MÉXICO, D.F. (apro).- Pese al relativo silencio mediático que rodea al conflicto en Siria a lo largo de su cuarto año, los combates continúan entre insurgentes y fuerzas gubernamentales.
Durante ese tiempo, más de 170 mil personas han muerto y 9 millones de sirios han sido obligados a huir de sus hogares a otras zonas; de éstos, 2.8 millones salieron definitivamente del país, informó hoy la organización internacional Médicos Sin Fronteras (MSF).
Al publicar su documental multimedia El Coste de la Guerra, la organización trasciende las cifras y describe escenas cotidianas en los centros que opera MSF en las zonas insurgentes de Siria, pues el gobierno le negó el ingreso a las regiones que controla. También muestra imágenes de Líbano, Irak y Jordania, a escasos kilómetros de la frontera.
En estos centros, los voluntarios brindan atención médica a un flujo perpetuo de pacientes, quienes no tienen otro lugar a donde acudir.
En el centro de Ramtha, una ciudad ubicada en Jordania, a cinco kilómetros de la frontera, ingresan sirios de todas las edades heridos por impactos de balas o quemados durante los bombardeos.
Desde el hospital, los pacientes pueden oír las explosiones que devastan su país, según MSF. Tan sólo entre octubre de 2013 y junio de 2014, realizó mil 315 cirugías en 430 pacientes en dicho centro.
La organización describe la situación que cuenta en su diario el doctor Haydar Alwash, un cirujano de MSF. En la sala de operación, el galeno retira balas de los cuerpos, cierra venas o amputa en emergencia miembros calcinados. Afuera, atiende a los pacientes que ya operó, hasta que llegue otra ambulancia desde Siria. Luego, vuelve a las cirugías.
Además de las intervenciones quirúrgicas, los médicos de la organización radicados en los países fronterizos con Siria deben lidiar con otros asuntos de salud: desde enfermedades infecciosas hasta partos y traumas psicológicos.
Entre 2012 y 2013 se duplicó la tasa de pacientes de salud mental de MSF, quienes mostraron síntomas de trastorno mental grave –al pasar de 7% a 15%–, informó la organización.
En Irak, más de 60 mil refugiados buscaron abrigo en el campo de Domiz, donde carecen de agua potable y saneamiento, aunque las condiciones de vida en el campo mejoraron en comparación con los meses anteriores, según el balance de MSF.
En este campo, los integrantes de la organización dieron poco a poco la atención médica básica a los refugiados, además de tratar los casos de emergencia. Tan sólo el año pasado, realizaron más de 130 mil consultas médicas ahí.
Más de un millón de sirios cruzaron la frontera hacia el Líbano para proteger sus vidas, lo que rebasó la capacidad del pequeño país árabe –cuya población no alcanza los cuatro millones y medio de habitantes– y generó tensiones entre locales y refugiados, así como entre los propios sirios en busca de un hogar provisional.
“Cuando hablamos de Siria, falta el factor humano, porque siempre hablamos de cifras”, explicó la presidenta de MSF. Añadió que “nadie entiende que, a diario, los niños no pueden ir a la escuela a no ser que los padres quieran arriesgarse a que les caiga encima un barril cargado de explosivos.
Para integrar este elemento en los acontecimientos del conflicto –que “día tras día determina sin compasión la vida de los Sirios”–, la organización comparte las historias de algunos de los pacientes.
Varios niños que entrevistaron los equipos de comunicación de MSF terminaron mutilados a raíz de bombardeos. Casi todos los pacientes perdieron familiares y acuden a los centros en estado de choque.
“No sentí nada”, explicó Malik, un adolescente de 14 años, a los miembros de MSF quiénes le preguntaban sobre la amputación de su pierna, consecuencia del bombardeo de su casa durante una boda.
Ningún avance
En su cuarto año, la guerra civil sigue desangrando a Siria, a pesar de los repetidos llamados de la comunidad internacional y de la Organización de las Naciones Unidas a poner fin a los crímenes de guerra y a las masacres.
El ejército de Bachar al-Asad conquistó hoy Mleiha, una localidad en la periferia de Damasco que las fuerzas gubernamentales sitiaban desde hace más de un año.
Según la AFP, el ejército controla a Damasco mientras que los rebeldes ocupan varias ciudades que rodean la capital, desde las cuales le disparan cohetes con frecuencia.
Los combatientes del Estado Islámico (EI) –que invadió y conquistó amplias partes de Irak y tiene vocaciones a implantarse en el Líbano–, controlan vastos territorios en el norte y el este del país.
Luchan tanto contra el gobierno como contra los rebeldes “moderados”, sumando una nueva facción en la guerra civil que devasta el país desde hace cuatro años.
Por lo pronto, el Estado Islámico desalojó ayer a las fuerzas rebeldes en varios pueblos de la provincia de Aleppo, informó el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, organización con sede en Londres.