Ucrania: Votaciones para ganar legitimidad
MÉXICO, D.F. (apro).- Con las elecciones para la Rada, este domingo 26, Ucrania espera cerrar el círculo de la crisis abierta un año atrás y rodear de legitimidad al gobierno del presidente Petro Poroshenko.
En un país dividido, las elecciones no se realizarán en gran parte de las regiones de Donetsk y Lugansk, controladas por las fuerzas separatistas pro rusas, donde el cese al fuego que se firmó en septiembre pasado apenas se sostiene, además de que la provisión de gas y carbón está en duda de cara al crudo invierno.
Según los resultados de una encuesta realizada por el Instituto Gorshenin, presentados el miércoles 22, el Bloque de Poroshenko obtendría 24.5% de los votos, seguido por Patria, de la exprimer ministro Yulia Timoshenko (10,4%); el Frente Popular, del primer ministro Arseni Yatseniuk (7.9%), y el Partido Radical, de Oleg Liashko (7.4%).
La nueva Rada tendrá una orientación pro europea y marcará un giro de 180 grados. El Partido de las Regiones del expresidente Víctor Yanukovich, que dominaba la Rada anterior, se desintegró después de la destitución de éste en febrero pasado. Las dos agrupaciones que lo sucedieron no superarían la barrera de 5% necesaria para ingresar al Parlamento. Y lo mismo sucedería con el Partido Comunista y los partidos nacionalistas Svoboda (Libertad) y Sector de Derecha, que tuvieron un papel preponderante durante las protestas de la plaza Maidán a comienzos de este año, pero que estarán por debajo de ese piso, según la encuesta.
La otra mitad del Parlamento se elegirá por el sistema uninominal, es decir, el más votado en cada uno de los 225 distritos electorales. Pero no habrá elecciones en Crimea y en gran parte de Lugansk y Donetsk, que representan 22 distritos.
“La fuerza mayoritaria de la nueva Rada serán los partidos pro europeos, pro occidentales”, dice a Apro Dmitro Ostroushko, del Centro Gorshenin de Kiev.
Ostroushko pronostica que la mayor bancada parlamentaria será la del presidente Poroshenko, pero si no obtiene una clara mayoría, tendrá 30 días para crear una coalición con otras bancadas. Si esto no se logra, el presidente deberá llamar a nuevas elecciones.
Para Yuriy Yakymenko, investigador del Centro Razumkov de Kiev, “las elecciones parlamentarias eran una exigencia clave de la Plaza Maidán. Esta elección simbolizará el cierre de un círculo, y cuando termine tendremos un nuevo parlamento, un nuevo gabinete y un nuevo presidente, y entonces podremos avanzar”, señala.
Una guerra que no termina
Para Ostroushko, el factor que decidirá las preferencias de los votantes es la guerra que se libra desde comienzos de año en el oriente del país.
“La situación es difícil. Mucha gente no tiene salarios suficientes, el grivna se devalúa, hay inflación, no está garantizada la provisión de gas para el invierno. Si bien todas estas cuestiones preocupan, no influyen decisivamente en los electores, porque la gente vota en primer lugar a favor de un curso pro europeo, a favor de las reformas”, apunta.
Según el informe de Naciones Unidas fechado el pasado viernes 17, después de más de seis meses de combates el saldo es de 3 mil 707 víctimas y 842 mil refugiados, la mitad de los cuales huyó a Rusia y el resto a otras ciudades de Ucrania. Además, han resultado destruidos barrios, pueblos, carreteras, fábricas, estaciones eléctricas y de saneamiento de agua, escuelas y aeropuertos.
En septiembre pasado el gobierno de Poroshenko firmó un cese al fuego en la ciudad de Minsk, la capital de la vecina Bielorrusia. Las fuerzas ucranianas estaban exhaustas tras los fracasos y el alto costo de la “Operación Antiterrorista” iniciada en abril.
