La jugada de Cristina

sábado, 21 de abril de 2012 · 06:54
“Este tubito que ustedes ven aquí corresponde al pozo número 2, descubierto el 13 de diciembre de 1907 en Comodoro Rivadavia”, dijo la presidenta Cristina Fernández a los asistentes al acto en el que anunció la expropiación del 51% de las acciones de la petrolera YPF que estaban en poder de la española Repsol. La mandataria mostró un tubo de ensayo: “Es el primer petróleo argentino”. Su discurso exaltó el ánimo nacionalista: Repsol saqueaba el crudo, se llevaba las utilidades y no reinvertía en el país, cuyo aparato productivo necesita energía para sostener una economía que ha crecido aceleradamente. BUENOS AIRES.- Cristina Fernández de Kirchner y sus más cercanos colaboradores entraron para encabezar el acto en el salón de ceremonias de la Casa Rosada, sede del Ejecutivo argentino. Frente a ellos había un auditorio repleto de funcionarios, militantes peronistas, empresarios y reporteros. La locutora de la casa de gobierno se ahorró la presentación y el saludo de bienvenida. Fue directamente al grano: “Título 1, capítulo único: de la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina…”, alcanzó a leer. Fue interrumpida por una ovación. En los días previos a ese lunes 16 habían circulado toda clase de rumores sobre la participación de Repsol en YPF. Los presentes en la sala, acostumbrados a este ritual de anuncios del gobierno, supieron que la decisión estaba tomada. La gestión del consorcio español Repsol al frente de la petrolera argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) había terminado. “¡Cristina corazón, acá tenés los pibes para la liberación!”, brotó el cántico desde el fondo de la sala. Un tono revolucionario típico de los setenta, que renació a su manera en la era inaugurada en 2003 por Néstor Kirchner. Lo entonaban los jóvenes de La Cámpora, la agrupación que es cantera de cuadros del Frente para la Victoria, el sector del peronismo que hoy gobierna Argentina. La Cámpora suele dar color festivo a los actos oficiales. Es dirigida por Máximo Kirchner, hijo de Néstor y Cristina. La presidenta pidió silencio a quienes coreaban las consignas. La locutora continuó con la lectura del proyecto de ley que el Poder Ejecutivo enviará al Congreso. Allí se propone la expropiación de 51% de las acciones de la petrolera argentina que están en manos de Repsol. La participación en YPF de la multinacional española queda reducida a 6.5%. El Grupo Petersen, a cargo del empresario argentino Sebastián Eskenazi, conservará su participación accionaria de 25.5% pero será desplazado de la gestión de la firma. Lo mismo pasa con los inversores minoritarios que poseen el restante 17% de las acciones. “No hemos afectado a aquellos que con buena fe compraron acciones en la bolsa (de valores) ni de ningún otro socio”, justificó más tarde la mandataria. El Estado recupera así el control de YPF después de 13 años. Lo hizo de hecho esa misma tarde interviniendo la compañía. Del paquete expropiado a la multinacional española, 51% va a quedar en manos del Poder Ejecutivo y el resto pasará a las provincias petroleras. YPF es el principal operador del sector. Extrae 34% del petróleo y 23% del gas natural, posee 51.7% de la capacidad instalada de refinación de crudo y 55.2% de la oferta de combustibles líquidos de producción argentina. La medida recibió el inmediato apoyo de la Confederación General del Trabajo, la Central de los Trabajadores Argentinos y el sindicato de petroleros. YPF es para muchas generaciones de argentinos sinónimo de soberanía económica y política. Desinversión El desenlace era previsible. En noviembre de 2011 las autoridades obligaron a la compañía a liquidar sus dólares en el mercado local. A comienzos de este año le impidieron el giro de las utilidades de 2011. Entre el 19 de marzo y el 11 de abril varios gobiernos provinciales retiraron al consorcio español la concesión de áreas de explotación con el argumento de ausencia de inversión. “En América Latina somos el único país que no maneja sus recursos naturales”, afirmó la mandataria Fernández durante el acto en la casa de gobierno. “Argentina es el único país en el mundo donde el petróleo y el gas están en manos de trasnacionales, su explotación como su disponibilidad. Es una pérdida de la soberanía energética extraordinaria”, advertía ya el 18 de marzo Página 12, periódico cercano al gobierno. Fernández afirmó que presentaba el proyecto de ley debido a que entre 1999 y 2011 “la utilidad neta de YPF fue de 16 mil 450 millones de dólares” y que la empresa distribuyó dividendos por 13 mil 246 millones.