Los efectos negativos del TPP
MÉXICO, D.F. (apro).- Cerrado, en secreto y con casi nula participación de la sociedad civil, gobiernos de 14 países negocian el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) el cual, según activistas, tendrá efectos negativos sobre todo en el acceso a medicinas, cultura y libertad en Internet de los ciudadanos, así como en las regulaciones en materia medioambiental.
“Buscamos la liberalización del comercio y la inversión promoviendo una profunda cooperación para crear un acuerdo estratégico en el área Asia Pacífico”, se advierte en el acta constitutiva del TPP, firmado en 2005 por cuatro países: Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur.
Hasta la última negociación realizada en diciembre pasado, al acuerdo ingresarían también Australia, Canadá, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Malasia, Vietnam, Estados Unidos y México.
El acta destaca además que el TPP busca “crear reglas claras que gobiernen el comercio”.
Sin embargo, sus críticos en todo el mundo dicen otra cosa:
“Más que un acuerdo de comercio multilateral se busca reforzar la política estadunidense de beneficiar, sobre todo, a su industria, no al ciudadano común ni a los países en desarrollo, pues establecería regulaciones específicas y extendería leyes de propiedad intelectual restrictivas”, afirma Marco Correa, integrante de la ONG chilena Derechos Digitales, la cual ha creado la red de organizaciones llamada TPP Abierto, en referencia a la demanda de que se elimine el secretismo con que se negocia dicho acuerdo.
“El TPP es un gran peligro porque es el modelo para el futuro de eventuales tratados de libre comercio”, dice Melinda St.Louis, integrante de Public Citizen, una de las organizaciones que lidera la oposición al TPP en Estados Unidos.
“Dominio Público”
En entrevista con Apro, Iván Martínez y Salvador Alcántar, presidente y secretario, respectivamente, de Wikimedia --también integrante de TPP Abierto—, advierten que sin las filtraciones que Wikileaks hizo el pasado 13 de noviembre sobre el capítulo de propiedad intelectual que los países negociaron, no se conocerían los efectos negativos en este rubro.
“Alimentos, medicamentos, cuestiones tan elementales que tocan la vida y pueden afectar potencialmente, deberían tener discusión abierta”, dice Martínez.
Wikimedia ha hecho críticas y comunicados al respecto de las violaciones de derechos a la libre expresión y de privacidad que podría implicar la puesta en marcha del TPP.
Su principal preocupación estriba en las limitaciones que implicaría para el acceso a la cultura de los ciudadanos y la forma en la que se perseguirían las violaciones a la propiedad intelectual.
En 1998, diversos dueños de marcas, como Disney, lograron en Estados Unidos la aprobación del Copyright Term Extension Act, una ley que extiende por 70 años los derechos de autor. El ACTA (Acuerdo Comercial-Anti-falsificación) y el TPP aumentarían estos plazos para los países firmantes.
Debido a ello, sostiene Correa, se impediría “el acceso a las obras que pasan al dominio público”, pues Internet se ha convertido en “la principal forma de acceder a la cultura e información”.
Ese dominio público, por ejemplo, permite a Wikipedia nutrirse de contenidos con base en la colaboración de sus usuarios.
“Eso sería un ejemplo concreto de lo que podría pasar. Mucha información, fotografías o pinturas famosas no podrían seguir en la red porque no estarían en la categoría de dominio público, o se van a demorar muchos años más en entrar en ella”, dice Alcántar.
Correa detalla que el TPP no solamente afectará Internet, también la educación de los países donde las obras de dominio público abaratan los costos de la enseñanza.
Alcántar destaca que se necesita un equilibrio entre los derechos de autor y el derecho a acceso a la cultura. Y cuestiona: “¿Qué pesa más, el derecho económico de unos cuantos o la necesidad cultural de todos?”.
Vigilancia masiva, oposición global
La forma en la cual el TPP pretende vigilar el cumplimiento de estos derechos en todos estos países, que representan 40% del comercio internacional, preocupa a los activistas.
“Es una vigilancia masiva a ciudadanos”, dice Martínez, “pues implica que los gobiernos puedan solicitar datos de usuarios que presuntamente infrinjan derechos de propiedad”.
Con ello, señala, “habría una especie de censura previa que, al final del día, minaría la libertad de expresión y la privacidad de los usuarios”.
Ante esto, Melinda St. Louis explica que ya existe un movimiento global de opositores al TPP. En América Latina, Chile y Perú han realizado foros de educación pública y se ha creado una red de distintas organizaciones que van desde el acceso público a la salud hasta la libertad del uso de Internet.
“En Japón hay un movimiento fuerte (red Detengamos el TPP: Acción Ciudadana). A las manifestaciones en contra del tratado llegan miles de personas. En Malasia, el gobierno ha tenido que matizar su mensaje por la oposición”, cuenta St.Louis.
