Argentina: Un freno para la estación satelital china

viernes, 21 de noviembre de 2014 · 22:14
BUENOS AIRES (apro).- La base espacial china que se construye en la provincia de Neuquén ha sufrido un contratiempo. El Senado argentino decidió posponer el tratamiento del acuerdo firmado en julio en Buenos Aires por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su par chino Xi Jinping. La obra –cuya construcción se encuentra en medio del páramo patagónico-- sigue su curso. El acuerdo marco suscrito entre ambos gobiernos cuenta ya con el dictamen favorable de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. La iniciativa requiere, sin embargo, de la autorización del Congreso Nacional. Aquí las objeciones provienen tanto de los senadores opositores como de los oficialistas. Se teme el posible uso militar de la estación, su impacto geopolítico, la cesión de soberanía en favor de China, el exceso de beneficios impositivos. La embajada china en Buenos Aires dio a conocer su preocupación por la demora en la aprobación del proyecto. El cortocircuito se da en un momento clave en la relación entre ambos países. China se ha convertido en un socio estratégico fundamental para Argentina. El conflicto con los “fondos buitre” bloquea tanto el acceso del país sudamericano al crédito como el financiamiento en Estados Unidos y Europa. China, por el contrario, ha tendido un gigantesco crédito puente a Argentina. El gobierno de Fernández ha adjudicado al gigante asiático la construcción de una central nuclear y dos represas hidroeléctricas. La estación espacial ahora cuestionada se emplaza en el paraje llamado Bajada del Agrio, en la provincia de Neuquén, a mil 380 kilómetros de Buenos Aires. Es la tercera estación espacial china en el planeta y la primera fuera de su territorio nacional. Tendrá la función de monitorear viajes espaciales en el marco del programa chino de investigación del espacio profundo. China necesita de una antena colocada en el hemisferio sur para cubrir la totalidad del espectro y así poder monitorear sus satélites las 24 horas del día. El paraje patagónico fue elegido por su ubicación estratégica. En esa zona desértica no hay interferencias radioeléctricas con otras estaciones existentes. “Es un proyecto de observación lunar con fines pacíficos”, ha repetido en estos días Félix Menicocci, secretario general de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae). La Conae firmó en 2011 un acuerdo con la Agencia Nacional China de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites (CLTC, por sus siglas en inglés) y otro con dicho organismo espacial de la República Popular China y la provincia de Neuquén. En ellos se especifica el marco legal para la construcción y el funcionamiento de la planta. El acuerdo marco firmado en julio último por ambos gobiernos incluye la estación satelital y también el crédito swap de China para fortalecer las reservas del Banco Central de la República Argentina. En lo que concierne a la estación satelital, Neuquén cede 200 hectáreas en comodato a China por el plazo de 50 años. La provincia se compromete a construir una estación transformadora y a mantener en condiciones las rutas de acceso a la planta. La CLTC es responsable de la construcción de la estación propiamente dicha, con su antena móvil de 35 metros de diámetro y sus oficinas y viviendas para profesionales y técnicos. El complejo incluye un restaurante, una sala de esparcimiento y un centro de interpretación. Diez científicos chinos residirán de manera permanente y otros 25 alternarán allí su estadía. El organismo espacial chino construirá la línea de 33 mil kilowatts desde la estación transformadora hasta la estación espacial y la infraestructura de agua potable. La obra fue adjudicada a la empresa china Harbour Engineering. Estará lista en febrero de 2015. Se prevé que la estación satelital inicie las operaciones en 2016. Objeciones Senadores de la oposición y algunos del oficialismo han expresado objeciones. Dos anexos del acuerdo marco son secretos. El tratado prevé una exención impositiva total para la agencia china durante 50 años. La Conae podrá usar las instalaciones sólo 10% del tiempo. Los empleados de origen chino que trabajen en Neuquén se regirán bajo la legislación del país asiático. Argentina “no interrumpirá las actividades normales” que se realicen en la estación espacial. China “mantendrá indemne a Argentina de toda obligación que surgiere de reclamos de cualquier naturaleza”. Este último punto refuerza la sospecha de quienes creen que la estación tendrá también un uso militar. “La tecnología empleada en la estación china es sensible y de uso dual, civil y militar, ya que China tiene integrados estos programas y se utiliza también para el tracking (seguimiento) de la actividad aeroespacial y misilística”, dijo al diario La Nación el senador opositor Fernando Pino Solanas el 8 de septiembre. Sostuvo que la CLTC, el ente espacial chino, depende del Departamento General de Armamento y de la Comisión Central Militar del Ejército Popular de Liberación de China. “El acuerdo no especifica si el