Qatar: Explotación y abusos a extranjeros
LONDRES (apro).- “Ha sido horrible. No sé por qué vine aquí. Para mí, éste es el peor momento de mi vida. Mi padre falleció mientras yo pasaba apuros aquí; no pude salir para ir a verlo por última vez, aunque lloré y se lo supliqué de rodillas (al Ministerio del Interior)".
Esas fueron las declaraciones de un migrante indio en Qatar, que, como muchos otros, vive a diario las consecuencias degradantes y nefastas de abusos y explotación en esa nación árabe.
Con 31 años y supervisor de sistemas de ventilación y calefacción, el migrante, que no fue identificado por razones de seguridad, quedó atrapado a más de 2 mil kilómetros de distancia de su India natal, en una tierra cuyo idioma no conoce, y donde tuvo que hacer frente a la situación más difícil de su vida laboral.
En Qatar debió aguantar que no le pagaran su salario, que lo explotaran y le impidieran regresar a su país de origen.
Su caso fue uno de varios revelados en un informe dado a conocer el pasado 17 de noviembre en Londres por el organismo defensor de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI), y titulado “The Dark Side of Migration: Spotlight on Qatar's construction sector ahead of the World Cup” (El lado oscuro de la migración: Enfoque en el sector de la construcción de Qatar previo al Mundial de Fútbol).
De acuerdo con ese reporte, al norte de Doha, en el corazón de la industria gasística de Qatar, se encuentra el recinto universitario de la Escuela Universitaria de Servicios de Seguridad y Emergencias Ras Laffan, que el primer ministro inauguró oficialmente el 12 de noviembre.
El lado oscuro de la migración: Enfoque en el sector de la construcción de Qatar previo al Mundial de Fútbo... by Revista Proceso
Ese centro de formación cuenta con un auditorio para 120 personas, salas de conferencias, un comedor con 300 plazas y un patio de armas con tribuna VIP. “Pero el nuevo y reluciente recinto universitario oculta una historia de sufrimiento. Para los trabajadores de una empresa llamada Krantz Engineering, el tiempo que pasaron ayudando a construir la escuela y los meses inmediatamente posteriores se convirtieron en un periodo sombrío de sus vidas”, cita el informe de la ONG británica. Amnistía dio a conocer que en julio de 2012 “de repente los hombres dejaron de percibir su salario”. “Su empleador les aseguró reiteradamente que les iban a pagar pronto, que debían seguir trabajando, pero nunca cobraron. Aunque no les pagaban, si no acudían al trabajo se enfrentaban a fuertes sanciones económicas”, destaca. En noviembre de 2012, la mayoría de los hombres habían dejado de trabajar y pidieron regresar a sus casas con el salario que se les debía, pero a comienzos de 2013 “continuaban abandonados a su suerte en Qatar, tras pasar meses y meses sin trabajo ni salario, sin forma de regresar a su país, pasando apuros para conseguir comida, y arriesgándose continuamente a ser detenidos”. “Su difícil situación fue empeorando inexorablemente, pero, a pesar de las numerosas peticiones a su empleador y a las autoridades qataríes para que les permitiesen regresar a casa con los salarios debidos, la ayuda no llegaba. En febrero de 2013, tras siete meses sin salario y sin poder volver a su casa, varios hombres afirmaron que tener pensamientos suicidas”, dice el informe. Según el Fondo Nacional de Investigación de Qatar, en ese país árabe hay 1.35 millones de trabajadores extranjeros, y esos inmigrantes constituyen alrededor del 94% del conjunto de la población activa en el país. Amnistía dio cuenta que en Qatar, en el 90% de los casos, los empleadores les retienen los pasaportes, el 56% no tiene tarjeta sanitaria, fundamental para acceder a los hospitales públicos, y el 21% "a veces, raramente o nunca" recibe su salario a su debido tiempo. Además, denunció que el 20% de esos migrantes extranjeros recibe un salario distinto al prometido, mientras que el 15% desempeña un trabajo distinto al pautado. “Los empleados de Krantz Engineering querían cambiar de trabajo o marcharse de Qatar; las reiteradas promesas de que acabarían recibiendo los salarios atrasados ya se habían agotado hacía mucho. A medida que pasaban los meses, algunos de los trabajadores incluso pidieron a la empresa que los enviase a casa sin pagarles. Pero los obstáculos burocráticos y de tipo práctico hacían que salir de esta situación resultase aún más difícil de lo que podría parecer”, subraya AI en su investigación. En ese sentido, explicó que a causa del sistema de "patrocinio" qatarí, que regula el modo en que se contrata y emplea a los trabajadores migrantes, “mientras los trabajadores continúen en el país están ligados a su empleador, lo que significa que no pueden buscar otro trabajo en Qatar. “Al mismo tiempo, Krantz Engineering retenía sus pasaportes, de modo que, aunque pudiesen reunir el dinero para pagar el pasaje de vuelta a casa, no era tan sencillo como embarcar en el siguiente vuelo que saliese de Doha”, consigna el informe. Todo ello contribuyó a que los trabajadores se viesen obligados a consumirse en su alojamiento, sin salario, durante meses y meses. “A partir de abril