“Y es que sindicatos y jóvenes, sectores que no estuvieron cuando se negoció el TLCAN, ahora son los que distribuyen la información”.
Incluso políticos de algunos países han manifestado su preocupación contra el TPP. El pasado 12 de diciembre, los excancilleres chilenos Juan Gabriel Valdés, Soledad Alvear, Ignacio Walker, Mariano Fernández y Carlos Figueroa solicitaron a su cancillería suspender las negociaciones por el “secretismo” con el que se han llevado a cabo.
Además, se sumaron al llamado que el Senado de Chile hizo en agosto pasado para que se frenen las negociaciones del TPP en tanto se transparenta su contenido y se realiza un debate abierto con la sociedad civil, con el propósito de analizar los aspectos técnicos del proceso.
Michel Bachelet, presidente electa de Chile, lanzó el 28 de octubre su plan de relaciones exteriores donde se especifica que el TPP, mal manejado, sería una renegociación del Tratado de Libre Comercio que su país tiene con Estados Unidos en los siguientes rubros: propiedad intelectual –sobre todo en derechos para producir genéricos--, compras públicas, servicios e inversiones.
Kensaku Fukui, abogado de la Universidad de Nihon, escribió el 30 de octubre un artículo en Internet Watch acerca del acuerdo, donde remarca también que las violaciones a derecho de autor quedarán en manos y a juicio de las corporaciones privadas, además de que se pondrá control a la importación o exportación de creaciones artísticas japonesas, como las historietas “manga”.
En entrevista, Hadyn Green, colaborador de Consumer.org, una de las organizaciones opositoras al TPP en Nueva Zelanda que conforman el frente Coalición por un Trato Justo, advierte que en su país el TPP aumentará los precios y creará monopolios.
La mayor preocupación en Nueva Zelanda es lo que puede ocurrir con Pharmac, una agencia del gobierno que subsidia medicinas y verá erosionado su plan de distribución de genéricos.
“Nueva Zelanda está aislada y muchos de los productos que se consumen son paralelos o genéricos. Estos productos corren riesgo con las reglas de propiedad intelectual del TPP”, cuenta.
La cantante neozelandesa Moana Maniapoto, indígena maorí, destacó en diciembre de 2012 que las corporaciones como Ford y Sony, que tienen derecho sobre símbolos y aspectos sobre su cultura podrán perpetuarse por más tiempo con el TPP.
En México todavía no existe una red que articule organizaciones contra el TPP, pero ya se difunden los efectos que podría tener. El viernes 10 se publicó en el diario El Economista el artículo TLCAN ampliará apertura y mercados con nuevos TLC,r el diario El Economista donde se explica que implicará “cambios en la regulación del sector energético”.
El artículo detalla que Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE) se verían impactadas en transparencia de sus operaciones y el tipo de apoyos gubernamentales para que “compitan con las privadas sin que obtengan beneficios, como subsidios o favoritismos regulatorios”.
Ni tan libre ni tan secreto
En una entrevista hecha por el diario Hufftington Post el 13 de enero, el lingüista Noam Chomsky denunció que el TPP es “secreto para la población, pero no para los negociadores de las corporaciones”.
“Estas medidas en extremo proteccionistas están diseñadas para minar el libre comercio. De hecho, mucho de lo que se conoce sobre el TPP indica que no se trata de comercio, sino de derechos de los inversores”, acusa el lingüista.
De los 29 capítulos conocidos del TPP, sólo hay cinco que se refieren al comercio, advierte Melinda St. Louis.
“Diversas organizaciones asisten a las rondas de negociación pero no tienen acceso a la negociación en sí. Pero alrededor hay encuentros donde se intercambian opiniones”, dice Correa.
Hadyn Green advierte que en febrero habrá una nueva reunión sobre el TPP, de nuevo en secrecía, y se hará probablemente en Inglaterra, “tan lejos del Pacífico como pueda ser”. Y considera que el tratado puede estar firmado en abril, cuando el presidente estadunidense Barack Obama visite Asia.
“El texto debe hacerse publico y entonces veremos mayor oposición. Pero por supuesto esto pasará sólo cuando ya haya sido firmado y ratificado, y en ese punto será ya demasiado tarde, a menos de que cada vez haya más cables (como el filtrado por Wikileaks este 15 de enero sobre medio ambiente)”, advierte Green.
“¿Vamos a expandir este modelo para que otras empresas puedan atacar nuestras leyes ambientales?”, pregunta St. Louis. Y responde: “No es un modelo que deberíamos expandir, deberíamos estar repensando y tomando otro camino en nuestra manera de integración”.