Colombia: El complejo mandato por la paz

viernes, 20 de junio de 2014 · 21:50
Bogotá (apro).- El presidente Juan Manuel Santos logró su reelección en los comicios del pasado domingo 15 de junio, luego de una campaña dura y polarizada en la cual su principal promesa al país fue lograr la paz con las guerrillas de las Fuerzas Armadas  Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). La contienda entre Santos y Oscar Iván Zuluaga --el candidato presidencial del exmandatario Álvaro Uribe Vélez, líder de la oposición de derecha y principal crítico de los diálogos con las FARC--, se convirtió en un referendo por la paz en el cual los colombianos respaldaron con claridad una salida negociada al conflicto armado interno que azota al país desde hace medio siglo. Zuluaga había prometido suspender las conversaciones con las FARC, las cuales mantiene en La Habana el gobierno de Santos desde octubre de 2012, o imponer condiciones  que, según analistas, resultarían inaceptables para esta guerrilla. El presidente, en cambio, asumió el compromiso de lograr la pacificación del país y los votantes  le dieron el triunfo con el 50.9% de los votos, seis puntos por arriba de su oponente en la segunda vuelta electoral del pasado domingo  15. La politóloga y profesora de la Universidad de Los Andes, Sandra Borda, considera que el resultado de los comicios fue un mandato por la paz y un “espaldarazo”  al diálogo con las guerrillas impulsado por Santos, aunque aclara que lo que viene no será un proceso fácil. “La mayoría de observadores coincide en afirmar que la elección presidencial fue un pre-referendo sobre los acuerdos de La Habana y un mensaje categórico a las FARC para que firmen, y pronto, esos acuerdos, pero gracias al espaldarazo que le han dado los votantes al proceso de paz, el gobierno perdió la posibilidad de usar ante la guerrilla la estrategia de que, si no hay avances, simplemente se para de la mesa”, señala Borda. Dice que en las teorías de negociación esto se denomina “el poder de salirse”. Es la capacidad de disuadir a la contraparte a través de la amenaza de poner fin a los diálogos. “Será interesante ver cómo reaccionan las FARC ante la votación del domingo 15  y cómo construyen una estrategia ante el hecho cumplido de un gobierno, ahora sí, muy amarrado a la mesa de negociación. Me atrevo a predecir que va a pasar un largo rato antes de que volvamos a ver un avance contundente”, sostiene. El abogado y exministro del Interior Jaime Castro definió así el escenario: “Las FARC quedaron con la sartén por el mango. Está en sus manos que el presidente Santos cumpla o no su promesa de hacer la paz”. Cautela El exembajador de Chile en México, Luis Maira, quien es delegado del gobierno de su país en el proceso de paz con las FARC, dijo al diario El Tiempo que los diálogos con esa guerrilla tienen un avance de entre 60%  y 70%. “Las actas de los acuerdos son muy sólidas”, señaló Maira al referirse a los acuerdos logrados por los delegados del gobierno y la guerrilla en tres de los cinco puntos de la agenda de negociaciones: política agraria, participación política y drogas ilícitas. Quedan dos puntos: fin del conflicto –que ya se comenzó a discutir en una subcomisión— y derechos de las víctimas, sobre el cual las partes divulgaron una declaración de principios en la que el gobierno y las FARC se comprometen a asumir su responsabilidad en el drama humanitario que ha significado para este país medio siglo de conflicto armado interno. Maira, cuyo país es acompañante, junto con Venezuela, de los diálogos con las FARC, señaló que él ve “una negociación progresando” y es optimista sobre el proceso porque “estamos en un contexto internacional en el que la violencia como forma de expresión política ha perdido espacio, y las organizaciones armadas buscan reintegrarse a la política”. El coordinador del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Dialogo de Paz de la Universidad Nacional de Colombia, Alejo Vargas, considera que luego de su reelección Santos cuenta “con un mandato claramente orientado hacia continuar y concluir las conversaciones con la guerrilla para terminar el conflicto interno armado; pero claro, este mandato también es para la guerrilla por