Corea del Norte: Lavado de cerebro

viernes, 26 de abril de 2013 · 22:33
LONDRES (apro).- El norcoreano Kim Joo-il dice tener suerte en la vida, por lo menos mucha más que millones de sus compatriotas. Hace exactamente ocho años desertó como capitán del ejército de Corea del Norte. Tenía entonces 32 años y desde ese momento se convirtió en uno de los casi 30 mil desertores del régimen, 23 mil de los cuales se estima viven en Corea del Sur. Pero su historia fue diferente a la de muchos. Kim fue forzado a enrolarse en el ejército norcoreano en 1992 y como parte de sus tareas de rutina debía recorrer distintas partes del país, visitar a soldados en puestos remotos, pasar revista de la situación en cada región, hablar con la gente, escuchar sus necesidades básicas. Cuenta que fue a partir de su tarea como capitán que pudo comprender la magnitud del horror en el que vivía, los excesos del régimen, el sufrimiento generalizado que existía en Corea del Norte, aunque principalmente el lavado de cerebro sistemático de las autoridades del país a toda la población, tanto la civil como la militar. Recuerda que desde la escuela tuvo que aprender un programa de estudios cuya tercera parte estaba dedicada a la idolatría del Gran Líder y fundador de la República, Kim Il-sung, abuelo del actual presidente. Como parte del “lavado de cerebro” debía recitar una vez a la semana las enseñanzas del Gran Líder, fallecido en 1994 tras un mandato de 46 años, y aquellos que se negaban o no cumplían con ese precepto eran castigados salvajemente. En la escuela, por ejemplo, tenía que resolver problemas de aritmética con la cantidad de tanques estadounidenses destruidos a manos de soldados norcoreanos o potenciales blancos atacados en Corea del Sur o Japón. Sólo importaba una fórmula para avanzar en los estudios: Mostrarse fiel al régimen y destacarse en la idolatría del Gran Líder. Por ese camino se lograba llegar a la universidad y a un mejor puesto de trabajo. Debido a los horrores que presenciaba día a día como capitán del Ejército norcoreano, Kim decidió desertar. Lo intentó tres veces antes de concretar su sueño y escapar de Corea del Norte, incluso superando sus miedos y el temor a ser ejecutado en un fusilamiento sumario. Cada vez que intentaba llegar a la frontera con China pasaba por casa de sus padres, en la provincia limítrofe de Hamgyong del Norte, y era en ese momento que se resistía a abandonarlos, incluso a pesar de que éstos le aconsejaban que lo hiciera, que era la única oportunidad que tenía para mejorar su vida. No sólo temía que al ser descubierto fuera ejecutado como máxima pena militar, sino incluso que asesinaran a toda su familia como represalia y ejemplo a otros. Pero una noche de agosto de 2005, ya cansado de la realidad que lo rodeaba y de las penurias de algunos de sus camaradas y amigos, decidió vencer sus miedos y logró desertar, evitando pasar por la casa de sus padres para una despedida que le impediría cumplir su deseado sueño. Se armó un pequeño bolso con las cosas necesarias para el viaje, una muda de ropa, algo de alimentos, agua. Nadó cuatro horas por el río Tumen, por momentos pensando que no llegaría al otro lado porque se ahogaría antes, y logró finalmente alcanzar la otra orilla. Allí vio un huerto lleno de árboles de manzanas, con frutos en todos lados, no sólo en los árboles, sino también en la tierra. La escena le llamó de inmediato la atención ya que era impensado que en su país dejaran a la población comer las manzanas, hasta aquellas en el piso. Pensó en la hambruna de la población norcoreana, en las miles de personas que vio durante sus viajes por el país al borde de la muerte por falta de alimentos, las prohibiciones del régimen para las raciones de comida. Pero todo aquello había quedado atrás. Ahora estaba en China. En ese país logró conseguir ayuda de las autoridades, y desde allí pasó por Vietnam, Camboya y Tailandia, antes de arribar en 2007 al Reino Unido, gracias a la ayuda de organismos de derechos humanos que le financiaron el viaje. Del otro lado del mundo A pesar de conseguir el sueño de desertar y escapar de Corea del Norte, Kim sólo lamenta no haber podido ayudar a su familia a abandonar el país. Sus padres, un hermano y una hermana aún siguen allí, sin comunicación alguna con el mundo exterior, sin saber que él está vivo, del otro lado del mundo. Una vez instalado en Gran Bretaña y con el estatus de refugiado político, el norcoreano logró reconstruir rápidamente su vida, se casó con una novia, también refugiada norcoreana, con quien tuvo dos hijos. Incluso logró que las autoridades británicas le otorgaran una vivienda social en el suburbio de New Malden, una humilde localidad al oeste de