Miles de soldados ucranianos se negaron a combatir, obligando al gobierno a recurrir a batallones privados o a paramilitares –como los financiados por Igor Kolomoiski, el multimillonario gobernador de la región de Dnepropetrovsk–, así como a la creación de una Guardia Nacional, con una activa participación de los sectores más radicales, entre ellos los nacionalistas del grupo Sector de derecha y Svoboda, especialmente venidos de las regiones occidentales de Ucrania.
Las bajas del ejército ucraniano fueron inmensas: se calcula que murieron más de mil soldados hasta mediados de octubre. Sólo en los combates en la localidad de Ilovaisk perdieron la vida entre 100 y 300 soldados, según las distintas versiones, lo que provocó la renuncia del ministro de Defensa Valeri Gueletei.
La derrota de Kiev llevó a la firma de los acuerdos en Minsk, en cumplimiento de los cuales la Rada votó una ley otorgando una autonomía de tres años a los distritos de Donetsk y Lugansk controlados por los separatistas, y una amnistía para todos los que formaron parte de los grupos armados.
Si bien se redujo la violencia, las acciones armadas continuaron desde entonces. Las repúblicas populares de Donetsk y de Lugansk no aceptan los términos de la ley de autonomía, según la cual deben elegir autoridades regionales el próximo 7 de diciembre, en consonancia con las elecciones regionales que se celebrarán en todo el país. Los dirigentes rebeldes convocaron a sus propias elecciones para noviembre, porque no se consideran más parte de Ucrania.
La guerra define todo
Las elecciones de este domingo 26 reflejarán la polarización que la guerra ha provocado en la mayoría del electorado, que por un lado propone ir al encuentro de Europa, pero por otro se endurece cada vez más y apoya la continuación de la guerra contra las regiones separatistas.
En la encuesta del Centro Gorshenin realizada entre el 12 y el 21 de octubre en todo el país, menos en las regiones de Crimea, Donetsk y Lugansk, 65.1% respondió que los acuerdos de Minsk, la adopción de la ley sobre la autonomía y la amnistía para los que participaron en el levantamiento armado no facilitarán la paz. Más de la mitad de los encuestados consideró que es posible la extensión del conflicto a otras regiones de Ucrania, y una mayoría de 54.4% contestó que la lucha debería continuar hasta recuperar Crimea y el Donbass.
En cuanto a la orientación de Ucrania, 63.6% respondió a favor de la Unión Europea y solo 13.8% a favor de la Unión Euroasiática con Rusia, Bielorrusia y Kazajstán. Lo más significativo es que una mayoría de 53.4% se manifestó a favor de ingresar a la OTAN, la alianza militar occidental, contra 33.6% que se opone.
Dmitro Ostroushko explica este resultado y atribuye al conflicto armado el enorme cambio en la opinión pública: “La guerra creó las condiciones para este giro tan rápido. Hace un año, solo un tercio de la población apoyaba ingresar a la OTAN. Hoy es al revés. Entre 50% y 60% está a favor y sólo un tercio en contra; esto, claro, sin tomar la región del Donbass”.
Esta radicalización se expresará en las elecciones, donde si bien el Bloque Petro Poroshenko aparece como el más interesado en una regulación del conflicto, otras expresiones políticas más radicales y duras frente al conflicto en el sur oriente vienen ganando cada vez más votos, como Oleg Liashko.
“En la sociedad ucraniana hay mucha gente decepcionada con el cese al fuego porque dicen que le dio a los combatientes la posibilidad de reagruparse. El candidato más radical de todos, Oleg Liashko --que obtuvo un sorprendente tercer lugar en las elecciones presidenciales de mayo 25--, dice que se debe continuar el ataque, y que el cese al fuego no se necesita”, comenta Ostroushko.
“Los otros partidos son más moderados porque entienden que el compromiso es necesario, y aun si tienen una posición pesimista sobre el cese al fuego, intentan encontrar una negociación”, agrega.
