Crisis financiera: España voltea hacia Latinoamérica
CÁDIZ (apro).- Con el simbolismo de celebrar aquí la XXII Cumbre Iberoamericana, puerto donde hace 200 años se promulgó la Constitución de Cádiz, que fue determinante para lograr la independencia de México y los otros países latinoamericanos, España centró sus esfuerzos en relanzar su relación con América Latina con el propósito de obtener de éstos la ayuda necesaria para salir de la crisis.
El gobierno de Mariano Rajoy aquí se jugó sus cartas al buscar en la bonanza de América Latina –reflejada en altas tasas de crecimiento, baja inflación, acumulación de reservas y bajo endeudamiento— “nuevos mecanismos de cooperación” que permitan a España y Portugal salir de su grave situación.
Como anfitriones, Rajoy y el jefe de Estado, el rey Juan Carlos, inauguraron este evento sólo dos días después de que el país viviera su segunda huelga general de este año en una agitada jornada de protesta contra las medidas de ajuste que ha impuesto el gobierno, en particular la reforma laboral y los presupuestos 2013, considerado por las centrales obreras que la convocaron, como “los más austeros de la democracia”.
España está sumida en la peor recesión económica de su historia reciente y arrastra un nivel de desempleo que suma seis millones de parados, uno de cada cuatro españoles en condiciones de trabajo; peor aún, en el caso de los jóvenes, donde uno de cada dos no tiene empleo. Portugal es una de las naciones europeas que ha sido objeto de rescate financiero.
“Queremos más Europa en Iberoamérica y más Iberoamérica en Europa”, secundó el Rey Juan Carlos, al inaugurar la cumbre, el viernes 16, en la que resaltó la necesidad de mayor igualdad, respeto mutuo y responsabilidad compartida entre ambas orillas del Atlántico.
“El mundo es hoy muy diferente al que existía cuando empezamos las cumbres iberoamericanas hace poco más de dos decenios. Iberoamérica está en alza. El continente crece, se reducen los índices de pobreza y hay una mayor cohesión social”, dijo el monarca ante los 16 jefes de Estado y de gobierno reunidos en el puerto gaditano.
En contraparte, admitió, “a este lado del Atlántico hemos visto surgir situaciones difíciles causadas por la crisis económica y financiera. Nuestras miradas se vuelven hacia ustedes. Necesitamos más Iberoamérica”.
Esta cumbre sirvió para que España y los líderes latinoamericanos despidieran al mexicano Felipe Calderón, que cumplió aquí su última gira internacional, a medio mes de que abandone la Presidencia de México.
En esta despedida de terciopelo, Calderón mantuvo un almuerzo privado con el rey Juan Carlos. Si bien es tradición que el presidente mexicano mantenga este tipo de encuentros con el monarca, en esta ocasión tuvo un perfil singular, debido a las innumerables facilidades que el mandatario mexicano ofreció a las inversiones españolas durante los seis años de su gestión, que alcanzaron los 40 mil millones de dólares, siendo el segundo mayor inversor, tras Estados Unidos.
Calderón no sólo otorgó jugosos contratos a Repsol en la Cuenca de Burgos y el de distribución de gas natural proveniente de Perú para la Comisión Federal de Electricidad (CFE), también entregó un gran número de las obras de su plan nacional de infraestructuras a las principales empresas constructoras hispanas, como sucedió con OHL, y a las energéticas, en particular a Iberdrola, para el desarrollo de energías verdes.
Al tomar la palabra en la cena de jefes de Estado, posterior a la inauguración de la cumbre, el rey dijo a Calderón: “Despedimos al presidente de México, nuestro buen amigo, Felipe Calderón, a quien le deseo la mejor ventura personal y mucho éxito en esa nueva etapa que ahora va a empezar.”
Sin abandonar el discurso triunfalista con el que busca terminar su gestión, Calderón dijo que le enorgullece dejar un México que “enfrentó y superó la adversidad”, con una “economía con crecimiento y con empleos”.
“Un México que ha alcanzado la cobertura universal en salud y en educación básica, y que construye nuevas instituciones para el futuro; pero si bien los mexicanos superamos enormes retos, fue porque contamos siempre con la solidaridad, la confianza y el apoyo de los pueblos y gobiernos hermanos de Iberoamérica”, aseguró.
Según conoció Apro, ni una palabra se ventiló aquí, en las sesiones técnicas y preparatorias para la declaración oficial, sobre el lado oscuro de la guerra de Calderón contra el narcotráfico, ni sobre los miles de muertos, de desaparecidos y de desplazados o exiliados que provocó. Tampoco hubo espacio para discutir sobre la violencia provocada por el narcotráfico ni sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por miembros de las fuerzas armadas o la Policía Federal mexicana, ampliamente documentadas.
