         El activista republicano afirma además que a la mayoría de los británicos “no le importa nada” la Monarquía.

“Están aburridos, tienen otras cosas de qué preocuparse. La familia real no es lo suficientemente interesante, no representa las aspiraciones de la gente ni lo que ocurre en el resto del mundo”, destaca Smith, para quien la Realeza “no durará mucho”.

“Se tendrán que ir. Dependerá de nosotros hallar una campaña que sea efectiva y que logre convencer a la población acerca de las desventajas de contar con una Monarquía. Hay mucha gente que cree que la Realeza debe seguir porque siempre estuvo allí. Vamos a generar un debate profundo y una vez que lo logremos veremos muy rápido un cambio de opinión”.

Lo cierto es que la boda generó todo tipo de críticas, desde grupos islámicos con vínculos en Medio Oriente, hasta organizaciones antimonárquicas de Europa, que rechazan la boda real como un evento de interés público y llaman a la abolición de todas las monarquías europeas.

Dichos grupos incluye a musulmanes contra las Cruzadas, una organización que considera que la Realeza británica perpetúa intereses imperialistas y totalmente medievales.

Desde el pasado 25 de abril han llegado a Londres grupos republicanos y antimonárquicos de toda Europa, que aprovechan la ocasión de la boda real para generar un debate por la abolición de todas las monarquías en el Viejo Continente.

La coalición, que cuenta con el aval de Republic, incluye a antimonárquicos de Suecia, Dinamarca, España, Holanda y Bélgica.

"A la mayoría de los británicos no les importa gran cosa la familia real o la monarquía y cuando se presenta una historia como ésta, la gente comienza a pensar (en la institución). Y ello nos permite a nosotros darnos mejor a conocer", asegura

Graham Smith.

Sin embargo, son muchos en el Reino Unido que están a favor de la Realeza, en algunos casos fanáticos de la Familia Real.

Un ejemplo de ese fanatismo fue el caso de la primera persona en acampar fuera de la Abadía de Westminster para presenciar el casamiento real.

John Loughrey, de 56 años, inició el lunes 25 su vigilia de una semana para asegurarse una buena posición en la procesión de carruajes hacia la Abadía.

"Siempre he sido leal a la Familia Real", declaró a la radio 4 de la BBC el londinense, que lleva una camiseta con la inscripción "Diana estaría orgullosa".

El ex ayudante de chef, que dijo ser un "súper fan" de Lady Di, vistió además una bandera con el rostro de Guillermo y Kate, como también un sombrero con la bandera británica (Union Jack).

Loughrey ya había acampado en 1997 en Londres tras la muerte de la princesa Diana, y fue uno de los miles de británicos y turistas que vio la procesión funeraria con el féretro de la princesa.

"Contamos con una Realeza desde hace más de 1.000 años, y ha hecho una gran contribución a la vida de este país", agregó el inglés de clase media, para quien la sucesión de la Corona "garantizará el futuro de Gran Bretaña".

Según el británico, Guillermo y Kate "estarán juntos para siempre" y reinarán algún día al país y sus dominios de ultramar.

"Ellos se han tomado su tiempo antes de casarse, a diferencia de la fallecida madre del príncipe, que se casó tal vez demasiado joven (a los 20 años). El príncipe ha aprendido de su madre a tomarse su tiempo", dijo Loughrey, mientras armaba la tienda de campaña para esperar el desfile real.

 

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