TLC México-UE: Desequilibrio crónico

viernes, 6 de septiembre de 2013 · 20:48
BRUSELAS (apro).- A 13 años de haber entrado en vigor el Acuerdo Global entre México y la Unión Europea (UE), la participación de esta última en el comercio exterior de nuestro país apenas recuperó el nivel que mantenía en 1993 (5.2%), mientras que las exportaciones mexicanas continúan representando para ese continente un minúsculo porcentaje de 0.9% del total de sus intercambios comerciales con el mundo, expone el libro titulado Las relaciones México-UE en el marco del Acuerdo Global y la Asociación Estratégica: un balance desde la sociedad civil mexicana. Dividido en siete capítulos, en los que diversos investigadores mexicanos analizan a detalle diversos aspectos del Acuerdo Global entre ambas partes (o Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación), la obra menciona desde su presentación que a las organizaciones mexicanas que le han dado seguimiento a ese tratado les preocupan los “graves efectos e impactos” que éste ha traído a las comunidades del país, entre ellos: “déficit comercial, crecientes inversiones que bajo el pretexto del desarrollo llegan a México de forma depredadora, sin aplicar o respetar el derecho a la consulta por parte de las comunidades indígenas, campesinas y urbanas, y violando el derecho a la libertad sindical en la contratación colectiva”. “En muchos casos han contado con la complicidad de las autoridades mexicanas, mientras Europa no se ocupa de exigir a sus empresas que asuman su responsabilidad ante la violación a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales”, plantea el ejemplar, el cual sobresale no sólo por realizar uno de los pocos análisis mexicanos actualizados sobre los resultados de tal acuerdo, sino también por ahondar en un campo de relaciones, las de México con la UE en su conjunto, no tan explorada como otras. La obra, que será presentada este miércoles 11 de septiembre en la Fundación Heinrich Böll de Bruselas, está firmada por la Asociación Latinoamericana de Organizaciones de Promoción al Desarrollo (ALOP), el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM), la Central Campesina Cardenista, DECA Equipo Pueblo, Servicios para una Educación Alternativa (EDUCA) y la Fundación Nuevo Milenio.   Déficit El libro, que consta de 106 páginas, y cuya copia obtuvo Apro, precisa que alrededor de 80% de las exportaciones e importaciones de México con la UE se realiza con sólo seis de los 27 países que hasta el año pasado la conformaban (Croacia se adhirió el 1 de julio de 2013): Alemania, España, Francia, Holanda, Italia y Reino Unido, y remarca que tan sólo los dos primeros países acaparan la mitad de tal intercambio. Desde el 1 de julio de 2000 que entró en vigor el Acuerdo Global, las exportaciones mexicanas a la UE han crecido a un ritmo mayor que las importaciones originarias de ese bloque comercial, menciona el volumen en el capítulo sobre la evolución del Acuerdo Global, aunque luego matiza: “Es muy probable que un porcentaje importante de este intercambio esté relacionado con el comercio intrafirma, es decir, transacciones entre una empresa europea y sus filiales establecidas en el país y (que) sólo por cuestiones de registro aparecen como exportaciones e importaciones”. El capítulo, elaborado por Norma Castañeda y Rodolfo Aguirre, asistente de la Secretaría Ejecutiva de ALOP y responsable de los programas de la fundación alemana Heinrich Böll en México, respectivamente, señala, además, que tal “concentración histórica” del comercio con sólo algunos países europeos no es nueva, pero que el acuerdo permitió cierta reconfiguración de los procesos de manufactura “en función de los intereses de las empresas pertenecientes a las grandes economías europeas”, que son las que “determinan la dinámica general” del intercambio bilateral. “Las exportaciones e importaciones mexicanas tienen prácticamente el mismo comportamiento y ha sido la crisis en los países de la UE lo que detuvo el ritmo creciente del déficit comercial”, afirman Castañeda y Aguirre, para después subrayar que es “la demanda externa de algunos países de la UE la que determina la evolución de la balanza comercial y, menos, algún cambio en las condiciones de las empresas mexicanas para exportar a aquella región”. Entre 1993 y 2000, antes de la entrada en vigor del Acuerdo Global, el déficit comercial mexicano con los europeos osciló entre 3 mil 400 millones y 9 mil 600 millones de dólares; desde entonces el déficit creció y en 2008 alcanzó casi 22 mil millones de dólares. Entre 2010 y 2012 la cifra no dejó de ascender y de 18 mil millones de dólares casi llegó a 19 mil millones de dólares el año pasado, por lo que el libro constata que “después de la drástica caída en 2009, el comercio no ha recuperado los niveles que alcanzó un año antes de la crisis”, aunque tal recuperación “significa también el ensanchamiento del déficit”. Los autores del capítulo lamentan la “insuficiente información” en torno a la incursión de las empresas mexicanas en el mercado europeo, que ayude a