personal que empleará China será militar o no. Pero en caso de ser militares, el ingreso al país debe estar sujeto al régimen especial de la ley 25.880 de ingreso de tropas”, precisó el senador. “Por las características técnicas de la antena de recepción y los instrumentos operativos (el observatorio espacial) tendría otros eventuales alcances que le permitiría un uso dual, civil y militar”, había advertido ya el exvicecanciller argentino Roberto García Moritan en el periódico Infobae el 3 de septiembre. “La estación, con antenas que permitirían una cobertura y visibilidad casi completa de la Tierra, sería a la vez un centro potencial de escaneo de comunicaciones, rastreo y detección de satélites, control de lanzamientos a escala global incluso, en caso de necesidad, de misiles, drones y otras actividades militares semejantes”, sostuvo el diplomático. “Otro aspecto íntimamente relacionado tiene que ver con el impacto geopolítico de un proyecto de estas dimensiones, sobre todo de cara a la Unasur. Incluso podría generar un conflicto con Chile, puesto que la base se montará a pocos kilómetros de la frontera”, advirtió el periódico Infobae el 11 de noviembre. “Estamos entrando en un conflicto muy serio, porque esta cesión es por 50 años y queda claro que en los próximos 50 años va a haber una confrontación global, entre China como potencia emergente y desafiante, con lo que es hoy Occidente representado por Europa y Estados Unidos”, sostiene en dicho artículo el exsecretario de Inteligencia, Miguel Ángel Toma. “Esta colaboración con la República Popular China, es similar a la que se ha establecido ya con la Agencia Espacial Europea (ESA), para la instalación en la localidad de Malargüe, provincia de Mendoza, de una estación de apoyo a misiones de Exploración del Espacio Profundo (Deep Space), que fue inaugurada en diciembre de 2012 y se encuentra ya en operación”, sostiene la Conae en un comunicado del 8 de septiembre. “Estas iniciativas forman parte del plan integral de desarrollo aeroespacial con que cuenta nuestro país, que ya fabrica sus propios satélites de observación de la tierra”, prosigue el comunicado, “y hacen posible dar los primeros pasos en el campo de la exploración del espacio profundo, estableciendo convenios de colaboración con los principales actores en la materia a nivel mundial para dar apoyo a estos proyectos de desarrollo tecnológico para el uso pacífico del espacio ultraterrestre”. La estación espacial de Neuquén “es un proyecto de tecnología pacífica para explorar el espacio que no tiene nada que ver con un proyecto militar”, dijo a La Nación el embajador chino Yang Wanming el martes 11. Soberanía Para el senador de la Unión Cívica Radical, Juan Carlos Marino, la estación satelital implica “una verdadera cesión de soberanía de territorio argentino a China”. Argentina “provee territorio y a cambio recibe información y tecnología”, sostuvo, por su parte, el senador oficialista Ruperto Godoy, titular de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. La Conae argentina y la CLTC china trabajarán en conjunto. El acuerdo establece, sin embargo, que Argentina sólo podrá disponer de 10% del tiempo para realizar actividades científicas y tecnológicas en la estación, es decir, 2 horas 24 minutos por día. “Ese es otro aspecto cuestionado, la falta de reciprocidad del pacto: no hay transferencia de tecnología, capacitación a profesionales argentinos o algo que sirva como contraprestación”, señala Infobae en su edición del 11 de noviembre. Las disidencias del bloque kirchnerista con el proyecto se manejan con gran hermetismo. El Senado discutiría la aprobación del acuerdo a partir de marzo de 2015. El embajador de China en Buenos Aires, Yang Wanming, pidió una reunión reservada con un grupo de senadores oficialistas para interiorizarse acerca de los motivos de la demora. “Las quejas de China radican en que hasta ahora ese país cumplió con Argentina en el giro de unos 800 millones de dólares por medio swaps y avanzó en los detalles técnicos para la construcción de las represas Kirchner y Cepernic”, sostuvo La Nación el martes 11. El acuerdo firmado por ambos mandatarios en julio último incluyó créditos de hasta 11 mil millones de dólares para reforzar las reservas del Banco Central. El 30 de octubre, China activó este salvavidas, girando 815 millones de dólares. “Pero la Casa Rosada aún no cumple su parte –prosigue La Nación–, que tiene que ver, entre otras cosas, con el avance de obras por el ferrocarril Belgrano Cargas y en la aprobación del tratado de la estación espacial”. En el marco de la disputa con los “fondos buitre”, el gobierno ya no apuesta a la llegada de capitales estadunidenses o europeos. La redefinición de alianzas estratégicas se ha desplazado hacia China y Rusia. China es el segundo socio comercial de Argentina después de Brasil. La relación comercial entre ambos países es totalmente asimétrica. El 82% de las exportaciones argentinas al gigante asiático son productos de escaso o nulo valor agregado, tales como el poroto de soya.

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