Tíbet: prenderse fuego como protesta

viernes, 20 de enero de 2012 · 14:36
MEXICO, D.F. (apro).- En los últimos diez años, los tibetanos han llevado el activismo pacífico budista hacia manifestaciones políticas más radicales. La cara más dolorosa de este nuevo activismo es la inmolación de varios monjes, quienes mostraron así la insatisfacción tibetana ante las políticas del gobierno chino. El pintor Losang Gyatso explica a Apro que en el 2008, año de los Juegos Olímpicos de Beijing, los tibetanos comenzaron a reaccionar contra lo que podría calificarse como una década perdida para las negociaciones entre el Tíbet y China. “Hay un creciente sentimiento de urgencia que ha surgido por diversas razones: la fecha del 50 aniversario de la dominación de Tíbet por China (en 2009), la incesante represión de la religión y la vida política y cultura del Tíbet, y la falta de cualquier deseo de parte de China por dar ideas con sustancia sobre el diálogo”, explica. En lo que va de enero, al menos tres monjes se han inmolado. Además, la comunidad de exiliados en la India ha convocado a varias protestas. El año pasado, el número de inmolaciones llegó a 15. Los monjes parecen seguir el ejemplo del exiliado Thupten Ngodup, quien en 1998 se echó gasolina, prendió un cerillo y se inmoló en un baño público en pleno centro de Nueva Delhi, India. De acuerdo con el artículo Los hijos inquietos del Dalai Lama, publicado por el diario The New York Times en el 2005, Ngodup es un icono para los 150 mil tibetanos en el exilio. Karma Dorjee, encargado de información sobre el Tíbet para Radio Free Asia, un proyecto que divulga información sobre “las sociedades cerradas en Asia”, dice en entrevista con Apro que sus compatriotas están mostrando el resentimiento y la insatisfacción por la política China dentro del Tíbet. “Las comunidades de jóvenes monjes ven lo que pasa en todo el mundo, en el Norte de África. Se dan cuenta de las cosas”, señala. La edad de los monjes que se han prendido fuego tiene una media de 20 años. De los 6 millones de tibetanos que viven en las áreas ocupadas por China, de acuerdo con la página del Gobierno Tibetano en el Exilio, 64% tiene entre 14 y 64 años. “Son jóvenes bien educados que se involucran en la causa con mucha pasión y determinación, por no mencionar creatividad y un amplio rango de habilidades”, dice el pintor Gyatso. “Están dispuestos a llevar ese desacuerdo con las autoridades chinas a sus más altas consecuencias, incluso, están dispuestos a dar la vida”, explica el periodista Karma Dorjee. “La reacción de las autoridades chinas es mandar a la policía, secuestrar a las familias, detenerlos. Todavía permanecen así. Tratan de lavar todo, se llevan el cuerpo, las cenizas”, dice. Cambio “civilizacional” A pesar del optimismo que estos nuevos grupos puedan generar para la causa de los tibetanos, Gyatso no sabe qué tan útil pueda ser. “No estoy seguro que se pueda hablar al estado actual de la resistencia en el Tíbet como de una primavera tibetana”, ejemplifica. Lo que hay, dice, es el mal estado de las relaciones entre los chinos Han (la etnia mayoritaria que controla el Partido Comunista y ejerce el gobierno en todas las provincias) y los tibetanos. A pesar del cambio de discurso del Dalai Lama, y de su reivindicación por una “auténtica autonomía” mostrada en la última década, las autoridades chinas publicaron en 2004 un documento llamado el Libro Blanco, donde llaman a la ocupación “una liberación pacífica del régimen de servidumbre que existía en el Tíbet”. El Libro Blanco establece que las políticas Chinas han sido las correctas, y que impulsarán la inversión económica y el desarrollo. Sin embargo, desde 2002, al menos cinco negociaciones con la comunidad de exiliados se han frustrado, y las manifestaciones han sido reprimidas. “En los últimos diez años, la posibilidad de una amistad entre tibetanos y las autoridades chinas dentro del Tíbet está en un congelado y profundo invierno”, dice Gyatso. Señala que “las políticas chinas han tenido como resultados la humillación, la enemistad y la denigración de los tibetanos, de su cultura y de su religión”. El documento Cincuenta años de reforma democrática de la Oficina de Información de la Secretaría de Estado de la República Popular China, publicado en el aniversario de lo que llama “la liberación pacífica del Tíbet”, destaca que desde 1994 en esta región el PIB creció 12.4%. También presume la red de 51 mil 300 kilómetros de autopistas, los proyectos geotérmicos para generar energía, que dan electricidad a 73% de los sus pobladores, y la explotación industrial de material de construcción, artesanía y medicina. Ante las inmolaciones, el gobierno introducirá pensiones para monjes ancianos y un instituto donde los monjes puedan practicar su religión y estudiar budismo. “Pero el hecho es que (los tibetanos) ven la intención de la política china; realmente no ven cosas buenas. Los jóvenes y los monjes no ven sinceridad en los esfuerzos de China”, dice Gyatso. El sociólogo chino Sun Liping publicó el 9 de enero un artículo en el China Youth Daily (cuyo link fue posteriormente deshabilitado por las autoridades), en el que explica cómo surge en la China moderna una “trampa de la transición” creada por “poderosos intereses personales” que se traducen en “tensiones sociales crecientes”, especialmente en las zonas menos industrializadas, como el Tíbet. Así, señala Gyatso, el supuesto crecimiento en el Tíbet se convierte en una ilusión donde los verdaderos ganadores son las autoridades locales y los inmigrantes Han que se benefician de ello, piensa Gyatso. Además de la ocupación, esto causa el “súbito desmantelamiento de la forma de vida tibetana”, dice