India: Entre el "príncipe" y el "monje"

viernes, 4 de abril de 2014 · 23:06
NUEVA DELHI (apro).- Unos 814 millones de votantes están convocados a asistir a las urnas este lunes 7 en la India, en las mayores elecciones de la historia de este país. Pero, lejos de la euforia que vivió en la primera década del siglo XXI, el gigante asiático experimenta cierto pesimismo con la ralentización de su economía, los escándalos de corrupción y la falta de liderazgo. La agenda nacional ha dejado de debatir el papel de superpotencia y se centra ahora en los temas de falta de empleos para los jóvenes, la alta inflación e infraestructura que no se materializa. De hecho, la India espera más de sus líderes. Antípodas El hombre señalado por las encuestas y analistas para regir el destino de los mil 210 millones de indios y recuperar el dinamismo que convirtió al país en potencia emergente es el hinduista Narendra Modi. El carismático y controvertido candidato del principal partido de la oposición, el Bharatiya Janata Party (BJP), cuenta con una imagen de gestor eficaz, fuerte carácter y honestidad. “He conocido a Jimmy Carter, Bill Clinton y los dos Bush. En las distancias cortas, Modi les supera en carisma a todos ellos”, escribió el prestigioso analista Robert D. Kaplan acerca del líder que ha gobernado los últimos 12 años el estado de Gujarat, uno de los más prósperos de la India. Pero este “monje con una misión”, como se define él mismo, es tan carismático como temido por las minorías religiosas y los hindúes liberales. A Modi, de 63 años, se le acusa de haber tolerado la matanza de un millar de musulmanes que perpetraron radicales hindúes en 2002 en Gujarat. Varias investigaciones judiciales absolvieron al político. A pesar de ello, sus detractores ven en él posiciones confesionales hindúes y posturas radicales contra los musulmanes, que representan 13,4 % de la población india. También se le acusa de tendencias autoritarias y fascistas. “No creo que sea un fascista ni un teocrático. Modi cree en un régimen con tintes totalitarios, dominado por la mayoría hindú, en el que no tienen cabida las minorías”, explica a Apro Nilanjan Mukhopadhyay, autor de la biografía Narendra Modi: El hombre. Los tiempos. El rival de Modi en los comicios es Rahul Gandhi, el delfín de la dinastía Nehru-Gandhi que ha gobernado la India 54 de los 67 años de independencia del país. Tras una década en el poder, su formación, el Partido del Congreso, llega muy desgastada a la cita electoral. Ciudadanos y analistas culpan al Partido del Congreso de la "interrupción" del buen paso del país asiático. La India ha pasado de crecer en torno a un 8 % en la última década a menos de un 5 % en el último ejercicio fiscal, el menor ritmo en 10 años. El gobierno del Partido del Congreso ha mostrado indecisión en la toma de decisiones y ha estado salpicado por los mayores escándalos de corrupción en la historia del país. Una encuesta del Centro de Investigación Pew, de Estados Unidos, concluyó la semana pasada que el 70 % de los indios están insatisfechos con las perspectivas del país y que ocho de cada diez se muestran muy pesimistas respecto a la economía. “Todo es un problema para el votante indio”, resumió Bruce Stokes, de Pew. Una ventaja para Modi y un obstáculo para Rahul. Los dos contrincantes no podrían ser más diferentes. Modi es un hombre hecho a sí mismo que nació en una familia humilde y ayudó a su padre en un puesto de té. Estudió Ciencias Políticas a distancia en la Universidad de Nueva Delhi. Por su parte, Rahul es bisnieto, nieto e hijo de primeros ministros: ha heredado el partido político que ahora dirige su madre, Sonia. El hasta ahora primer ministro, Manmohan Singh, le guardaba el puesto. Se formó en universidades de Estados Unidos e Inglaterra. Modi es personalista, transmite fortaleza, tiene experiencia y conecta con las masas. Rahul, vicepresidente del Congreso desde 2013, proyecta una imagen suave, cercana a la debilidad, carece de experiencia y su mensaje está muy difuminado. Se le conoce como “el príncipe reticente” por su indecisión. Con más de 3 millones de seguidores en Twitter, el líder del BJP maneja con brillantez las redes sociales, mientras que Rahul, que se presenta a sí mismo como el candidato de la juventud a sus 43 años, apenas hace uso de ellas. Mantra político Si las trayectorias y su forma de ser de estos candidatos son diferentes, aún más lo son más sus idearios políticos. El concepto de Estado hindú que propugna Modi choca frontalmente con el de república laica que defienden los Gandhi desde la creación del país en 1947. Pero Modi, hábil orador y estratega, ha rebajado su discurso hinduista y nacionalista en esta campaña electoral. En un análisis de 68 discursos del líder de Gujarat, la revista india Outlook halló que no pronunció la palabra “hindú” una sola vez y en cambio dijo la palabra “desarrollo” más de 500 veces. Así, Modi ha hecho