cuanto  los colombianos le están diciendo que quieren una pronta conclusión de estas conversaciones y que la violencia ligada a la política desaparezca”. Beneficios intangibles Vargas señala que otro factor que hay que tomar en cuenta es que 45% de los electores que  votaron por Zuluaga –quien se erigió como un acérrimo adversario de una paz con impunidad para las FARC, cuyos jefes rechazan ir a la cárcel por los delitos de lesa humanidad que se hayan cometido en el marco del conflicto— reflejan que casi la mitad del país estaría en contra de otorgar un cheque en blanco a un eventual acuerdo con ese grupo armado. “Recordemos que cualquier acuerdo que surja de los diálogos de La Habana debe ser refrendado en las urnas mediante un referendo o el mecanismo que elijan las partes, y aquí el desafío es cómo convencer a la mayoría de los electores que  votaron por Zuluaga de las ventajas de respaldar en las urnas un eventual acuerdo de paz”, indica el profesor de ciencia política de la Universidad Nacional. Señala que los comicios presidenciales reflejaron que existe un grupo amplio de colombianos que tiene preocupaciones, diferencias, o se oponen a las conversaciones con la guerrilla y por ello “se va a requerir un viraje en la estrategia comunicativa del gobierno y de la mesa de conversaciones para tratar de corregir la desinformación o informaciones tendenciosas (acerca del proceso)”. De acuerdo con los sondeos, la paz figura como la sexta o séptima preocupación de los colombianos, muy atrás del desempleo, la salud, la pobreza y el combate a la criminalidad, lo que significa que el gobierno y las FARC deben hacer un esfuerzo para explicar al país los beneficios de poner fin al conflicto armado interno. De acuerdo con un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Producto Interno Bruto de Colombia podría crecer al doble sin la confrontación interna. El año pasado, ese indicador aumentó 4.3%, pero sin conflicto el crecimiento hubiese podido ser de 8.7%, según la investigación. “La paz trae beneficios económicos y ayuda a atender mejor problemas estructurales del país, como la desigualdad, la marginalización de ciertas regiones o las debilidades legislativas. Ningún país en el mundo que haya logrado salir del conflicto de una manera durable ha dejado de sentir los beneficios de la paz”, sostiene el coordinador de las Naciones Unidas en Colombia, Fabrizio Hochschild. El ELN El pasado 10 de junio, cinco días antes de la segunda vuelta de los comicios presidenciales, el gobierno colombiano anunció  el inicio de conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la otra guerrilla activa en Colombia y la cual contaría con mil 500 combatientes, según estimaciones de inteligencia militar. Las conversaciones exploratorias, que se han llevado a cabo en Ecuador y Brasil, deberán conducir a un proceso de paz con ese grupo armado pero para ello es necesario que las partes pacten una agenda de negociaciones e instalen de manera formal una mesa de diálogo. Para el ELN, que tiene una agenda política más enfática que las FARC, la clave para el éxito de un proceso de paz es “la participación protagónica de la sociedad y la democratización del país”, lo que supone que el grupo guerrillero de orientación guevarista exigirá en la mesa la reivindicación de las demandas históricas de las comunidades donde tiene presencia, en especial en el nororiente del país y algunas zonas de los departamentos (estados) de Antioquia, en el centro del territorio, y de Nariño, en el sur. Vargas plantea que durante la última década,  el ELN se concentró en “cuidar sus fuerzas, dispersándolas, e intensificó su actividad política en algunas regiones, lo que podría ayudar a crear un ambiente positivo para este nuevo intento de conversaciones, porque se trata de una guerrilla más politizada; es decir, con mayores sensibilidades hacia sectores políticos y regionales”. Además, agrega, influirá mucho el avance en las conversaciones que han logrado el gobierno y las FARC,  una guerrilla con la cual el ELN parece tener una cercana relación política. Para el politólogo, la incorporación del ELN al proceso de paz es necesaria para poner fin, de manera integral, a la guerra interna.

Comentarios