el pintor Gyatso. Detalla: “Creo que la mayor tragedia es que China está sometiendo a los tibetanos a un cambio civilizacional, creando condiciones que haga imposible vivir su vida de acuerdo con la cultura, el sistema de valores y la cosmovisión tibetanos”. El artículo China fuerza a los monjes a aceptar “reeducación patriótica”, publicado por The Tibet Post en abril del 2011, muestra cómo el monasterio de Kirti es asediado por los militares chinos, y cómo los monjes de entre 18 y 40 años son secuestrados por las fuerzas de seguridad. Karma Dorjee matiza que este sistema cambia la mentalidad de los monjes, corta sus conexiones con el Dalai Lama y mina la tradición del país. Según Gyatso, la cosmovisión tibetana se basa en sentir compasión por todas las formas de vida; una visión existencial: el poder sentir satisfacción y felicidad. “Estos valores chocan con el simple materialismo y la lucha por el poder a todos los niveles en el modelo de sociedad chino de hoy”, denuncia. Resistencia En enero de 2002, el poeta exiliado en la India, Tenzin Tsundue, subió a un andamiaje adjunto a un hotel de cinco estrellas en Mumbai. El primer ministro chino Zhu Rongji se encontraba dentro del inmueble. Realizaba una visita oficial a la India. Tsundue colgó una pancarta de veinte pies de altura con la leyenda: ¡Tíbet libre, China fuera! Después, sacó la bandera del Tíbet y comenzó a cantar consignas frente a los ojos de los funcionarios chinos. El joven poeta fue detenido. En abril del 2005, repitió la acción, ahora durante la visita del presidente chino Wen Jiabao a la ciudad india de Bangalore. El ejemplo de Tenzin Tsundue, el poeta vivo más famoso de su nación, llamado por varios medios “el Che Guevara del Tíbet”, es seguido por decenas de exiliados. Muchos creen que ha llegado la hora de dejar la pasividad del budismo para tomar parte activa en la liberación de su tierra. Tsundue ha formado bibliotecas tibetanas en la India, exposiciones fotográficas, performances y es presidente del Movimiento Popular por un Tíbet Independiente. Él es sólo un ejemplo de la comunidad en el exilio, que se integra por un Parlamento independiente en la Administración Central del Tíbet, y que tiene grupos de apoyo en todo el mundo. También está el Congreso de la Juventud Tibetana (que organizaba una huelga de hambre mientras Thupten Ngodup se inmolaba en 1998), la Asociación de Mujeres Tibetanas, Gu-Chu-Sum (la organización de antiguos presos políticos) o el Centro Tibetano por los Derechos Humanos y la Democracia. El pintor Gyatso no cree que los tibetanos estén debajo de los niveles de protesta de Grecia y Chile, ni cree que los extranjeros ni las organizaciones a favor del Tíbet hagan más que los propios tibetanos: “En la década de los cincuenta, cuando China estaba en proceso de implantar su control sobre las regiones tibetanas, sometidas dentro del distrito y renombradas como Qinghai y buena parte de Sichuan, cientos de miles de personas fueron asesinadas o heridas resistiendo al Ejército chino”. Cuenta que en el verano de 1959, cuando los tibetanos defendieron la ciudad de Lhasa y las áreas circundantes de la Armada china, el propio Ejército chino calculó en 85 mil los tibetanos muertos. En la siguiente década, afirma, cerca de un millón de tibetanos perdieron la vida por acciones y políticas chinas. Gyatso dice que, en cierta forma, el activismo tibetano no ha cesado, desde la guerrilla de los Mustang en los sesenta y setenta, acusada de ser financiada por la CIA, hasta las manifestaciones masivas del 2008, y ya desde hace cincuenta años las demostraciones han sido reprimidas con violencia. De acuerdo con el artículo de la BBC Tibet: una historia, dos versiones, publicada en el 2009, en las rebeliones del 2008 murieron 219 manifestantes, 5 mil 600 personas están arrestadas y mil permanecen desaparecidas. “Estos hechos, además de la resistencia dentro del Tíbet, es lo que ha provocado el apoyo de todo el mundo” a la causa tibetana, dice el pintor. --¿Qué quieren los tibetanos? --se le pregunta. --La restauración de los derechos humanos, culturales y religiosos de los tibetanos dentro del Tíbet. Estas son metas compartidas por 100% de los tibetanos. Formalmente, el gobierno chino reconoce estos derechos. Según el pintor, el problema está en cómo China interpreta estas libertades y cómo los tibetanos y la mayor parte del mundo los interpretan. Para el pintor, China debe encontrar “el valor y la imaginación” para involucrarse seriamente en el asunto tibetano y en el diálogo con su población. Un buen avance sería dejar de implementar la política en el Tíbet sin recurrir al Ejército chino. Sin embargo, dice, hay muchos intereses que las autoridades chinas enmascaran culpando al Dalai Lama y a “separatistas imaginarios”. “Los obstáculos más grandes para tener un resultado feliz es el hecho de que todos los jefes del Partido Comunista Chino en las áreas tibetanas tienen beneficios del status quo y quieren mantenerlo sin cambios”, dice. Ahora, expresa, es importante para el Tíbet la participación. Precisa hablando sobre sí mismo: “Un trabajo artístico es una expresión del artista, y del punto de vista que sobre la existencia tenga su sociedad. Ese destino es verdadero para un artista tibetano, así como para un artista de cualquier lado. Quizás uno deba ser más crítico en el Tíbet, porque es un lugar que no tiene el control pleno de su existencia. Como artista, tibetano, y humano, creo que el único camino para tener satisfacción es estar más cerca de la verdad. Con todas nuestras limitaciones y debilidades, debemos seguir intentando movernos de la oscuridad a la luz”.

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