- En realidad la gestión llevada a cabo por Repsol en YPF respondió a los criterios usuales dentro del sector privado. Las ganancias se maximizan y luego se distribuyen generosamente entre los accionistas. El director de Repsol, Antonio Brufau, fue premiado con 10 mil 12 millones de euros en 2011, publicó el diario El País el pasado 30 de marzo. Las reservas son el principal activo de una empresa de hidrocarburos. En el caso de Repsol, sin embargo, “se observa una lógica predatoria que se encuentra muy lejos de un comportamiento racional para una empresa petrolera”, escriben Andrés Asiain y Agustín Crivelli en el informe La explotación de hidrocarburos en Argentina. Estudio de caso: YPF S.A., publicado en febrero pasado. Asiain y Crivelli –investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas– subrayan que no se trata de un error en la administración de Repsol. Su estrategia global no prevé asumir riesgos de exploración en las cuencas argentinas. “La estrategia de negocio en Argentina se basó, y se basa, en extraer las reservas existentes para, a partir del persistente incremento de los precios internacionales del crudo, generar crecientes niveles de utilidad que luego utiliza para expandirse globalmente”, afirman. De este modo la extracción de crudo bajó 27.8% entre 2003 y 2011, la de gas natural cayó 36.8% de 2004 a 2011. La refinación bajó 18.7% entre 2007 y 2011. Los datos pertenecen al Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas, que consigna además que las inversiones de capital de riesgo en exploración por parte de YPF en el periodo 2003-2011 abarcaron apenas ocho pozos, mientras que en los ochenta YPF estatal alcanzó un promedio anual de 117 pozos de exploración. La economía argentina lleva 10 años de crecimiento “a tasas chinas”. En 2011 creció 8.8% y para 2012 se prevé un aumento de 4.7%. El país necesita contar con disponibilidad y producción de energía suficiente para garantizar el desarrollo del aparato productivo. En materia de combustibles Argentina tuvo en 2011 un saldo comercial deficitario de 3 mil 29 millones de dólares. “Nos hemos convertido en importadores netos de gas y petróleo por primera vez en 17 años”, afirmó Cristina Fernández durante el anuncio de expropiación. Atribuyó la situación a la distribución de dividendos y a la falta de inversiones de Repsol. La demacrada oposición política responsabilizó al gobierno por el déficit energético, el cual motivó la expropiación. Advirtió que el gobierno tiene problemas de caja y que echará mano del dinero de los fondos de jubilaciones para financiar la expropiación de YPF. “La novedad no es la crisis energética, negada pertinazmente por el gobierno y a la vista en los cortes (de electricidad) a industrias y hasta a casas de familia”, sostuvo el diario Clarín el martes 17. “El caso es que ahora coincide con la escasez de divisas que derivó en el cepo cambiario (topes a la compra de dólares) y en el corte a la importación de bienes e insumos.” Esta política de comercio exterior, por medio de la cual Argentina intenta reducir el déficit comercial con algunos socios, ya ha generado algunos roces con la Unión Europea y Estados Unidos. Y también con México, por las trabas a la importación de automóviles. Los medios del grupo Clarín y La Nación se han hecho eco de los titulares, advertencias y amenazas que por estos días llegaron desde España. Consideran que el gobierno es también responsable de la política llevada a cabo por Repsol. “¿Recién ahora descubren que una cosa semejante estaba pasando?”, se preguntó La Nación en un editorial el martes 17: “Y más aún –prosiguió–: En 2008 Néstor Kirchner bendijo un contrato entre Repsol y su nuevo socio, el grupo de Eskenazi, que garantizaba una transferencia de dividendos equivalentes a 90 % de las ganancias de la compañía. Gracias a ese arreglo, entre 2008 y 2010 el reparto de dividendos duplicó a las utilidades: salió muchísima más plata que las propias ganancias y, de paso, la empresa fue descapitalizada.”- El objetivo del ingreso del Grupo Petersen (dominado por la familia Eskenazi) a Repsol-YPF era “argentinizar” la administración de servicios públicos y actividades estratégicas. Se pretendía mantener las tarifas congeladas y en pesos argentinos con el objetivo de impulsar el consumo doméstico y la industrialización. El resultado no fue alentador. Argentina se caracteriza por una burguesía de mentalidad rentística, muy poco emprendedora. Eskenazi terminó imitando la conducta financiera de los españoles. La descapitalización es producto de la distribución de todas las ganancias entre los accionistas, el endeudamiento para mantener funcionando la empresa, la reducción del patrimonio por la pérdida de reservas. Según los números que la propia compañía presentó en la Bolsa de Nueva York a finales de 2011, su pasivo ascendía