Londres, donde vive con toda su familia. Kim es uno de los poco más de 600 refugiados norcoreanos registrados en Reino Unido, aunque cree que la cifra irá creciendo si más personas como él se animan a escapar del régimen de Kim Jong-un. En Londres y a pocos meses de su llegada, creó la publicación digital Free NK, "un diario para la democracia en Corea del Norte", plataforma desde la cual se busca apoyo internacional para dar a conocer lo que ocurre en ese país de la península coreana. Los objetivos del diario son representar la “verdadera voz” del pueblo norcoreano y, sostiene, liberarlos del régimen represivo del país. “Reporta sobre la política norcoreana, como también sobre las experiencias de desertores norcoreanos, y continúa siendo una fuente esencial de noticias para todo aquel que desee estar actualizado con los últimos acontecimientos del país”, destaca el sitio. En particular, ha trabajado a partir de la labor de Kim para exponer las continuas violaciones de derechos humanos en Corea del Norte y reportar regularmente sobre los campos de prisión secretos que el régimen niega que existan. En una entrevista con la BBC de Londres, publicada el pasado 22 de abril, Kim, ahora de 40 años, reveló que los norcoreanos son sometidos a sistemáticos “lavados de cerebro”, una situación que piensa llevará a que la población quiera ir a una guerra en medio de las crecientes tensiones en la península coreana. Durante la entrevista, reveló que tanto la población civil, como la militar, atraviesan muchas penurias económicas, y dijo que las autoridades buscan convencerlos para que apoyen una guerra, al decirles que de esa forma mejorará su situación. "El cuerpo es tuyo, la mente le pertenece al Gran Líder" Kim Jong-un, dijo Kim a la emisora pública británica. "Van a morir de todos modos así que, ¿por qué no tener una guerra?", agregó. Según el excapitán, esa es la razón por la que la sociedad norcoreana no ve con malos ojos la retórica encendida de su líder Kim Jong-un, quien desde que la ONU impuso en marzo nuevas sanciones al régimen por su ensayo nuclear ha puesto en alerta a Estados Unidos y Corea del Sur, y a su propio aliado, China. "Les enseñan a pensar que pasan hambre por culpa del mundo exterior. Y necesitan un arma nuclear para luchar y dejar atrás las dificultades. A las autoridades, que están cómodas en sus puestos y con su estilo de vida, les sirve hablar de conflicto: distraen a la gente, intentan que olviden que comen una vez al día, pero no quieren concretar sus amenazas porque buscan forzar el diálogo con otros países para recibir ayuda", continuó. Explicó que bajo el régimen de Kim Jong-un, quien alcanzó el poder a fines de 2011 a los 27 años tras la muerte de su padre Kim Jong-il, se ha se hecho más difícil que una persona abandone el país. Uno de los principales problemas que enfrentan los norcoreanos es la pobreza generalizada --se estima que hasta 3 millones de personas murieron en la hambruna que afectó al país entre 1994 y 1998--, que hace que sea casi imposible reunir el dinero para pagar por el escape. También dificulta la salida del país un refuerzo de los controles en la frontera con China, que desde el año pasado permitió que se redujera en un 44% la cantidad de refugiados norcoreanos que llegaron a Corea del Sur, que totalizaron mil 509. "Estaba tan adaptado al ambiente que era natural ver morir a familiares y amigos de inanición. Sólo cuando deserté, en ese momento me di cuenta de lo doloroso que había sido", afirmó Kim a la BBC, que considera que los norcoreanos son obligados a vivir vidas "completamente sistematizadas". "No había información del mundo exterior, no había forma de cuestionar lo que nos decían", agrega. Y admite que los pocos que logran escapar de Corea del Norte, son aquellos que cuentan "con coraje y curiosidad". Desde su publicación online, Kim sostiene que Corea del Norte puede colapsar por tres factores fundamentales, a partir de un movimiento al estilo de la Primavera Árabe, por la acción de la fuerza de las potencias extranjeras (China incluida) o través de los medios de comunicación y los desertores. "Se necesita una revolución, pero la gente precisa una iluminación. Tiene que haber una combinación para que exista una revolución democrática adecuada. Es difícil que pase ahora", explica. Y está convencido que la única forma de cambiar las cosas es a partir de acciones de norcoreanos que han logrado desertar del régimen y pueden contar lo que han vivido. "Los desertores queremos cambiar Corea del Norte, es la forma ideal de hacerlo. Sabemos qué está pasando, si nos podemos organizar, podemos alcanzar a la sociedad norcoreana", sostiene.

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