del crecimiento económico su mantra político, un discurso que cala en una nación ansiosa por el progreso y que además puede avalar con hechos. En un país donde la burocracia adquiere proporciones kafkianas, el soborno es la norma, las vías de comunicación son de mala calidad y la falta de electricidad es endémica, Modi ha forjado la reputación de Gujarat como un estado con un entorno favorable para los negocios, sin burocracia y corrupción, con carreteras y sin cortes de luz. En la década que siguió a la llegada al poder del político, este estado del oeste del país experimentó un crecimiento de doble dígito, por encima de la media nacional y es el principal receptor de inversiones extranjeras. La población de Gujarat --60 millones de habitantes-- supone un 5 % de la población india, pero este estado aporta el 16 % de la producción industrial del país y el 22 % de sus exportaciones. Sus detractores ponen en duda sus logros económicos, y subrayan que Gujarat fue siempre un estado próspero. A pesar de ello, los expertos apoyan la gestión económica del político. "Gujarat ha ido por delante de otros estados indios históricamente, pero Modi mejoró la situación. Ha eliminado obstáculos, facilitado los negocios, el proceso de toma de decisiones es muy rápido", afirma Mukhopadhyay. La popularidad de Modi se explica también por los cambios que experimenta la India. Tras una década de rápido crecimiento económico, el aumento de los ingresos y la urbanización del país, el votante indio ha comenzado a ser más exigente. En especial los jóvenes. Alrededor de la mitad de los mil 210 millones de indios tienen menos de 26 años. Una generación nacida tras la liberalización de la economía en 1991 y cuyas preocupaciones tienen más que ver con las oportunidades laborales, el desarrollo y la prosperidad que con cuestiones históricas. En las últimas elecciones en varios estados, los partidos que habían logrado un buen crecimiento económico fueron reelegidos, como ocurrió en Gujatar, Bihar, Odisha y Madhya Pradesh. Sin embargo, en Uttar Pradesh y Rajastán, los gobiernos perdieron tras los malos resultados económicos. Una novedad en el panorama político indio, donde en muchas ocasiones la lealtad de casta o grupo social está por encima del desempeño de los partidos. La tercera opción Una tercera opción electoral es Arvind Kejriwal, quien al frente del Partido del Hombre Común obtuvo unos sorprendentes buenos resultados en su debut electoral en diciembre pasado en los comicios municipales de Nueva Delhi, ciudad que gobernó durante 49 días. En esos comicios el Partido del Congreso experimentó una humillante derrota y perdió la capital tras 15 años gobernándola. Los buenos resultados de Kejriwal, con un mensaje anticorrupción, representaron para los analistas el cansancio del electorado con los partidos históricos y la búsqueda de un cambio. Kejriwal no opta a dirigir el país, pero el número de escaños que consiga determinará en parte el juego de alianzas para formar el Ejecutivo tras conocerse los resultados electorales. Aquí entra también el llamado tercer frente, formado por una decena de partidos regionales y comunistas que se definen como "seculares y de izquierdas" y que tendrían 92 escaños si sumasen sus diputados actuales en el Parlamento. Los dos partidos nacionales, el Congreso y el BJP, suelen obtener la mitad de asientos parlamentarios y después deben negociar alianzas con otras formaciones para gobernar. Modi, con su agresiva actitud, podría tener problemas a la hora de encontrar aliados. "Modi es muy agresivo y eso en el largo plazo le perjudicará porque aliena a los demás", afirma Mukhopadhyay. El escritor sostiene que el modo de gobierno de Modi lo decidirá el número de votos que consiga. “Es sencillo ser un dictador benevolente en un estado (Gujarat) donde tiene el apoyo de la mitad de los votantes. Pero esa fórmula no funcionará si cuenta con menos del 30 % de los votos”. La comunidad internacional se prepara para una posible victoria de Modi. Estados Unidos le denegó un visado en 2005 por su supuesta participación en la matanza de 2002 y evitó reuniones oficiales con el líder indio, al igual que otros países occidentales. En febrero de este año, la embajadora del país norteamericano se reunió con Modi, lo que puso fin al boicot. Las elecciones son un maratoniano proceso que dura 36 días desde este lunes 7 y se desarrollan en nueve fases hasta el 12 de mayo. Los resultados se conocerán el 16 de ese mes. El país tiene un sistema político similar al británico: está dividido en 543 distritos electorales y cada uno de ellos envía un diputado al Parlamento nacional. Por todo el país abrirán 930 mil colegios electorales, un 12 % más que hace cinco años, con 1.4 millones de urnas electrónicas. Unos 11 millones de personas trabajan en el mayor ejercicio electoral de la historia de la humanidad.

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