entonces a 8 mil 351 millones de dólares. El Tribunal de Tasación de la Nación estimará la compensación a pagar al consorcio español. Repsol anunció que demandará a Argentina en diferentes ámbitos internacionales. Paradigma Para los países desarrollados los recursos energéticos son bienes estratégicos que promueven la expansión de sus trasnacionales. El acceso, control y utilización de estos recursos definen sus políticas de Estado. Desde su fundación en 1922 YPF expandió la producción y oferta de energía: la brindó abundante y barata, desarrolló un aparato productivo industrial y tecnológico de importancia regional y descubrió y desarrolló casi todas las áreas petrolíferas hoy en producción. “Este tubito que ustedes ven aquí corresponde al pozo número 2, descubierto el 13 de diciembre de 1907 en Comodoro Rivadavia”, dijo la presidenta Fernández a los asistentes al acto de expropiación. En la mano sostenía un tubo de ensayo con petróleo. “Es el primer petróleo argentino”, dijo, dándole a la medida contexto histórico y carácter de gesta. En 1992 YPF fue prenda central de la fiebre privatizadora del gobierno de Carlos Menem. Las multinacionales y los organismos internacionales impulsaban, como hoy, la desregulación del sector. En los países periféricos se fue imponiendo la idea de que el crudo es un commodity; un simple producto comercial, como cualquier otra materia prima. “Él siempre soñó con recuperar YPF para el país; siempre, siempre”, se emocionó la presidenta en el citado acto. Se refería a Néstor Kirchner. La verdad es que en 1992 Kirchner, entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz, apoyó la privatización de la compañía. Lo mismo hizo Cristina, quien, como diputada provincial, propuso que el Parlamento santacruceño exigiera a los cinco diputados federales de la provincia que hicieran posible el quórum para debatir la iniciativa de privatización. Su cabildeo no fue gratuito: a cambio del voto a favor de la privatización de YPF el gobierno central daría a las provincias acciones de la petrolera y les pagaría regalías mal liquidadas en el pasado, que en el caso de Santa Cruz ascendieron a 480 millones de dólares. Fernández argumentaba: “En lo económico (la privatización) posibilita la mejora de nuestras cuentas (de Santa Cruz) y en lo institucional nos torna creíbles y respetables en cuanto damos cumplimiento a la palabra empeñada”. Siete años después –en 1999–, cuando Repsol lanzó una oferta pública en la bolsa de valores para adquirir 99% de YPF, Kirchner –como el resto de los gobernadores– le vendió 5% de la petrolera que tenía la provincia en 600 millones de dólares. Hoy Fernández pugna por una nueva YPF, que será una sociedad anónima con fuerte presencia del Estado. El pragmatismo de la mandataria no es distinto al que puede verse en otros líderes occidentales. “Se declara de interés público el autoabastecimiento de combustibles”, leyó la locutora de la sala de ceremonias de la Casa Rosada y provocó una nueva ovación. España reaccionó con indignación frente a la medida. Sostuvo que habrá consecuencias. El anuncio argentino también fue cuestionado por el gobierno de México, que es accionista de Repsol a través de Pemex. Se presume que España presentará el caso en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, tribunal dependiente del Banco Mundial. El ministro de Planeamiento, Julio de Vido, es el flamante interventor de YPF. “Ya hay otras multinacionales del sector que tienen interés en asociarse con YPF”, sostuvo. “De proseguir con esta política de vaciamiento, de no producción, de no exploración, prácticamente nos tornaríamos en un país inviable, por políticas empresariales y no por recursos, ya que somos el tercer país en el mundo, luego de China y Estados Unidos, en tener gas”, dijo Cristina Fernández durante el acto. Se trata, sin embargo, de gas no convencional, que necesita enormes inversiones para ser extraído. El apoyo popular a la medida gubernamental es amplio. Así lo expresa una encuesta de la consultora OPSM difundida horas antes del anuncio oficial. Allí 44.9% de los consultados se inclinó por que el petróleo esté en manos de empresas mixtas, 42.7% opta por empresas del Estado y sólo 8.9% por el sector privado “Pocas consignas movilizan más la emotividad nacionalista de la opinión pública que la de ‘recuperar el petróleo para los argentinos’”, fustigó La Nación en el editorial del martes 17. “En el caso de esta empresa –añadió–, el motivo de exaltación es doble, ya que no sólo lo privado se vuelve público, también lo extranjero se convierte en nacional.” Las palabras del matutino bien pudieron ser usadas por el gobierno, pero como halago.

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