Alemania: Golpes y humillaciones a refugiados sirios

viernes, 3 de octubre de 2014 · 20:34
BERLÍN (apro).- Las imágenes del video son brutales: un hombre joven yace en el piso, tirado, sobre una colchoneta. Su vómito salpica la superficie color azul cielo de ésta y también ensucia por completo su pantalón beige. Tirado, en un intento de defensa, pregunta a gritos "¿por qué me pegan?, ¿por qué me pegan?". Las voces de los agresores responden: "¿Te pateo en el hocico o qué?", amenaza uno; "¡Acuéstate sobre tu vómito y duerme!", ordena el otro. En otra imagen, esta fotográfica, un hombre sometido sobre el piso, yace boca abajo con pies y manos atadas por la espalda. Dos hombres vestidos de negro posan sonrientes junto a él. Uno de ellos, el más grande y corpulento, coloca su pie derecho sobre la cabeza del sometido y con mano en la cintura mira a la cámara. El otro, está en cuclillas a los pies de la víctima. Las imágenes recuerdan a las de la prisión iraquí de Abu Ghraib que dieron la vuelta al mundo y que mostraban a soldados estadunidenses vejando y golpeando a prisioneros de guerra. Pero las aquí descritas no fueron tomadas en una cárcel sino dentro de un refugio para asilados ubicado en la ciudad alemana de Burbach, en el estado de Renania del Norte-Westfalia. Los agresores son guardias de seguridad alemanes; y las víctimas, refugiados provenientes de África y Medio Oriente. Doble victimización El domingo 28 de septiembre en una conferencia de prensa la policía y la fiscalía de Renania del Norte-Westfalia revelaron el hallazgo y presentaron las imágenes que conmocionaron a la opinión pública alemana. Y es que las víctimas, cuya identidad no fue revelada, forman parte de los miles de refugiados que en fecha reciente han llegado hasta Alemania huyendo del horror de la guerra en Siria y de la violencia generalizada en el Medio Oriente. La crudeza de las imágenes dejó también en claro una realidad: los refugiados por la guerra que llegan a Europa encuentran una "protección" que no los libra de otro tipo de violencia, marginación y exclusión. El video, que dura unos segundos, llegó hasta manos de un periodista local de Burbach, quien a su vez, lo entregó a la policía como denuncia de los hechos. Con video en mano, la policía ingresó al refugio para asilados, ubicado en las instalaciones de un antiguo cuartel del ejército alemán en la pequeña ciudad wesfálica. Realizó una revisión exhaustiva y decomisó los teléfonos celulares de los guardias encargados de custodiar el lugar. En uno de ellos, encontró la fotografía que fue portada de primera plana en la prensa alemana. Además del video y la fotografía degradantes para los refugiados, las autoridades alemanas también encontraron en los espacios ocupados por el personal de vigilancia spray pimienta, palos y una llave estrella de golpe. "Son imágenes que uno conoce sólo de Guantánamo", dijo el presidente de la policía de Hagen, Frank Richter, quien además de declararse consternado por los sucesos informó que también había indicios dentro del caso de delitos por lesiones físicas. Cuatro empleados de la empresa privada SKI, con sede en la ciudad de Nuremberg, son los sospechosos. El escándalo estalló y de inmediato distintos medios alemanes comenzaron a reportar que el de Burbach no sería el único caso de refugios de asilados en donde se les humilla y denigra. Los ojos públicos se centraron entonces en el estado federado de Renania del Norte, que concentra el mayor número de refugiados en todo Alemania, 21% del total. Incapacidad administrativa Pero lo que sucede en esta parte del país no es exclusivo de Renania del Norte. Las autoridades de cada uno de los estados federados que reciben refugiados señalan que su capacidad de atención se ve rebasada ante el dramático incremento de éstos. Los datos oficiales refieren que tan sólo en 2013 la solicitudes de asilo en Alemania alcanzaron niveles récords de alrededor de 110 mil casos. Ante la falta de personal y dinero público para atender a los refugiados, las autoridades alemanas delegaron la responsabilidad del cuidado y administración de los centros de alojamientos a la iniciativa privada. Con ello, se argumentó, se ahorrarían costos y burocracia. En el refugio de Burbach la empresa operadora de su mantenimiento y cuidado, European Homecare, subcontrató a su vez los servicios de una tercera empresa, SKI, para las labores de seguridad. Durante las investigaciones que comenzó a realizar la policía alemana se encontró que parte del personal de SKI, por ejemplo, contaba con antecedentes penales. Los dos guardias que presuntamente habrían vejado al refugiado cargaban sobre sí antecedentes de robo, daño físico, fraude y delitos vinculados con drogas. No sólo eso. La sospecha de que algunos de ellos pertenezcan incluso a la esfera neonazi flotó en el aire luego de que durante una auscultación física se descubriera que uno de ellos tiene tatuado en el antebrazo palabras identificadas como pertenecientes al movimiento neonazi. Con el escándalo de los sucedido en Burbach, además de la gran vulnerabilidad en la que viven los asilados, también quedó en evidencia el poco compromiso de los gobiernos estatales alemanes para vigilar que las tareas delegadas a las empresas privadas --una responsabilidad sumamente delicada debido a que se trata del cuidado de seres humanos-- no sólo sean económicamente redituables, sino también de calidad.

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