La clase política española ha sido una defensora de México en foros internacionales donde se discuten los temas de violaciones a los derechos humanos y casos de desapariciones forzadas a manos de las fuerzas de seguridad mexicanas.
Durante la preparación de esta cumbre, el gobierno español impulsó la idea que el presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, participara en el encuentro de Cádiz, como una suerte de bienvenida, sin embargo, éste dejó el protagonismo a Calderón, en su última cita internacional.
Pese a su ausencia, Peña Nieto perfiló una mayor relación comercial con España durante su reciente visita de mediados de octubre. “Queremos una mayor cooperación y relación comercial”, dijo en su visita a Madrid (Proceso 1877).
“Esta relación México España –que se ha venido consolidando a lo largo de los años— tiene mucho más que dar, tiene mucho que deparar en el desarrollo y en el beneficio de ambos pueblos. Vengo a reafirmar la voluntad política del gobierno que habré de encabezar para intensificar los lazos de hermandad y de relación comercial, de amistad con España” para que “se consolide aún más”, dijo el mexiquense.
A los 43 presidentes y altos ejecutivos de los mayores consorcios españoles con los que se reunió, Peña Nieto les prometió impulsar una reforma energética que permita abrir Petróleos Mexicanos (Pemex) a la inversión privada en exploración y explotación, y que seguirá alentando la inversión en infraestructura, aprovechando la Ley de Asociaciones Público-Privadas, así como las energías verdes.
El futuro presidente mexicano se ofreció a “ayudar” a España a salir de la crisis que enfrenta, aun cuando no pormenorizó cómo lo hará; y anunció su aval al contrato que Pemex inició con los astilleros gallegos (Navantia y Hermanos Barrera) para la construcción de dos barcos – hoteles para el personal que trabaja en las plataformas marinas de la paraestatal.
México es uno de los cinco países que participan en la cumbre en los que España y Portugal han centrado su atención, en particular para que migren las pequeñas y medianas empresas (pymes) de estos países europeos.
El otro motivo de interés en México es por su pertenencia a la Alianza del Pacífico, que signó con Colombia, Perú y Chile, para potenciarse como plataforma hacia el mercado asiático, dijo José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Las exportaciones de esta región hacia el Pacífico han tenido un crecimiento de 30% en la última década.
La ruta de la ayuda
El ministro de Exteriores y Cooperación español, José Manuel García-Margallo, en las reuniones con sus homólogos latinoamericanos y el portugués, hubo consenso en que la austeridad, si bien es necesaria, no es herramienta suficiente para salir de la recesión, por tanto en la declaración final, que se daría a conocer el sábado 17, se propusieron también políticas “contracíclicas”, justo con las medidas de reactivación productivas que no está poniendo en práctica la Unión Europea.
Dos días antes, el 14 de noviembre, durante el XVIII Foro Eurolatinoamericano de Comunicación, el ministro reconoció que la Unión Europea corre el riesgo de perder sus posiciones en América Latina si no busca sinergias con esta región del mundo.
“Vamos a analizar la crisis. Vamos a intentar buscar un modelo común, tenemos rasgos mucho más parecidos entre nosotros que los que podemos tener con algunos países con los que compartimos moneda.
“Hace diez años los países de Europa eran democracias estables y consolidadas, mientras que en América Latina había populismo, además de que si hace diez años Europa crecía a velocidad alta, en América Latina se seguía hablando de la década perdida”, dijo.
Ante este paradigma, el titular del Secretariado General Iberoamericano (Segib), el uruguayo Enrique Iglesias, dijo en la inauguración de la cumbre, que por ello esta edición se enfocó en los cambios en las relaciones internacionales, la crisis económica que afecta a los países desarrollados y en especial los de la Unión Europea y Estados Unidos, y la bonanza latinoamericana caracterizan el momento en que tienen lugar esta cumbre.
“Esta percepción llevó al gobierno español a dedicar nuestros trabajos a discutir e identificar nuevas políticas de cooperación acordes con los tiempos que nos ha tocado vivir”, agregó.
El titular de la Segib dijo sobre la crisis en los países ibéricos, España y Portugal, que atraviesan severos problemas económicos luego de haber alcanzado en las últimas décadas un vigoroso desarrollo económico y social “están adoptando duras medidas de ajuste con elevados costos sociales, sobre todo en materia de empleo, bajo nivel de actividad y creciente endeudamiento de su sector público”. Pero mientras dan sus frutos, “su éxito está condicionado” a las medidas que adoptan el Banco Central Europeo y las instituciones comunitarias”.
“España y Portugal tienen en la relación iberoamericana un punto esencial para estimular su crecimiento económico: la inversión de las empresas de ambos países en la región latinoamericana en las últimas décadas”, dijo.
