Alemania: Cae el presidente, pero la política del patrocinio se mantiene

viernes, 17 de febrero de 2012 · 21:24
BERLÍN (apro).- El presidente de Alemania, el democristiano Christian Wulff, se vio obligado a renunciar a su cargo el viernes 17, debido a las denuncias de corrupción y tráfico de influencias que pesan en su contra. La decisión fue tomada luego de que la fiscalía de Hannover anunció un día antes que iniciaría una investigación en su contra. A tal fin hubiera sido necesario que el Parlamento le retirara a Wulff la inmunidad inherente a su cargo. El presidente optó por ahorrarse un costo político aún más oneroso. El escándalo comenzó el 13 de diciembre de 2011. Ese día se hizo público que el presidente federal obtuvo en 2008 un crédito privado de un empresario amigo para la compra de una casa. El crédito ascendió a 500 mil euros. Sus condiciones eran más ventajosas que las que ofrecían los bancos. Las relaciones personales y de negocios entre Wulff –entonces ministro presidente de Baja Sajonia – y el empresario Egon Geerkens, tenían larga data. La prensa comenzó a investigar si el préstamo estaba vinculado a eventuales contraprestaciones por parte del político. En enero de 2012, se hizo público que Wulff había llamado por teléfono a dos de los más altos directivos del diario Bild Zeitung, el de mayor tirada en Alemania, con el claro propósito, según éstos, de desaconsejar la publicación del informe que finalmente desató el escándalo. A comienzos de febrero de este año, los diarios Frankfurter Rundschau y Berliner Zeitung informaron que, en diciembre último, la mujer del presidente federal, Bettina Wulff, recibió un automóvil Audi Q3, gratuitamente, para conducirlo a modo de prueba, antes de la salida a la venta del automóvil en el mercado, prevista para mediados de este año. La mujer del presidente ha presentado una querella contra los periódicos. Estos ratificaron lo publicado. El 8 de febrero, Spiegel online sostuvo que el productor de cine David Groenewold, quien le pagó a los Wulff una suite de lujo en la isla de Sylt, “habría ‘ayudado complacido’ al entonces jefe de gobierno de Baja Sajonia para sacar adelante la industria cinematográfica” en dicho estado. El patrocinio del sector privado a los políticos, a través de regalos y donaciones, es en realidad una práctica extendida. Congresos partidarios En la foto, publicada en Spiegel online el pasado 3 de febrero, se puede ver al ministro de Economía, Philipp Rösler, junto a un directivo del consorcio aeronáutico EADS, quien le explica las virtudes del helicóptero militar que allí se exhibe en pequeña escala. No se trata de la visita del ministro a la empresa ni tampoco de una exposición con los últimos avances tecnológicos de la industria armamentística alemana. La foto fue tomada en la ciudad de Rostock, en mayo de 2011, durante el congreso del Partido Liberal (FDP), del cual Rösler es presidente. Los grandes consorcios, que patrocinaron el evento y sufragaron los gastos, instalaron allí mismo sus stands, por donde pasean, en los momentos de pausa, políticos, cabilderos, periodistas y delegados. Otra foto, tomada en Leipzig en noviembre de 2011, muestra a la canciller Angela Merkel junto a un directivo del gigante energético Vattenfall, en el stand que el consorcio puso durante el último congreso de la Unión Democristiana CDU, partido dirigido por la propia Merkel. En otra imagen se ve al jefe de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, en el stand del consorcio energético E-on, durante el congreso de su partido, el SPD, en 2009. Y en una cuarta foto puede verse al ministro presidente del estado federado de Baden Württemberg, Winfried Kretschmann, del Partido Verde, a punto de subirse a un auto de propulsión eléctrica del consorcio Daimler. Ello ocurrió durante el más reciente congreso de ese partido en Stuttgart. Los congresos de los grandes partidos políticos alemanes fungen al mismo tiempo como ferias de exposiciones de la industria. El número de patrocinadores crece cada año. Un centenar de stands acompañan cada evento. Allí los grandes consorcios presentan sus productos y reparten su folletería de lujo. El precio que los patrocinadores pagan a los partidos por ese espacio publicitario permanece en el misterio. En la política alemana, coincide la prensa, ya nada parece funcionar sin el auspicio de las empresas privadas. La recepción de este tipo de aportes es una práctica extendida entre políticos, partidos y entes oficiales. El patrocinio a los partidos reemplazó a las antiguas donaciones, tras el enorme escándalo de donaciones ilegales que sacudió a la Unión Democristiana a partir de 1999. Los especialistas sostienen, sin embargo, que el carácter intrínseco del patrocinio, el así llamado sponsoring, se basa en el principio de prestación y contraprestación. El alcance de la contraprestación que los consorcios esperan a cambio del financiamiento de la política es lo que hoy se encuentra en entredicho. En los congresos partidistas, los consorcios no sólo exhiben sus productos y ponen sus logos a la vista de las cámaras. El dinero destinado a patrocinar a los partidos, al contrario del que se dirige a las donaciones, puede ser deducido del pago de impuestos. La influencia de las empresas en las decisiones de los políticos, sin embargo, parece ir mucho más allá. Estos subsidios privados a funcionarios públicos, en tiempos en que el Estado recorta todo tipo de prestaciones sociales, causa indignación en la ciudadanía. Algunas voces exigen que se transparente el financiamiento que reciben los políticos, los partidos y determinados estamentos del estado. Y que se prohíba el patrocinio en ciertos sectores sensibles de la política