En efecto, el Plan Liashko, titulado “Victoria de Ucrania”, propone, entre otros puntos, restablecer el estatus nuclear que Ucrania poseía en los tiempos de la Unión Soviética y anular unilateralmente las deudas con Rusia.
Liashko, que anda en un lujoso auto y que tiene jet privado, construyó su campaña peleándose a puñetazos en el parlamento contra diputados opositores, visitando las zonas de combate, secuestrando y golpeando gente, y pasando los videos en sus sitios web, al punto tal que Amnistía Internacional publicó el 6 de agosto un duro informe contra él. “Liasho es un diputado que ha tomado la ley en sus propias manos”, apuntó la organización internacional.
“Aunque no tiene la autoridad para detener gente, secuestra y abusa de los detenidos de manera verbal y física mientras es filmado por una cámara. Sus sitios web presentan numerosos videos mostrando personas secuestradas a las que se les viola su derecho a un juicio justo y el derecho a no ser sometidas a torturas y malos tratos”, señaló el reporte.
“Amnistía Internacional considera las acciones de Oleg Liashko y sus asociados armados, una violación flagrante de las leyes internacionales”, concluyó.
A la derechización del parlamento en Kiev contribuirá el ingreso de diputados que combatieron como soldados en las divisiones armadas de voluntarios. Según escribió el observador Balázs Jarábik en el periódico inglés The Guardian el pasado jueves 23, 17 candidatos del batallón Donbass se postulan como candidatos, además de los aspirantes de los batallones Aydar, Dnipr, Lugansk y Azov. “La Rada puede convertirse en un nuevo tipo de campo de batalla”, comentó el analista.
La radicalización de parte de la sociedad ucraniana es patente en los recientes hechos de ataques a políticos y candidatos como resultado de la aprobación de la ley de “limpieza”, que permite destituir sin trámites a los funcionarios considerados corruptos, aun sin tener pruebas en su contra. Ello derivó en una serie de ataques contra políticos, que eran arrojados a los cestos de basura.
“El indicador de un verdadero quiebre en la sociedad no son estos raros episodios, sino el apoyo que recibieron aun entre los ucranianos más educados”, opinó Jarábik.
El invierno que viene
Pronto, las confrontaciones políticas cederán los titulares ante el verdadero desafío que se viene encima: el crudo invierno, con una crisis no resuelta con Rusia sobre la provisión de gas, en medio de una situación económica alarmante, marcada por la inflación y la devaluación.
El Donbass, una región asolada, con sus fábricas, escuelas e infraestructura destruidas, espera con temor los rigores del invierno.
La disputa con Rusia por el precio del gas pareció saldarse el 17 de octubre en Milán, donde los presidentes Vladimir Putin y Petro Poroshenko acordaron un precio de 385 dólares por cada mil metros cúbicos de gas, cien dólares menos que lo exigido por Moscú, siempre y cuando Ucrania cancele mil 400 millones de dólares de su deuda antes de reanudar los envíos. Pero hasta el cierre de esta edición (viernes 24) continuaban las negociaciones en Europa, pues no estaba claro quién pagaría la cuenta.
La situación se agrava porque ahora Ucrania no contará con el carbón de la cuenca del Donbass, obligando a Ucrania a importar carbón desde Sudáfrica.
Hace un año, en noviembre de 2013, el presidente Víctor Yanukovich suspendió la firma del tratado con la Unión Europea desatando el estallido de las protestas en la plaza Maidán, que llevaron a su destitución en febrero y al comienzo de una guerra civil que parece haberse tomado apenas un entretiempo.
Con una parte del país destruida por la guerra, que rechaza considerarse parte de Ucrania, con enfrentamientos de menor intensidad pero continuos, y con un país amenazado por el invierno y las dificultades económicas, habrá que ver si el Parlamento que se elija este domingo 26, limpiado de partidarios de Yanukovich y de Moscú y claramente pro europeo, es capaz de cerrar la crisis iniciada hace un año; o si, por el contrario, su elección es apenas una estación más en el vía crucis que se ha convertido la política ucraniana.