“Esto —añadió— podría significar una mayor expansión de sus exportaciones hacia un mercado regional latinoamericano que ya llega a los 6 trillones de dólares, unos 5 billones de euros. También ayudará a un mayor campo de expansión de las inversiones empresariales ya existentes en América Latina, con un terreno y posición ganadas que les sirve de apoyo para sus balances en la Península Ibérica en momentos de bajo crecimiento.”
Iglesias sostuvo que es un mercado potencial para la instalación de nuevas empresas en áreas donde América Latina tiene demanda: inversiones en infraestructura, en la explotación de sus recursos naturales, en servicios de calidad, en nuevas tecnologías, o economías verdes.
“Un mercado latinoamericano creciente, abierto a otras regiones del mundo mediante acuerdos de asociación y de libre comercio, especialmente prometedor como los mercados asiáticos”, dijo.
Propuso el impulso de “la asociación y complementación de pequeñas y medianas empresas” de ambas regiones, y su incorporación en “las cadenas de valor de las grandes empresas españolas y portuguesas, como ya está ocurriendo en muchos casos”, como en México.
En este sentido, el político de origen uruguayo consideró que luego de vivir dos décadas de crisis y hoy vivir una década de bonanza, América Latina “no puede permanecer inmune a la situación de los mercados internacionales”.
“La región pudo defenderse bien de los primeros impactos en 2007 y 2008, pero la continuación del bajo crecimiento de los países desarrollados y su impacto en el crecimiento del comercio exterior de las economías emergentes, como China, tendrá impacto sobre las economías latinoamericanas. Ya lo estamos viendo cuando la abundante liquidez emitida por los países centrales sobrevalora nuestras tasas de cambio y reduce nuestra competencia internacional”, agregó.
En su opinión, el otro condicionante que la región puede controlar es su respuesta de modernización y diversificación productiva, así como una reforma educativa a favor de la universalización y la calidad o las políticas de la productividad y la competitividad, a través de una mayor inversión en infraestructura o en desarrollo tecnológico e innovación, que potenciadas por políticas de integración y complementación dentro del creciente mercado económico regional, permitirán alcanzar los niveles de mejoramiento social e igualdad.
Estas reformas deben llevar a diversificar su sistema productivo que, a su vez, permita reducir la pobreza y el mejoramiento de la igualdad. “Los países de la región están abocados a fortalecer sus políticas de industrialización, fuente de empleo de calidad y de diversificación productiva. La cooperación iberoamericana debe apoyar estos esfuerzos mediante la búsqueda de una educación de calidad, el estímulo a la circulación de recursos humanos calificados en el espacio iberoamericano, la cooperación en investigación tecnológico, el emprendimiento juvenil en temas tecnológicos, en el desarrollo de Pymes latinoamericanas en asociación con empresas ibéricas y su internacionalización”, dijo.
Cumbre con huecos
Primero el rey Juan Carlos y luego Mariano Rajoy hicieron esfuerzos para comprometer la presencia del mayor número de líderes latinoamericanos en la cumbre, sin embargo, hubo casos que obligaron a un mayor esfuerzo diplomático. Asistieron 16.
El caso de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, fue uno de los que declinó participar en Cádiz. España abrió un enfrentamiento cuando ésta anunció la expropiación de YPF, la filial de la petrolera española Repsol.
La presidencia argentina había condicionado la presencia en esta costa andaluza a que Repsol demorara la denuncia contra Argentina por la expropiación.
Además de Argentina, faltaron a la cita Venezuela, Cuba, Paraguay, Uruguay, Guatemala y Nicaragua.
El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina canceló para atender la emergencia por los muertos provocados por el terremoto que sufrió el país centroamericano. El uruguayo José Múgica alegó motivos de salud –como lo hizo Fernández de Kirchner.
En el caso del paraguayo Federico Franco, fuentes españolas reconocieron que el propio Rajoy le pidió que renunciara a venir a Cádiz para evitar la amenaza de boicot de los países vecinos del Mercosur y del Unasur, que consideran ilegítima la reciente destitución de su antecesor, Fernando Lugo, en un controvertido voto parlamentario en Asunción, en junio pasado.
El cubano Raúl Castro no suele acudir a esta cita, mientras el venezolano Hugo Chávez no envió ni siquiera al canciller y vicepresidente Nicolás Maduro, quien suele representarlo en citas internacionales. En su lugar envió al viceministro responsable de las relaciones con Europa, Temir Porras, lo cual fue interpretado por algunos asistentes como un mensaje de su poco interés por la relación con España.
De última hora, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega canceló por “causas de fuerza mayor”, sin embargo, en Cádiz trascendió que en realidad se sintió molestó por el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana que la reina entregó al sacerdote y exrevolucionario Ernesto Cardenal, viejo compañero de Ortega en las filas revolucionarias y actual crítico del régimen nicaragüense.