y la administración pública. Un tal Schmidt El affaire en torno a Wulff hizo que los medios alemanes se lanzaran a rastrear las cuentas de políticos pagadas por empresarios. Muy pronto dieron con un panorama preocupante. Dentro del mundo de la política en Berlín ya nada funciona sin los auspicios o la ayuda técnica que brindan los grandes consorcios y las asociaciones empresariales. Para los partidos es una fuente principal de financiamiento. Pero también para diversos organismos oficiales el sponsoring tiene importancia decisiva. Las “Fiestas de verano”, por ejemplo, que cada año organiza la Oficina Federal de Presidencia, con unos 5 mil invitados y un costo aproximado de 1.5 millones de euros, son sufragadas por los consorcios y las empresas de catering. Los reflectores de la prensa --y también los de la fiscalía-- se concentran actualmente en la actividad del empresario de eventos Manfred Schmidt. Este hombre es conocido por organizar desde hace décadas las fiestas que congregan a políticos y famosos. Schmidt parece oficiar, asimismo, como intermediario entre esos políticos que necesitan un favor o quieren darse un gusto, y las empresas dispuestas a satisfacer esas necesidades. El pasado 19 de febrero el ministro presidente del estado de Renania Palatinado, Kurt Beck, necesitaba volar de urgencia de Berlín a Hamburgo. Lo pudo hacer de inmediato en un jet privado. De acuerdo con un informe publicado por la revista Stern, el vuelo costó 3 mil 927 euros, pero de la cuenta no se hicieron cargo Beck ni su Partido Socialdemócrata, sino el propio Manfred Schmidt. “El ministro-presidente no fue informado sobre el costo del vuelo“, explicó su vocero. Según el mismo informe de la revista Stern, el jefe de los Verdes, Cem Özdemir, pudo deleitarse a precio módico, el 17 de agosto de 2011, con un clásico entre el Barcelona y el Real Madrid, en el estadio Camp nou. A su lado, en ese palco de lujo, estaba Schmidt, quien se ocupó de la gestión y los detalles. El empresario de eventos se ocupó también de que Olaf Gläseker pudiera veranear gratuitamente, durante años, en una finca de lujo. Glaeseker, uno de los más estrechos colaboradores del presidente Christian Wulff --ya desde los tiempos al frente del estado de Baja Sajonia--, se vio obligado a renunciar a su puesto de jefe de prensa de la Presidencia Federal, en diciembre último, en medio del escándalo que involucró al presidente. Organismos oficiales El sponsoring es también usual dentro de las más altas esferas de la administración pública. El patrocinio recibido por el propio Gobierno Federal, la cámara alta (Bundesrat) y la Oficina Federal de Presidencia ascendió, entre 2009 y 2010, a 93 millones de euros, según publicó el pasado 3 de febrero el semanario Spiegel en su edición online. En 2007-2008 habían sido 78 millones de euros y en 2005- 2006, 55 millones. Buena parte de los auspicios que los ministerios alemanes recibieron en 2009 y 2010 se destinó a campañas del ministerio de Salud. Las compañías de seguros, por ejemplo, pagaron 10 millones de euros para una campaña de prevención contra el consumo de alcohol. El ministerio de Alimentación, Agricultura y Protección al Consumidor recibió fondos de la cadena de droguerías DM para publicar anuncios en los periódicos. Allí se alentaba a la población a un mayor movimiento y una alimentación sana. Junto al anuncio del ministerio se ubicaba la publicidad del consorcio. El lobbysmo y el sponsoring se vuelven permanentes cuando los consorcios envían a algunos de sus empleados a trabajar, durante una temporada, en los ministerios federales. Esta modalidad existe desde 2004. Los así llamados “colaboradores externos” provienen del sector privado, de asociaciones empresariales o grupos de cabildeo. Éstos siguen siendo sus empleadores durante su paso por los ministerios. Observadores ven en este hecho una nueva dimensión del lobbysmo. Ya en noviembre de 2004, en el marco de lineamientos aprobado por los ministros del Interior de los 16 estados federados, se intentó poner límite a las formas cada vez más refinadas de patrocinio. En ese documento se definen los principios para patrocinios, publicidad, donaciones y regalos de mecenas en la financiación de tareas públicas: “El patrocinio --sostiene el texto-- debe entenderse como la donación de dinero a través de una persona jurídica o física con intereses económicos, que persigue, además del motivo que la lleva a promover un organismo oficial, también otros intereses”. Dicho documento de los ministros alemanes refiere que para los consorcios el financiamiento del sector político no sólo es atractivo como estrategia de comunicación y cuidado de la imagen, sino también, como medio para la deducción de impuestos. Pero el tema no termina aquí. Los ministros sostenían que “se debe evitar el patrocinio allí donde pudiera surgir la apariencia de que la actuación de la administración pública se ve influenciada.” El pedido de transparencia en el financiamiento del sector político se hace notorio. Al provenir los auspicios de las empresas privadas, surgen acusaciones de favoritismo y clientelismo. “Para los auspicios a los partidos políticos tendrían que valer las mismas reglas que para la donaciones“, dice Christian Humborg, gerente de la sección alemana de Transparencia Internacional, según publicó el 3 de febrero Spiegel en su edición online. El dinero destinado al sponsoring no surge de la recaudación fiscal, ni de las arcas del Estado. Los auspicios provienen de la industria alemana. Pero si el consorcio puede deducirlos de los impuestos, entonces es finalmente el Estado, es decir, el contribuyente, quien los financia.

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