de 2013, la empresa dejó de suministrarles comida. Durante todo este tiempo, la mayoría de los hombres no tenían permiso de residencia oficial porque Krantz no lo había solicitado, por lo que varios de ellos fueron detenidos”, dice. El caso de los trabajadores de Krantz Engineering es sólo uno de los numerosos ejemplos alarmantes que pone de relieve el nuevo informe de AI. Dicho informe concluye que en el sector de la construcción de Qatar “abundan los abusos, pues hay proyectos multimillonarios que emplean a trabajadores en condiciones de grave explotación”. "El engranaje contractual vinculado al empleo en Qatar, a menudo muy complejo, esconde la existencia de abusos habituales y generalizados contra trabajadores migrantes, que en algunos casos constituyen trabajo forzoso", declaró James Lynch, investigador de Amnistía Internacional sobre los derechos de las personas migrantes. Lynch agregó que las conclusiones del informe ponen de manifiesto que las disposiciones adoptadas hasta ahora por el gobierno qatarí para proteger a los trabajadores migrantes “son inadecuadas”. La organización con sede en Londres instó al gobierno qatarí “hacer cumplir las obligaciones laborales vigentes, que numerosos empleadores infringen de forma habitual”. “Debe revisarse también el sistema de ‘patrocinio’, que impide a los trabajadores migrantes abandonar el país o cambiar de trabajo sin el permiso de sus empleadores”, concluyó. El informe de AI se conoció poco menos de dos meses después que una amplia investigación del periódico británico The Guardian revelara que una decena de inmigrantes nepaleses murieron en Qatar en los últimos meses y miles más deben soportar abusos laborales horribles, principalmente por los preparativos para la Copa Mundial de Fútbol 2022 en ese emirato. De acuerdo con esa pesquisa del diario, hecha pública el 26 de septiembre pasado, en el verano boreal de 2013 murió en promedio un trabajador nepalés por día en Qatar, muchos de ellos jóvenes que sufrieron ataques cardíacos. La investigación reveló también que miles de nepaleses, que conforman el mayor número de trabajadores inmigrantes en Qatar, enfrentan explotación y abusos considerados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como "esclavitud moderna", durante la construcción de estadios y otros edificios para la Copa Mundial de 2022. Según documentos obtenidos por la Embajada nepalesa en Doha, al menos 44 trabajadores murieron entre el 4 de junio y el 8 de agosto pasado. Más de la mitad de ellos fallecieron por ataques cardíacos, complicaciones coronarias o accidentes en el lugar de trabajo. La investigación periodística también reveló evidencia concreta de trabajos forzados en un enorme proyecto de infraestructura para la Copa Mundial, falta de pago a nepaleses que dicen no percibir su sueldo desde hace meses, como también amenazas y reprimendas para quitárseles sus pasaportes sino trabajan, que dejan a muchos de ellos con un estatus de inmigrantes indocumentados. Algunos trabajadores dijeron que se les negó beber agua gratis mientras trabajaban bajo el calor extremo del desierto qatarí, en tanto que una treintena de empleados nepaleses buscaron refugio en su embajada en Doha para escapar a las condiciones brutales de trabajo. "Las denuncias sugieren una cadena de explotación que comienza en los pueblos pobres de Nepal y que termina en las autoridades de Qatar. El panorama general muestra a una de las naciones más ricas del planeta explotando a una de las más pobres, para prepararse a uno de los eventos deportivos más populares del planeta", escribió The Guardian. Uno de los inmigrantes nepaleses que trabaja para el grupo Lusail City development, a cargo de la construcción de una ciudad de 45 mil millones de dólares que incluirá el estadio de 90 mil gradas donde se jugará la final de la Copa del Mundo 2022, contó al periódico: "Queremos irnos, pero la compañía no nos deja". "Estoy enfurecido por cómo nos trata la compañía, pero no podemos hacer nada. Lamento haber venido aquí, pero ¿qué puedo hacer? Nos hemos visto obligados a venir aquí para subsistir, pero no tuvimos suerte", agregó el hombre que prefirió ocultar su identidad. El organismo encargado de organizar la Copa Mundial, el Comité Supremo Qatar 2022, declaró al diario que los trabajos aún no empezaron para proyectos directamente relacionados con el Mundial. Sin embargo, admitió estar "profundamente preocupada por las denuncias contra ciertas contratistas y sub-contratistas que trabajan para la construcción de Lusail" y dijo que considera el tema "con la mayor seriedad". "Hemos sido informados que las autoridades gubernamentales relevantes están realizando una investigación por estas denuncias", agregó un portavoz de la entidad. La investigación de The Guardian reveló además que hasta 12 trabajadores del sector de la construcción en Qatar “se ven forzados a dormir en una única habitación, muchos de ellos que contraen enfermedades y dolencias debido a las pobres condiciones sanitarias. Algunos fueron incluso forzados a trabajar sin cobrar sueldo, y se vieron forzados a mendigar para poder comer”, concluyó ese informe.