promover estrategias que impulsen “los encadenamientos productivos con la participación real de las pequeñas y medianas industrias mexicanas”. Rematan: “Sólo de esta manera pueden establecerse las bases para que los tan publicitados y prometidos beneficios del Tratado de Libre Comercio México-UE realmente lleguen a amplios sectores de la población mexicana” y no sólo a empresas como “Siemens, Volkswagen, BBVA, Telefónica o cualquier otra de las grandes empresas europeas radicadas en el país”. En otra parte del volumen, firmada por la Central Campesina Cardenista, se ratifica el “desequilibrio crónico en la balanza comercial”, pues, indica, en 2011 por cada dólar de exportación se importaron dos dólares. Peor aún, a nivel de posición estratégica, señala el profesor Luis Antonio Huacuja, responsable del programa de estudios sobre la UE de la UNAM, “la ventaja para México de haber sido el primero en la región en haber concretado un acuerdo con el bloque europeo, se ha disuelto”, dada la posibilidad y celebración de acuerdos con nuevos socios latinoamericanos y las negociaciones para establecer tratados comerciales con Canadá y Estados Unidos. Los datos y los análisis anteriores cuestionan las apreciaciones de quien fuera hasta hace poco la embajadora mexicana ante la UE, Sandra Fuentes-Beráin, que en la introducción de la obra presume, sin ofrecer más detalles, que el comercio bilateral “no ha dejado de crecer desde la entrada en vigor del Acuerdo Global”, y que el balance que “ambas” partes han realizado del mismo, reitera, “es positivo”.   Participación de membrete En su introducción, que firma como embajadora emérita, Fuentes-Beráin se jacta de que “una de las lecciones más importantes sobre las relaciones de nuestro país con la UE” desde 2000 fue “reconocer el peso específico de la sociedad civil”, y señala que ella misma fue “actor y testigo” del “creciente involucramiento” de aquella en el desarrollo del diálogo bilateral “en los temas políticos, medioambientales y socioeconómicos, que incluyen de manera destacada el proceso de instrumentación y armonización de los compromisos internacionales de derechos humanos”. Y como prueba de lo anterior, Fuentes-Beráin —designada por el presidente Enrique Peña Nieto cónsul general en Nueva Cork— cita en su texto la celebración de los cinco Foros de Diálogo de la Sociedad Civil con el Gobierno de México y las instituciones de la UE, el primero de los cuales se realizó en 2002 en Bruselas y el último en 2012, también en la capital belga, así como la realización de un seminario sobre derechos humanos que tuvo lugar en octubre pasado en la Ciudad de México. En el libro, las organizaciones mexicanas reconocen que la construcción de espacios para que la sociedad civil pueda “diseñar, formular propuestas e incidir en el Acuerdo Global México-UE ha sido fructífera, en la medida que ha sumado otros actores” como sindicatos, organizaciones campesinas y de derechos humanos, lo que, consideran, ha enriquecido “las propuestas que en cada Foro de diálogo se han presentado, como (la creación de) el Comité Consultivo Mixto y el Observatorio Social”. Sin embargo, acusan que, “a pesar del discurso y de la normatividad que reconoce la participación de la sociedad civil”, ésta se ha enfrentado a la resistencia de las autoridades para reconocerla “como actores de cambio”, y aunque admiten que se han realizado los Foros de diálogo y revisado las propuestas antes señaladas, ello lo adjudican “a la presión y exigencias de las organizaciones civiles”, además de que estiman que tales encuentros no han influido en la modificación de las relaciones entre México y la UE. Señalan: “Todo parece indicar que los mecanismos de participación que se reconocen en el Acuerdo Global están solamente de membrete, lo que ha provocado desgaste e incertidumbre entre las organizaciones civiles y sociales que han participado en las consultas”, y consideran que, “de seguir bajo estos formatos tan débiles de participación, solamente se contribuye a legitimar un diálogo social que no genera o favorece cambios favorables para la población”. Recuerdan que ellas han pugnado por la creación de un “Mecanismo de diálogo institucionalizado y permanente entre las sociedades civiles y gobiernos de México y la UE”, por medio del cual puedan “debatir, proponer y compartir información sobre el Acuerdo Global”, pero, reconocen, “los avances hasta ahora logrados no alcanzan el consenso entre las cuatro partes”, es decir, los gobiernos de ambas partes y los representantes de las organizaciones de la sociedad civil mexicana y europea. Al respecto, las instituciones de la UE, como lo dicta su legislación, sólo reconocen como intermediario de la sociedad civil europea frente a las de otros países al Comité Económico y Social Europeo (CESE), el cual se niega a reconocer a los representantes mexicanos de la sociedad civil en el citado Mecanismo, ya que, entre otros de los motivos argumentados, éste no goza de validez jurídica dentro del Acuerdo Global.

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